lunes, 29 de abril de 2019

Capítulo 9 || Venganzas


Esta vez Marc no se iba a cortar ni un pelo y soltaría todo lo que llevaba tanto tiempo guardando en su interior.
- ¡Sí! Mi nombre es Marc Oporto. ¡Anda! Qué casualidad… Igual que el apellido de aquellos… Déjame recordar… ¡Ah!, “ricachones de estos que miran al resto del mundo por encima del hombro porque se creen mejores que nadie”.
- O yo estoy muy borracho o tú no te explicas, pero yo no me entero.
- ¡SOY EL HIJO DE GRACE Y JOHN OPORTO! ¿Te he hablado con suficiente claridad? Soy el hijo de aquel matrimonio que asesinaste a sangre fría por unas míseras joyas. Soy aquel que llamó a la policía cuando escuchó ruidos extraños en su propia casa después de la muerte de mis padres.
- ¡Fuiste tú! ¡Lo sabía! ¡Por eso me seguías tanto!




Marc se carcajeó delante de él y, empujándolo con el dedo, continuó hablando.
- ¡No tenía ni puta idea de que eras tú! ¿Te crees que me habría quedado a vivir contigo sabiendo que fuiste quien acabó con la vida de mis padres? Nunca me gustaste, esa es la verdad. Hasta hoy mismo no he sabido que fuiste tú el que cambió mi vida por completo. ¡¿Por qué?! ¿Por qué lo hiciste? ¿Qué culpa tenían ellos de que tú no pudieses robar en esa tienda?
- La culpa era de que ellos tenían todo aquello que yo deseaba: riquezas, una mansión, un estatus social… Y encima se lo tenían tan creído que despreciaban a los demás… ¡Como si unas pocas joyas le costasen mucho reponerlas!
- ¡Entérate, lumbreras! Mis padres estaban en la ruina. ¿Te crees que si yo hubiera tenido todo el dinero que pensabas que teníamos y esa mansión me habría ido a buscarte o haber dormido en una de las camas de un club de sexo lleno de semen y fluidos secos?




Henry no mostraba ningún ápice de arrepentimiento e incluso alardeaba de su hazaña.
- ¿Y a mí qué me importas tú? ¡Te lo dije desde el momento en el que cruzaste la puerta de mi casa llorando como una nena! No me has gustado, ni me gustas y tampoco me gustarás jamás, ¡que te quede bien claro!
- Pues bien que me decías esta mañana que querías contar conmigo para robar el Banco Nacional junto con dos más…
- ¡Porque era una puta excusa para matarte! Ay, dos años conmigo robando en un lado y en otro y no has aprendido nada. ¡Quería quitarte del medio de forma que pareciera un accidente porque sé que la tonta de Alicia está colada por ti! ¿Te crees que soy tonto y no he notado cómo os miráis?
- ¿Y a ti qué más te da si no tienes nada con ella? ¿Te crees su dueño o algo?
- ¡Ella me debe la vida! Si no la hubiese secuestrado, aquellos chicos la habrían destrozado violándola. Por eso ella me debe todo, ¿me entiendes? ¡TODO!
- ¡Y YO TAMBIÉN LE DEBÍA TODO A MIS PADRES! ¿Y qué hiciste tú? ¡LOS MATASTE PORQUE TE APETECIÓ!




Marc sentía que le iba a estallar la cabeza del dolor tan fuerte que sentía.
- ¡SÍ! ¡LOS MATÉ PORQUE ME DIO LA GANA! Siempre quise experimentar como era acabar con una vida, si vería el alma salir del cuerpo, ¡conocer todo aquello! Por eso saqué el arma y disparé contra tus padres en aquel oscuro callejón.
- ¿Aún te acuerdas del sitio?
- Te podría decir hasta el lugar donde salpicó la última de las gotas de sangre que salió de la cabeza de tus queridos padres cuando les metí una bala en el cráneo.
- Eres un monstruo… No sé cómo he podido vivir contigo todo este tiempo sin darme cuenta.



