lunes, 29 de abril de 2019

Capítulo 9 || Venganzas


Esta vez Marc no se iba a cortar ni un pelo y soltaría todo lo que llevaba tanto tiempo guardando en su interior.
- ¡Sí! Mi nombre es Marc Oporto. ¡Anda! Qué casualidad… Igual que el apellido de aquellos… Déjame recordar… ¡Ah!, “ricachones de estos que miran al resto del mundo por encima del hombro porque se creen mejores que nadie”.
- O yo estoy muy borracho o tú no te explicas, pero yo no me entero.
- ¡SOY EL HIJO DE GRACE Y JOHN OPORTO! ¿Te he hablado con suficiente claridad? Soy el hijo de aquel matrimonio que asesinaste a sangre fría por unas míseras joyas. Soy aquel que llamó a la policía cuando escuchó ruidos extraños en su propia casa después de la muerte de mis padres.
- ¡Fuiste tú! ¡Lo sabía! ¡Por eso me seguías tanto!




Marc se carcajeó delante de él y, empujándolo con el dedo, continuó hablando.
- ¡No tenía ni puta idea de que eras tú! ¿Te crees que me habría quedado a vivir contigo sabiendo que fuiste quien acabó con la vida de mis padres? Nunca me gustaste, esa es la verdad. Hasta hoy mismo no he sabido que fuiste tú el que cambió mi vida por completo. ¡¿Por qué?! ¿Por qué lo hiciste? ¿Qué culpa tenían ellos de que tú no pudieses robar en esa tienda?
- La culpa era de que ellos tenían todo aquello que yo deseaba: riquezas, una mansión, un estatus social… Y encima se lo tenían tan creído que despreciaban a los demás… ¡Como si unas pocas joyas le costasen mucho reponerlas!
- ¡Entérate, lumbreras! Mis padres estaban en la ruina. ¿Te crees que si yo hubiera tenido todo el dinero que pensabas que teníamos y esa mansión me habría ido a buscarte o haber dormido en una de las camas de un club de sexo lleno de semen y fluidos secos?




Henry no mostraba ningún ápice de arrepentimiento e incluso alardeaba de su hazaña.
- ¿Y a mí qué me importas tú? ¡Te lo dije desde el momento en el que cruzaste la puerta de mi casa llorando como una nena! No me has gustado, ni me gustas y tampoco me gustarás jamás, ¡que te quede bien claro!
- Pues bien que me decías esta mañana que querías contar conmigo para robar el Banco Nacional junto con dos más…
- ¡Porque era una puta excusa para matarte! Ay, dos años conmigo robando en un lado y en otro y no has aprendido nada. ¡Quería quitarte del medio de forma que pareciera un accidente porque sé que la tonta de Alicia está colada por ti! ¿Te crees que soy tonto y no he notado cómo os miráis?
- ¿Y a ti qué más te da si no tienes nada con ella? ¿Te crees su dueño o algo?
- ¡Ella me debe la vida! Si no la hubiese secuestrado, aquellos chicos la habrían destrozado violándola. Por eso ella me debe todo, ¿me entiendes? ¡TODO!
- ¡Y YO TAMBIÉN LE DEBÍA TODO A MIS PADRES! ¿Y qué hiciste tú? ¡LOS MATASTE PORQUE TE APETECIÓ!




Marc sentía que le iba a estallar la cabeza del dolor tan fuerte que sentía.
- ¡SÍ! ¡LOS MATÉ PORQUE ME DIO LA GANA! Siempre quise experimentar como era acabar con una vida, si vería el alma salir del cuerpo, ¡conocer todo aquello! Por eso saqué el arma y disparé contra tus padres en aquel oscuro callejón.
- ¿Aún te acuerdas del sitio?
- Te podría decir hasta el lugar donde salpicó la última de las gotas de sangre que salió de la cabeza de tus queridos padres cuando les metí una bala en el cráneo.
- Eres un monstruo… No sé cómo he podido vivir contigo todo este tiempo sin darme cuenta.



 Y, a causa de la borrachera, Henry dictó su sentencia con la frase que diría a continuación.
- Fácil, porque eres igual de estúpido que tus asquerosos padres. ¡Escupiría sobre ellos ahora mismo! Salvo a tu madre, a esa me la habría follado de no haberse puesto tu padre tan gallito… ¡Qué follada más buena le habría pegado! Habría sido digna de grabar.



