jueves, 28 de junio de 2018

The Jungle || Capítulo 3

CAPÍTULO 3


Llamando a la puerta levemente, Walter entró y se encontró a Rita tumbada en la cama.
-          Siento haber tardado cariño, pero vi que justo Julio recibía visita y no quería que me viera subir.
-          Ah, sería Pocholo, tenían que tratar unos asuntos.
-          Pues no sabía que Pocholo se había cambiado de sexo…
-          ¿El pelele de mi marido ha ligado? No me lo puedo creer.




Unos metros debajo de Rita y Walter, se encontraban los otros amantes que tonteaban sin parar.
-          Dios mío Elly, desde que te vi entrar en la fiesta no pude dejar de mirarte.
-          Y yo desde que te vi tengo ganas de arrancarte esa pajarita que tienes.
-          ¿No te gusta?
-          No. No me gusta nada que tape tu cuerpo…
-          Hum, me gusta tu estilo. Lo vamos a pasar muy bien juntos.
-          No lo sabes tú bien, Julio.




Poco a poco, se fueron acercando hasta juntar sus bocas en un beso apasionado donde sus lenguas jugaron un papel protagonista.




Tras unos minutos intensos sin parar de besarse, Julio se separó dejándola sola porque quería prepararse…




Y apenas dos minutos después, Julio apareció con el albornoz puesto, pero sólo llevaba eso y al ir al salón, se encontró que la ropa de Elly había desaparecido.
-          ¡Menudo cuerpazo!
-          ¿Tu cuarto está arriba? No aguanto más…




Y en la habitación de Rita, Walter y ella disfrutaban de unos placenteros preliminares antes de comenzar a hacer el amor.
-          Me encanta esa sonrisa que tienes cuando estoy a tu lado,-decía él-.
-          Tú me haces ser feliz, olvidarme de mi realidad y mis problemas. Te… Te amo.
-          Oh, yo también te amo.




Justo cuando Elly comenzó a subir las escaleras, Julio la alcanzó a agarrar por la cintura y la bajó al suelo, aprovechando para besarle el cuello y quitarle con sus manos el sostén, haciéndolo caer mientras que dejaba libres esas tetas operadas que tanto le habían gustado.




El amor se hizo presente entre Rita y Walter que, exhaustos, cayeron dormidos tras terminar el acto sexual.




Por su parte, los incestuosos hermanos se habían olvidado de mantener las distancias en casa y Kevin no volvió a su dormitorio…




Y en la otra habitación, la incansable Elly se entregaba al mundo de los sueños tras recorrerse, por lo menos, la mitad de Norteamérica cabalgando sobre su lindo corcel…




A la noche siguiente, sobre las 4 de la mañana, Pocholo iba corriendo hacia el puerto para coger ese barco que lo llevaría a su destino…




Y ese destino no era otro que una remota isla al noroeste de África. No se conocía nada de ella, salvo que nunca había sido pisada por el hombre occidental y tampoco salía en los mapas. ¿Qué secretos escondería?




Había pasado ya una semana desde la partida de Pocholo, cuando alguien en la isla escuchó la bocina del barco. Alertándose, se preguntó qué era ese infernal ruido.




Un hombre salió de una de las casetas y se acercó a la muchacha.
-          ¿Has escuchado eso?-preguntó él-.
-          Sí, parecía como… Un elefante muy grande.
-          Nunca había escuchado nada igual.




Y momentos después, un par de ancianos salieron de otra de las casetas.
-          ¿Qué ha sido ese ruido que hemos escuchado?-quiso saber la señora-.
-          No lo sé, madre. Nunca había escuchado nada semejante a eso,-alegó el chico-.
-          Es un barco,-aclaró el anciano que venía detrás-. Hacía mucho tiempo que no escuchaba uno.
-          ¿Y qué hace un barco por aquí, padre?
-          No tengo ni idea, pero si se dirige hacia aquí puede ser mala señal para nuestro poblado.
-          ¡Iré a ver!




Parándole los pies, su padre detuvo la impulsividad de su hijo.
-          ¡Espera hijo! No sabes a lo que te puedes enfrentar. Dios sabe cuántos hombres pueden ser.
-          Padre, soy el encargado de cuidar el poblado. ¡Tengo que ver si son una amenaza!




