lunes, 30 de marzo de 2020

Capítulo 14 || Líos

Sintiéndose completamente estafado, Barry se dio la vuelta y puso rumbo hacia su apartamento mientras pensaba en que si no le había querido abrir la puerta a su ex, cómo es que ahora le contestaba al teléfono. ¿Sería porque se sentía culpable como le había dicho durante el almuerzo? No lo entendía…


 Lo que Barry no sabía era que el ex al que se refería no era otro que Jim, su mejor amigo, quien vino a verla al día siguiente acompañado de Mao, a quienes no veía desde que se fuera de su ciudad natal.
- ¡Chicos! Me alegra veros. Cuánto tiempo sin ver esas caras…


 Tanto Jim como Mao sonrieron y se sorprendieron a partes iguales cuando vieron el gran cambio de look que había dado Emma. Ninguno de los dos sabía lo que se había hecho en el pelo pero, a pesar del brusco cambio, ambos coincidieron en que le sentaba muy bien.


 Emma abrazó a Jim instintivamente. Entre que le tenía mucho cariño, hacía bastante tiempo que no se veían y apenas habían hablado desde que ella se fuese, lo echaba mucho en falta.


 Sintiéndose un poco celoso, Mao carraspeó y se dirigió a Emma.
- ¿Y para mí no hay abrazo o qué?
- Claro que sí, tonto. Ven aquí anda,-le dijo Emma estrechándole en sus brazos-.


 Haciéndolos pasar, Emma les enseñó el apartamento a los chicos y, aunque se veía que era pequeño, estaba bastante coqueto.
- Oye pues no está mal,-comentó Jim-.
- Siendo para ti sola no te falta ni te sobra espacio. Me gusta,-dijo Mao-.
- No necesito más de momento. El sitio me encanta y me gusta el ambiente que hay por los alrededores.


 Pidiendo permiso, Jim le preguntó a Emma dónde estaba el baño y ella, indicándoselo, le hizo pasar mientras que Mao y ella se quedaron fuera charlando tranquilamente.
- ¿Y qué tal por allí?-preguntó Emma-.
- No sabes la que se montó el otro día en casa… Sandra y Nathan tuvieron una bronca que hasta vino la policía alertada por los vecinos.
- Venga ya, ¿me lo dices en serio?
- Te lo juro. Al parecer vino Fiona y le contó toda la verdad a Sandra y no sabes el pollo que le lió a Nathan después.
- ¿Y qué pasó? ¿Han cortado?
- ¿Cortar? ¡Ja! Eso es lo que le hubiera gustado a Nathan. Lo que ha hecho Sandra es obligarlo a casarse con ella y a mantener a su futura hija. Le ha dicho que le va a revisar las llamadas, los mensajes y le ha amenazado con denunciarlo por abandono del hogar si un día tarda más de la cuenta a la hora de volver a casa.
- Joder con la niña… Vienen pisando fuerte las siguientes generaciones.
- Lo mejor que has hecho ha sido quitarte de en medio, Emma. Nada más hay que verte para darse cuenta de lo bien que te ha sentado el irte de allí. Estás hasta más buena que antes.


 Quedándose completamente avergonzada a causa del último comentario de Mao, Emma le hizo una pregunta.
- ¿A qué viene ese comentario Mao?
- A ver, espero que no te moleste, pero ahora que estás soltera y te has olvidado del tonto de Nathan… a mí siempre me has interesado, creo que te lo habrás imaginado cientos de veces y, no sé, me gustaría poder salir contigo un par de veces, dar una vuelta y… lo que surja, Ya… me entiendes.


 Sin poderlo evitar, Emma soltó un pensamiento en voz alta justo cuando Jim salía del servicio.
- Tú eres tonto Mao, eso para empezar.
- ¿Perdón?
- ¿Te crees que porque estoy soltera voy a ir a tus brazos corriendo? Sé que te gustaba o que te gusto, pero eso no te da derecho a proponerme salir de una forma tan bruta.
- Lo siento Emma, yo… al verte vestida de esa forma hoy creí que…
- ¿Vestida de qué forma Mao? ¿Se puede saber cómo voy vestida?