No pudiendo refrenar su ira, Marc dirigió su mano hacia el cuello de Henry mientras decía una última frase…
- Lo que sí ha quedado grabado ha sido esta conversación. ¡Espero que disfrutes en la cárcel el resto de tu puta existencia!




Y sin pensárselo, Marc le propinó a Henry un fuerte puñetazo en el ojo izquierdo, provocándole una pequeña hemorragia.
- ¡Esta va por mi padre!




Agarrándolo de la cabeza, Marc tenía a su merced a Henry, que apenas se mantenía en pie por culpa del alcohol.
- ¡Esta va por mí!




Marc se estaba desahogando a gusto con Henry mientras se le venían a la cabeza todos los recuerdos del pasado… Aquellos momentos cuando sus padres venían de viaje y le regalaban cosas, cuando su padre le ayudó a instalar en su cuarto el equipo de música, cuando le dejaban celebrar fiestas con sus amigos… Le parecía todo eso tan lejano… Y apenas habían pasado poco más de dos años desde entonces.




Por último, ya algo más cansado de pegarle puñetazos, agarró la cabeza de Henry con sus dos manos y le propinó un rodillazo en la cara, rompiéndole el tabique nasal y provocándole una gran hemorragia que comenzó a inundar el rostro masculino.
- ¡Y esta va por mi madre!




Sujetándole de la cabeza, lo miró fijamente a los ojos y lo empujó fuera del baño, donde se estaba agolpando la gente al escuchar la pelea en el interior del servicio.




Henry iba a caer al suelo cuando la gente que intentaba averiguar qué estaba pasando allí dentro lo sujetó. Ayudándolo a recuperar el equilibrio, Henry sacó una pistola que tenía escondida en su espalda con la intención de disparar a Marc y acabar con su vida pero, en ese instante, un fuerte brazo paró el movimiento que estaba realizando Henry, provocando que a éste se le cayese el arma al suelo.




Ese brazo no era otro que el de Naim, quien había permanecido atento detrás de la puerta, preparado para arrestar a Henry en cuanto tuviese la ocasión. En cuanto vio cómo sacaba la pistola, supo que, si no actuaba rápido, habría más derramamiento innecesario de sangre.
Intentando volver a recuperar el arma, Henry se encontró con la fuerte mano de Naim que lo echó para atrás, provocando que la herida del ojo sangrase más.




Entre la sangre que le impedía ver con claridad y la borrachera, Henry cayó de bruces al suelo, haciéndose más daño en la nariz, rota por Marc unos minutos atrás.




Justo cuando Henry vio que tenía la pistola a mano y fue a cogerla, Naim le pegó una patada en la cara que terminó, definitivamente, con las ganas de pelear con él mientras que la gente aplaudía al ver la actuación del policía.




Apartando la pistola con su otro pie, Naim sujetó a Henry de los pelos y lo levantó del suelo para incorporarle y ponerle más fácilmente las esposas.
- ¡Quedas detenido!




Marc estaba flipando. No conocía a aquel hombre, pero sabía que ese era quien había traído Alicia para ayudar. Sus movimientos, esa rapidez y fuerza física al mismo tiempo… Se notaba demasiado que era policía y tenía un exhaustivo entrenamiento.
- Dios, menuda paliza le acaba de dar…




Habiendo avisado a sus compañeros, Naim dio permiso para que entraran en escena y pudiesen llevar a Henry a comisaría.
- Chicos, lleváoslo a comisaría, pero que antes lo vean los médicos,-dijo Naim a los dos policías que acababan de entrar en el bar-. Marc, Alicia, tenéis que acompañarme también.




