-
Buenas hijo, ¿cómo te fue el evento?
-
Hola papá. Bien, pero…
-
¿Te ocurre algo?
- A
mí no, pero creo que deberías saber algo. Es… sobre mamá.
-
¿Está bien?
-
Sí, de hecho diría que está más que bien.
- No
te entiendo Barry. ¿Qué le ocurre a tu madre?
-
Está ahora mismo arriba con… mi amigo Halil.
Sentándose a su lado, Conrad le respondió a su hijo.
-
¿Arriba con tu amigo? ¿Te refieres a… follando los dos?
-
Sí, papá.
-
Ah, muy bien por ella. Si encuentra a alguien que sepa satisfacerla
adelante.
-
¡¿Pero papá?! ¿Te da igual que mamá te esté poniendo los
cuernos?
- No
me preocupa porque yo se los puse a tu madre primero.
-
¡¿Qué?! Explícate.
Barry comenzó a escuchar a su padre mientras relataba lo sucedido.
- …y
cuando ganaste ese campeonato y las cosas fueron a mejor,-contaba
Conrad-, la relación pareció mejorar entre tu madre y yo pero no
fue así. Ella necesitaba acción y yo no estaba inspirado, no
lograba que mi amigo despertase como debería… En definitiva, tu
madre y yo discutimos más porque tanto ella como yo queríamos sexo
y ninguno nos lo podía proporcionar como deberíamos. Yo la otra
noche salí a tomar una copa y conocí a una mujer y… No sabes lo
bien que nos lo pasamos. Qué hembra Barry, deberías haberla visto
mover esa cintura.
Barry tenía una imaginación muy grande y en cuanto Conrad comenzó
a explicarle, en su mente se le apareció la imagen de su padre
teniendo sexo y ya había tenido suficiente con ver a su madre
follando aquel día.
-
Que sí, muy bien papá. No me des más detalles. ¿Y esto lo sabe
mamá?
-
Claro, se lo dije yo mismo. Le dije que me había buscado una amante
y que me satisfacía mucho mejor que ella, que seguramente ella había
dejado de saber qué le gustaba a un hombre.
- Y
me imagino que en forma de revancha ha pillado a mi amigo por banda y
se lo está follando.
Mientras tanto, en el piso superior Halil seguía penetrando
duramente a Linda, quien parecía no tener cansancio ninguno.
-
Joder Linda, creo que me voy a correr.
- Ni
se te ocurra hasta que yo no me corra otra vez. Para y cómeme el
coño, venga.
Pocos minutos después, otro fuerte grito de Linda hizo que la
conversación entre padre e hijo se cortase de raíz.
-
¿Lo ves? ¿Estás viendo que no me lo invento papá?
-
Que sí hijo, que te creo.
- ¿Y
no te importa?
- Lo
más mínimo. Es más, me alegro por ella.
-
Parece que mamá te da igual.
-
No, eso no es así. Yo siempre querré a tu madre, pero creo que el
amor… Se fue.
- Y…
¿Os separaréis?
- Es
una posibilidad hijo…
Levantándose y saliendo de la terraza, Barry fue a un parque cercano
en el que poder pensar en todo lo que tenía en la cabeza. Necesitaba
procesar tanta información y no estaba siendo fácil. Toda su vida
había visto a sus padres juntos, con sus discusiones y tal pero
siempre unidos. Sin embargo, no podía negar que desde hacía un par
de años, la situación en casa era de lo más tensa, aunque el
propio Barry lo achacaba a la falta de nivel económico, por eso
creía que ahora que eran millonarios podría volver todo a la
normalidad. Sin embargo, para su sorpresa todo se había salido de
madre. Ahora cada uno tenía un amante y ambos parecían felices.
Conrad permaneció en la terraza pensando en la pregunta de su hijo.
La separación… No se la había planteado, pero era una posibilidad
que cada segundo que pasaba veía más factible. En ese momento él
estaba feliz con Fiona, a la que acababa de conocer pero con la que
sentía una gran unión y no solo sexualmente hablando. Y ahora sabía
que Linda estaba manteniendo relaciones con un amigo de su hijo…
Tal vez la separación era lo mejor para ambos.
Barry no entendía cómo una relación de tantos años podía
desaparecer en tan poco tiempo. Parecía todo tan efímero y tan
momentáneo que ya le estaba costando creer que el amor de verdad
existía.