La señora, se acercó a la muchacha para hablar con ella.
-          Isabel, tienes que quedarte aquí con nosotros. Puede ser muy peligroso.
-          Vale abuela, me quedaré aquí contigo.
-          No mientas a una pobre anciana. Lo veo en tus ojos. Tienes ganas de ir a descubrir qué ocurre.
-          Hace años que pienso en que un día necesitaremos salir de aquí. Nuestro clan hermano murió sin más descendencia que un hijo y ya sabes que un día desapareció y nunca supimos qué fue de él. Si no queremos sufrir el mismo destino y que nuestra familia se acabe, tendremos que salir a buscarnos un futuro.
-          Me temo que tienes razón, pero no puedo dejar de preocuparme por ti…




El padre le daba consejos a su hijo sobre cómo acercarse sin ser visto.
-          Yondo, es muy importante que me escuches. Mantente lo más agazapado que puedas. Ocúltate entre las ramas, camúflate todo lo bien que puedas. Y no te hagas el héroe. Más vale ser precavido y vivir, que ser valiente y luchar sólo.
-          Padre, confíe en mí. Estoy preparado para esto…




Los ancianos traían calma a los corazones jóvenes, añadían sensatez a la impaciencia nata que tenían sus descendientes y, sin duda, eran los más importantes del clan.




Finalmente, Yondo e Isabel fueron corriendo hacia el monte para, desde la cima, divisar si ese ruido provenía de un barco como había dicho Liondo, el jefe del clan.




Tras una subida costosa, llegaron a la cima y pudieron ver con sus propios ojos que se trataba de un barco muy grande y que parecía acercarse a la isla con gran rapidez.




Bajando más rápido incluso, Isabel se adelantó a su tío Yondo mientras alertaba de la proximidad de un enorme barco.




Mirando a su abuelo, Isabel volvió a repetir que el barco se aproximaba a la isla.
-          Tenemos que convocar asamblea, Synte,-decía con pesar Liondo-. Temía que este momento llegase.
-          Si no hay más remedio…-dijo apenada Synte mientras comenzaba a tocar el cuerno que tenía en la pierna-.




Todo el clan en pleno se reunió al momento alrededor de la fogata.
-          ¿Qué ocurre?-quiso saber Endaya, quien miraba extrañada a su hija Isabel-.
-          Viene un barco, madre.
-          ¿Qué es un barco?-preguntó Rosa, la hermana pequeña de Isabel-.




La expresión de Endaya cambió. Su preocupación era un claro espejo en su cara mientras miraba a su hija.
-          ¿Es cierto eso, hija?
-          Sí, madre. Lo hemos visto el tío Yondo y yo con nuestros propios ojos. Vienen hacia aquí.




Yondo intentaba explicarle a su sobrina qué era un barco.
-          Es parecido a la balsa que utilizamos para pescar, pero mucho más grande.
-          ¿Y por qué vienen aquí?
-          No lo sé, Rosa. No lo sé…




Todos comenzaron a hablar a la vez y no se entendía nada. La preocupación se estaba extendiendo rápidamente y, pegando un grito, Liondo silenció a todo el clan.
-          ¡SILENCIO! Debemos mantener la calma, familia… No sabemos si vienen en son de paz o tienen otras intenciones. Hijo, ¿cómo era el barco?
-          Era muy grande y tenía cosas raras encima.
-          ¿Qué cosas?
-          Parecían recipientes, pero no eran redondos, sino cuadrados.
-          Entiendo… ¿Qué opinas tú, Guengue?




Todos lo miraron a él que, un poco impresionado por todo lo que estaba escuchando, intentó hablar.
-          Es cierto lo que dice el abuelo, no sabemos las intenciones de esos extranjeros. Pero debemos estar atentos ante cualquier cosa. Debemos intentar que no nos vean. Busquemos refugio, escondámonos en algún sitio hasta estar seguros de los planes que tienen. Padre, ¿usted qué opina?




Su padre, bastante pensativo, miró a su hijo con orgullo.
-          Sabias palabras hijo. Te honra tu sabiduría pese a tu juventud. Creo que Guengue tiene razón. Deberíamos permanecer ocultos hasta averiguar las intenciones de esos extraños. ¿Endaya?-dijo mirando a su mujer-.
-          Estoy muy confusa, Fausto. Desde que llegaste tú no hemos vuelto a tener nada parecido a esto.

Espera un momento… ¡¿Fausto?! Así se llamaba el hermano gemelo de Julio… ¿Y si…? No, no era posible.




Liondo escuchaba atentamente las palabras que decían en su clan para, así, tomar la decisión más acertada. Por su parte, Synte agachaba la mirada pensando en que la paz y tranquilidad estaba a punto de truncarse.
-          Está decidido. Permaneceremos ocultos aquí hasta que averigüemos los planes de esos extranjeros. Tendremos que mandar a alguien de nosotros para que se esconda y espíe.




