jueves, 11 de abril de 2019

Capítulo 4 || Venganzas


Pocos días después, Marc habló con Eddie para quedar en un parque cerca del instituto y poder hablar con él, ya que estaba en un buen problema. Por su parte, Eddie estaba algo triste porque había hablado con Megan y lo había rechazado. La chica decía que quería estar algo apartada de los chicos y de los amores en general porque necesitaba tiempo para ella.




El cabreo de Marc era monumental y no podía evitar que se notase exteriormente. Le habían dado un ultimátum en el instituto y, si quería permanecer en él, tendría que hacer algo…




Encontrándose con Eddie, lo saludó y comenzó a hablar con él.
- ¿Qué querías? ¿Es por la charla que ha tenido contigo hoy la directora?-preguntó Eddie-.
- Exactamente. Dice que no estoy haciendo nada, que no hago los deberes, que suspendo casi todos los exámenes y que, pese a que mis padres están pagando religiosamente, prefieren ocupar mi plaza con un estudiante que se tome las cosas más en serio que yo y me ha dicho que quiere tener una cita con mi padre mañana.
- Bueno, ¿y yo qué pinto en todo esto?
- Pintas en que tienes que buscarme a alguien que se haga pasar por mi padre.
- ¿Que yo qué? ¿Le pasa algo a tu padre?
- Pues que no tiene ni puta idea de que me va mal en el instituto porque yo falsifico las notas y me pongo todo ochos y dieces.


La cara de Eddie era un auténtico poema, ya que esa última contestación no se la esperaba.
- Pero tío, ¿a quién se le ocurre falsificar las notas y luego no dar con un palo al agua?
- Colega, ¿tú también vas a empezar con lo mismo? Lucía me lo decía, Trevor no paraba de darme la vara con eso antes de que me dejase de hablar, que por cierto, ahora ni me mira a la cara. ¡Hasta Megan me lo dijo una vez! Si acudo a ti es porque eres el único que me queda.
- No me menciones a Megan… Que no quiero escuchar hablar de ella.
- ¿Qué te ha pasado con ella?



Tras contarle lo sucedido en su casa con Megan aquel domingo cuando Lucía llegó por sorpresa, Marc se sorprendió y sintió un pequeño ataque de celos. Sin embargo, justo cuando se lo iba a reprochar a Eddie, se acordó de que él no tenía nada serio con Megan porque era solo “la otra”.
- Bueno… Cosas que pasan Eddie, tendrás que asumirlo.
- ¿No te vas a cabrear conmigo?
- ¿De qué serviría? Lucía era mi novia, no Megan. Sí, sentía también algo por ella, pero ahora no quiere ni verme, me evita en los pasillos… Es una chica libre y tú también, así que, ¿a mí qué más me da?
- Joder tío, gracias por entenderlo. Mira, te voy a ayudar con tu problema, dame unos minutos que hable con un amigo mío.



Pasados unos 20 minutos, apareció en el parque un muchacho joven, de unos 20 y pico años que saludó a Eddie.
- ¡Frank! Cuánto tiempo sin verte, tío.
- Muy buenas renacuajo, ¿qué tal te va todo?
- Bien tío, pero necesito un favor.
- Sí claro, lo que tú quieras.
- Ven, sentémonos alrededor de esa mesa, que te voy a presentar a alguien.



Sentándose, Eddie se dirigió a Marc y comenzó con las presentaciones.
- Marc, te presento a tu futuro padre, Frank Parker. Frank, te presento a tu futuro hijo, Marc Oporto.
- ¿Este tío va a ser mi padre? ¡Si no me sacará más de… 4 o 5 años como mucho!



El tal Frank Parker era un amigo de la familia de Eddie y trabajaba como maquillador profesional en la televisión estatal y tenía un gran currículum de contrataciones tanto en series como en películas de cierto renombre.



Marc seguía sin estar demasiado convencido y por eso miraba con cara de pocos amigos a Frank mientras que éste charlaba animadamente con Eddie.



Pero tras un tiempo de cháchara, Frank se puso serio y comenzó a hablar de por qué estaba allí.
- A ver,-comenzó Eddie hablando-, Marc necesita que te hagas pasar por su padre. Tiene una reunión con la directora del instituto y sus padres no tienen ni idea de que quieren expulsarlo.
- Entiendo. Eso será pan comido en cuanto Marc me dé indicaciones sobre cómo es su padre.
- ¿Estás seguro de que podrás hacerlo?-quiso saber Eddie-.
- Confía en mí que eso estará chupado. ¿Para cuándo es la cita?
- Para mañana,-intervino Marc-.
- Imposible. No puedo preparar todo en condiciones si es con tan poca antelación.