 Y, a causa de la borrachera, Henry dictó su sentencia con la frase que diría a continuación.
- Fácil, porque eres igual de estúpido que tus asquerosos padres. ¡Escupiría sobre ellos ahora mismo! Salvo a tu madre, a esa me la habría follado de no haberse puesto tu padre tan gallito… ¡Qué follada más buena le habría pegado! Habría sido digna de grabar.



No pudiendo refrenar su ira, Marc dirigió su mano hacia el cuello de Henry mientras decía una última frase…
- Lo que sí ha quedado grabado ha sido esta conversación. ¡Espero que disfrutes en la cárcel el resto de tu puta existencia!




Y sin pensárselo, Marc le propinó a Henry un fuerte puñetazo en el ojo izquierdo, provocándole una pequeña hemorragia.
- ¡Esta va por mi padre!




Agarrándolo de la cabeza, Marc tenía a su merced a Henry, que apenas se mantenía en pie por culpa del alcohol.
- ¡Esta va por mí!




Marc se estaba desahogando a gusto con Henry mientras se le venían a la cabeza todos los recuerdos del pasado… Aquellos momentos cuando sus padres venían de viaje y le regalaban cosas, cuando su padre le ayudó a instalar en su cuarto el equipo de música, cuando le dejaban celebrar fiestas con sus amigos… Le parecía todo eso tan lejano… Y apenas habían pasado poco más de dos años desde entonces.




Por último, ya algo más cansado de pegarle puñetazos, agarró la cabeza de Henry con sus dos manos y le propinó un rodillazo en la cara, rompiéndole el tabique nasal y provocándole una gran hemorragia que comenzó a inundar el rostro masculino.
- ¡Y esta va por mi madre!




Sujetándole de la cabeza, lo miró fijamente a los ojos y lo empujó fuera del baño, donde se estaba agolpando la gente al escuchar la pelea en el interior del servicio.




Henry iba a caer al suelo cuando la gente que intentaba averiguar qué estaba pasando allí dentro lo sujetó. Ayudándolo a recuperar el equilibrio, Henry sacó una pistola que tenía escondida en su espalda con la intención de disparar a Marc y acabar con su vida pero, en ese instante, un fuerte brazo paró el movimiento que estaba realizando Henry, provocando que a éste se le cayese el arma al suelo.




Ese brazo no era otro que el de Naim, quien había permanecido atento detrás de la puerta, preparado para arrestar a Henry en cuanto tuviese la ocasión. En cuanto vio cómo sacaba la pistola, supo que, si no actuaba rápido, habría más derramamiento innecesario de sangre.
Intentando volver a recuperar el arma, Henry se encontró con la fuerte mano de Naim que lo echó para atrás, provocando que la herida del ojo sangrase más.




Entre la sangre que le impedía ver con claridad y la borrachera, Henry cayó de bruces al suelo, haciéndose más daño en la nariz, rota por Marc unos minutos atrás.




Justo cuando Henry vio que tenía la pistola a mano y fue a cogerla, Naim le pegó una patada en la cara que terminó, definitivamente, con las ganas de pelear con él mientras que la gente aplaudía al ver la actuación del policía.




Apartando la pistola con su otro pie, Naim sujetó a Henry de los pelos y lo levantó del suelo para incorporarle y ponerle más fácilmente las esposas.
- ¡Quedas detenido!




Marc estaba flipando. No conocía a aquel hombre, pero sabía que ese era quien había traído Alicia para ayudar. Sus movimientos, esa rapidez y fuerza física al mismo tiempo… Se notaba demasiado que era policía y tenía un exhaustivo entrenamiento.
- Dios, menuda paliza le acaba de dar…




Habiendo avisado a sus compañeros, Naim dio permiso para que entraran en escena y pudiesen llevar a Henry a comisaría.
- Chicos, lleváoslo a comisaría, pero que antes lo vean los médicos,-dijo Naim a los dos policías que acababan de entrar en el bar-. Marc, Alicia, tenéis que acompañarme también.




