Sin saber de lo que hablar ya para mantener a las dependientas
ocupadas, un par de clientes se acercaron a ellos y preguntaron sobre
el precio de varios artículos y Marc, preocupado porque pudieran
pillar a Henry con las manos en la masa, comenzó a ponerse nervioso.
Sin embargo, el propio Henry apareció desde detrás de la esquina y,
haciéndole un gesto a Marc, le indicó que se fuera de allí.
Despidiéndose de las mujeres, se levantó y siguió su camino hacia
el muelle.
Pasados unos metros, Henry estaba esperándolo. Marc, preocupado
porque no sabía cómo habían salido las cosas, le preguntó si todo
fue como se esperaba.
- ¿Y
bien? ¿Pudiste entrar?
-
Vamos a sacar un buen pellizco, de eso estoy seguro. Y veo que has
hecho un buen trabajo, te felicito.
-
Vaya, muchas gracias Henry.
-
Ven, tengo que contarte algo.
Llevándoselo al paseo marítimo, Henry comenzó a sondear a Marc
sobre el proyecto que tenía en mente.
-
¿Te gustaría largarte de esta asquerosa ciudad, Marc?
- No
me importaría, ¿por qué?
-
Escúchame, si te cuento esto es porque me has demostrado que puedo
confiar en ti y que eres fiel a la causa… Tengo unos colegas que me
han ofrecido robar el Banco Nacional y necesitan a alguien que les
haga de cebo y he pensado en ti. Tú no tendrías que ponerte ningún
pasamontañas ni nada, simplemente ir allí y hacer como si fueras a
abrirte una cuenta y depositar unas joyas de incalculable valor en su
caja fuerte. Cuando esté abierta, nosotros entramos en escena,
neutralizamos a los guardias y nos llevamos todo.
-
¿Neutralizar? ¿Qué quieres decir con eso?
-
Matar, dejarles tiesos, meterles un tiro en la cabeza vaya.
Al ver la expresión que había puesto Marc, Henry intentó calmar
las cosas.
- No
tienes por qué asustarte porque todos los de la banda hemos matado
alguna vez. Uno de ellos cumplió 30 años en la cárcel por asesinar
a su vecino, otro ha sido condenado por robo con violencia por
decirte uno de sus antecedentes, así que todos somos expertos en
esto.
- ¿Y
tú? Has dicho antes que todos habéis matado alguna vez. ¿Tú
también has matado?
- Sí
y lo mejor de todo es que no me han pillado, ¿sabes?
-
Ostras, ¿y cómo has podido escapar de la policía?
Emocionándose, Henry comenzó a hablar sin tapujos y, lo que
contaría ahora, le traería su propia desgracia.
-
Resulta que un día fui a robar a una tienda cuando el dependiente
llamó a la policía con el típico botón silencioso y tuve que irme
de allí corriendo para escapar y que no me pillasen. Total, que se
me hizo de noche y tenía un cabreo de mil demonios así que me puse
a callejear para cortar camino y volver a casa cuando me encontré
con dos ricachones, de estos que miran al resto del mundo por encima
del hombro porque se creen mejores que nadie, ¿sabes lo que te digo?
-
Sí, perfectamente…-contestó Marc quedándose más serio-.
-
Pues resulta que les dije que me diesen todo lo que llevaban encima y
el tío se envalentonó conmigo y me dijo que no tenían nada, que
habían sido invitados a no sé qué cena… Total, que como no me
quisieron dar nada y el tío cada vez estaba más cerca mío, me puse
nervioso y los acribillé a balazos, les robé lo que tenían y me
largué antes de que me viese nadie.
Marc, intentando evitar que no se le notase el tremendo cabreo que
tenía, sonrió y aplaudió ante la historia que Henry le acababa de
contar. Justo en ese momento supo qué era lo que no le terminaba de
gustar de él cuando lo conoció hacía dos años: que era el maldito
asesino de sus padres y quien había arruinado su vida.
