Entrando
en ella, comenzó a hablar con Bob mientras esperaba a Emma.
-
¿Qué tal te va todo Jim? Mucho tiempo sin vernos…
-
Cierto, desde que estuve saliendo con tu hermana no he vuelto a esta
casa. Pues irme me va bien, el trabajo va prosperando y creemos que
tenemos un producto revolucionario entre manos que verá la luz
dentro de poco. ¿Y a ti cómo te va Bob?
Sonriendo, Bob comenzó a contestar a la pregunta de Jim.
-
Bien, la verdad es que estoy muy contento en el cuerpo de la policía
y mis compañeros me respetan como profesional aunque, si te digo la
verdad, corre el rumor de que mi superior está planteándose
jubilarse y todos dicen que el más indicado para el puesto sería
yo.
-
Vaya, enhorabuena Bob.
-
Todavía no tengo ese puesto, es sólo un rumor, pero no te voy a
negar que me gustaría que fuese cierto.
Interrumpiendo la conversación, Emma hizo acto de presencia en el
salón.
-
Hola Jim.
-
Muy buenas Emma. ¿Dónde te metías? Estuvimos a punto de poner tu
foto en los cartones de leche, ¿va todo bien?
- Yo
mejor os dejo solos,-dijo Bob levantándose de su asiento-.
Tomando asiento en la otra punta del sofá, Emma siguió conversando
con Jim.
-
Sí, todo está bien.
- ¿Y
entonces por qué no me has dado dos besos como siempre y te has
sentado lejos como si te fuera a morder?
-
No, por nada…
Jim conocía perfectamente a Emma y sabía que ocultaba algo y que
debía ser muy gordo para que su actitud hacia él, quien no le había
hecho nada, fuera de esa forma.
Sonriendo como si no pasara nada, Jim se acercó a Emma mientras
hablaba.
-
Entonces, si no te pasa nada como dices tú, no te importará que me
acerque, ¿verdad?
-
No…
- Y
dado que no te ha pasado nada, seguramente no habrás salido de casa
estos días al igual que tampoco nos has contestado a los mensajes ni
a las llamadas de Mao, Nathan o las mías, ¿me equivoco?
Poniendo cara de fastidio, Emma contestó a Jim.
-
Jim Durant, ¿por qué cojones tienes que conocerme tanto?
-
Porque eres mi mejor amiga y sé cuándo estás bien y cuándo no.
Por eso también sé, por esa misma regla de tres, que a ti te ha
pasado algo gordo y que no me lo quieres contar, aunque tenga una
leve sospecha.
- ¿Y
qué crees que me pasa?
-
Has descubierto algo que no te ha gustado nada de Nathan, te has
decepcionado y te has dado cuenta de que tenía razón cuando me
acusaste de que tenía celos.
-
Jim…
- Es
más,-dijo añadiendo él-, te podría decir incluso que lo que has
descubierto tiene nombre y apellidos y comienza por Sandra y termina
por Vivancos.
-
¡¿Tú sabías que me ponía los cuernos con esa zorra?!
Ante ese grito, Jim retrocedió unos centímetros en el sofá y
prosiguió la conversación.
- Yo
sabía que cuando te conoció, se estaba viendo con Sandra, pero lo
que no sabía era si iba en serio con ella. Y se lo dije a él, que
qué buscaba contigo y me dijo que no me metiera en sus asuntos, por
eso fui a avisarte a ti, pero tampoco me escuchaste y ha pasado lo
que tenía que pasar.
- Lo
que ha pasado es que ese malnacido la ha dejado embarazada y se va a
quedar con ella y a mí me va a mandar a tomar por culo.
-
¿Que Sandra está preñada? ¿Cómo sabes tú eso?
- Lo
sé porque el otro día fui a hablar con él y cuando entré, me lo
encontré hablando con esa tal Sandra y lo escuché todo.
-
Claro, por eso no quisiste saber nada de nosotros ni aparecer por
allí…
La conversación continuaba en su interior mientras que Nathan, quien
había averiguado la dirección de Emma a través del contrato que le
había hecho para trabajar, se personificaba para solucionar y
averiguar qué le ocurría a aquella muchacha.