Quejándose, Marc le comenzó a protestar tanto a Eddie como a Frank, que se excusaba en que no podía hacer milagros. La discusión se alargó durante unos minutos y, finalmente, Frank acabó accediendo a la petición.
- Ya te lo he dicho, no puedo hacer milagros, pero veré qué puedo hacer.
- Lo que sea con tal de que mis padres no se enteren,-suplicó Marc-.
- Bien. Aclarado esto, ¿cómo es tu padre?
- Pues tiene tripita, tiene el pelo canoso, tiene barbita también… Eso sí, suele vestirse muy elegantemente.
- Está bien. Creo que podré conseguir algo… ¿Dónde es la cita?
- En la casa de la directora. Está en la calle…



Al día siguiente, Marc llegó el primero al domicilio de la directora mientras mantenía una sonrisa nerviosa continua. Estaba muy agitado porque no sabía cómo saldrían las cosas o si se presentaría a la cita ese tal Frank.



Pero unos minutos después, ahí estaba. Un Frank completamente diferente saludó a Marc que, al verlo, se sorprendió, pero no a bien…
- ¡Mi padre es moreno! ¡Tiene canas pero es moreno!
- ¿Y yo qué sé, tío? No me dijiste cómo era su color de pelo. Además, esta peluca era la única que había que pudiera llevarme sin que la echasen de menos.
- Al final va a ser peor el remedio que la enfermedad…



Pero poniendo un poco de calma, Frank comenzó a tranquilizar a Marc.
- A ver, tranquilo porque soy un buen actor y no se me va a notar nada, ya lo verás.
- ¿Estás seguro?
- Al 100%. Confío en mí y en mis posibilidades. Además, no es la primera vez que hago algo parecido.
- Bien… Pues entremos, que es la hora.



Tras llamar a la puerta, la directora fue la que abrió y les dejó pasar.
- ¡Muy buenas tardes señora directora!
- Buenas tardes señor Oporto. Puede llamarme Madison si lo desea.
- Uh Madison, bonito nombre. Usted puede llamarme Robert.
- Creí que se llamaba John.
- Así es, lo que pasa es que Robert es mi segundo nombre.
- Ah, curioso. Pasemos al salón para hablar más cómodamente.



En cuanto tomaron asiento, Madison le preguntó por sus negocios, su esposa, la familia… Temas no tan importantes, pero que le daban una primera idea de cómo estaba el ambiente alrededor de Marc.



Éste, por su parte, hablaba con una de las profesoras que se encontraba en el domicilio de la directoria.
- Me alegra verte, Marc,-decía la profesora-. Espero que esta reunión con tu padre sirva para que te pongas las pilas porque, salvo en mi asignatura, todas las demás las llevas bastante mal.
- Es que la informática me gusta mucho y por eso se me da tan bien, pero las demás… ¿Para qué me va a servir conocer la historia de los romanos? Por poner un ejemplo.
- Se llama cultura y te abrirá muchas puertas.
- Yo lo que creo es que deberían enseñar cosas que nos ayuden más en el día a día, no sé…



La conversación entre Madison y el falso padre de Marc continuaba, hasta el momento, bastante normal.
- En clase no se porta excesivamente mal según me reportan sus profesores porque no habla mucho y respeta el ambiente, pero nunca trae los ejercicios hechos, los proyectos que le mandamos para ayudarlo a subir nota tampoco los hace. ¡Ni abre la caja! Le tengo que ser sincera, pero a veces es desesperante su comportamiento…



Frank estaba flipando en colores con todo lo que estaba escuchando. Menudo elemento estaba hecho ese Marc… Si él fuera su padre le pondría un buen castigo, pero como estaba ahí para echarle un cable, haría todo lo que estuviera en su mano.



