sábado, 14 de marzo de 2020

Capítulo 6 || Líos

Barry Evans es un joven de 27 años sin oficio ni beneficio. Pese a ser hijo único, criarse en una familia de pocos recursos le conllevó no ir a la universidad, por lo que desde que terminó sus estudios ha estado saltando de trabajo en trabajo hasta ahora, momento en el que se encuentra buscando algo que le reporte beneficios económicos así que, hasta ese momento, su pasatiempo favorito es jugar videojuegos.


 Saliendo de su habitación, se encontró a su padre viendo al televisión en calzoncillos.
- Buenos días papá.
- Buenos días. ¿Hoy no sales a buscar trabajo?
- Ya lo hice durante dos días seguidos esta semana, hoy me apetece descansar un poco.
- Tú sabrás hijo…


 Conrad Evans es el padre de Barry. A sus 67 años se encuentra jubilado después de toda una vida trabajando haciendo chapuzas en un sitio y otro. A causa de eso, su pensión no es para tirar cohetes y apenas les llega a final de mes, pero tampoco le preocupa demasiado porque se levanta tarde, se queda hasta las tantas viendo la tele y sale a la plaza a charlar con los demás jubilados.


 Yéndose hacia la cocina, Barry abrió la nevera para ver qué podía prepararse para desayunar.
- Papá, ¿tú has desayunado ya?
- Sí Barry.
- Vale, entonces me prepararé unas tortitas.


 Abriéndose la puerta, la esposa de Conrad y madre de Barry entró en casa.
- Ya estoy en casa,-dijo ella suspirando-.
- Obviamente,-contestó Conrad-. No creo que seas un espíritu parlante.
- Qué gracioso te has levantado tú hoy, ¿no?
- Es lo que tiene despertarte a las 11 de la mañana.


 Linda Evans cuenta con 65 años de edad y, aunque tiene edad para estar jubilada no puede hacerlo porque siempre ha sido ama de casa y no ha trabajado fuera de ella hasta hace un par de años, momento en el que tuvo que buscarse la vida limpiado casas ajenas para ganarse un dinero extra que poder aportar a la unidad familiar, ya que la falta de trabajo de Barry y la escasa pensión de Conrad no daba para mucho.
Pese a eso, Linda también está cansada de que, cuando llega a casa, se encuentra todo empantanado, sin que se haya recogido, fregado o hecho la cama porque, según Conrad, “eso es lo que siempre ha hecho Linda.”


 Sentándose junto a su marido, Linda comenzó a mirar hacia el suelo y pudo ver ciertas pelusas en las esquinas de la casa.
- ¿Has visto como está el suelo?-le preguntó a su marido-.
- Sí, está lleno de pelusas. A ver si haces algo y barres un poco.
- ¿A ver si hago algo? ¿Tengo que recordarte que acabo de venir de limpiar tres casas?
- ¿Y qué? Eso no es nada. Yo me tiraba 12, 14 y hasta 17 horas trabajando para traer un sustento a la familia y no me he quejado.
- Pero ahora estás jubilado y tienes todo el tiempo del mundo para echarme una mano. No te digo que lo hagas todo, pero sí que me alivies el trabajo Conrad.
- Ya he trabajado mucho en mi vida como para hacerlo ahora. Es mi momento de descansar hasta que me llegue la hora, así que eso es lo que hay.


 Cada día tenían la misma discusión y Linda estaba harta de tener que estar siempre igual.
- Para tu información yo también tengo edad de estar jubilada y no lo estoy.
- ¿Y qué me quieres decir con eso? ¿Tengo yo también la culpa de que no hayas dado un palo al agua hasta ahora?
- ¡¿Perdona?! ¿Te parece poco sacar una casa adelante, educar y cuidar al niño mientras tú te pasabas todo el día fuera?
- No, si al final ya estoy viendo que la culpa la tengo yo, como siempre.
- ¡Me estás acusando de no haber hecho nada! Lo menos que puedo hacer es intentar hacerte ver que estás diciendo sandeces.
- ¡Me aburres Linda! Siempre tenemos la misma discusión todos los días y me tienes hasta el mismísimo, así que ponte a limpiar o a hacer algo y déjame ver la tele anda.