Al cabo de una hora y después de que los sanitarios le cortasen la hemorragia, Naim empezó con el interrogatorio.
- Bien, Henry Jackson, no sabes las ganas que teníamos por aquí de trincarte y, fíjate, por casualidades del destino te ha entregado a nosotros el hijo del matrimonio que asesinaste a sangre fría hace dos años y que, ¡oh, sorpresa!, has acogido en una casa, la cual no es tuya, obviamente.
- Soy inocente, lo juro.
- Bueno, veamos qué dice tu ficha policial… Henry Jackson, 32 años, natural de Tennessee, hijo de padre drogadicto y de madre prostituta, criado entre tu abuela y tu tía, cometiste tu primer robo a los 13 años, algo sin importancia. Continuaste robando hasta que te internaron en un centro de menores tutelado y allí agrediste a un trabajador tan brutalmente que fuiste juzgado como adulto y te encerraron en la cárcel a la edad de 17 años.
- Agente, yo…
- No he acabado todavía, Henry Jackson. En la cárcel estudiaste jardinería y encontraste trabajo en una empresa que arreglaba los exteriores de diversos edificios y, según parece, un día desapareciste a la vez que una interna de allí llamada… Alicia Spencer, ¿me equivoco?
- …
- ¿No dices nada? Bueno, pues lo siguiente ya te lo digo yo: desapareciste del mapa hasta hoy, donde se te acusa de una infinidad de robos más y, además, del asesinato del matrimonio Oporto, del cual tenemos tu confesión grabada. ¿Algo que añadir?
- He cometido mis errores, pero soy una buena persona. ¡Me han tendido una trampa! Es todo un malentendido.
- Claro, y ahora me dirás que esa pistola no era tuya y que te la encontraste por ahí, ¿no?




Naim tenía pillado por los huevos a Henry y estaba claro que se pasaría el resto de su vida en la cárcel.
- No, claro que no. Esa pistola es mía, pero nunca la he usado… Siempre la he tenido por si algún día pasaba algo.
- Entonces me estás diciendo que si hacemos una prueba de balística, las balas encontradas en la escena del crimen de los Oporto y las que se encuentran en el arma que tenías no van a coincidir, ¿verdad? ¿Es eso?
- Totalmente.
- ¡Deja de mentir, Henry! Te hemos pillado. Te han tendido una trampa y has caído. ¡Asúmelo!




Pese a saber que tenía todas las de perder, Henry no cedía y no paraba de defender su inocencia mientras que, al otro lado del cristal, lo estaban observando.




Marc y Alicia contemplaban atentos el interrogatorio sabiendo que ellos iban a sentarse en ese mismo sitio tras Henry minutos después.
- Vamos a ir a la cárcel,-afirmaba Marc-, ¿eres consciente de ello?
- Lo tengo asumido. Desde el momento en el que decidí ayudarte supe que si caía Henry, yo también lo haría porque lo he estado encubriendo todos estos años, sin dar la voz de alarma ni avisar a la policía. Pero también te digo algo, lo volvería a hacer una y mil veces con tal de salir de esa prisión. Henry me trataba bien, no voy a negar algo que sucedió de esa forma, pero era muy protector conmigo y no me dejaba ser libre. Me seguía, no me dejaba relacionarme con nadie… Bueno, y sabes perfectamente lo que me costó conseguir trabajo. Pero, he de decirte que ya me estaba cansando. Yo aguantaba y aguantaba, pero todo lo que sentía me lo tragaba y no lo compartía con nadie. Hasta que llegaste tú. Has sido esa bocanada de aire cuando estás a punto de ahogarte, ese chaleco salvavidas que te mantiene a flote cuando tus piernas se han cansado de luchar…
- Alicia, si no llega a ser por ti yo me habría quitado la vida hace mucho. Cuando me encontró Henry en el gimnasio y me vine con él, sentados en ese viejo sofá, con esa charla que tuvimos sentí que merecía la pena aguantar, que tú merecías la pena, que valías y vales mucho. Alicia, fuiste capaz de sacarme una sonrisa apenas una semana después de que ese malnacido asesinase a mis padres. ¿Cómo se sobrevive a eso? Pues gracias a ti he podido y a día de hoy sé que, por muy duras que sean las pruebas del futuro, voy a superarlas porque… Te quiero.




