jueves, 29 de abril de 2021

Capítulo 26 || Condena

 Megan fue la primera en salir. Ella en lugar de ponerse junto a los demás puso rumbo hacia su caseta pero…

- ¿A dónde se cree que va usted Capitana?-preguntó Kwan desde la puerta-.

- Venga Kwan…

- Sitúese junto a los soldados Taylor, Brown y Potter, por favor.


 Kwan bajó la escalera y se situó frente a aquellos cuatro individuos.

- ¿Os creéis que la guerra es un juego de niños? ¿Que estáis aquí porque es un trabajo sencillo? Me imagino que pensaréis: “Me gradúo, cobro del Estado y a vivir la vida que son dos días”. Eso no es así. Dais vergüenza. Aquí no estáis para follar, ni comerle la polla al compañero. Vuestra función es aprender a sobrevivir y si no os gusta, haberlo pensado mejor antes de hacer las pruebas de acceso.


 Dándose cuenta de lo que pasaba, Joe avisó a los demás.

- Eh chicos, mirad ahí. Al parecer el Teniente ha pillado in-fraganti a Frank y a Sheila… ¿Pero qué hacen Alan y la Capitana ahí?

- Calla, que quiero escuchar,-dijo Rob-.

- Me dijeron que erais los que mejores resultados sacasteis en las diferentes pruebas…-seguía diciendo Kwan-. Me imagino que sería en procrastinar, ligar y chupas pollas, porque si no no me lo explico. Pero ahora no va a haber tiempo de eso… Soldado Taylor,-le dijo a Alan-, desnúdese como el resto de sus compañeros.

- ¿Cómo?

- ¿Es que es usted sordo? Ya me ha oído soldado.


 Rob, escuchando las palabras del Teniente, se levantó indignado.

- ¿Te crees que esas son formas de hablarle a la gente? ¿Quién se habrá creído que es ese pavo?

- Ese pavo,-dijo Joe-, es un veterano de guerra. Seguramente fue quien acabó con la Guerra de Corea matando al líder norcoreano. Mataron a sus padres, asesinaron a sus compañeros y amigos delante de él… Yo creo que es lo suficientemente grande como para hablarles de esa forma. Y poco me parece.

- ¿Y tú dónde coño sabes todo eso?-preguntó Pepe-.

- Se llama leer e informarse. El Teniente es una leyenda viva de este país…


 De repente, Kwan se volvió hacia el resto del grupo e instantáneamente, Pepe sonrió.

- Marchaos a la caseta, por favor,-pidió Kwan-. Monroe,-le dijo a Joe-. Usted quédese vigilando.

- ¿Para qué? ¿Para poder hacer con ellos lo que le venga en gana sin que haya testigos? Haga lo que haga, Joe lo tiene en un pedestal y no dirá nada…-dijo Rob con un enfado más que considerable-.  


 Mirando a Rob sin pestañear, Kwan se acercó a él hasta tenerlo a un palmo de distancia.

- Si cree que los voy a matar, pegar o torturar está muy equivocado, soldado Castle. Pero si tiene alguna duda, le invito a quedarse y ver lo que va a ocurrir en unos minutos, pero si no, métase dentro con carácter inmediato. ¿Me he expresado con la suficiente claridad?


 Tras eso, Kwan volvió a dirigirse hacia los soldados castigados pero Megan intervino.

- Kwan, por favor, esto es humillante… No me hagas esto…

- Haberlo pensado mejor.

- ¿Esta es tu forma de vengarte por lo que te dije hace años?

- Ve a nuestra caseta y quítate esa corrida de la cara, haz el favor.


 Megan echó a correr hacia la caseta mientras que Kwan la seguía.

- Monroe, ya sabe. Vigile que no se muevan de ahí ni un milímetro.

- Sí señor.

- Castle, Calvo, ¿qué coño hacéis aquí todavía? ¡A vuestra caseta ya!


 Cuando vieron a Kwan cerrar la puerta, Pepe y Rob se dirigieron hacia sus compañeros.