Al cabo de una hora y después de que los sanitarios le cortasen la hemorragia, Naim empezó con el interrogatorio.
- Bien, Henry Jackson, no sabes las ganas que teníamos por aquí de trincarte y, fíjate, por casualidades del destino te ha entregado a nosotros el hijo del matrimonio que asesinaste a sangre fría hace dos años y que, ¡oh, sorpresa!, has acogido en una casa, la cual no es tuya, obviamente.
- Soy inocente, lo juro.
- Bueno, veamos qué dice tu ficha policial… Henry Jackson, 32 años, natural de Tennessee, hijo de padre drogadicto y de madre prostituta, criado entre tu abuela y tu tía, cometiste tu primer robo a los 13 años, algo sin importancia. Continuaste robando hasta que te internaron en un centro de menores tutelado y allí agrediste a un trabajador tan brutalmente que fuiste juzgado como adulto y te encerraron en la cárcel a la edad de 17 años.
- Agente, yo…
- No he acabado todavía, Henry Jackson. En la cárcel estudiaste jardinería y encontraste trabajo en una empresa que arreglaba los exteriores de diversos edificios y, según parece, un día desapareciste a la vez que una interna de allí llamada… Alicia Spencer, ¿me equivoco?
- …
- ¿No dices nada? Bueno, pues lo siguiente ya te lo digo yo: desapareciste del mapa hasta hoy, donde se te acusa de una infinidad de robos más y, además, del asesinato del matrimonio Oporto, del cual tenemos tu confesión grabada. ¿Algo que añadir?
- He cometido mis errores, pero soy una buena persona. ¡Me han tendido una trampa! Es todo un malentendido.
- Claro, y ahora me dirás que esa pistola no era tuya y que te la encontraste por ahí, ¿no?




Naim tenía pillado por los huevos a Henry y estaba claro que se pasaría el resto de su vida en la cárcel.
- No, claro que no. Esa pistola es mía, pero nunca la he usado… Siempre la he tenido por si algún día pasaba algo.
- Entonces me estás diciendo que si hacemos una prueba de balística, las balas encontradas en la escena del crimen de los Oporto y las que se encuentran en el arma que tenías no van a coincidir, ¿verdad? ¿Es eso?
- Totalmente.
- ¡Deja de mentir, Henry! Te hemos pillado. Te han tendido una trampa y has caído. ¡Asúmelo!




Pese a saber que tenía todas las de perder, Henry no cedía y no paraba de defender su inocencia mientras que, al otro lado del cristal, lo estaban observando.




Marc y Alicia contemplaban atentos el interrogatorio sabiendo que ellos iban a sentarse en ese mismo sitio tras Henry minutos después.
- Vamos a ir a la cárcel,-afirmaba Marc-, ¿eres consciente de ello?
- Lo tengo asumido. Desde el momento en el que decidí ayudarte supe que si caía Henry, yo también lo haría porque lo he estado encubriendo todos estos años, sin dar la voz de alarma ni avisar a la policía. Pero también te digo algo, lo volvería a hacer una y mil veces con tal de salir de esa prisión. Henry me trataba bien, no voy a negar algo que sucedió de esa forma, pero era muy protector conmigo y no me dejaba ser libre. Me seguía, no me dejaba relacionarme con nadie… Bueno, y sabes perfectamente lo que me costó conseguir trabajo. Pero, he de decirte que ya me estaba cansando. Yo aguantaba y aguantaba, pero todo lo que sentía me lo tragaba y no lo compartía con nadie. Hasta que llegaste tú. Has sido esa bocanada de aire cuando estás a punto de ahogarte, ese chaleco salvavidas que te mantiene a flote cuando tus piernas se han cansado de luchar…
- Alicia, si no llega a ser por ti yo me habría quitado la vida hace mucho. Cuando me encontró Henry en el gimnasio y me vine con él, sentados en ese viejo sofá, con esa charla que tuvimos sentí que merecía la pena aguantar, que tú merecías la pena, que valías y vales mucho. Alicia, fuiste capaz de sacarme una sonrisa apenas una semana después de que ese malnacido asesinase a mis padres. ¿Cómo se sobrevive a eso? Pues gracias a ti he podido y a día de hoy sé que, por muy duras que sean las pruebas del futuro, voy a superarlas porque… Te quiero.




Y mirándose a los ojos de nuevo, ambos se unieron en un dulce y apasionado beso que provocó, por un momento, que el resto del mundo dejase de existir, que se olvidasen de sus problemas. En ese momento sólo existían ellos dos y las mariposas de sus respectivos estómagos.