Y mirándose a los ojos de nuevo, ambos se unieron en un dulce y apasionado beso que provocó, por un momento, que el resto del mundo dejase de existir, que se olvidasen de sus problemas. En ese momento sólo existían ellos dos y las mariposas de sus respectivos estómagos.




Cuando se fueron a dar cuenta, Naim había encerrado en la celda a Henry y, dando unos pequeños golpes al cristal, llamó a Marc para que entrase en la sala de interrogatorios. Besando de nuevo a Alicia, se dirigió hacia allí cuando vio a Henry llorando a moco tendido. Sonriendo, Marc se acordó de la frase que siempre le había dicho a él: “¿Cuándo se ha visto a un hombre llorando? Menudo marica estás hecho...”.




Sentándose frente a Naim, éste comenzó a tratarlo cordialmente y agradeciéndole su colaboración a la hora de arrestar a Henry. Sin embargo, Marc había cometido varios delitos y tenía que hablar sobre ellos.
- Comencemos… Siento el mal trago que posiblemente vayas a pasar, Marc, pero es mi obligación.
- No te preocupes, estoy preparado.
- Bien, ¿cuándo conociste al señor Jackson?
- Fue la noche del 10 de octubre de hace dos años. Acababa de salir de la antigua empresa de mis padres y me dirigí hacia mi casa para… Suicidarme; pero allí comencé a escuchar ruido y pude oír una voz claramente, así que llamé a la policía y huí de allí. Comencé a deambular hasta llegar a un parque y me eché a dormir en un banco, pero me despertó el frío y me acerqué a una casa que aún tenía las luces encendidas.
- ¿Te acuerdas de la hora que era?
- Serían las… 3 de la mañana por ahí. Tampoco tenía reloj, así que te puedo decir una hora aproximada.
- Sí, no te preocupes. Continúa.
- Pues eso, llamé a la puerta y me abrió Alicia, Alicia Spencer. Nunca se me olvidará ese momento…




El interrogatorio fue avanzando y Marc se mantuvo en una actitud de colaboración absoluta en todo momento. Sabía que podrían caerle varios años de cárcel por encubrimiento, pero preferiría estar allí sabiendo que el asesino de sus padres estaba encerrado que ser libre y no tener ni idea del paradero de Henry.
- Y lo último fue la pelea de esta tarde-noche…
- Marc, muchísimas gracias por tu sinceridad porque esta declaración nos va a ser muy útil para poder encerrar a Henry de por vida. Ahora bien, tenemos que esperar a si el fiscal del distrito presenta cargos contra ti y, si eso ocurre, qué dictamina el juez respecto a tu caso, si dejarte en libertad hasta que se celebre el juicio o en prisión provisional…
- Yo en prisión… Sé que acabaré allí pero no termino de creérmelo,-dijo Marc echándose a llorar sin poderlo evitar-.




Habiéndose terminado el interrogatorio, Marc salió fuera y siguió llorando amargamente, sintiendo que toda la tensión previa a la pelea y en esa sala se desvanecía con cada lágrima que salía de sus ojos.



Por último, le tocaba el turno a Alicia así que, tomando asiento, se colocó frente a Naim que la miraba con tristeza.
- No sabes lo duro que se me va a hacer esto,-comentó Naim antes de encender la grabadora-.
- Tranquilo Naim, sé a lo que me enfrentaba cuando acudí a ti y estoy dispuesta a ir a la cárcel con tal de que ese… ser, por llamarlo de alguna forma, se pudra en la cárcel. Va a merecer la pena, estoy segura.




Naim, mirándola con ojos cómplices, sonrió.
- Por eso siempre has sido mi chica favorita del bar, pero no se lo digas a Tracy, que no quiero que se ponga celosa jeje.
- Tranquilo, tu secreto está a salvo conmigo.
- Bueno, comencemos...-dijo encendiendo de nuevo la grabadora-.