 Mao se sentía completamente fuera de lugar y deseaba que la tierra se lo tragase en ese momento.
- No sé, no dejas mucho a la imaginación tampoco.
- ¿Y qué más te da? No voy enseñando nada. Que este vestido es corto se sabe, pero no voy vestida de ninguna forma para que te de el derecho de hablarme así.
- Lo siento de veras Emma, no volverá a pasar.
- Y tanto que no porque no quiero que vuelvas a pisar esta casa, así que vete ahora mismo. ¡Vete si no quieres que llame a la policía!


 Levantándose en completo silencio Mao miró a Jim, que se mantenía completamente al margen de la discusión, y fue a decirle algo.
- Te espero en el coche…


 Dándose la vuelta, Emma se dirigió a su amigo.
- Tú vete también, Jim.
- ¡¿Yo?! Pero si no he hecho nada. Ha sido el salido de Mao que la ha tenido que cagar con ese comentario.
- Lo sé. Tú no tienes la culpa, pero quiero que te vayas porque estoy muy cabreada ahora y necesito estar sola, así que hazme el favor de irte.


 Mirándola de arriba abajo con ojos de incredulidad, Jim le dijo unas palabras a Emma antes de irse.
- No te reconozco Emma. Has cambiado, desde luego… Pero no sé si este cambio ha sido para bien o no.
- Cierra la puerta cuando te vayas.
- No te preocupes, que no te vas a dar cuenta de que he estado por aquí. Eso sí, la próxima vez que sepamos el uno del otro será porque tú me llames o me escribas, yo no pienso acudir a ti. Buenos días Emma.


 Varias semanas después, Sandra y Nathan se convirtieron en padres de una dulce niña llamada Brenda. Sandra no se veía tan alegre como se esperaba, pero no estaba tan mal como Nathan, quien la trataba lo justo y necesario y por obligación de Sandra. En cuanto recibió el alta hospitalaria, Sandra preparó todo para celebrar una boda en el juzgado y poder estar legalmente casada con Nathan, quien aún seguía incómodo y reticente a la idea de casarse.
- Es la hora de irse al juzgado,-le dijo Sandra-.
- ¿Es necesario que tengamos que pasar por eso?
- Es justo y necesario Nathan porque, si decides abandonarme algún día, podré exigirte que me pases una manutención al igual que a nuestra niña que, por cierto, ¿le has cambiado el pañal como te dije?


 Sin poderlo evitar, Nathan alzó la voz y comenzó a gritar.
- ¡No hay quien te entienda Sandra! ¿Quieres que nos casemos o que le cambie el pañal a la mocosa?
- Es verdad, qué tonta soy… Se me olvidaba que estoy hablando con Nathan, un hombre que no sabe hacer dos cosas a la vez pero que sí puede mantener tres relaciones simultáneas.
- Me lo vas a estar recordando toda la vida, ¿verdad?
- ¡Hasta el día en que te mueras!
- Pues espero que sea pronto…-comentó Nathan entre dientes-.
- ¿Cómo? ¿Qué has dicho?
- ¡Que prefiero morirme antes que pasar una vida contigo!


 Sonriendo cínicamente, Sandra le contestó a su prometido.
- Pues si te mueres que sea después de casarnos, que así podré tener una pensión de viudedad y casarme con quien realmente me ame.
- ¿Y por qué tengo que estar soportando todo esto? Me pregunto yo.
- Porque eres un cerdo y ahora vas a pagar las consecuencias de tus actos, Nathan.
- ¡Paso! Me abro como los paraguas. Aún no estamos casados, ¿verdad? Pues no me puedes denunciar por abandono del hogar. Te pasaré dinero para la mierda de la niña pero yo me voy.
- ¡Nathan! Ni se te ocurra irte o…
- ¡Hasta nunca zorra asquerosa!
- ¡NATHAN!-gritó Sandra yéndose detrás de él justo cuando se cayó al suelo por culpa de los tacones-.


 Corriendo como alma que llevaba el diablo, Nathan salió de la casa cruzando la carretera sin percatarse de la cercanía de un coche que circulaba correctamente. El conductor, al ver que un peatón se había echado encima del coche de un momento a otro, comenzó a frenar. Por desgracia, era tal la cercanía entre Nathan y el coche que, pese a los intentos del conductor, Nathan salió despedido por los aires impactando duramente contra el asfalto.


