miércoles, 26 de agosto de 2020

Capítulo 7 || Doble o nada (Temporada 2)

 Dando por concluido el interrogatorio, la comisaria se lo comunicó a Arturo y éste dejó irse a Gloria.

- Le rogamos nos disculpe,-le dijo la comisaria Reynolds a Gloria-.

- Lo haré cuando suelten a Alí porque él no ha hecho nada.

- Descuide, sabemos que el agente Alí es inocente. Ahora el agente McCan le llevará de vuelta a su lugar de trabajo. De nuevo, le pido perdón en nombre de toda la comisaría.


 Acercándose hasta la celda donde estaba Alí, la comisaria le comunicó la noticia al agente Vidal.

- Vidal, saque al agente Köpek de la celda.

- ¡Comisaria! Pero es un asesino. ¡Ha matado a un compañero!

- ¡No es ningún asesino! Se ha comprobado su coartada y es cierta, así que sáquelo de ahí ahora mismo.


 Pero el agente Vidal negó con la cabeza.

- Con todos mis respetos, pero creo que estamos cometiendo un grave error.

- ¡Las imágenes de la cámara de seguridad han revelado que estuvo ayer en el restaurante! Así que abra ahora mismo la celda si no quiere que le abra un expediente y se tenga que jubilar antes de tiempo.


 Con cara de pocos amigos, el agente Vidal se giró hacia Alí y puso una sonrisa en su rostro.

- Estás en tu día de suerte, novato. Eres libre… de momento.

- La verdad siempre sale a luz, igual que la mierda, que al final acaba flotando…


 Días después, en la residencia de mayores, Ekrem llegaba al trabajo sin saber que un terrible suceso acababa de ocurrir.

- Buenos días Silvia,-saludó Ekrem-. ¿Qué tal fue la noche?


 Pero Silvia no contestó a la pregunta de Ekrem y se mantuvo en silencio mirando a su compañero de trabajo.

- Silvia, ¿por qué me miras así? ¿Qué pasa?

- Estaba esta noche haciendo la ronda por los pasillos de los dormitorios cuando recibí una alerta del dormitorio de Roberto. Fui corriendo hasta allí y estaba sufriendo un ataque al corazón y lo único que pude hacer por él fue cogerle la mano mientras… Lo siento mucho Ekrem. Sé lo que Roberto significaba para ti.


 Mirando fijamente a Silvia, Ekrem no terminaba de creerse la noticia.

- ¿Me lo estás diciendo en serio?

- ¿Crees que bromearía con algo como esto, Ekrem? Fue de repente, Roberto cenó bien, se fue a su dormitorio después de darme un beso en la frente como hacía siempre… Nada me hizo sospechar que estuviera mal.

- ¿Puedo ir a verlo?

- Está arriba el médico, así que cuando salga imagino que podrás pasar a verlo.


 En cuanto Ekrem subió, el médico estaba saliendo de la habitación de Roberto y le comunicó que el anciano había sufrido un infarto y que esa había sido la causa de la muerte. Tras entrar y estar unos minutos junto el cuerpo sin vida de su gran amigo, Ekrem se cambió de ropa y se puso el uniforme del trabajo mientras esperaba a que los hijos de Roberto llegasen.


 Unos 15 minutos más tarde, un hombre y dos mujeres entraron en la residencia y Silvia los reconoció de inmediato.

- ¿Sois los hijos de Roberto?

- Eso es,-contestó el hombre-.

- Soy Silvia, una de las trabajadoras de aquí. Les acompaño en el sentimiento.

- Gracias pero esto ha sido lo mejor para todos. Así tanto él como nosotros podremos descansar en paz.


 Ese comentario dejó helada a Silvia mientras contemplaba a los hijos del dulce Roberto y, quitando el gran parecido físico, no veía la simpatía ni la amabilidad del fallecido por ninguna parte.

- ¿Habéis visto este sitio?-preguntó Macarena, la hermana menor y la mujer situada a la derecha-.

- Sí,-contestó Teodora, la hermana mayor-. Menudo salón más cutre y con tan mal gusto.

- Terminemos todo esto cuanto antes,-intervino Roberto junior, el otro hijo del recién fallecido-. He tenido que cancelar una reunión importante por esto, así que firmemos los papeles, que lo entierren y se acabó lo que se daba.


 Volviéndose hacia Ekrem a punto de echarse a llorar, Silvia le comunicó a su compañero la llegada de los hijos de Roberto.

- Nunca he visto tanta frialdad por parte de unos hijos hacia su padre, Ekrem. Te prometo que me estoy aguantando las ganas de llorar por mantener el tipo delante de ellos…

- Venga, ve a ver a los demás, yo me ocupo de los hijos.


 Saliendo al salón principal, Ekrem vio a los hijos sentados en uno de los sofás y se presentó.

- Buenos días, me llamo Ekrem y soy otro de los trabajadores de aquí. Siento mucho lo de su padre… Roberto era un gran hombre y muy buen amigo mío.

- ¿Has oído eso Teodora?-preguntó Macarena mirando a Ekrem con incredulidad-.