- Espero que hayáis disfrutado del último polvo de vuestras vidas porque el Teniente os va a matar…-comentó Pepe con una sonrisa-. No me gustaría estar en vuestros pellejos ahora mismo.

- Eres un puto lameculos, nazi asqueroso,-le dijo Rob a Joe-.


 Una vez dentro de la caseta, Pepe se puso a comentar sus pensamientos con Rob.

- ¿Tú que crees que hará con ellos, Rob? ¿Será capaz de matarlos?

- A saber… Ese tío está zumbado de la cabeza. ¿No has visto qué prepotencia tiene? Por mucho que haya vivido, nadie le da derecho a tratarnos peor que al ganado. No somos carne con ojos, coño.

- ¿Y por qué se habrá llevado a la Capitana? Seguro que ahora se la está zumbando él para rematar la faena. ¿Has visto cómo tenía la cara llena de lefa?

- Sí tío. Tiene pinta de ser una guarra de cuidado…


 La propia Megan salía en ese momento del baño con la cara lavada y aseada mientras que Kwan la esperaba de pie junto al sofá.

- Siéntate,-le dijo a ella-.

- Kwan, antes de nada…

- ¡Que te sientes!


 En completo silencio, Megan accedió y se sentó junto a Kwan, quien miraba a un punto fijo sin parar de resoplar como un toro a punto de embestir.

- Me parece increíble que tú, la Capitana a cargo de estos reclutas junto conmigo, seas la primera en comportarse de esta forma. ¿Es que no te acuerdas por lo que pasamos? ¿Ya lo has olvidado? Todo no es alegría, felicidad y paz en este mundo, por desgracia… Y si queremos que sean buenos soldados, con más razón. Ellos van a estar en primera línea en caso de algún enfrentamiento, invasión o alzamiento… Y si no los preparamos, este país será un auténtico coladero. ¿Por qué no eres capaz de tomarte las cosas en serio? Cuando te conocí no eras así… ¿Por qué has cambiado?


 Suspirando, Megan contestó.

- Cuando nos conocimos, acababa de salir de una relación tormentosa. Mi novio de entonces me usaba para lo que quería, me maltrataba y encima, cuando decido dejarlo, me pega una paliza de tal magnitud que me provocó un aborto sin que él ni yo supiéramos que estaba embarazada. Cuando vio tanta sangre, se asustó tanto que huyó y no he vuelto a saber nada de él. Por eso no quería nada contigo, pero cuando estalló la guerra me di cuenta que la vida eran dos días y que debía aprovecharla al máximo.


 Fuera, Joe estaba siguiendo a rajatabla las órdenes de Kwan.

- Venga ya Joe,-le decía Alan-. Deja que me ponga la ropa coño, que me estoy congelando.

- No Alan. Las órdenes del Teniente han sido claras y no quiero cabrearlo más de lo que ya está.

- ¿Y si te pide que le chupes la polla también lo haces?-dijo Sheila cabreada-. Menudo calzonazos estás hecho.

- Y a todo esto, ¿qué cojones estará haciendo el Teniente con la Capitana ahí dentro?-se preguntó Frank-.


 Megan seguía sincerándose con Kwan.

- Por eso, cuando terminó la guerra y te vi con mi hermana… sufrí un golpe de realidad enorme. Había adoptado contigo la misma actitud que tuve con mi ex y fue ver a mi hermana follando contigo lo que me sacudió de tal forma que, desde entonces, no he tenido nada serio con nadie. Por eso no he sido madre, no me he echado novio, follo con quien quiero y cuando quiero. No le doy explicaciones a nadie y, ¿sabes qué Kwan? Soy feliz.

- Sí, serás feliz, pero estás cagada de miedo. Aunque hayas estado en una guerra y matado a gente, sigues siendo esa chiquilla que no ha superado la pérdida de su bebé, quien todavía tiene un estigma enorme en su corazón porque no ha superado a su ex y que usa el sexo como vía de escape de la realidad pero, ¿sabes qué? Las cosas siempre caen por su propio peso y, cuanto más alargues la agonía, peor será el golpe.