 Mientras tanto, en casa de Barry se encontraba Emma viendo la tele justo cuando la puerta se abrió y apareció el propio Barry.
- Ya estoy aquí, ¿ha empezado la peli ya?-preguntó Barry-.
- Está a punto de comenzar, ¿tú has conseguido el trabajo?
- ¡Sí! Ya estoy dentro.


 Gritando de la alegría, Emma se levantó y abrazó a Barry con fuerza, zarandeándolo de un lado a otro.
Una empresa de videojuegos había contactado tiempo atrás con Barry, proponiéndole trabajar con ellos probando los diversos justos de la compañía justo antes de su lanzamiento para, de esa forma, corregir errores, mejorar aspectos técnicos, etc.


 Sentándose frente a la tele, Emma y Barry comenzaron a ver el comienzo de una película que llevaban anunciando tiempo en la tele y que ambos querían ver.


 Mirando a Emma, quien estaba concentrada viendo la tele, Barry comenzó a estirarse sirviendo de excusa para poder colocar su brazo sobre los hombros femeninos.


 Dándose cuenta de las intenciones de Barry, Emma simplemente sonrió y siguió viendo la película hasta que su móvil comenzó a vibrar en su bolsillo. Alguien la llamaba.


 Mirando quién era, Emma se sorprendió y contestó rápidamente.
- Hola…-dijo Emma-.
- Hola Emma, sé que te dije la última vez que la próxima vez que supiéramos el uno del otro sería porque tú me llamases, pero ha pasado algo importante.
- ¿Qué ocurre?


 Jim, quien se encontraba al otro lado del teléfono, comenzó a comunicarle la terrible noticia.
- Estaba en los juzgados esperando la llegada de Nathan y Sandra cuando me ha llamado ella y me ha dicho que habían atropellado a Nathan.
- ¡¿Cómo?!-exclamó Emma desde el otro lado del aparato-.


 Emma no se podía creer lo que estaba escuchando mientras que Barry miraba a su acompañante ajeno de lo que sucedía.
- Al parecer ambos discutieron y Nathan salió corriendo de la casa sin darse cuenta de que un coche estaba pasando y se lo llevó por delante sin querer. Fue el propio conductor quien llamó a emergencias y se lo han llevado rápidamente en ambulancia hasta el hospital.
- ¿Y está bien?
- Al parecer no, se encuentra muy mal y lo están operando ahora mismo. Estamos todos en la sala de espera, yo me he salido ahora para hablar contigo, pero estamos destrozados.
- Voy ahora mismo para allá,-dijo Emma colgando el teléfono-.


 Sin decir nada más, Emma se levantó dejando a Barry completamente tirado y sin saber qué ocurría. Por mucho que la llamaba, Emma parecía estar sorda y no fue capaz de volver la cara ni un instante.


 Barry se sentía gilipollas y se culpaba a sí mismo por creer que una chica iba a sentirse interesada por él cuando realmente su corazón aún latía por otro hombre. Pero eso se iba a acabar; desde ese momento Barry dejaría de darse tanto a los demás y miraría más por él.


 Un par de meses después de lo ocurrido, Barry estaba completamente asentado en su empresa y le gustaba mucho su trabajo, ya que tenía acceso a juegos que todavía no estaban en el mercado y se pasaba todo el día sentado frente al ordenador, anotando fallos y comunicando errores que veía para pulir el juego y dejarlo listo para su comercialización.
En cuanto a Emma, apenas la había visto en ese tiempo salvo cuando entraba y salía rápidamente de la casa. Al parecer estaba muy ocupada y en esos meses ella no había querido saber nada de Barry.


 Sin embargo, ese día era diferente porque Emma estaba llegando a casa acompañada y a un paso más relajado. ¿Quién sería su acompañante?