 Desde la cocina, Barry estaba escuchando toda la discusión como cada día.
- ¿No podéis dejar la fiesta en paz? De verdad, qué cansado estoy de que siempre estéis igual.
- Si tu padre no fuera tan poco comprensivo no discutiríamos tanto.
- Y si tu madre no fuera un grano en el culo no dolería tanto escucharla.


 Llevándose las manos a la cara, Linda comenzó a emocionarse hasta echarse casi a llorar.
- De verdad, ¿qué he hecho en la vida para merecer esto?
- Tratarme como lo estás haciendo. ¿Te crees que estas formas son las mejores para cuidar a un marido?
- Mira Conrad vete a la mierda. Cada día estás más insoportable.
- Sí, pero al menos mi pensión contribuye más a la casa que el dinero que ganas tú.
- ¡Parad ya joder!-gritó Barry desde la cocina a la vez que se escuchó un fuerte ruido en los fogones-. Mierda, ¡está ardiendo! ¡La cocina se quema!


 Rápidamente, Conrad se levantó y fue en busca del extintor para apagar las llamas que se habían formado mientras Barry cocinaba.


 Apagándose en poco menos de dos minutos, Conrad se dio la vuelta con el extintor en la mano mientras miraba a su mujer con aires de grandeza.
- Para que luego vayas diciendo que te ayudemos. Mira lo que casi hace tu hijo…
- Es tu hijo también, así que no me eches la culpa ahora.
- Si hubieras cocinado tú, esto no habría pasado…


 Yéndose a su cuarto sin desayunar y cabreado por estar escuchando siempre discutir a sus padres, comenzó a jugar a su videojuego favorito para evadirse de lo que estaba sucediendo en su casa.


 Tras ese último comentario de Conrad, Linda se quedó callada mientras protestaba interiormente. Su hijo Barry no es que fuera un experto en la cocina, pero normalmente se defendía. Sin embargo, la que hacía principalmente todas las comidas del día era ella, pero Linda no era más que una humana mortal más, no tenía supervelocidad ni poderes mágicos con los que hacer más de lo que ya hacía.


 Saltándole una notificación en su videojuego, Barry leyó que la siguiente semana comenzaba un torneo a nivel nacional en el que el ganador se llevaría un jugoso premio en metálico. Meditándolo un poco, pensó que sería buena idea y que no perdía nada por participar, ya que era bueno en el juego y creía tener posibilidades.


 Levantándose para ir al baño, Conrad vio a su mujer fregando el estropicio de su hijo.
- Ahí a la derecha te has dejado una mancha negra,-dijo él-.
- ¡Ya lo sé! No soy ciega Conrad.
- Vale, te lo decía porque no sabía si le habías dado ya mujer, encima que te ayudo…
- ¿Ayudarme? ¿Quieres hacerlo tú? Eso sí me resultaría muy útil.
- Uh, de eso nada. Voy a ducharme que he quedado con los de siempre.
- Eso, abandóname como haces todos los días. El día menos pensado cojo la puerta y me voy.
- ¡Ojalá!


 Unos 20 minutos después, Conrad salió del baño completamente perfumado y arreglado. Viendo a Linda sentada frente al televisor, se despidió de ella.
- Bajo a ver a estos.
- ¿Vendrás muy tarde?
- No lo sé, me imagino que como siempre. Cuando la comida ya esté hecha…


 Yéndose de la casa, Linda fue en busca de su hijo y, antes de entrar, llamó a la puerta.
- ¿Qué haces hijo?
- Juego una partida mamá. Estoy entrenando.
- ¿Entrenando para qué?
- Me he apuntado a un torneo porque el ganador se llevará mucha pasta y sé que lo necesitamos.
- Bueno, si eso nos saca de pobres, bienvenido sea.


