Nos encontramos en una cárcel de alta seguridad, en la zona para
presos peligrosos y… Esta historia comienza aquí, justo entre
estos barrotes...
Una persona externa a la prisión, visita a uno de los presos y, en
el primer vis a vis que tienen, comienza a contarle una historia
real…
- Tú
no me conoces a mí, preso 4587, pero yo a ti sí. Antes de
presentarme, he de contarte algo, una historia real que ocurrió hace
tiempo...
Todo comenzó hace varios años, en la mansión de la familia Oporto.
Situada a las afueras del valle, tenía una de las mejores vistas de
la ciudad.
Dentro se encontraba Marc, el hijo único y futuro heredero de la
fortuna de los Oporto. En ese momento tenía 17 años de edad, iba al
instituto y, aunque sus notas decían lo contrario, era un pésimo
estudiante al borde de la expulsión de su escuela privada. Sin
embargo, tenía una inteligencia bastante desarrollada con la que era
capaz de falsificar sus notas a la perfección y, de esa forma,
engañar a sus padres, quienes se pasaban más tiempo fuera de casa
por viajes de negocios que cuidando de su hijo.
Siendo domingo por la tarde y sin estar sus padres, tenía vía libre
para hacer y deshacer lo que a él le apeteciera y, en ese momento,
tenía planes muy… jugosos entre manos.
Cambiándose de ropa y bajando a la piscina climatizada Marc se
encontró en su interior, disfrutando de la cálida temperatura del
agua, a su íntima amiga Megan.
-
¡Hola Megan! Al final veo que pudiste entrar en la casa,-confirmó
Marc-.
-
¡Sí!-afirmó la chica-. Gracias por dejar la puerta entreabierta.
Esta es Megan Delaguare, la hija mediana de una familia medianamente
acomodada de la zona y, pese a no ser una chica muy llamativa por su
belleza, tenía un cuerpo que despertaba pasiones allá por donde
pasaba. Era muy sensual y sabía sacarse partido para conseguir
aquello que se propusiese.
Tras salir de la piscina, se unió a Marc en un profundo beso que se
alargó durante varios segundos hasta que escucharon un fuerte ruido
en el piso superior.
-
¿Qué ha sido eso?-preguntó Megan-.
-
Será Eddie, no te preocupes,-tranquilizó Marc-.
El tal Eddie era uno de los amigos de la pandilla de Marc y también
un auténtico friki del deporte. Se pasaba horas entrenando, viendo
el fútbol y el baloncesto por la tele, hablando con todos de las
jugadas que habían hecho sus jugadores preferidos…
Pese a ser bastante limitado a la hora de hablar, a causa de que el
deporte era su único tema de conversación, era un chico bastante
simpático y guapetón que atraía a alguna chica que otra. De
familia también acomodada, era el hijo mayor de los Lander.
En el piso inferior, una coqueta Megan dejó caer su biquini justo
antes de meterse en el jacuzzi. Mirando de reojo a Marc, le invitó a
unirse a ella.
-
¿Vienes conmigo o te vas a quedar ahí plantado?
Sin pensárselo dos veces, Marc se quitó el bañador y entró en el
jacuzzi rápidamente donde, desde el primer momento, comenzó a besar
y acariciar cada parte del femenino cuerpo de Megan.
Pero, alguien que no entraba en los planes de ambos, estaba a punto
de interrumpir ese candente momento…
Esta es Lucía Jenkins, la novia de Marc. Efectivamente, Megan no era
la novia como vosotros creíais, para nada, sino que era otra amiga
de la pandilla y, sorprendentemente, la mejor amiga de Lucía, quien
no conocía la existencia de este idilio. Pese a haber heredado gran
parte de la belleza de su madre, Judith Ward, no se ha desarrollado
físicamente tan bien como su progenitora, algo que siempre la ha
acomplejado un poco.
Sonando el timbre de la casa, Marc lo ignoró en un primer momento,
pero tras unos escasos segundos, volvieron a llamar más
insistentemente. Levantándose y saliendo del jacuzzi con su querido
“almirante” dispuesto a “comenzar la guerra”, se colocó el
bañador con dirección hacia la entrada.
- No
te enfríes demasiado,-le dijo Marc a Megan-.
Al ver que era su novia, a Marc se le heló la sangre. Tenía un
grave problema que solucionar y rápido. Abriéndole la puerta, dejó
pasar a Lucía y, como forma de avisar a Megan, alzó la voz más de
la cuenta.
-
¡LUCÍA! ¡Qué agradable sorpresa!
-
Cielo, ¿por qué gritas?
-
Perdona cariño, pero es que estaba escuchando música con los
auriculares y ya sabes lo que pasa…
Pero Lucía, notando algo extraño en el comportamiento de su chico,
quiso saber si pasaba algo.
-
¿Estás bien?
- Te
voy a ser sincero… No. Me has pillado haciéndome una paja y… Me
la has cortado.