 Esas palabras que acababa de escuchar hicieron que Megan reflexionase por un momento hasta que Kwan volvió a hablar.

- Venga, andando.

- ¿A dónde me llevas ahora?

- Si te crees que no vas a pagar por tus actos es que eres más ingenua de lo que creía.


 Saliendo de nuevo, Megan se colocó junto a los demás soldados y Kwan, junto a Joe.

- Buen trabajo soldado,-le dijo Kwan agradeciéndole por su trabajo-. Puede volver con el resto de sus compañeros.

- Sí señor.


 Abriendo la puerta de la caseta, Joe entró y quien le preguntó por lo ocurrido durante ese tiempo fue Pepe, ya que Rob no le dirigía la palabra.

- ¿Qué ha pasado tío?

- El Teniente obligó a Alan a desnudarse y luego se llevó a la Capitana a la otra caseta. Han estado unos minutos ahí dentro y ahora la ha vuelto a poner junto con los demás.

- ¿Y qué va a hacer ahora?

- Ni idea…


 Fuera, Kwan tenía un plan en mente.

- Bien, como vuestros actos han dejado mucho que desear y no veo arrepentimiento por vuestra parte, he decidido no haceros dormir al raso con el frío que hace aquí. Esas son buenas noticias, ¿no os alegráis?-preguntó Kwan provocando una leve sonrisa en Megan, pero Alan no se fiaba un pelo-. ¿Y qué castigo tendréis? Venid conmigo… Vais a retirar la hoguera y a apartar las sillas de donde están.


 Pocos minutos después, toda esa zona ya estaba despejada. En cuanto la última de las sillas fue retirada, Kwan dejó caer cuatro pesadas palas en el suelo.

- Bien, hora del castigo. Comenzad a cavar.

- ¿Cómo?-preguntó Megan-.

- A cavar he dicho. Y rápido, que no me apetece estar con esto todo el día…


 Las miradas de los soldados y de Megan se sucedían continuamente mientras comenzaban a cavar. Aprovechando ese momento, Kwan se dirigió hacia la caseta donde estaban el resto de reclutas, quienes se cuadraron al ver al Teniente.

- Espero que este acto de arrepentimiento que están llevando a cabo vuestros compañeros también os enseñe algo a vosotros. Esto no es ningún juego infantil. Creo que os ha quedado claro.


 Haciendo una pequeña pausa, Kwan prosiguió.

- Pero también he de daros las gracias por vuestro comportamiento. Castle, comprendo que quieras defender a tus compañeros y eso te honra, es síntoma de ser un buen soldado. Pero recuerda que siempre habrá un superior por encima tuya que te esté dando órdenes que tendrás que cumplir. Si os soy sincero… Me recordáis a unos viejos amigos y compañeros míos… Que descansen en paz. Tomaros esto en serio y podréis vivir para contarlo.


 Luego Kwan miró a Joe y le hizo un gesto con su cabeza.

- Gracias por su servicio, Monroe. Su ejemplo debería ser copiado por todos… Mi enhorabuena.

- Gracias señor.


 Saliendo al exterior, Kwan comenzó a supervisar la excavación.

- ¿Hasta cuándo debemos cavar?-preguntó Megan-.

- Hasta que me aburra…


 La noche ya caía sobre el campamento y apenas se vislumbraban ya las cabezas de los cuatro castigados, quienes estaban fatigados y con sólo un buche de agua en el cuerpo cada uno de ellos.

- ¡Quietos!-ordenó Kwan-. Creo que ese agujero es más que suficiente,-dijo acercándose a ellos-.

- ¿Suficiente para qué?-preguntó Sheila-.


 Una vez que Kwan estuvo al borde del agujero, contestó.

- Suficiente para que paséis la noche ahí. De pie, en cuclillas… eso no me importa. Pero vais a pasar la noche ahí para que aprendáis que cada acción, tiene su reacción.


 Ver a Kwan ahí, en esa posición, con esa ropa… Megan comenzó a temblar al recordar cuando ella y sus compañeros, Kwan entre ellos, cayeron en la trampa del sargento y de Kilian.