Finalmente, Frank llegó a un acuerdo con la directora, acuerdo que consistía en apretarle las tuercas a Marc, contratar a profesores de refuerzo y un seguimiento más exhaustivo por parte de sus progenitores.
- Ha sido usted muy amable conmigo después de todo lo que mi hijo ha hecho en su centro.
- No ha sido nada, es mi trabajo.
- Pues he de decir, si me acepta el atrevimiento, que no podría haber una directora mejor para un instituto de tan alta categoría.
- Por favor Robert, va a conseguir que me sonroje.
- No me importaría con tal de ver seguir observando a una mujer tan hermosa como usted.
- Señor Oporto, yo…
- Llámeme Robert.
- Robert, siento el atrevimiento pero…



Marc, que había salido al jardín para hablar con la profesora mientras ésta se fumaba un cigarro, entró en la casa para ver cómo iba la conversación. Sin embargo, lo que se encontró le pilló por sorpresa.



Frank estaba teniendo una sesión sexual con Madison, que no podía evitar gemir descontroladamente. De lo que no se había dado cuenta era de que la peluca se le había caído… Eso sí era ya un problema.



Y Marc se había dado cuenta. Sabía que en cuanto Madison se volviera y lo mirase, descubriría el pastel y estaría automáticamente expulsado del instituto. Después de todo, tanto esfuerzo no había servido para nada…



Y como había predicho, Madison se dio la vuelta y cuando vio a Frank sin la peluca, comenzó a gritarle y a preguntarle de forma inquisidora quién era él realmente. Marc, por su parte, había rodeado la casa para salir de allí sin ser visto y para no llevarse otra bronca más, porque estaba al límite de las que podía soportar. Ahora lo que tendría que hacer sería seguir como si nada hubiera pasado hasta que, tarde o temprano, sus padres se enterasen de todo.



A la mañana siguiente, Marc se levantó como otra mañana cualquiera y salió a la misma hora de siempre como si fuera al instituto pero, en lugar de eso, cuando no se vislumbraba la casa, cambió de dirección y comenzó a andar por la ciudad.



Tras un buen rato de caminata, descubrió un pequeño gimnasio apartado y vio un cartel grande que decía “Prueba nuestro gimnasio GRATIS” así que, como no perdía nada, entró para probar.



Marc no tenía fuerza ninguna y todo le costaba horrores. El ejercicio no estaba hecho para él, o al menos eso pensaba, porque cada máquina que probaba le suponía un completo desafío.



Sin embargo, Marc no dejaba de pensar en los últimos acontecimientos. Su vida había cambiado completamente en un abrir y cerrar de ojos. De tener novia, amante, un buen grupo de amigos y de estudiar en un instituto privado a estar sólo, contar con un sólo amigo y estar expulsado de dicho centro académico.



Lo que no sabía era que, en su casa, su verdadero padre acababa de recibir una llamada de la directora para notificarle que su hijo Marc había sido expulsado. La sorpresa de John fue monumental, ya que había vivido engañado durante mucho tiempo y no tenía ni idea de cual era la verdadera situación así que, tras pasar más de media hora al teléfono, John fue a hablar con Grace, quien hacía ejercicio tranquilamente.



Su esposa no se lo podía creer. Todo lo que sabían de su hijo era una mentira y no lo conocían realmente. ¿Cómo había podido engañarlos de semejante forma y que ellos no se dieran cuenta? Una persona que hiciera eso no era tonta, de eso estaban seguros.
- No me cabe en la cabeza que nuestro pequeño haya hecho eso,-decía Grace-.
- De pequeño nada. Nuestro hijo es un delincuente en potencia porque ha falsificado las notas escolares, nos ha mentido deliberadamente en nuestra cara y ayer intentó que alguien se hiciera pasar por mí para que nosotros no nos enterásemos de nada.



Grace sentía debilidad por su hijo ya que era el único que tenía y al que había cuidado lo mejor que había podido dentro de sus posibilidades, pero que hubiera hecho eso...
- Bueno, tal vez no quería que nos preocupásemos porque se habrá dado cuenta de cómo están las cosas por la empresa y por casa.
- No intentes defenderlo, Grace, porque esto es inexcusable. Ah bueno, no te he contado lo mejor.
- ¿Hay más?
- Sí, hay más. Ya no se habla ni con Lucía, ni Megan y tampoco con Trevor. Me ha dicho la directora que ahora se pasa los recreos prácticamente sólo, salvo por la compañía de Eddie.
- Vaya, a ver si esos tres le han hecho algo y lo han excluido…
- O al revés, que nuestro hijo les haya hecho algo. Yo ya en este punto de la película me puedo creer cualquier cosa. En cuanto llegue a casa éste hijo nuestro me va a oír.



CONTINUARÁ...


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