En la habitación, Linda y Halil habían terminado de su sesión
sexual y el chico se vistió rápidamente justo cuando Linda se lanzó
a su cuello para besarlo.
-
Has sido un amante fabuloso, Halil. Hacía años que no me sentía
tan plena.
- Yo
jamás me habría imaginado que acabaría en la cama contigo.
- ¿Y
te gustó?
-
¿Gustarme? Me he corrido dos veces y me has tenido en tensión todo
el rato. Se notaba que llevabas mucho tiempo sin hacerlo.
-
¿Mucho tiempo? Más de seis años diría yo.
-
Pues hoy se han cumplido dos sueños entonces.
-
¿Dos?-preguntó Linda intrigada-.
- El
tuyo de volver a follar y el mío de adolescente cuando me pajeaba
pensando en tus tetas.
Sonriendo como una tonta, Linda se agarró sus tetas y las balanceó
delante de Halil, quien le pellizcó suavemente los pezones.
-
Pues estas tetas son tuyas siempre que quieras.
- ¿Y
qué pasa con Conrad?
- A
ese ni me lo nombres. Que le den por culo.
-
Bueno, pues no sabe lo que se pierde entonces…
- El
que no tiene que perderse eres tú, así que no te vayas muy lejos
Halil.
- No
te preocupes Linda, no me alejaré demasiado. Eso sí, me voy antes
de que venga Barry y nos pille.
Saliendo por la puerta de atrás, Linda escuchó el sonido de la
televisión y vio que Conrad estaba frente a ella. Tragando saliva,
entró en el salón imaginándose que sabía lo que había ocurrido
hacía escasos minutos.
-
Hola Conrad.
-
Hola Linda, qué guapa te has puesto.
-
Gracias. Para que veas que todavía puedo ser atractiva.
-
Nunca he dicho lo contrario…
Sentándose a su lado, Linda miró la tele y se creó un silencio
sepulcral entre ellos que sólo era roto por el sonido del televisor.
Echándole valor, Conrad fue el primero en romper el silencio.
- ¿Y
qué tal te fue con Halil?
-
¿Cómo sabes que...?
-
Barry me lo contó. Os vio.
-
¿Barry? Ay Dios, ¿y cómo se lo ha tomado?
- Se
ha quedado un poco trastocado, pero se acostumbrará. Le he dicho
también lo mío con Fiona.
-
Pobrecillo… Luego iré a hablar con él.
- Y
bueno, contestame mujer, ¿cómo te fue con Halil?
Sonriendo instantáneamente, Linda le contestó a su marido.
-
Muy bien. Hacía siglos que no sentía una polla tan dura en mi
interior. Y qué energía tenía… Ni en tus mejores años te has
movido como lo hace él.
- Me
alegro mucho por ti, sinceramente te lo digo.
-
Gracias. Yo creo que a partir de ahora lo verás más por aquí…
-
Hablando de eso, he estado pensando en algo que me ha comentado Barry
y creo que deberíamos tomar una decisión.
-
¿Cual?
-
Separarnos. Linda, tú y yo nos tenemos aprecio pero ya no nos
queremos. ¿Vamos a tener que vivir lo que nos queda discutiendo
todos los días? ¿No es mejor que vivamos felices?
Al cabo de una semana, Barry no dejó de ver a su amigo cada día
entrar en su casa, pero no para verlo a él. Sin embargo, su padre
iba a casa de Fiona cuando quería encontrarse con ella y todavía no
sabía cómo era físicamente.
Por
el contrario, Barry estaba comenzando a caerle mal Halil porque cada
día se cogía más confianzas y hasta un día lo vio manejando su
ordenador sin su consentimiento.
Pocos días después, Conrad y Linda habían firmado los papeles de
la separación. Al estar de mutuo acuerdo, no había tanto problema.
Juntos decidieron que en esa casa, pese a estar a nombre de Barry,
viviría Linda y Conrad se iría a la de Fiona, donde ya pasaba más
tiempo que en la suya. Pese a que estaban de acuerdo, ambos se
sentían algo tristes de que un matrimonio de más de 25 años
terminase de esa forma.
A Barry le costaba hacerse a la idea de que sus padres se habían
separado, que ahora vivía sólo con su madre y con el acoplado de
Halil, quien ya había dejado hasta su cepillo de dientes en el baño.
Yéndose a un spa para intentar relajarse, entró decidido a
olvidarse de todo durante un rato.