 Mientras tanto, Conrad bajó a la plaza y miró el ambiente que había allí, pero no vio a ninguno de sus amigos de siempre.
- A ver qué se cuece por aquí…


 Viendo a un muchacho tocar la guitarra, Conrad se quedó observándolo mientras pensaba en que tocaba bastante bien dicho instrumento.


 Poco tiempo después, Halil Roniak, un amigo de Barry vino a verlo y fue Linda quien lo recibió.
- Me ha dicho que estaba entrenando,-le dijo Linda a Halil-.
- ¿Entrenando? ¿El qué?
- Ya sabes, lo que hace él en ese ordenador del que no se despega.
- Bueno, ahora le preguntaré cuando salga. ¿Tú como estás Linda?
- Pues hijo, cansada y sudorosa, pero no me queda otra que tirar para adelante.
- Anda ya mujer, si estás mejor que nunca. Ay si yo tuviera unos años más…
- Mejor yo unos menos, que estaba mejor cuando era más joven.
- Seguro que fuiste de las mujeres que llamaban la atención por la calle Linda.
- Uy, si yo te contara…


 Escuchando un alboroto cada vez más creciente, Conrad fue a ver qué ocurría y descubrió que había unos jóvenes protestando sobre trabajos y sueldos más dignos.


 Una vez que Barry terminó la partida, Halil entró en la habitación de su amigo y comenzaron a charlar.
- ¿Cómo te va tío? Hace mucho que no nos vemos,-le dijo Halil-.
- Porque he estado buscando trabajo y cuando no estoy haciendo eso me quedo en casa jugando. ¿Tú que tal?
- Yo bien, sigo en la empresa que te comenté y las cosas me van bien. He conocido a una chica…


 Sentándose en su cama, Barry comenzó a sonreír.
- Vaya, conociendo a una chica… ¿Se la has metido ya?
- Hasta el fondo, no lo sabes bien.
- Qué mamón estás hecho. No sé qué tienes que no se resisten a ti macho.
- Lo que me pasa a mí es que salgo de mi casa, me relaciono y hablo, no me quedo detrás de un ordenador todo el día, que se te va a quedar la cara cuadrada.
- Ahora mismo te pareces a mi padre, tío…


 Uniéndose a la manifestación, Conrad pidió que le diesen un cartel y comenzó a gritar con todos los demás haciendo más ruido; por desgracia, ninguno consiguió absolutamente nada de aquello.


 Sentándose frente al ordenador, Halil le dijo a Barry que le enseñaría a aquella chica, ya que la había agregado en redes sociales.
- Ahora cuando la veas me dices qué te parece, ¿vale?
- ¿Te gusta de verdad?
- ¿Esta? No, pero quiero saber tu opinión. Me la voy a seguir follando te guste o no jajaja.


 Volviendo a la casa, Conrad lo primero que hizo fue respirar hondo.
- ¿Qué hay de comer? No huelo a comida.
- Tenemos pastel de verduras.
- ¿Otra vez? ¿Hasta cuándo tendremos que comer esa bazofia?
- Hasta que se acabe. El dinero es el que es.
- ¿Y qué ha pasado con el dinero que has ganado hoy?
- Pagar la factura de la luz.


 Mirando a su mujer cogiendo un plato y sirviéndose un trozo de pastel, le hizo otra pregunta.
- ¿Y con mi pensión?
- El alquiler de la casa.
- Joder, menuda ruina…


 Halil se había marchado ya al ver que era la hora de comer, por lo que Barry salió de su habitación y fue a comer también.
- Pero adivina quién se ha dignado a salir de su habitación para comer con el resto de los mortales...-comentó Conrad dirigiéndose a su hijo-.
- Cariño, tengamos la fiesta en paz,-aconsejó Linda-.


 Sentándose mientras veía la tele, Linda cambió el canal hasta que encontró uno de sus programas favoritos, que era el de cambios estéticos de gente con dinero. Si ella tuviera lo suficiente como para poder vivir cómodamente y pegarse algún capricho, se operaría alguna que otra cosa.


CONTINUARÁ...

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