 Y es que Nathan había recibido el alta médica. Tras la operación pasó mucho tiempo sedado y recuperándose del grave golpe que sufrió en la cabeza. Su recuperación física fue rápida, al contrario que su cabeza, la cual se estancó y, tras multitud de pruebas, los profesionales dictaminaron que Nathan viviría el resto de su vida como si fuera un niño de cinco años. Podría hacer vida normal, salvo que mentalmente sería un niño pequeño para siempre.
En cuanto los médicos comunicaron la noticia a los amigos, nadie quiso hacerse cargo de Nathan, ya que Sandra alegó que tenía una hija que cuidar y Jim y Mao una empresa que mantener ahora que Nathan no estaba. Nadie sabía nada de Fiona y no hubo manera de contactar con ella así que la única que quedaba era Emma o internar a Nathan en un centro, por lo que...
- Esta es mi casa,-dijo Emma-. Aquí es donde vas a vivir tú a partir de ahora, ¿vale?
- Wow, qué guay. ¿Ya no tendré que ver más esas paredes blancas?
- No, ya no.
- ¿Y tampoco a esa vieja gorda que me daba de comer ese puré asqueroso?
- No,-contestó Emma riéndose-. Ahora comerás comida de verdad.


CONTINUARÁ…

sábado, 28 de marzo de 2020

Capítulo 13 || Líos

Era una mañana de domingo como otra cualquiera, en un pueblo apartado de la creciente ciudad que se alzaba a unos cuantos kilómetros, cuando un recién estrenado matrimonio comenzaba a compartir sus vidas juntos.


 La esposa de la familia, Linda, estaba preparando el desayuno mientras esperaba a que su marido llegase de comprar el pan y el periódico como siempre hacía. Tras muchos pretendientes, peticiones y proposiciones indecentes, Linda se decantó por el que era su marido en ese momento. Tal vez no fuera el más guapo de todos los que le habían propuesto matrimonio, pero sabía que era especial.


 Llegando su marido a casa, vio cómo a Linda todavía le costaba desenvolverse en la cocina y sonrió levemente sabiendo que, aunque no fuera demasiado cocinillas, era la mujer de su vida.


 Conrad era un tipo apuesto y que había tenido bastante éxito en el ambiente femenino, ya que muchas mujeres se lo disputaban. Sin embargo, en cuanto conoció a Linda, dejó de tener ojos para otras mujeres y sólo se enfocaba en ella, dándole regalos, haciéndole sorpresas, invitándola a salir, siendo detallista… Hasta que consiguió que se casase con él.


 Saludándola, Linda dejó la faena y fue a abrazar a Conrad.
- Qué bien que estés aquí, Conrad.
- Linda, si me he ido sólo 15 minutos.
- A mí me ha parecido una eternidad… ¿Has comprado el pan?
- Sí, lo he dejado en el comedor. ¿Te he pillado haciendo el desayuno?
- Sí, estaba pensando hacer unos huevos revueltos.


 Dejando de abrazar a su esposa, Conrad se puso a terminar de preparar el desayuno.
- Deja que te ayude,-dijo Conrad-.
- No, ya estaba haciéndolo yo.
- De verdad, que no pasa nada. Ve al comedor y descansa mujer, que yo ahora iré con el desayuno preparado.
- Eres un cielo. No sé qué he hecho para merecer una bendición como tú.


 Tras el desayuno y como buen matrimonio recién estrenado, ambos se fueron al dormitorio conyugal a profesar su amor el uno por el otro. Ambos se entendían a la perfección y, aunque ninguno fuera un amante excepcional, entre ellos existía una chispa difícil de apagar.


 Ambos disfrutaban al máximo cada vez que hacían el amor y eso podía ser hasta dos o tres veces al día. Tanto Linda como Conrad eran muy fogosos y amaban con locura al otro, por lo que cada uno intentaba sorprender al otro con algo diferente para darle un toque novedoso al sexo conyugal, aparte de que tanto uno como otro deseaban tener hijos.


 Despertándose de ese precioso sueño, Conrad se acercó a su esposa y dio gracias al cielo por ese recuerdo que había tenido mientras dormía, ya que le había traído a la memoria todas aquellas cosas que, con el paso de los años, había dejado de hacer por aburrimiento, cansancio o por pereza.


 Ahora tenía una nueva oportunidad de reconquistar a Linda como se merecía, de hacerla ver que no era ningún machista tirano como le había hecho creer tantas veces en los últimos años. Era el momento de quererla, amarla, satisfacerla y darle todo lo que necesitaba.