Cuando se fueron a dar cuenta, Naim había encerrado en la celda a Henry y, dando unos pequeños golpes al cristal, llamó a Marc para que entrase en la sala de interrogatorios. Besando de nuevo a Alicia, se dirigió hacia allí cuando vio a Henry llorando a moco tendido. Sonriendo, Marc se acordó de la frase que siempre le había dicho a él: “¿Cuándo se ha visto a un hombre llorando? Menudo marica estás hecho...”.




Sentándose frente a Naim, éste comenzó a tratarlo cordialmente y agradeciéndole su colaboración a la hora de arrestar a Henry. Sin embargo, Marc había cometido varios delitos y tenía que hablar sobre ellos.
- Comencemos… Siento el mal trago que posiblemente vayas a pasar, Marc, pero es mi obligación.
- No te preocupes, estoy preparado.
- Bien, ¿cuándo conociste al señor Jackson?
- Fue la noche del 10 de octubre de hace dos años. Acababa de salir de la antigua empresa de mis padres y me dirigí hacia mi casa para… Suicidarme; pero allí comencé a escuchar ruido y pude oír una voz claramente, así que llamé a la policía y huí de allí. Comencé a deambular hasta llegar a un parque y me eché a dormir en un banco, pero me despertó el frío y me acerqué a una casa que aún tenía las luces encendidas.
- ¿Te acuerdas de la hora que era?
- Serían las… 3 de la mañana por ahí. Tampoco tenía reloj, así que te puedo decir una hora aproximada.
- Sí, no te preocupes. Continúa.
- Pues eso, llamé a la puerta y me abrió Alicia, Alicia Spencer. Nunca se me olvidará ese momento…




El interrogatorio fue avanzando y Marc se mantuvo en una actitud de colaboración absoluta en todo momento. Sabía que podrían caerle varios años de cárcel por encubrimiento, pero preferiría estar allí sabiendo que el asesino de sus padres estaba encerrado que ser libre y no tener ni idea del paradero de Henry.
- Y lo último fue la pelea de esta tarde-noche…
- Marc, muchísimas gracias por tu sinceridad porque esta declaración nos va a ser muy útil para poder encerrar a Henry de por vida. Ahora bien, tenemos que esperar a si el fiscal del distrito presenta cargos contra ti y, si eso ocurre, qué dictamina el juez respecto a tu caso, si dejarte en libertad hasta que se celebre el juicio o en prisión provisional…
- Yo en prisión… Sé que acabaré allí pero no termino de creérmelo,-dijo Marc echándose a llorar sin poderlo evitar-.




Habiéndose terminado el interrogatorio, Marc salió fuera y siguió llorando amargamente, sintiendo que toda la tensión previa a la pelea y en esa sala se desvanecía con cada lágrima que salía de sus ojos.



Por último, le tocaba el turno a Alicia así que, tomando asiento, se colocó frente a Naim que la miraba con tristeza.
- No sabes lo duro que se me va a hacer esto,-comentó Naim antes de encender la grabadora-.
- Tranquilo Naim, sé a lo que me enfrentaba cuando acudí a ti y estoy dispuesta a ir a la cárcel con tal de que ese… ser, por llamarlo de alguna forma, se pudra en la cárcel. Va a merecer la pena, estoy segura.




Naim, mirándola con ojos cómplices, sonrió.
- Por eso siempre has sido mi chica favorita del bar, pero no se lo digas a Tracy, que no quiero que se ponga celosa jeje.
- Tranquilo, tu secreto está a salvo conmigo.
- Bueno, comencemos...-dijo encendiendo de nuevo la grabadora-.




Mientras tanto, Henry no paraba de darle vueltas a la cabeza. Había acogido al hijo de sus víctimas… Ese fue el primer error que cometió, no acabar con él o dejar que se entrometiese en su vida. Los siguientes errores fueron permitir que conociese a qué se dedicaba, contar con él para robar… Pero ahora ya no había vuelta atrás. Lo hecho, hecho estaba; sin embargo, esa jugarreta de Marc y Alicia no se la perdonaría en lo que le quedase de vida.
- Tarde o temprano tendré mi venganza. Un día llevaré a cabo mi justicia y acabaré con ellos. ¡Lo juro!




CONTINUARÁ...



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