-
¿En serio? ¿No te es suficiente con el sexo que tenemos?
- No
digas eso. Me dejas muy satisfecho y me encanta hacerlo contigo pero…
Me dijiste que hoy no podías quedar y me apetecía mucho estar
contigo.
Sonriendo al instante, Lucía se abrazó a Marc uniendo sus labios y
sus cuerpos en un profundo y apasionado beso.
Al notar que Marc estaba “en pie de guerra”, Lucía bajó la mano
masculina hacia su culo. Apretándolo con fuerza, Marc la atrajo más
hacia sí mientras comenzaba a escuchar unas palabras que le
alterarían bastante.
- He
venido sin ropa interior…
Mientras que Megan estaba sumida en sus pensamientos sobre cómo
sorprendería a Marc en la sesión de sexo que tendrían a
continuación, la inconfundible voz de Lucía le hizo recobrar la
consciencia.
-
Mierda, tengo que esconderme…
Separándose de Marc, Lucía comenzó a andar alegremente hacia la
piscina cubierta mientras que su novio corría detrás de ella.
-
¡Lucía! Vayamos a mi cuarto, que allí estaremos más cómodos.
- De
eso nada, yo quiero follar contigo en el jacuzzi como hicimos el otro
día, pero hoy te vas a enterar... ¡Ven aquí!
Al entrar en la habitación, Marc se centró en cómo Lucía
comenzaba a desvestirse de manera muy sensual, tirando su ropa hacia
una esquina y haciéndole olvidar a Megan por un instante.
Sin embargo, de su cabeza no se le iba la idea de que no sabía dónde
se encontraba su amiga y amante secreta hasta que la vio en la sauna.
Por señas, Megan le indicó que se pusiera a follar con Lucía
mientras ella se iba. Sonriendo satisfecho, Marc se acercó a Lucía
dispuesto a todo...
Metiéndose juntos en el jacuzzi, Marc se encargó de que se sentaran
mirando hacia la ventana que daba al jardín trasero, dándole vía
libre a Megan para escapar sin ser vista.
Abriendo la puerta con mucho cuidado, Megan se deslizó por la
habitación mientras escuchaba el chapoteo de la mano de Lucía sobre
el miembro masculino y los leves gemidos característicos de Marc.
Sin poder esperar mucho más, Lucía se giró y, mirando de frente a
su novio, comenzó a cabalgarlo duramente que, sorprendido, vio cómo
Lucía le estaba poniendo más ganas que nunca.
Sin embargo y pese a que estaba disfrutando mucho más que otras
veces con Lucía, Marc echaba de menos el voluptuoso cuerpo de Megan
y, en su cabeza, se quejaba de que le encantaría agarrar más carne
que la que podía coger con el definido y estilizado cuerpo de Lucía.
Subiendo al cuarto de Marc para cambiarse de ropa, Megan no pudo
evitar tumbarse en su cama y acabar ella sola lo que había empezado
con su querido amigo.
Terminando de hacer ejercicio, Eddie vio por la puerta a Megan
satisfaciéndose ella misma. Conocedor del oculto romance entre Marc
y ella, no podía evitar sentirse atraído por Megan y más cuando la
había encontrado en semejante situación. Sin poderlo evitar, se
quitó la ropa y comenzó a tocarse cuando Megan alzó la mirada y lo
descubrió.
Invitándolo a entrar, Megan descubrió la maravillosa compañía que
tenía Eddie entre sus piernas y, con la lívido por las nubes, lo
agarró de su miembro y lo acercó a ella.
-
Este será nuestro secreto,-susurró la chica-.
Las arremetidas de Eddie eran duras pero muy satisfactorias,
haciéndole muy difícil a Megan acallar los gemidos que le provocaba
su compañero sexual.
Esa
casa se convertía en una auténtica morada de la lujuria en cuanto
los padres de Marc no estaban y… ¿Qué hacían en ese momento?
Jhon y Grace Oporto se besaban dulcemente en el ático de un pub en
el centro de la ciudad. Ambos eran los dueños a partes iguales de
unos grandes almacenes que eran famosos en todo el condado y que les
permitían vivir acomodadamente tal y como hemos visto con
anterioridad. Sin embargo, el negocio que tenían entre manos para
aumentar el capital de sus grandes almacenes no había ido tan bien
como ellos esperaban pero, como eran muy optimistas, decidieron pasar
tiempo juntos sin trabajo de por medio. Había que aprovechar todas
las oportunidades que regalaba la vida.
Grace era dulce y sensata, pero con una ambición difícil de
combatir y por la cual era capaz de conseguir aquello que tuviese en
mente, ya fuera en el ámbito laboral como en el personal.
John, hombre de negocios con muchos años de experiencia, estaba
cegado por el poder del dinero rápido y no era capaz de cerrar un
trato beneficioso a largo plazo. Todo lo quería al momento y con
rapidez y, eso, no se podría siempre…
CONTINUARÁ...
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