Mientras tanto, Henry no paraba de darle vueltas a la cabeza. Había acogido al hijo de sus víctimas… Ese fue el primer error que cometió, no acabar con él o dejar que se entrometiese en su vida. Los siguientes errores fueron permitir que conociese a qué se dedicaba, contar con él para robar… Pero ahora ya no había vuelta atrás. Lo hecho, hecho estaba; sin embargo, esa jugarreta de Marc y Alicia no se la perdonaría en lo que le quedase de vida.
- Tarde o temprano tendré mi venganza. Un día llevaré a cabo mi justicia y acabaré con ellos. ¡Lo juro!




CONTINUARÁ...



jueves, 25 de abril de 2019

Capítulo 8 || Venganzas


Sin saber de lo que hablar ya para mantener a las dependientas ocupadas, un par de clientes se acercaron a ellos y preguntaron sobre el precio de varios artículos y Marc, preocupado porque pudieran pillar a Henry con las manos en la masa, comenzó a ponerse nervioso.




Sin embargo, el propio Henry apareció desde detrás de la esquina y, haciéndole un gesto a Marc, le indicó que se fuera de allí. Despidiéndose de las mujeres, se levantó y siguió su camino hacia el muelle.




Pasados unos metros, Henry estaba esperándolo. Marc, preocupado porque no sabía cómo habían salido las cosas, le preguntó si todo fue como se esperaba.
- ¿Y bien? ¿Pudiste entrar?
- Vamos a sacar un buen pellizco, de eso estoy seguro. Y veo que has hecho un buen trabajo, te felicito.
- Vaya, muchas gracias Henry.
- Ven, tengo que contarte algo.




Llevándoselo al paseo marítimo, Henry comenzó a sondear a Marc sobre el proyecto que tenía en mente.
- ¿Te gustaría largarte de esta asquerosa ciudad, Marc?
- No me importaría, ¿por qué?
- Escúchame, si te cuento esto es porque me has demostrado que puedo confiar en ti y que eres fiel a la causa… Tengo unos colegas que me han ofrecido robar el Banco Nacional y necesitan a alguien que les haga de cebo y he pensado en ti. Tú no tendrías que ponerte ningún pasamontañas ni nada, simplemente ir allí y hacer como si fueras a abrirte una cuenta y depositar unas joyas de incalculable valor en su caja fuerte. Cuando esté abierta, nosotros entramos en escena, neutralizamos a los guardias y nos llevamos todo.
- ¿Neutralizar? ¿Qué quieres decir con eso?
- Matar, dejarles tiesos, meterles un tiro en la cabeza vaya.




Al ver la expresión que había puesto Marc, Henry intentó calmar las cosas.
- No tienes por qué asustarte porque todos los de la banda hemos matado alguna vez. Uno de ellos cumplió 30 años en la cárcel por asesinar a su vecino, otro ha sido condenado por robo con violencia por decirte uno de sus antecedentes, así que todos somos expertos en esto.
- ¿Y tú? Has dicho antes que todos habéis matado alguna vez. ¿Tú también has matado?
- Sí y lo mejor de todo es que no me han pillado, ¿sabes?
- Ostras, ¿y cómo has podido escapar de la policía?




Emocionándose, Henry comenzó a hablar sin tapujos y, lo que contaría ahora, le traería su propia desgracia.
- Resulta que un día fui a robar a una tienda cuando el dependiente llamó a la policía con el típico botón silencioso y tuve que irme de allí corriendo para escapar y que no me pillasen. Total, que se me hizo de noche y tenía un cabreo de mil demonios así que me puse a callejear para cortar camino y volver a casa cuando me encontré con dos ricachones, de estos que miran al resto del mundo por encima del hombro porque se creen mejores que nadie, ¿sabes lo que te digo?
- Sí, perfectamente…-contestó Marc quedándose más serio-.
- Pues resulta que les dije que me diesen todo lo que llevaban encima y el tío se envalentonó conmigo y me dijo que no tenían nada, que habían sido invitados a no sé qué cena… Total, que como no me quisieron dar nada y el tío cada vez estaba más cerca mío, me puse nervioso y los acribillé a balazos, les robé lo que tenían y me largué antes de que me viese nadie.