- Kwan, por favor. No te conviertas en quien odiabas. Mírate ahora mismo… ¿No te resulta familiar?


 Justo en ese momento, Kwan fue consciente de que había reproducido la misma escena que él sufrió años atrás. Sintiendo remordimientos, Kwan intentó que no se les notasen demasiado para mantener la compostura.

- No es lo mismo, Capitana. Ustedes estáis ahí por culpa de vuestros comportamientos. Nosotros, cuando estuvimos en esa situación fue a causa de una trampa. En esa ocasión fuimos las víctimas, pero ahora vosotros no lo sois. Esa es la diferencia.


 Saliendo de la caseta en ese momento, Rob alzó la cabeza para ver qué ocurría.

- Vuelva dentro, Castle.

- ¿Qué ocurre Teniente? Llevamos todo el día encerrados sin saber qué sucede.

- Se os informará en su debido momento. Ahora vuelva con sus compañeros, por favor.


 Haciendo caso, Rob entró y contó lo que había visto.

- El Teniente les ha hecho cavar un agujero tan profundo que apenas les he visto las cabezas.

- ¿Ves? Te dije que sería capaz de matarlos. Este tío los va a enterrar vivos,-dijo Pepe-.


 Pero Joe frunció el ceño negándolo.

- No seáis idiotas. El Teniente no sería capaz de hacer tal cosa.

- A ti no porque eres su ojito derecho, nazi asqueroso,-le dijo Rob-.

- Hay que actuar…-comentó Pepe-. Y tengo algo que puede servirnos de utilidad…


CONTINUARÁ…


martes, 27 de abril de 2021

Capítulo 25 || Condena

 Esa última pregunta de Megan dejó congelado a Kwan, quien se quedó sin habla.

- Uy qué cara has puesto… Si te hubieras visto… Será una mujer maravillosa, no te lo niego, pero te tiene a dos velas.

- Megan, primera y última vez que hablas así de mi esposa.

- Ay, qué le gusta a algunos hombres decir la palabra “esposa”. Se les llena la boca decirlo cuando en realidad tienen los pezones de otras mujeres en sus bocas…


 Y sin dejarle opción a Kwan de réplica, Megan pasó por su lado y se dirigió hacia los reclutas.

- Atención, por favor: escuchadme todos… Hoy tendréis el día libre. Aclimataros a vuestra nueva habitación, a vuestras camas, relajaos… En un rato os diremos qué hacer después.


 Cuadrándose ante ella, todos rompieron fila y se dirigieron hacia su caseta mientras que Megan los miraba con una sonrisa.


 Ya cuando estaban entrando en su nuevo dormitorio, uno de los chicos se dirigió a otro.

- Oye Pepe,-dijo el muchacho que iba primero al que tenía justo detrás-, ¿no te ha parecido raro que el Teniente se llevara a la Capitana a otro lado para hablar?

- Sí que ha sido raro, Frank,-le contestó-. No sé, pero a mí el Teniente me parece un estirado de mucho cuidado.

- Es un veterano de la guerra de Corea y dicen que se tuvo que infiltrar entre las filas norcoreanas para poder matar al líder de los enemigos.

- ¿Qué dices? Anda ya hombre…

- Te lo juro, al menos es lo que cuentan.


 De repente, uno de los reclutas recibió un empujón de otro.

- Aparta rubio,-le dijo el que empujó-.

- Me llamo Joe, para tu información…

- Me da igual como te llames, pero a mí no te me acerques, nazi de mierda.

- ¿Nazi? ¿De qué cojones me estás hablando Alan?

- No te hagas el nuevo, figura. Te estoy hablando de que eres un puto nazi al igual que tu abuelo, así que ten bien guardadas tus espaldas porque voy a por ti.


 Joe se sentó en la cama más apartada y le mantuvo la mirada a Alan, quien lo hacía con desprecio.

- ¿Qué miras genio?

- La cara de soplapollas que tienes.

- ¿Cómo has dicho, maricón?