-
¡Fantástico, Henry! Les diste bien en la boca, ¿verdad?
- En
la boca, en la cabeza, el estómago…Vaya, si alguien los reconoció
tuvo que ser por los dientes porque los dejé bien bonitos jajajaja.
Lo peor fue que, cuando entré en la casa de ellos varios días
después, no pude robar todo lo que quise porque de repente comencé
a escuchar las sirenas de la policía y me tuve que largar. Me cago
en la puta lo que tuve que correr para que no me viesen por ahí y
casi me despeño por la montaña al bajar, pero por suerte pude salir
de allí y esconderme. No sé quién me vio entrar o cómo se
enteraron, pero esa duda la tendré siempre, tío.
-
Bueno, con estas cosas nunca se saben…
- En
fin, historias antiguas… Venga, vámonos a casa y vayámonos a
celebrar que ha salido todo bien.
En cuanto Henry se giró, Marc cambió su expresión por una de
completa ira. Quería reventarlo al igual que él había hecho con
sus padres pero, una de las cosas que había aprendido del propio
Henry era a ser paciente y, pese a que le encantaría machacarlo o
incluso matarlo, cogió aire y pensó en un plan mejor que ese. La
venganza de Marc había comenzado.
Cuando llegaron a casa, Henry entró primero.
-
¡Me pido primer turno de la ducha!
-
Toda tuya,-cedió Marc-. Yo mientras tanto veré la tele con Alicia.
En cuanto Marc escuchó correr el agua del baño, comenzó a hablar
con Alicia sin perder tiempo.
-
Necesito tu ayuda urgentemente. Tienes que ayudarme en algo muy
importante y que cambiará nuestras vidas para siempre.
-
¿Qué pasa? ¿Te ocurre algo? Te noto agitado…
- No
te preocupes por mí, ahora escúchame atentamente. ¿Te acuerdas de
lo que te conté sobre mis padres hace dos años?
-
Sí, que se murieron.
- No
te conté toda la verdad… En realidad los asesinaron. Acabaron con
ellos en un callejón cerca de la Plaza Blair y nunca pillaron al
asesino hasta hoy.
-
¿Lo han encontrado?
- Lo
he encontrado yo, mejor dicho.
- ¿Y
quién es?
- Se
está duchando ahora mismo.
-
¡¿HENRY?!
-
Shhhh, baja la voz, que no quiero que nos escuche.
Alicia siempre había confiado en Henry por lo bien que la había
cuidado, pese a que sabía que era un delincuente, pero de robar a
matar había un gran abismo.
- No
puede ser verdad, te equivocas.
-
¡No! Escúchame: mis padres fueron a una cena benéfica la noche del
7 de octubre de hace dos años y los encontraron muertos y
completamente desvalijados con varios tiros cada uno. Hoy me ha
contado Henry que después de que casi lo pillasen robando en una
tienda, se cabreó, se encontró con mis padres y los mató al no
querer darle lo que pedía y varios días después entró en la casa
donde vivíamos y comenzó a robarla hasta que yo entré y, sin saber
que era él, llamé a la policía y tuvo que huir montaña abajo.
- A
ver, vas muy rápido, déjame que asimile todo… El 7 de octubre de
hace dos años… Vale, me acuerdo de que por esa fecha vino muy
alterado y no me quiso contar nada, pero después de mucho insistirle
me dijo que casi lo pillan en la tienda como tú me has contado.
-
¿Lo ves?
-
Espera un momento… Es verdad lo que me dices. Recuerdo que otra
noche llegó con pequeñas heridas en manos y las rodillas y me dijo
que se había caído en la montaña buscando algo… Pero no me quiso
decir nada más y yo tampoco le di importancia.
- ¿Y
no fue el mismo día que yo llamé por primera vez aquí pidiéndote
dormir?
-
Coño… ¡Es verdad! Joder… Estamos viviendo con un asesino…
Tío, Marc, ¿qué vamos a hacer?
Marc tenía pensado un plan y comenzó a contárselo a Alicia.