Marc, intentando evitar que no se le notase el tremendo cabreo que tenía, sonrió y aplaudió ante la historia que Henry le acababa de contar. Justo en ese momento supo qué era lo que no le terminaba de gustar de él cuando lo conoció hacía dos años: que era el maldito asesino de sus padres y quien había arruinado su vida.
- ¡Fantástico, Henry! Les diste bien en la boca, ¿verdad?
- En la boca, en la cabeza, el estómago…Vaya, si alguien los reconoció tuvo que ser por los dientes porque los dejé bien bonitos jajajaja. Lo peor fue que, cuando entré en la casa de ellos varios días después, no pude robar todo lo que quise porque de repente comencé a escuchar las sirenas de la policía y me tuve que largar. Me cago en la puta lo que tuve que correr para que no me viesen por ahí y casi me despeño por la montaña al bajar, pero por suerte pude salir de allí y esconderme. No sé quién me vio entrar o cómo se enteraron, pero esa duda la tendré siempre, tío.
- Bueno, con estas cosas nunca se saben…
- En fin, historias antiguas… Venga, vámonos a casa y vayámonos a celebrar que ha salido todo bien.




En cuanto Henry se giró, Marc cambió su expresión por una de completa ira. Quería reventarlo al igual que él había hecho con sus padres pero, una de las cosas que había aprendido del propio Henry era a ser paciente y, pese a que le encantaría machacarlo o incluso matarlo, cogió aire y pensó en un plan mejor que ese. La venganza de Marc había comenzado.




Cuando llegaron a casa, Henry entró primero.
- ¡Me pido primer turno de la ducha!
- Toda tuya,-cedió Marc-. Yo mientras tanto veré la tele con Alicia.




En cuanto Marc escuchó correr el agua del baño, comenzó a hablar con Alicia sin perder tiempo.
- Necesito tu ayuda urgentemente. Tienes que ayudarme en algo muy importante y que cambiará nuestras vidas para siempre.
- ¿Qué pasa? ¿Te ocurre algo? Te noto agitado…
- No te preocupes por mí, ahora escúchame atentamente. ¿Te acuerdas de lo que te conté sobre mis padres hace dos años?
- Sí, que se murieron.
- No te conté toda la verdad… En realidad los asesinaron. Acabaron con ellos en un callejón cerca de la Plaza Blair y nunca pillaron al asesino hasta hoy.
- ¿Lo han encontrado?
- Lo he encontrado yo, mejor dicho.
- ¿Y quién es?
- Se está duchando ahora mismo.
- ¡¿HENRY?!
- Shhhh, baja la voz, que no quiero que nos escuche.




Alicia siempre había confiado en Henry por lo bien que la había cuidado, pese a que sabía que era un delincuente, pero de robar a matar había un gran abismo.
- No puede ser verdad, te equivocas.
- ¡No! Escúchame: mis padres fueron a una cena benéfica la noche del 7 de octubre de hace dos años y los encontraron muertos y completamente desvalijados con varios tiros cada uno. Hoy me ha contado Henry que después de que casi lo pillasen robando en una tienda, se cabreó, se encontró con mis padres y los mató al no querer darle lo que pedía y varios días después entró en la casa donde vivíamos y comenzó a robarla hasta que yo entré y, sin saber que era él, llamé a la policía y tuvo que huir montaña abajo.
- A ver, vas muy rápido, déjame que asimile todo… El 7 de octubre de hace dos años… Vale, me acuerdo de que por esa fecha vino muy alterado y no me quiso contar nada, pero después de mucho insistirle me dijo que casi lo pillan en la tienda como tú me has contado.
- ¿Lo ves?
- Espera un momento… Es verdad lo que me dices. Recuerdo que otra noche llegó con pequeñas heridas en manos y las rodillas y me dijo que se había caído en la montaña buscando algo… Pero no me quiso decir nada más y yo tampoco le di importancia.
- ¿Y no fue el mismo día que yo llamé por primera vez aquí pidiéndote dormir?
- Coño… ¡Es verdad! Joder… Estamos viviendo con un asesino… Tío, Marc, ¿qué vamos a hacer?