- Oh, muy bonito por tu parte. Usando una orientación sexual como insulto… Qué bien.

- Mira crack, te llamo como me salga de los cojones, ¿te enteras? Nazi asqueroso…


 La única chica de los reclutas fue la última en entrar y pasó por delante de los demás muchachos forzando un poco más el típico contoneo de caderas que tenía cuando caminaba. Dándose cuenta de que Frank no paraba de mirarla, ésta le echó valor y le dijo un par de cosas.

- Ten cuidado cuando te levantes, Frank.

- ¿Por qué lo dices, Sheila?

- Porque te vas a caer con tu propia baba como no cierres la boca jajaja.

- Perdona Sheila, yo no quería…

- ¿Te he dicho acaso que me haya molestado?-le preguntó al muchacho guiñándole un ojo-.


 Fuera, Kwan tomó una decisión y se dirigió hacia la caseta de los reclutas mientras ignoraba las palabras de Megan.

- Kwan, deja a los muchachos. Kwan, ¿qué vas a hacer? ¡Kwan!


 En cuanto la puerta se abrió y los reclutas vieron que era Kwan, en menos tiempo de lo que dura un parpadeo, todos se levantaron de sus camas.

- Ya veo que habéis elegido vuestro catre.

- Sí señor.

- Podéis descansar,-les dijo a los reclutas para que dejasen de estar en formación-. Ya os aviso una cosa: no son cómodas, os lo puedo asegurar…


 Joe, echándole valor, dio un paso al frente y le hizo una pregunta a Kwan.

- Teniente, ¿puedo preguntarle algo?

- Claro Monroe, dispara.

- ¿Es cierto que se tuvo que infiltrar en las filas norcoreanas durante la guerra de Corea con la misión de matar al líder opresor del régimen?

- ¿Dónde has escuchado eso recluta?

- Como cantes te mato, nazi asqueroso,-susurró Alan-.

- Por… ahí,-contestó Joe-.

- Espero que no tengáis que pasar por lo mismo que yo, pero… si lo hacéis, estoy seguro que habrá cosas que no querréis recordar… Creo que con eso queda respondida tu pregunta, soldado.


 Otro de los reclutas, Frank, quiso también averiguar algo.

- ¿Puedo hacerle otra pregunta yo, Teniente?

- ¿Cual?

- ¿Entre la Capitana y usted hubo algo más que compañerismo? Antes nos pareció que había diferencias entre vosotros.

- Mire soldado, aquí estamos para aprender a luchar, a defender nuestra patria y a nuestros compañeros, no a leer la prensa rosa. Si esa es toda su curiosidad, todavía está a tiempo de irse a su casa. La puerta siempre está abierta…

- Bueno, yo simplemente quería…

- ¡Soldado! Otra insubordinación más y le aseguro de que duerme al raso. Queda advertido.


 Yéndose de allí, Kwan volvió a su caseta, donde se encontraba Megan sentada en su cama.

- ¿Ya has vuelto de atemorizar a los chavales?

- Chavales no, niñatos. No me explico cómo cada generación es peor que la anterior…

- Eres demasiado duro con ellos. Acaban de llegar…

- Y tú muy blanda. Pareces una madre que busca el cariño de sus hijos…

- ¿Y eso es malo?

- Sí porque no estamos en la calle. Por si lo has olvidado, esto es un campamento militar. Esos chicos son reclutas, soldados que lucharán por nosotros cuando estemos viejos y no podamos ni andar. Así que prefiero que sepan defenderme bien por lo que pueda pasar.


 Sonriendo, Megan negaba con la cabeza.

- Eres un extremista de cuidado…

- ¿Extremista? Tsé, cómo se nota que tú no te tuviste que quitar de encima los pedazos de Trevor y de Abraham mientras no podía moverme de cintura para abajo por culpa de una bomba que puso nuestro “viejo amigo” Kilian.

- Eh, no te pases Kwan. Ahí te has colado. Ellos también eran mis compañeros y los quería muchísimo.

- ¿Sí? Pues lo apuntaré en la libreta de cosas que no me importan una puta mierda.