-
Tranquila porque he pensado en algo… Henry me ha dicho que quiere
ir a celebrar que ha salido bien el robo así que aprovecharé para
emborracharlo y vengarme de lo que nos hizo a mi familia y a mí.
-
¿Lo vas a matar?
-
¡No! Aunque no me faltan ganas… Voy a esperar a que se emborrache
bastante para pegarle y dejarle prácticamente KO, llamaré a la
policía y le contaré todo.
-
Ahí te puedo ayudar yo.
-
¿Tú? ¿Cómo?
-
Déjamelo a mí, que conozco a la persona ideal.
Y en ese momento salió Henry con una sonrisa y habiéndose cambiado
de ropa.
- Y
claro, le eché la cerveza encima… Mira, menuda reprimenda me llevé
de la jefa,-dijo Alicia para hacerle ver a Henry que estaban hablando
de temas normales-.
-
Marc, Alicia, ¿estáis preparados para celebrarlo por ahí? Hoy
invito yo.
-
Muy buena idea,-dijo Marc-.
- Yo
me uniré a vosotros en un rato, que he quedado con Tracy porque ha
cortado con su novio y… Ya sabes.
-
Esa compañera de trabajo tuya no hace nada más que quejarse,-dijo
Henry-. Pues nada, Marc y yo nos vamos ya, estaremos en el bar de
siempre.
-
Perfecto. ¡Pasadlo bien chicos!
Justo antes de que Marc se levantase, Alicia le agarró levemente la
chaqueta para que la mirase. No se dijeron nada, sólo con ese cruce
de miradas se entendieron a la perfección.
Yéndose hacia la casa de un cliente asiduo de su trabajo y con el
que había trabado amistad, Alicia llamó a la puerta con la
esperanza de que lo pillase allí, pero no parecía haber nadie…
-
¡Te pillé!-escuchó Alicia detrás de ella-.
Al ver a Naim, Alicia lo abrazó y comenzó a hablar con él.
-
Necesito tu ayuda, Naim.
-
Dime, ¿qué necesitas?
- Un
amigo y yo conocemos el paradero de un ladrón y asesino que lleváis
mucho tiempo buscando.
-
¿Un amigo y tú? Alicia… ¿en qué andas metida?
- Es
una larga historia, pero ahora vamos a lo importante.
Tras contarle a Naim todo lo que Marc le había dicho esa misma
tarde, éste se sorprendió bastante.
-
Alicia, para un momento, ¿me estás diciendo que ese tal Henry es el
asesino del matrimonio Oporto?
-
Eso es. Y sé dónde está ahora mismo.
-
Pero hay un problema.
-
¿Cual?
-
Que sin pruebas no lo puedo detener…
-
Por eso mi amigo y yo le vamos a tender una trampa.
- ¿Y
quién es tu amigo?
-
Marc Oporto.
-
¡¿El hijo del matrimonio Oporto?! ¿Sigue vivo? O sea, desapareció
poco después de la muerte de sus padres y de que la empresa de ellos
quebrara… Todos creíamos que estaba muerto.
Alicia negó con la cabeza y le contó que había estado viviendo con
ella desde hacía dos años y que estaba en perfectas condiciones.
- Es
una alegría escuchar que está sano y salvo.
-
Sano sí, pero a salvo no estará cuando lleve a cabo su plan.
- ¿Y
cual es el plan?
-
Ahora mismo Marc y Henry están en un bar al que vamos siempre y lo
que quiere es emborrachar a Henry y pegarle para dejarlo inconsciente
y llamar a la policía y ahí es donde entras tú. Tú eres el
policía que lo va a arrestar.
-
Pero en ese caso tendría que detener a Marc por desorden público,
no a Henry.
-
Entonces… ¿qué podemos hacer?
-
Henry tendría que abalanzarse sobre Marc, hacerle algo, sacar un
arma… Cualquier cosa por mínima que sea que me pueda dar pie a
detenerlo.
