Llamando a la puerta
levemente, Walter entró y se encontró a Rita tumbada en la cama.
-
Siento haber
tardado cariño, pero vi que justo Julio recibía visita y no quería que me viera
subir.
-
Ah, sería Pocholo,
tenían que tratar unos asuntos.
-
Pues no sabía que
Pocholo se había cambiado de sexo…
-
¿El pelele de mi
marido ha ligado? No me lo puedo creer.
Unos metros debajo de Rita
y Walter, se encontraban los otros amantes que tonteaban sin parar.
-
Dios mío Elly,
desde que te vi entrar en la fiesta no pude dejar de mirarte.
-
Y yo desde que te
vi tengo ganas de arrancarte esa pajarita que tienes.
-
¿No te gusta?
-
No. No me gusta
nada que tape tu cuerpo…
-
Hum, me gusta tu
estilo. Lo vamos a pasar muy bien juntos.
-
No lo sabes tú
bien, Julio.
Poco a poco, se fueron
acercando hasta juntar sus bocas en un beso apasionado donde sus lenguas
jugaron un papel protagonista.
Tras unos minutos
intensos sin parar de besarse, Julio se separó dejándola sola porque quería
prepararse…
Y apenas dos minutos después,
Julio apareció con el albornoz puesto, pero sólo llevaba eso y al ir al salón,
se encontró que la ropa de Elly había desaparecido.
-
¡Menudo cuerpazo!
-
¿Tu cuarto está
arriba? No aguanto más…
Y en la habitación de
Rita, Walter y ella disfrutaban de unos placenteros preliminares antes de
comenzar a hacer el amor.
-
Me encanta esa
sonrisa que tienes cuando estoy a tu lado,-decía él-.
-
Tú me haces ser
feliz, olvidarme de mi realidad y mis problemas. Te… Te amo.
-
Oh, yo también te
amo.
Justo cuando Elly comenzó
a subir las escaleras, Julio la alcanzó a agarrar por la cintura y la bajó al
suelo, aprovechando para besarle el cuello y quitarle con sus manos el sostén,
haciéndolo caer mientras que dejaba libres esas tetas operadas que tanto le
habían gustado.
El amor se hizo presente
entre Rita y Walter que, exhaustos, cayeron dormidos tras terminar el acto
sexual.
Por su parte, los
incestuosos hermanos se habían olvidado de mantener las distancias en casa y
Kevin no volvió a su dormitorio…
Y en la otra habitación,
la incansable Elly se entregaba al mundo de los sueños tras recorrerse, por lo
menos, la mitad de Norteamérica cabalgando sobre su lindo corcel…
A la noche siguiente,
sobre las 4 de la mañana, Pocholo iba corriendo hacia el puerto para coger ese
barco que lo llevaría a su destino…
Y ese destino no era otro
que una remota isla al noroeste de África. No se conocía nada de ella, salvo
que nunca había sido pisada por el hombre occidental y tampoco salía en los
mapas. ¿Qué secretos escondería?
Había pasado ya una
semana desde la partida de Pocholo, cuando alguien en la isla escuchó la bocina
del barco. Alertándose, se preguntó qué era ese infernal ruido.
Un hombre salió de una de
las casetas y se acercó a la muchacha.
-
¿Has escuchado
eso?-preguntó él-.
-
Sí, parecía como…
Un elefante muy grande.
-
Nunca había
escuchado nada igual.
Y momentos después, un
par de ancianos salieron de otra de las casetas.
-
¿Qué ha sido ese
ruido que hemos escuchado?-quiso saber la señora-.
-
No lo sé, madre.
Nunca había escuchado nada semejante a eso,-alegó el chico-.
-
Es un
barco,-aclaró el anciano que venía detrás-. Hacía mucho tiempo que no escuchaba
uno.
-
¿Y qué hace un
barco por aquí, padre?
-
No tengo ni idea,
pero si se dirige hacia aquí puede ser mala señal para nuestro poblado.
-
¡Iré a ver!
Parándole los pies, su
padre detuvo la impulsividad de su hijo.
-
¡Espera hijo! No
sabes a lo que te puedes enfrentar. Dios sabe cuántos hombres pueden ser.
-
Padre, soy el
encargado de cuidar el poblado. ¡Tengo que ver si son una amenaza!
La señora, se acercó a la
muchacha para hablar con ella.
-
Isabel, tienes que
quedarte aquí con nosotros. Puede ser muy peligroso.
-
Vale abuela, me
quedaré aquí contigo.
-
No mientas a una
pobre anciana. Lo veo en tus ojos. Tienes ganas de ir a descubrir qué ocurre.
-
Hace años que
pienso en que un día necesitaremos salir de aquí. Nuestro clan hermano murió
sin más descendencia que un hijo y ya sabes que un día desapareció y nunca
supimos qué fue de él. Si no queremos sufrir el mismo destino y que nuestra
familia se acabe, tendremos que salir a buscarnos un futuro.