 Y sin decir nada más, Kwan se echó sobre su catre para intentar dormir algo. Ya que Megan les había dado el día libre, él no tenía ganas de fiesta ni de más charlas. Como no podía estar con su mujer e hijos, lo mejor era dormir para que el tiempo pasase más rápido.


 Mientras tanto, en la otra caseta, tres de los chicos hablaban entre ellos.

- Lo que te digo Joe, esos dos estuvieron liados pero acabaron mal, me juego el cuello,-dijo Pepe-.

- ¿Y qué más te da?-contestó el aludido-.

- Mientras hagan bien su trabajo con nosotros…-dijo Rob, el muchacho negro, interviniendo en la conversación-.

- Yo lo que sé es que a la Capitana me la trabajaba yo,-comentó Pepe riéndose-.


 Y en otra parte de la habitación, Frank y Sheila charlaban entre ellos mientras que Alan intentaba quitarle el ligue sin mucho éxito.

- ¿Y siempre andas así?-le preguntó Frank a ella-. Porque si hubiera un conflicto, creo que marearías al enemigo con ese movimiento de pelvis.

- ¿Tú crees? Y eso que no me has visto bailar…

- Dicen que si sabes bailar follas bien y, no es por nada, pero yo gané un concurso de bachata…-dijo Alan interviniendo-.

- Ah, qué bien,-comentó Sheila secamente-.


 Al cabo de unos minutos, Megan apareció en la caseta por sorpresa.

- Chicos, salid fuera si queréis. Nos sentaremos junto a la hoguera y charlaremos, que yo también quiero conoceros.


 Haciéndole caso, todos comenzaron a seguir a Megan hasta la pila de leña que estaba rodeada por ocho sillas.

- Sentaos donde queráis,-dijo la Capitana-.


 Tras encender la hoguera, todos se sentaron y continuaron la charla por donde la habían dejado. Megan intercambiaba palabras con todos y escuchaba las conversaciones para conocerlos mejor. Los muchachos eran simpáticos con ella y poco a poco se iban soltando más.


 En un momento dado, Megan miró hacia su derecha y vio una silla vacía, la que sería de Kwan. Suspirando, Megan continuó charlando con los demás mientras pensaba que, si hubiera aceptado la propuesta que le hicieron aquel día, podrían estar ahora haciendo lo que les daba la gana.


 Y los que estaban a punto de hacerlo eran Sheila y Frank, quienes habían incrementado el voltaje de la conversación hasta el punto de que él no podía disimular el bulto de sus pantalones.

- ¿Todo eso es tuyo?-preguntó Sheila-.

- ¿Todo el qué?

- Eso,-le dijo señalando a su paquete-.

- Ah bueno… Supongo que sí pero… eso tendrás que averiguarlo.

- Pues vamos,-dijo Sheila levantándose-.

- ¿A dónde?

- A la caseta. ¿O quieres que te la chupe delante de todos? No es por nada, pero me tienes más cachonda que una perra en celo.


 Abriendo los ojos de par en par, Frank se levantó de un salto y se dirigió a la caseta junto con Sheila.

- Menuda prisa te ha dado de repente, ¿no?

- Calla ya y tira para dentro.


 Escuchando lo que querían hacer, Alan se levantó con la intención de seguirlos, pero Megan lo frenó.

- Alan déjalos. Que tengan su ratito de intimidad antes de que venga “Terminator” y se de cuenta,-dijo Megan refiriéndose a Kwan-.

- Pero Capitana, yo la vi primero. Ese memo me la ha quitado…

- Alan, ven aquí.


 Haciendo caso, Alan se acercó y, lo que escuchó a continuación, lo dejó estupefacto.

- Si ella prefiere estar con ese delgaducho, ella sabrá. Pero tú no vayas detrás de ella porque no merece la pena. A ti te gustaría que te la chuparan, ¿verdad?

- ¿Es una pregunta con trampa?

- ¿Ves aquí al Teniente por algún lado?

- No…

- Entonces no es ninguna trampa. Responde.