Marc tenía pensado un plan y comenzó a contárselo a Alicia.
- Tranquila porque he pensado en algo… Henry me ha dicho que quiere ir a celebrar que ha salido bien el robo así que aprovecharé para emborracharlo y vengarme de lo que nos hizo a mi familia y a mí.
- ¿Lo vas a matar?
- ¡No! Aunque no me faltan ganas… Voy a esperar a que se emborrache bastante para pegarle y dejarle prácticamente KO, llamaré a la policía y le contaré todo.
- Ahí te puedo ayudar yo.
- ¿Tú? ¿Cómo?
- Déjamelo a mí, que conozco a la persona ideal.




Y en ese momento salió Henry con una sonrisa y habiéndose cambiado de ropa.
- Y claro, le eché la cerveza encima… Mira, menuda reprimenda me llevé de la jefa,-dijo Alicia para hacerle ver a Henry que estaban hablando de temas normales-.
- Marc, Alicia, ¿estáis preparados para celebrarlo por ahí? Hoy invito yo.
- Muy buena idea,-dijo Marc-.
- Yo me uniré a vosotros en un rato, que he quedado con Tracy porque ha cortado con su novio y… Ya sabes.
- Esa compañera de trabajo tuya no hace nada más que quejarse,-dijo Henry-. Pues nada, Marc y yo nos vamos ya, estaremos en el bar de siempre.
- Perfecto. ¡Pasadlo bien chicos!




Justo antes de que Marc se levantase, Alicia le agarró levemente la chaqueta para que la mirase. No se dijeron nada, sólo con ese cruce de miradas se entendieron a la perfección.




Yéndose hacia la casa de un cliente asiduo de su trabajo y con el que había trabado amistad, Alicia llamó a la puerta con la esperanza de que lo pillase allí, pero no parecía haber nadie…
- ¡Te pillé!-escuchó Alicia detrás de ella-.




Al ver a Naim, Alicia lo abrazó y comenzó a hablar con él.
- Necesito tu ayuda, Naim.
- Dime, ¿qué necesitas?
- Un amigo y yo conocemos el paradero de un ladrón y asesino que lleváis mucho tiempo buscando.
- ¿Un amigo y tú? Alicia… ¿en qué andas metida?
- Es una larga historia, pero ahora vamos a lo importante.




Tras contarle a Naim todo lo que Marc le había dicho esa misma tarde, éste se sorprendió bastante.
- Alicia, para un momento, ¿me estás diciendo que ese tal Henry es el asesino del matrimonio Oporto?
- Eso es. Y sé dónde está ahora mismo.
- Pero hay un problema.
- ¿Cual?
- Que sin pruebas no lo puedo detener…
- Por eso mi amigo y yo le vamos a tender una trampa.
- ¿Y quién es tu amigo?
- Marc Oporto.
- ¡¿El hijo del matrimonio Oporto?! ¿Sigue vivo? O sea, desapareció poco después de la muerte de sus padres y de que la empresa de ellos quebrara… Todos creíamos que estaba muerto.




Alicia negó con la cabeza y le contó que había estado viviendo con ella desde hacía dos años y que estaba en perfectas condiciones.
- Es una alegría escuchar que está sano y salvo.
- Sano sí, pero a salvo no estará cuando lleve a cabo su plan.
- ¿Y cual es el plan?
- Ahora mismo Marc y Henry están en un bar al que vamos siempre y lo que quiere es emborrachar a Henry y pegarle para dejarlo inconsciente y llamar a la policía y ahí es donde entras tú. Tú eres el policía que lo va a arrestar.
- Pero en ese caso tendría que detener a Marc por desorden público, no a Henry.
- Entonces… ¿qué podemos hacer?
- Henry tendría que abalanzarse sobre Marc, hacerle algo, sacar un arma… Cualquier cosa por mínima que sea que me pueda dar pie a detenerlo.
- Bien, veremos a ver qué ocurre… Ah, por cierto…




Sacando su móvil del bolsillo trasero de su pantalón, Alicia le enseñó una foto de Henry para que Naim supiera quién era exactamente.




