miércoles, 11 de marzo de 2015

Capítulo 23 de Manos Blancas

¡Holaaaaa! Disculpad que os haya tenido tan abandonados, pero hoy mismo acabo de terminar los exámenes del curso y he estado hasta arriba de estudiar y de todo. No quiero daros mucho la brasa con mi vida así que os dejo con un capítulo de Manos Blancas, que está a punto de terminar... ¡Atentos todos!

CAPÍTULO 23

Igashu con la ayuda de Linda y Abbas, comenzó con su recuperación. Igashu se ponía de los nervios, tenía recaídas, no paraba de hacer actividades para ocupar su día y no pensar, pero cuando recaía… su estado empeoraba hasta tal punto de tener que ser ingresado.


Finalmente, Igashu se tomó las cosas más en serio y decidió entrar en terapia para curarse de todas esas cosas y los resultados poco a poco se fueron notando. Al principio fue duro, pero conforme pasaron las semanas, su actitud se iba calmando y Linda sabía más que Abbas que Igashu estaba volviendo a ser el de antes.


Cuando todo esto terminó e Igashu estaba oficialmente recuperado, el verano del 2008 estaba a punto de comenzar. Linda se había formalizado con un trabajo en una banda de música junto a Igashu y otro más y la verdad es que el grupo era bastante conocido a nivel regional, aparte de que su relación con Igashu iba viento en popa y la habían oficializado. Una mañana, Igashu y Linda se levantaron temprano. Tenían que ensayar para el concierto de la semana siguiente.


Nada más despertarse, se dieron los buenos días e hicieron la cama, como tenían ya por costumbre.


Tras ducharse, desayunar y vestirse, Linda se puso a tocar la batería en casa.
-        ¿Vas a ensayar aquí?-preguntó a Linda-.
-        Sí, ¿querías hacerlo aquí?
-        No, yo me voy al parque, que allí con la gente y tal si me gano un extra mejor que mejor.
-        Vale. No llegues muy tarde que el almuerzo es a las dos y media.
-        De acuerdo, procuraré que no se me pase la hora.


Igashu llegó al parque y se puso a tocar la guitarra cuando el ruido del relinchar de un caballo captó su atención.


Al acercarse más al caballo, se dio cuenta que era una yegua y que parecía salvaje o algo parecido. Por su aspecto, estaba totalmente sacada de una tribu india.


Con cuidado, Igashu se acercó para acariciar a la yegua y sorprendentemente el animal se dejó, por lo que Igashu al estar más cerca supo que no era salvaje como creía, sino que tenía signos de que tenía dueño, pero también tenía signos de que no tenía un buen trato al fijarse en unos pequeños cortes en las patas traseras, tal vez de cadenas.


La yegua era de lo más cariñosa y enseguida se puso a olisquear a Igashu y a relinchar a gusto.


Igashu se sentía genial estando con esa yegua, así que se abrazó a ella.
-        Pequeña, te vas a venir conmigo a mi casa, ¿qué te parece?


Cogiendo unas riendas que había en una tienda cercana y comprando una silla y todo lo necesario para la yegua, se montó a lomos de la yegua sin ninguna pega.


Encaminándose a casa, se puso a pensar en los posibles nombres que le podría poner a la yegua.


El tiempo pasó mientras pensaba y al mirar la hora, se le había pasado y mucho la hora de comer, por lo que casi a galope fue a casa con la suerte de encontrarse a su hermano llegando del trabajo.
-        Pero bueno Igashu, ¿y ese caballo?
-        Es mío, ¿me lo puedo quedar?


Abbas estaba descolocado. Su hermano aparecía con un caballo de la noche a la mañana y decía que era suyo…
-        ¿Cómo que es tuyo?
-        Sí, me lo he encontrado abandonado y mientras alguien lo busca, se puede quedar aquí ¿verdad?
-        Igashu… pareces un crío.
-        Vengaaaaa, porfa, porfa, porfa…-dijo imitando a un niño pequeño-.


Abbas sonrió un poco ante la ocurrencia de su hermano.
-        ¿Quién soy yo para decirte que no?
-        ¡Bieeeeeeen!
-        Peeero, pero… debes encargarte de él.
-        Es ella. Se llama Luna.
-        Bonito nombre. Pues eso, te encargarás de Luna, ¿vale?
-        A la orden mi capitán.
-        Anda, espérate que voy rápido antes de que cierren la tienda.


Y así fue, Abbas cogió el coche y se fue hacia la tienda especializada en caballos y compró un establo de “fácil montado” según veía en la caja. Así que lo montó en el coche y se fue a la casa.


Ya de noche, sobre las 11, Abbas terminó de montar el establo y ya Igashu pudo meter a Luna dentro. Éste se despidió de su hermano y se metió en la cama mientras que Abbas se quedaba un ratito fuera de la casa mirando a Wolf y a Luna.
-        Ay Wolf… ¿estás contento por tener a Luna?-a lo que contestó Wolf con un sonoro ladrido-.


Luna, ya más tranquila dentro del establo, bebía agua y comía heno para después irse a dormir también.


Abbas entró en casa y vio salir del baño a su hermano.
-        Me voy a acostar ya Abbas. Muchísimas gracias por dejar que me quede a Luna.
-        Anda tira para la cama, que al final te voy a dar.
-        Jajaja, buenas noches Abbas. Te quiero.
-        Y yo también. Que duermas bien.
-        Gracias, igualmente.


Abbas, entró en el baño, se puso el pijama y se fue a su dormitorio pensando en lo que habían cambiado las cosas en apenas un año y pico viviendo junto a su hermano. Estaba feliz y contento porque había salido de esa precaria situación, estaba asentado con su novia Linda y en un grupo como guitarrista y aportando a la casa lo que podía dependiendo de los conciertos que daban. ¿Qué más podía pedir?


Las cosas han cambiado de forma radical en la casa de los Ubaque, ¿seguirán las cosas así?

CONTINUARÁ…