- Pues claro coño, ¿a quién no le gustaría?

- Se me viene un nombre a la cabeza pero… Bueno, ¿y qué me dices?

- ¿Qué digo a qué?

- ¿Quieres que te la chupe yo o qué? No soy Sheila, pero dicen que las chupo de escándalo…


 A todo esto, la propia Sheila se estaba dando el lote con Frank, quien no dejaba de recorrer el cuerpo femenino con sus manos.

- Pero qué buena estás, hija de puta. Me encantas…

- Oh sí, sigue insultándome. Me pone mucho…

- ¿Te gusta que te insulte? Qué zorra eres, hija de puta. Mira cómo me tienes, caliente como un cabrón.


 Al ver que la puerta de la caseta se abría, los amantes pararon pero, cuando vieron que Megan les dio vía libre y que ella se dirigió al baño junto a Alan… Siguieron a lo suyo sin más contemplaciones.

- Alan tranquilo. En cuanto ponga mi lengua sobre tu polla olvidarás que Sheila está follando con ese idiota.


 Justo cuando iba a bajarse los pantalones, Megan empujó a Alan y lo sentó sobre el inodoro. Abriendo el botón y pegando un fuerte tirón hacia abajo, la Capitana admiró el duro miembro del soldado y se lo metió entero en la boca.

- Joder, joder, joder… Qué hija de puta… Dios… Nunca antes se la había podido meter entera en la garganta.

- Te dije que era muy buena,-dijo Megan sacándose la polla de la boca-. ¿Quieres que siga o prefieres pensar en Sheila?

- ¿Quién es esa?-preguntó Alan mientras agarraba la cabeza de Megan y la hacía mamársela de nuevo-.


 Al cabo de tres cuartos de hora, Kwan se despertó de esa pequeña siesta y vio que Megan no estaba allí. Tras estirarse, se levantó y se dirigió hacia fuera.


 Cuando salió pudo ver a Rob, a Pepe y a Joe charlando junto al fuego de la hoguera.

- Hola, ¿dónde están los demás?-preguntó el recién llegado-.

- ¡Hola Teniente!-saludó Joe afablemente-. Se han ido hacia la caseta.

- ¿Y la Capitana?

- También está dentro. ¿Quiere sentarse y charlar con nosotros?

- No, gracias. Voy a ver qué ocurre.


 Subiendo los peldaños, Kwan abrió la puerta de la caseta y se encontró a Frank en plena culminación del acto sexual…

- ¿Quieres que me corra dentro?

- ¡Sí, jodeeeer!

- Así me gusta, que seas una zorrita insaciable.

- Reviéntame el coño como tú sabes, cabrón. Llénalo de tu leche caliente.

- Me corro, ¡me corro!

- ¡¿QUÉ COJONES ESTÁ PASANDO AQUÍ?!-gritó Kwan con voz potente-.


 Dándose cuenta de que Kwan los había pillado, Frank y Sheila se bajaron de la cama y fueron a recoger sus ropas cuando una orden se lo prohibió.

- Dejad las ropas donde estaban,-ordenó Kwan-. Se lo advertí antes, soldado Brown. Otra insubordinación más y dormía al raso. Pues bien, va a pasar la noche al raso y… desnudo. Y usted también, Potter.

- Debe ser una broma…-dijo ella-.

- ¿Me ve con cara de broma, señorita? Ahora mismo os quiero a los dos junto a la escalera. ¡Ya!


 Y justo cuando la puerta de entrada se cerró, la del baño se abrió y…

- ¡¿Megan?! ¿Qué cojones haces tú aquí? ¿Eso de la cara es…?


 Y sin dejarle tiempo a terminar la frase, Alan apareció tras la Capitana.

- Quiero que salgáis de la caseta AHORA MISMO.

- Kwan, déjame que te explique,-alegó Megan-.

- ¡FUERA HE DICHO!

- Verás tú…-llegó a decir Alan-.

- El holocausto judío va a parecer un juego de niños al lado del castigo que os voy a poner…


CONTINUARÁ…