-
Bien, veremos a ver qué ocurre… Ah, por cierto…
Sacando su móvil del bolsillo trasero de su pantalón, Alicia le
enseñó una foto de Henry para que Naim supiera quién era
exactamente.
Tras comentar un par de cosas más sobre el plan y lo que tendría
que hacer Naim, Alicia se sintió más segura que nunca.
- Si
esto sale bien tendrás gratis todos los cafés que quieras.
- Si
esto sale bien, tendrás que contarme muchas cosas…
Ya en el bar, Henry se pidió una copa bien cargada. Iba a pedirle
otra para Marc, pero éste la rechazó.
- Es
que tengo un nudo en el estómago y no me siento bien,-alegó Marc-.
-
Bueno, pues entonces póngame a mí una copa nada más,-le dijo a la
camarera-.
Ese nudo en el estómago era real y lo tenía desde que se enteró de
que había estado conviviendo con el asesino de sus padres, con el
mismo que había apretado el gatillo y el que les había arrebatado
la vida a sus padres y a él también… No podía creerlo.
- Me
siento tan idiota…-pensaba para sí mismo-.
Entrando Naim vestido de paisano, miró de reojo a Henry mientras que
Alicia esperaba fuera para que no se notase que venían juntos.
Mientras tanto y ajeno a todo esto, Henry seguía bebiendo y
bebiendo.
En cuanto Alicia entró, Henry se levantó y le pidió una copa a
ella tras pedirse una más para él. El alcohol comenzaba a hacer su
trabajo y el momento de Marc se acercaba…
A todo esto, Naim se había subido al piso superior para quitarse del
medio y, de esa forma, no levantar sospechas. Sabía cual era el plan
y que todo eso se podría descontrolar en cualquier momento, así que
estaba preparado para actuar.
Después de perder la cuenta de las copas que llevaba Henry en su
cuerpo, se quedó mirando la bebida de Alicia fijamente.
-
Alicia, ¿te has dado cuenta de cómo las burbujitas suben hacia la
superficie del vaso y luego desaparecen? Es alucinante…
Marc y Alicia comenzaron a reír ante la frase de Henry.
Posteriormente, Marc decidió irse al baño para prepararse
mentalmente… Los nervios le reconcomían pero sabía que tendría
que hacerlo.
Henry apenas se tenía erguido encima del taburete y veía todo
borroso. Las copas se las habían cargado a base de bien como él
mismo había pedido porque, como él dijo: “Hay que celebrarlo por
todo lo alto”.
Otro cliente se sentó junto a Alicia y, mirando a Henry, supo a
ciencia cierta que estaba bastante afectado.
-
Menuda borrachera que lleva ese,-comentó en voz baja aquel hombre-.
-
Bastante,-contestó Alicia-. Anda Henry, ve al baño a echarte un
agua en la cara y a averiguar por qué tarda tanto Marc, que ya lleva
mucho rato allí.
-
Hip, muy buena idea Alicia, bonita. Ahora vengo…
Entrando en el baño, Henry se encontró a Marc llorando frente al
espejo. Mirándolo con lágrimas en los ojos, respiró hondo y volvió
a agachar la cabeza.
-
¿Estás llorando? Serás marica…,-dijo Henry-. Si te llamo así es
por algo. Un tío llorando, ¿cuándo se ha visto eso?
-
Seré un marica, como tú llevas llamándome dos putos años, pero
este “marica” va a hundirte la vida.
-
¿Hundirme? ¿Sabes con quién estás hablando chaval?
-
Sí, con un puto borracho que no se puede tener en pie. ¿Y tú?
¿Sabes con quién estás hablando?
-
Sí, con un marica jajajajajaja.
- Mi
nombre es Marc Oporto, imbécil.
-
Espera, ese nombre me suena… ¿Has dicho Oporto?
Subiendo rápidamente, Alicia avisó a Naim para que bajase y
estuviese atento.
-
Naim, ha empezado…
CONTINUARÁ...
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