- Disculpe joven, creo que se ha debido confundir porque nuestro padre no era ningún gran hombre-dijo Teodora mirando a Ekrem-.

- Al menos podremos disfrutar de todos los millones que acumuló durante toda su vida el muy…-confesó Roberto-.


 Mirando al frente y tragando el nudo que se le había formado en la garganta, Ekrem se mantuvo en silencio recordando las palabras que le había dicho el pobre Roberto días antes de su muerte, cuando le dijo que sus hijos le meterían en problemas. Ahora ya sabía a lo que se refería cuando le comentó aquello…  


 Recibiendo una llamada, Roberto se levantó y se metió en el comedor mientras que Ekrem intentaba enterarse de la conversación.

- Buenos días Julio,-dijo Roberto hablando con su abogado-. ¿Has hablado con la notaría?

- Sí y… no tengo buenas noticias.

- ¿A qué te refieres con eso?

- He solicitado en tu nombre una copia del testamento y, cuando me la han dado, me he dado cuenta de que hace unos pocos días tu padre cambió el testamento…

- ¿Cómo dices? ¿Y qué nos ha dejado?

- A sus hijos y nietos la vieja casa del pueblo y el 90% de su patrimonio económico a un tal Ekrem Köpek y el otro 10% a Silvia Fenata.


 Colgando a su abogado, Roberto volvió al salón y su hermana mayor se dio cuenta de que algo iba mal.

- ¿Qué sucede Roberto?

- Nuestro padre, que nos está jodiendo hasta después de muerto el hijo de puta.

- ¿Qué ha hecho ese indeseable?

- Será mejor que le preguntemos a su gran amigo Ekrem Köpek…


 Mirando a Ekrem con cara de pocos amigos, Roberto comenzó a atosigar al muchacho.

- ¿Qué coño le dijiste, eh? ¿Le obligaste a cambiar el testamento? Claro, era muy fácil aprovecharte de un viejo senil que estaba a punto de morir para recibir más de 10 millones de euros, eso es genial.

- Oiga, que yo no he obligado a nadie hacer nada que no quiera. Cuando su padre me lo dijo fue cuando ya lo había hecho, así que yo no tengo la culpa de lo que su padre haya hecho en vida.

- ¡Mientes! De alguna forma te enteraste que había amasado una inmensa riqueza durante toda su vida y quisiste también tu porción del pastel, pues escúchame bien cucaracha, no te saldrás con la tuya.


 Interviniendo en la conversación, Teodora también le dirigió unas dulces y amables palabras a Ekrem.

- Ahora mismo vas a renunciar a tu parte de la herencia en favor nuestro, ¿te queda claro jovencito?

- Oigan ustedes, ¿su padre aún está de cuerpo presente arriba y vosotros estáis hablando de dinero?

- No nos importa nuestro padre al igual que nosotros no le importábamos a él,-confesó Teodora-.

- Pues siento comunicarle que eso no es así. Aún recuerdo sus quejas diciéndome que habían pasado semanas y meses sin que vinieseis a hacerle una simple visita.


 Soltando una carcajada, la hermana menor se dirigió a Roberto.

- ¿Has oído eso? Papá nos echaba de menos. Qué tierno…-dijo Macarena en un claro tono irónico-.

- Sí Maca, lo he oído perfectamente. Papá ya nos jodió la vida lo suficiente como para que lo siga haciendo después de muerto… Ojalá se pudra en el infierno.

- ¿Y qué vamos a hacer Roberto?-preguntó Macarena-.


 Haciéndole un gesto a sus hermanas, los tres hijos de Roberto arrinconaron a Ekrem contra la pared.

- Ahora mismo vas a hablar con el notario y vas a renunciar a tu parte de la herencia, ¿te queda claro?-dijo Macarena-.

- Y no creas que tu amiguita Silvia se va a librar de nosotros,-confesó Roberto-. Ese dinero es nuestro y nos pertenece porque somos sus hijos. Vosotros sois unos malditos aprovechados que sólo os interesa el dinero de un viejo senil.

- ¿Podéis dejarme espacio? Por favor, dejadme o llamaré a la policía ahora mismo…


 Sonriendo, Teodora le dio la razón a Ekrem.

- Buena idea, llamemos a la policía. Estoy segura de que, cuando le expliquemos el caso estarán de nuestra parte.

- No te va a resultar tan fácilmente deshacerte de nosotros,-dijo Roberto-.

- Dejadme salir de aquí,-pidió Ekrem-. ¡Dejadme salir coño!


 Escuchando los gritos de Ekrem, Silvia se acercó hasta el salón preguntando qué era lo que ocurría allí.

- Aquí está la otra puta aprovechada-dijo Teodora-. ¿Te creías que no nos íbamos a enterar de que habéis manipulado a nuestro padre para que cambie el testamento? ¡Ese dinero es nuestro!


  Como Roberto junior había cortado la conversación con el abogado, ninguno sabía que su padre, estando en vida, aparte de cambiar el testamento sacó todo el dinero correspondiente de sus cuentas y las dejó a cero. ¿Dónde había ido a parar ese dinero?

- Dale su merecido, Teodora,-le decía Roberto a su hermana-.