Tras comentar un par de cosas más sobre el plan y lo que tendría que hacer Naim, Alicia se sintió más segura que nunca.
- Si esto sale bien tendrás gratis todos los cafés que quieras.
- Si esto sale bien, tendrás que contarme muchas cosas…




Ya en el bar, Henry se pidió una copa bien cargada. Iba a pedirle otra para Marc, pero éste la rechazó.
- Es que tengo un nudo en el estómago y no me siento bien,-alegó Marc-.
- Bueno, pues entonces póngame a mí una copa nada más,-le dijo a la camarera-.




Ese nudo en el estómago era real y lo tenía desde que se enteró de que había estado conviviendo con el asesino de sus padres, con el mismo que había apretado el gatillo y el que les había arrebatado la vida a sus padres y a él también… No podía creerlo.
- Me siento tan idiota…-pensaba para sí mismo-.




Entrando Naim vestido de paisano, miró de reojo a Henry mientras que Alicia esperaba fuera para que no se notase que venían juntos. Mientras tanto y ajeno a todo esto, Henry seguía bebiendo y bebiendo.




En cuanto Alicia entró, Henry se levantó y le pidió una copa a ella tras pedirse una más para él. El alcohol comenzaba a hacer su trabajo y el momento de Marc se acercaba…




A todo esto, Naim se había subido al piso superior para quitarse del medio y, de esa forma, no levantar sospechas. Sabía cual era el plan y que todo eso se podría descontrolar en cualquier momento, así que estaba preparado para actuar.




Después de perder la cuenta de las copas que llevaba Henry en su cuerpo, se quedó mirando la bebida de Alicia fijamente.
- Alicia, ¿te has dado cuenta de cómo las burbujitas suben hacia la superficie del vaso y luego desaparecen? Es alucinante…




Marc y Alicia comenzaron a reír ante la frase de Henry. Posteriormente, Marc decidió irse al baño para prepararse mentalmente… Los nervios le reconcomían pero sabía que tendría que hacerlo.




Henry apenas se tenía erguido encima del taburete y veía todo borroso. Las copas se las habían cargado a base de bien como él mismo había pedido porque, como él dijo: “Hay que celebrarlo por todo lo alto”.




Otro cliente se sentó junto a Alicia y, mirando a Henry, supo a ciencia cierta que estaba bastante afectado.
- Menuda borrachera que lleva ese,-comentó en voz baja aquel hombre-.
- Bastante,-contestó Alicia-. Anda Henry, ve al baño a echarte un agua en la cara y a averiguar por qué tarda tanto Marc, que ya lleva mucho rato allí.
- Hip, muy buena idea Alicia, bonita. Ahora vengo…




Entrando en el baño, Henry se encontró a Marc llorando frente al espejo. Mirándolo con lágrimas en los ojos, respiró hondo y volvió a agachar la cabeza.
- ¿Estás llorando? Serás marica…,-dijo Henry-. Si te llamo así es por algo. Un tío llorando, ¿cuándo se ha visto eso?
- Seré un marica, como tú llevas llamándome dos putos años, pero este “marica” va a hundirte la vida.
- ¿Hundirme? ¿Sabes con quién estás hablando chaval?
- Sí, con un puto borracho que no se puede tener en pie. ¿Y tú? ¿Sabes con quién estás hablando?
- Sí, con un marica jajajajajaja.
- Mi nombre es Marc Oporto, imbécil.
- Espera, ese nombre me suena… ¿Has dicho Oporto?




Subiendo rápidamente, Alicia avisó a Naim para que bajase y estuviese atento.
- Naim, ha empezado…




CONTINUARÁ...