 Tal vez no fuera el mismo joven vital con el que Linda se casó, pero su espíritu seguía intacto y Conrad se había propuesto que, el tiempo que le quedase de vida, lo iba a dedicar por y para su mujer, ya que se merecía lo mejor del mundo.


 A todo esto, Sandra había comenzado a trasladarse a la casa de Nathan, ya que le quedaba poco para el parto de la pequeña Brenda y quería dejar todo listo para cuando llegase el nacimiento.


 Sonando el timbre, la misma Sandra fue a abrir la puerta cuando se encontró con una mujer a la que no conocía de nada.
- Hola, ¿qué desea?
- Eres Sandra, ¿verdad?
- Sí, ¿usted quién es?


 Después de que todo el plan de Fiona se fuera al traste por culpa de Nathan y de su empeño en hablar con Emma, se había propuesto desenmascararlo y, de esa forma, cobrarse su venganza.
- Soy Fiona, una… conocida de Nathan.
- Ah, ¿le digo que ha venido? Creo que está trabajando.
- No, con quien quiero hablar es contigo. ¿Podemos subir y hablar en privado?


 Subiendo al dormitorio de Nathan, ambas se sentaron en un pequeño sofá que había allí.
- Bueno, usted dirá,-dijo Sandra-.
- Por favor, llámame Fiona.
- Está bien. ¿Para qué querías hablar conmigo?
- Nathan no es quien realmente como te hace ver que es. Es un falso, un mujeriego y no conoce la palabra fidelidad.
- ¿Por qué dices eso?
- Sandra, porque llevo acostándome con él desde hace años.
- Querrás decir llevabas, ¿no?
- No corazón, lo he dicho en el tiempo correcto: llevo, en el presente de indicativo.


 Entristeciendo su expresión, Sandra comenzó a sollozar.
- Y… ¿por qué me cuentas esto ahora Fiona?
- Porque me he cansado de ese indeseable. Él y yo teníamos una relación ocasional, nos veíamos de vez en cuando para follar y luego cada uno seguía su vida. Después me comentó que comenzó a acostarse contigo y que surgió una especie de relación entre vosotros y, para rematar, a la vez que con nosotras dos tuvo una fugaz relación con Emma, una antigua empleada de su negocio.
- ¿Me estás diciendo que ese hijo de puta ha estado con tres chicas a la vez?
- Y eso no es todo, sino que hace poco se acostó conmigo para sonsacarme información acerca del paradero de Emma porque quería hablar con ella, ya que esta chica descubrió lo vuestro y ese fue el motivo por el que se largó.


 Ambas mujeres siguieron hablando y, cuando todo estuvo dicho, Fiona y Sandra se despidieron dándose un abrazo y, conociéndose el camino de salida, Fiona bajó las escaleras sintiéndose orgullosa de lo que había hecho justo cuando Nathan salió de la sala donde trabajaba.
- Fiona, ¿qué…? ¿Qué haces aquí?


 Sin contestarle, Fiona le mandó un beso guiñándole el ojo y saliendo de la casa con una gran sonrisa.
- ¿Qué has hecho Fiona?-siguió preguntando Nathan-.


 Pocos segundos después, un gran grito de Sandra hizo que Mao y Jim se levantasen al instante de sus sillas.
- ¡¡¡NATHANIEL TAYLOR!!!-chilló Sandra desde el piso superior-. ¡Sube AHORA MISMO!


 Escuchando ruido en la casa de Emma, Barry se acercó cuando el ruido cesó y se encontró a Emma en la puerta.
- ¿Ese que se acaba de ir era el cerrajero?-preguntó Barry-.
- Sí, me acaba de poner una cerradura nueva y me ha dado dos copias de la llave.


 Acercándose a Emma, ésta le dio las gracias.
- Todavía no te he agradecido lo suficiente el detalle que tuviste conmigo dejándome quedarme en tu casa cuando ese… estúpido de Nathan vino aquí.
- No hay de qué. Para mí no fue ningún problema.
- Por eso quiero darte la otra copia de la llave, para que puedas entrar aquí siempre que quieras. A partir de ahora mi casa es tu casa también. Por eso,-añadió Emma sin dejar hablar a Barry-, tú te vas a venir ahora a mi casa porque te vas a quedar a comer. Y no, no es una invitación, es un deber para con tu vecina y amiga.