Y sin esperar a que nadie dijera nada, Yondo tomó la palabra.
-          Me ofrezco voluntario, padre. Pero, si le parece bien, me gustaría irme con Fausto. Él fue un extranjero cuando llegó aquí con sus padres y es quien puede saber mejor que nosotros qué es lo que pretenden.




El aludido, manteniendo la mirada fija en Yondo, aceptó.
-          Será un honor averiguar los planes de esos extranjeros a tu lado. Toda mi sabiduría siempre la he aportado a la familia y, hoy más que nunca, demostraré que mi corazón está con vosotros.




CONTINUARÁ…

lunes, 25 de junio de 2018

The Jungle || Capítulo 2

CAPÍTULO 2


En cuanto entraron, sin esperar a que la prensa le hiciera fotos, Paola pasó dentro y se puso a bailar. Su padre, sin armar un escándalo, fue a reprenderla.
-          Hija, ¿se puede saber por qué te vas sin dejar que te hagan fotos?
-          Me da igual la prensa. Sabes que no me importa lo que digan de mí esos idiotas. Suficiente hablan de mí después de la exclusiva que di en la revista Boobs…
-          Paola, hija, un día de estos vas a acabar conmigo. No haces nada más que darme disgustos.
-          Que sí, que sí.




Kevin, por su parte, comenzó a viciarse a las recreativas, echando dinero sin parar.
-          ¡Mierda! La máquina es muy buena… Pero no podrás conmigo.




Rita, sin embargo, fue más diplomática y comenzó a saludar a diferentes personalidades invitadas que ya habían llegado.
-          ¡Cuánto me alegro de verla, señora Griffin!
-          El placer es mío. Está usted cada día más joven.
-          Vaya, quién fue a hablar. Desde que tengo uso de memoria, siempre la veo igual de estupenda que ahora.




Pero Rita, de quien se acordaba era de Walter, pero tendría que esperar para poder dormir entre sus brazos.




Julio, sabiendo que los fotógrafos estaban cerca, planeó algo para salir en las portadas de los diarios y las revistas del día siguiente.




Sin previo aviso, se acercó a Rita, le pidió disculpas a la señora Griffin y la besó como hacía años que no la besaba. Los flashes comenzaron a dispararse y a llenar la sala mientras que los dos seguían juntos para, después del beso, posar agarrados de la cintura.




Después de ese momento tan incómodo, Rita fue a ver si su hijo hacía otra cosa que no fuera jugar a las recreativas. Pero el vicio del chico era tal que pasaba del tema.




Y por su parte, para demostrar que Julio era un hombre que se mantenía en forma, se puso a bailar con su hija como si se tratara de un chaval de 20 años. Sin embargo, a los paparazzi lo único que les importaba era sacarles una buena foto.




Mirando a su marido, Rita quitó a su hijo de la recreativa y lo puso tan cerca de ella que le podía respirar en la boca. Susurrándole que iban a bailar en ese momento, Kevin tragó saliva y se puso a bailar con su madre.




Y de un momento a otro una mujer se coló en la fiesta y, al ver a Julio, fue rápidamente a pedirle un autógrafo. Él accedió encantado y cuando le devolvió la libreta y el boli, ella escribió un número de teléfono rápidamente en otro papel y se lo metió en el bolsillo exterior de la chaqueta.
-          Llámame,-le dijo ella guiñándole el ojo-.


Paola, algo incómoda por la situación, se puso a mirar a otro lado hasta darse cuenta de que la mujer también llevaba implantes como ella.



Cuando se alejó, Paola paró a la mujer para preguntarle sobre sus implantes.
-          ¡Hola! Perdona que te moleste, ¿te puedo tutear?
-          Sí, no hay problema. Soy Elly.
-          Yo Paola, encantada de conocerte.
-          Bueno dime, ¿qué querías?
-          Es que me he fijado en que llevas implantes y, si me permites el atrevimiento, te los han puesto muy bien. ¿Qué doctor te operó?




Nada, la típica conversación de un sábado por la tarde en una fiesta pija entre dos mujeres con demasiado tiempo y dinero disponibles…
-          Fue el doctor Rodríguez,-contestó Elly-.
-          Entonces elegiste bien. Yo me operé con ese doctor y no podría ponerme en las manos de ningún otro cirujano.
-          ¿Has visto el currículum que tiene? Ha operado a casi todas las actrices porno que hay. Sus manos son oro, ya se lo digo yo siempre.
-          Pues chica, qué quieres que te diga, estás estupenda.
-          Muchas gracias cielo. Tú también estás que lo rompes. Ay, ya me gustaría a mí volver a tener tu edad.
-          ¡Anda mujer! Si estás muy bien. Ya me gustaría a mí llegar a estar la mitad de bien que tú estás ahora.