-
Me temo que tienes
razón, pero no puedo dejar de preocuparme por ti…
El padre le daba consejos
a su hijo sobre cómo acercarse sin ser visto.
-
Yondo, es muy
importante que me escuches. Mantente lo más agazapado que puedas. Ocúltate
entre las ramas, camúflate todo lo bien que puedas. Y no te hagas el héroe. Más
vale ser precavido y vivir, que ser valiente y luchar sólo.
-
Padre, confíe en
mí. Estoy preparado para esto…
Los ancianos traían calma
a los corazones jóvenes, añadían sensatez a la impaciencia nata que tenían sus
descendientes y, sin duda, eran los más importantes del clan.
Finalmente, Yondo e
Isabel fueron corriendo hacia el monte para, desde la cima, divisar si ese
ruido provenía de un barco como había dicho Liondo, el jefe del clan.
Tras una subida costosa,
llegaron a la cima y pudieron ver con sus propios ojos que se trataba de un
barco muy grande y que parecía acercarse a la isla con gran rapidez.
Bajando más rápido
incluso, Isabel se adelantó a su tío Yondo mientras alertaba de la proximidad
de un enorme barco.
Mirando a su abuelo,
Isabel volvió a repetir que el barco se aproximaba a la isla.
-
Tenemos que
convocar asamblea, Synte,-decía con pesar Liondo-. Temía que este momento
llegase.
-
Si no hay más
remedio…-dijo apenada Synte mientras comenzaba a tocar el cuerno que tenía en
la pierna-.
Todo el clan en pleno se
reunió al momento alrededor de la fogata.
-
¿Qué ocurre?-quiso
saber Endaya, quien miraba extrañada a su hija Isabel-.
-
Viene un barco,
madre.
-
¿Qué es un
barco?-preguntó Rosa, la hermana pequeña de Isabel-.
La expresión de Endaya
cambió. Su preocupación era un claro espejo en su cara mientras miraba a su
hija.
-
¿Es cierto eso,
hija?
-
Sí, madre. Lo hemos
visto el tío Yondo y yo con nuestros propios ojos. Vienen hacia aquí.
Yondo intentaba
explicarle a su sobrina qué era un barco.
-
Es parecido a la
balsa que utilizamos para pescar, pero mucho más grande.
-
¿Y por qué vienen
aquí?
-
No lo sé, Rosa. No
lo sé…
Todos comenzaron a hablar
a la vez y no se entendía nada. La preocupación se estaba extendiendo
rápidamente y, pegando un grito, Liondo silenció a todo el clan.
-
¡SILENCIO! Debemos
mantener la calma, familia… No sabemos si vienen en son de paz o tienen otras
intenciones. Hijo, ¿cómo era el barco?
-
Era muy grande y
tenía cosas raras encima.
-
¿Qué cosas?
-
Parecían
recipientes, pero no eran redondos, sino cuadrados.
-
Entiendo… ¿Qué
opinas tú, Guengue?
Todos lo miraron a él
que, un poco impresionado por todo lo que estaba escuchando, intentó hablar.
-
Es cierto lo que
dice el abuelo, no sabemos las intenciones de esos extranjeros. Pero debemos
estar atentos ante cualquier cosa. Debemos intentar que no nos vean. Busquemos
refugio, escondámonos en algún sitio hasta estar seguros de los planes que
tienen. Padre, ¿usted qué opina?
Su padre, bastante
pensativo, miró a su hijo con orgullo.
-
Sabias palabras
hijo. Te honra tu sabiduría pese a tu juventud. Creo que Guengue tiene razón.
Deberíamos permanecer ocultos hasta averiguar las intenciones de esos extraños.
¿Endaya?-dijo mirando a su mujer-.
-
Estoy muy confusa,
Fausto. Desde que llegaste tú no hemos vuelto a tener nada parecido a esto.
Espera un momento…
¡¿Fausto?! Así se llamaba el hermano gemelo de Julio… ¿Y si…? No, no era
posible.
Liondo escuchaba atentamente
las palabras que decían en su clan para, así, tomar la decisión más acertada.
Por su parte, Synte agachaba la mirada pensando en que la paz y tranquilidad
estaba a punto de truncarse.
-
Está decidido.
Permaneceremos ocultos aquí hasta que averigüemos los planes de esos
extranjeros. Tendremos que mandar a alguien de nosotros para que se esconda y
espíe.
Y sin esperar a que nadie
dijera nada, Yondo tomó la palabra.
-
Me ofrezco voluntario,
padre. Pero, si le parece bien, me gustaría irme con Fausto. Él fue un
extranjero cuando llegó aquí con sus padres y es quien puede saber mejor que
nosotros qué es lo que pretenden.
El aludido, manteniendo
la mirada fija en Yondo, aceptó.
-
Será un honor
averiguar los planes de esos extranjeros a tu lado. Toda mi sabiduría siempre
la he aportado a la familia y, hoy más que nunca, demostraré que mi corazón
está con vosotros.
CONTINUARÁ…
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