 Sonriendo, Barry alzó su mano a modo de saludo militar.
- A sus órdenes mi comandante.
- Menos cachondeo y pasa anda, que yo ya voy teniendo hambre.


 Tras haberle preguntado a Emma si necesitaba ayuda y ella negarse, Barry se sentó y comenzó a hablar con su nueva amiga.
- Y bueno, ¿a qué te dedicas?
- Ahora mismo no tengo oficio ni beneficio. Estoy buscando trabajo pero de momento no ha habido suerte.
- ¿Qué fue lo que estudiaste?
- Marketing, aunque ahora mismo me daría igual trabajar de lo que fuera. ¿Y tú estás trabajando?
- No, pero podría hacerlo en cualquier momento si quisiera.
- Joder, qué suerte la tuya.
- No te creas. Me gusta mi trabajo pero es… complicado.
- ¿Pero qué eres? ¿Una especie de actor porno o algo así?
- Jajajajaja no. Gané el torneo de un videojuego online para ordenadores y me dedicaba a hacer directos mientras jugaba y ganaba dinero por ello, lo que pasa es que comencé a tener fama y los periodistas empezaron a acosarme y… tuve problemas con ellos.


 Cuando la comida estaba lista, ambos se pusieron a almorzar.
- Te ha salido de rechupete Emma, mi más sincera enhorabuena.
- Muchas gracias Barry. No es que sea muy cocinillas pero también me he pasado mucho tiempo cuidando de mi padre cuando él…
- ¿Cuando él qué?
- Vivía. Es que me cuesta decirlo porque todavía no me creo que haya muerto.


 Quedándose un momento pensativa, Emma hizo un comentario en voz alta.
- Se me ha venido a la cabeza Nathan ahora y estaba pensando en si he sido demasiado dura con él.
- ¿Demasiado dura?
- Sí, me vengo a referir a no querer hablar con él, a no escucharle, ¿sabes?


 Sonriendo mientras negaba con la cabeza, Barry le contestó a su vecina.
- Emma, perdona que te lo diga pero de buena eres tonta. Ese tío es un aprovechado y mientras estaba contigo se estaba acostando con otras dos más, que una ya lo sabía y le daba igual, pero Fiona es como es. Sin embargo la otra muchacha está como tú en su momento, no tiene ni idea de nada y lo peor es que ella está esperando un bebé de ese tío. ¿Y tú todavía piensas que fuiste dura con él?


 Terminando de comer, Barry se levantó rápidamente y recogió su plato justo cuando Emma también se levantó.
- Eh, nada de lavar los platos, señorita,-dijo Barry recogiendo el plato de Emma-. Tú me has invitado a comer y yo te lo agradezco fregando los platos y cubiertos.
- En serio, que no hace falta Barry. Lo hago en un santiamén.
- Es mi última palabra Emma. Ve a sentarte, venga.


 Sonriendo un poco avergonzada, Emma hizo caso a Barry y se sentó en el sofá mientras miraba a su vecino fregar. En ese momento se dio cuenta de que ese chico valía mucho, que era bastante detallista y de que, por qué no decirlo, era muy guapo.


 Terminando con bastante agilidad, Barry se volvió a Emma, quien se levantó del sofá y le hizo una pregunta a su vecino.
- ¿Qué te apetece hacer ahora?
- No sé, no se me había ocurrido nada en especial.
- ¿Qué te parece una peli? Creo que echan una muy buena en...-comenzó a decir Emma justo cuando le sonó el teléfono-. Uy, me llaman, un momento Barry.


 Mirando el teléfono, Emma frunció el ceño y antes de contestar, miró a Barry y le dijo quién era.
- Es mi ex, ¿qué querrá ahora?-le dijo mirando a Barry pero haciendo más un comentario en voz alta-. ¡Hola!-contestó Emma-. Me ha sorprendido tu llamada, ¿qué pasa?-comenzó a decir mientras que Barry suspiraba mirando al cielo-.


CONTINUARÁ…