Un par de horas después, decidieron marcharse de allí para volver a casa.
-          Menudo coñazo de fiesta,-se quejaba Julio-.
-          Pues a mí me ha gustado el ambiente,-decía Rita-.
-          Tú tan positiva como siempre, querida.
-          Yo he matado marcianitos,-intervino Kevin-.




Paola fue directa a su dormitorio para quitarse la ropa y relajarse tumbada en su cama.
-          Esto sí que es vida…




Kevin fue al salón a ver la tele cambiando de canales continuamente intentando encontrar algo que mereciera la pena.




Y el matrimonio, por su parte, discutía de nuevo.
-          ¿La señora se va a sus aposentos?
-          Por supuesto. Me imagino que estarás contento con tu portada de mañana, ¿verdad?
-          Me ha encantado sorprender a la prensa. Mañana saldremos en todas las revistas del corazón, ya lo verás.
-          Pues serás el único al que le guste, porque ya ni besar sabes,-lapidó Rita antes de subir las escaleras mientras que Julio la miraba con cara de pocos amigos-.




Al llegar a su dormitorio, pensó en Walter. No quería dormir sola y ya hacía mucho tiempo que él, por su trabajo, no podía quedarse con ella. Al dormir en cuartos separados, con Julio no había problema.




Subiendo a su dormitorio, Julio comenzó a llamar a diferentes personas para preparar el viaje de Pocholo. Si quería esa planta, necesitaba llegar cuanto antes a ese sitio.




Cuando ya había terminado de preparar todo y dejarlo listo, hizo otra llamada…
-          Hola, soy Julio. ¿No? No mientas… Oye, estoy pensando, ¿por qué no te vienes a casa y… charlamos?




Unos cinco minutos después, Kevin recibió un mensaje que lo hizo levantarse e irse, dejándose la tele del salón encendida.




Y sin importarle si le veían o no, fue completamente desnudo hacia el dormitorio de su hermana, con su arma preparada para comenzar la batalla…




Una vez que todo estaba atado, Julio llamó a Pocholo para decirle que viniera a casa para contarle el plan.




Rita llamaba a Walter para que fuera esa misma tarde a su casa. Necesitaba de su compañía, de su calor, de su amor…
-          Me siento muy sola, Walter. Odio a mi marido y mis hijos van cada uno a su rollo. Ojalá las cosas fueran diferentes…




Un par de horas después, Pocholo y Julio disfrutaban del jacuzzi mientras que charlaban del viaje que tenía que hacer.
-          Ya está todo listo, Pocholo. Mañana por la mañana, antes de que salga el sol, tienes que ir al puerto. Allí te esperará tu equipo. Son los de siempre, ¿entendido?
-          Sí jefe.
-          El barco es uno que transportará contenedores con madera. Si hubiera algún problema con la policía costera, he preparado los papeles para que todo parezca legal. Si haces las cosas bien, todo saldrá a pedir de boca.




Pocholo estaba tranquilo, ya que no era la primera vez que tenía que hacer un viaje de “negocios”. Además, el hecho de saber que estaba respaldado legalmente por Julio, que tenía en nómina al bufete de abogados donde trabajaba Paola, era un colchón de relajación máxima.




Y sin entretenerse mucho, Pocholo salió del jacuzzi para preparar sus cosas y descansar antes de salir de viaje.




Poniéndose el albornoz, Julio salió del jacuzzi y entró en casa justo cuando llegó Walter por la puerta de atrás.




Entrando en casa sin hacer ruido, fue a esconderse en el aseo de la planta de abajo antes de ser visto por Julio. Walter sabía que no pasaría nada si lo veía en casa, ya que no era un secreto para el matrimonio que ambos veían a terceras personas, pero no podía evitar sentirse incómodo ante esa situación.




Pocos minutos después, y estando Julio cambiado, llamaron a la puerta y no era otra que Elly. Abriendo la puerta, Julio la hizo pasar como un caballero.
-          Me alegra verte de nuevo Elly.
-          Ha sido una sorpresa recibir tu llamada.
-          ¿Y eso por qué? Si me diste tu número de teléfono era porque quieres algo de mí…
-          Sí, pero al estar casado…
-          Por mi mujer no te preocupes. ¿Y tú? ¿Estás casada?
-          Sí, pero como yo no estoy en casa…




Entrando en el salón-recibidor, Julio y Elly siguieron hablando y coqueteando sin saber que Walter había aprovechado para subir las escaleras hacia el dormitorio de Rita…




CONTINUARÁ…