Cambiándose de ropa, subió a la zona de masajes donde saludó al
quiromasajista.
-
¡Buenas! Me han dicho que usted es quien da los masajes con piedras,
¿es así?
-
Exacto. Pase por aquí y le atiendo en un momento.
Barry se tumbó bocabajo en la camilla mientras el quiromasajista
calentaba las piedras antes de colocárselas encima. Entre el calor
de las piedras, las manos fuertes y suaves del muchacho y la música
relajada, Barry estaba comenzando a sentir una gran somnolencia.
Sin embargo, ese momento de relajación fue usurpado con el sonido de
la cámara de un paparazzi, quien comenzó a cegar a los allí
presentes con su flash.
-
Barry, dado que sus padres se han separado, ¿tiene algún tipo de
declaración que hacer?
Barry resopló sin moverse un ápice. Pensó que ignorando al
fotógrafo, acabaría cansándose, pero nada más lejos de la
realidad. Aquel tipo seguía y seguía.
-
¿Le está viniendo todo esto demasiado grande y por eso ha venido a
relajarse? ¿Algo que decir Barry?
En completo silencio, Fiona apareció en escena para tomarse un
masaje y vio que estaban acosando unos periodistas a un muchacho. Al
no conocer en persona todavía a Barry, no sabía que era ese mismo
chico.
Apareciendo otro fotógrafo más, éste comenzó a sacar sus
fotografías y a hacer preguntas indiscretas.
-
¿Qué opina que sus padres estén manteniendo relaciones con otras
personas mucho más jóvenes que ellos? Dicen que uno es su mejor
amigo, ¿podría confirmarlo?
Pero ante la pasividad de Barry, el fotógrafo hizo una pregunta aún
más candente.
-
¿Podría decirnos si usted fue quien animó a su amigo a mantener
relaciones con su madre? Dado que a su madre le gustan chicos que
podrían ser sus hijos, ¿alguna vez se le ha insinuado a usted?
Barry estaba harto y la leve relajación que había sentido
previamente se había convertido en una ira irrefrenable así que,
amablemente, le pidió al quiromasajista que le quitase las piedras.
-
Claro, cómo no,-dijo el muchacho retirando las piedras rápidamente-.
¿Qué va a hacer?
-
Irme de aquí lo más rápido posible.
Barry estaba respirando profundamente para no hacer ninguna tontería
pero, en cuanto salió del vestuario, no pudo evitarlo.
- Ya
que a su madre se le ha visto acompañada de un buen amigo suyo y que
podría ser su hijo, ¿ha tenido alguna experiencia fuera de lo
normal con su madre?
-
¡¿Pero qué coño está insinuando hijo de puta?!-gritó histérico
Barry tirándole la cámara al suelo y pegándole en la cabeza a
aquel tipo-.
Fiona, quien acababa de enterarse de que ese chico era el hijo de
Conrad por las preguntas de los fotógrafos, se sorprendió al verlo
de esa forma, aunque comprendió que era de lo más normal, porque
hasta ella se había sentido ofendida con las preguntas tan
indiscretas.
-
¡Me ha roto la cámara!
- ¡Y
más le voy a romper si no se larga de aquí rápidamente!
-
¡Le va a caer una demanda de tres pares de narices!
-
¿Está seguro? Porque hacer fotos dentro de un establecimiento donde
nadie de los presentes ha dado su consentimiento para salir en ellas
es un delito. Eso SÍ que lo es. Así que coja lo que le quede de
cámara y váyase de aquí.
-
¡Mañana sabrá todo el mundo cómo es usted realmente, Barry
Evans!-dijo la otra fotógrafa que se encontraba allí-.
Dirigiéndose a la otra fotógrafa, cogió un vaso que había sobre
una mesa y le echó el contenido en la cara, asegurándose de que le
cayese a la cámara también.
-
¡QUE OS LARGUÉIS JODER! ¿Me estáis escuchando bien? ¡DEJADME EN
PAZ!
Entrando otro chico en escena, intervino en favor de los periodistas.
-
Oiga, aquí el único violento está siendo usted, así que si no se
calma me voy a ver obligado a llamar a la policía y dar parte de
ello. Las cámaras están rotas, ¿no es así? Pues problema zanjado.
- No
me iré sin las tarjetas de memoria de ambos.
-
Eso ni lo sueñe,-dijeron ambos fotógrafos-.
CONTINUARÁ…
No hay comentarios:
Publicar un comentario