- No pienso ponerle un dedo encima, ¿te crees que soy tonta y no he visto las cámaras de seguridad? Muy amablemente esta maldita furcia y su compañero van a renunciar a la herencia cuando se haga la lectura oficial ante notario.


 Macarena, mirando a su hermano, le dijo algo que había estado pensando.

- ¿Y no crees que papá ya sabía que nosotros actuaríamos de esta forma si nos negaba la herencia? Esto es muy de su estilo…

- Sí, tienes razón… Nada más hay que echar la vista atrás para recordar todas las veces que nos negaba dinero para comprarnos caprichos y nos obligaba a trabajar para obtener nuestro propio dinero, diciéndonos que eso nos haría ser mejores hombres y mujeres. Que él había levantado solo un imperio y que quería que continuásemos con la empresa cuando le llegase el momento de jubilarse. Siempre fue un hijo de puta, desde que nació hasta el día de su muerte. Ya ha tardado en morirse el cabrón…


 Ekrem no podía evitar recordar a Roberto de otra forma. Siempre había sido cariñoso, había tenido buenas palabras con Silvia y con él. Se le veía un hombre comprensivo, trabajador, simpático… Y por lo que contaban sus hijos, Ekrem pensaba que Roberto lo que quería conseguir de sus hijos era que aprendieran a que la vida no regalaba nada, sino que había que luchar para conseguirlo… Pero al parecer sus hijos no habían aprendido esa lección.


 Sacando su teléfono, Teodora marcó un número y le replicó a esa persona que estaba tardando demasiado en venir.

- ¿Te crees que tengo ganas de pasar todo el día rodeada de viejos que huelen a muerto? ¡Que vengas ya te he dicho!


 Haciéndolos sentarse en uno de los sofás, Roberto y Macarena seguían increpando a Silvia y a Ekrem, quien estaba a punto de derrumbarse.

- Yo no quiero problemas,-decía Ekrem-.

- Entonces danos el dinero,-replicó Roberto-.

- Si eso es lo que queréis yo…-comenzó a decir Ekrem antes de que Silvia lo interrumpiese-.

- No Ekrem. Ese dinero es nuestro. Roberto quiso dárnoslo a modo de agradecimiento estando en vida. Sus motivos tendría para hacerlo, así que si esa fue su última voluntad, que así sea. No cedas ante la presión de unas alimañas que no se han preocupado por su padre nunca en su vida salvo ahora y porque les interesa cobrar y tener más dinero para sus putos caprichos de gente rica.


 Abriéndose la puerta de la residencia, el marido de Teodora cruzó el umbral y saludó a su mujer.

- Ya estoy aquí. ¿Qué es tan grave? Le he tenido que echar una excusa a la furcia de mi jefa para poder venir aquí.

- Mi padre ha muerto.

- Coño, estupendo ¿no? Ahora podremos comprarnos esa casa en la playa y mudarnos allí en cuanto me jubile.

- No Enrique. Los hijos de puta de sus cuidadores le obligaron a cambiar el testamento y sólo nos han dejado la vieja casa abandonada del campo.

- ¿Cómo? ¿Dónde están esos hijos de puta?


 Indicándoles donde estaban, Enrique fue hasta encontrarse con Ekrem y Silvia y, al verlo a él, se paró en seco.

- Novato, ¿qué coño haces tú aquí?-preguntó Enrique Vidal, el marido de Teodora y el compañero de Alí en la comisaría-.

- ¿Novato?-preguntó Ekrem-. Creo que se confunde de persona…

- Alí, no juegues conmigo. ¿Desde cuándo tienes dos trabajos? ¿No te es suficiente con asesinar a un compañero nuestro que ahora le robas dinero a mi familia?

- No, no, perdóneme usted pero yo no soy Alí y mi hermano no ha matado a nadie. Yo soy Ekrem y Alí es mi hermano gemelo.

- Acabáramos… Dos iguales para hoy y, por lo que veo, los dos igual de hijos de puta. Uno asesino y el otro ladrón…


 Sintiendo una gran ira en su interior, Ekrem dio un paso adelante pero recordó las cámaras de seguridad y se frenó. No quería darle la razón a esa pandilla de aves de rapiña, por lo que se dedicó a decirles unas duras palabras.

- Ni Alí ni yo somos asesinos ni ladrones, así que, como agente de la ley que es usted, le pediría que guardase las distancias y, a menos de que tenga pruebas fehacientes de que hemos manipulado a Roberto para ser los beneficiarios de su herencia, les exijo que se vayan ahora mismo de aquí o yo mismo llamaré a la policía y le tendrá que explicar a sus superiores por qué está alzando falsos testimonios sobre mi compañera y mi persona.


 Respirando agitadamente, el agente Enrique Vidal se dio la vuelta y se dirigió a su mujer.

- Teodora, vámonos.

- No pienso moverme de aquí hasta que estos desgraciados nos den lo que es nuestro.

- Cuñado,-le dijo Enrique a Roberto-, hacedme caso y vámonos de aquí. Ya encontraremos la manera de recuperar lo que nos pertenece…



CONTINUARÁ…


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