Abriendo la puerta Lucas, quien ya estaba al corriente de lo sucedido
entre su hermana y él, lo saludó con cara de pocos amigos.
-
¿Qué quieres?-dijo Lucas-.
-
Buenas noches, soy...-comenzó a decir Nathan antes de ser
interrumpido por Lucas-.
- Sé
quién eres. Te he hecho una pregunta… ¿Qué es lo que quieres?
-
Hablar con Emma, ¿está en casa?
- No
está, y aunque lo estuviera no te quiere recibir.
-
Pero…
- Ni
peros ni peras calvito. Ahora mismo vas a coger tu sucio culo de rata
y te vas a pirar de aquí, ¿te queda lo suficientemente claro?
Sonriendo, a Nathan le sentaron esas palabras como cien patadas en el
estómago y comenzó a notar cómo su pulso cardíaco se aceleraba
por momentos.
-
Escúchame melenas, no sé quién coño eres ni quién te crees que
eres para hablarme de esa forma, pero yo me estoy dirigiendo a ti con
educación, porque si no voy a tener que ponerme violento y no me
apetece ensuciarme la camisa de sangre.
-
Para empezar, soy el hermano de tu querida Emma y segundo, me creo
quien me da la gana y si te crees que con una amenaza me vas a
asustar, es que eres más tonto de lo que yo creía.
-
Muy bien, pues dile a tu hermana que salga un momento y pírate de
aquí, que esto no va contigo.
-
Efectivamente, no eres tonto, eres gilipollas. ¿Cómo te tengo que
decir que mi hermana no quiere verte? Que te vayas de aquí y no
vuelvas, ¿te queda claro?
-
¡Exijo ver a Emma! ¡EMMA!-comenzó a gritar Nathan a pleno pulmón-.
Al escuchar el alboroto, Bob salió para averiguar qué ocurría allí
cuando se encontró de frente con Nathan y su expresión cambió por
completo.
-
¿Qué está pasando Lucas?-preguntó en voz alta a su hermano-.
- ¿Y
tú quién eres?-dijo Nathan con un claro nivel elevado de
agresividad-.
-
Mira chaval, lo primero que vas a hacer va a ser relajarte-propuso
Bob-.
-
¡Me pongo como me da la gana! Tú debes ser hermano de pelo-polla de
al lado, ¿no? Porque esos aires que os dais tiene que ser de
familia.
-
Para empezar, te vas a dirigir hacia mí llamándome Sargento
Wilson,-dijo Bob enseñándole la placa de policía-, y luego te vas
a calmar porque me voy a tener que ver obligado a ponerte las esposas
y llevarte a comisaría si sigues formando un escándalo dentro de mi
propiedad.
Nathan se había quedado completamente serio y comenzó a mirar a
ambos hombres continuamente justo antes de retomar la palabra.
-
Sargento Wilson, ¿podría amablemente avisar a su querida y dulce
hermana de que estoy aquí en la puerta? Deseo hablar con ella a
solas.
-
Pues eso no va a ser posible, caballero. Mi querida y dulce hermana
ha dejado claro que no quiere hablar, ni verlo a usted.
-
¡Pero yo quiero hablar con ella!
-
Todo en esta vida no se puede conseguir, machote,-dijo Lucas
interviniendo en la conversación-.
-
¡Dejadme verla, hijos de puta!-gritó Nathan empujando a ambos
hermanos-.
Abriéndose la puerta en ese preciso instante, la silueta de Robert
se dibujó en el marco.
-
¿Qué está pasando aquí?-preguntó Robert-.
-
Este caballero exige ver a Emma y se está poniendo demasiado
violento papá,-contestó Bob-.
-
Dejadme a solas con él,-afirmó categórico el padre de la familia-.
-
¿Estás loco papá?-dijo Lucas-.
-
Hacedme caso y volved dentro. Yo entraré en un par de minutos.
En completo silencio, tanto Lucas como Bob entraron en la casa no sin
antes dedicarle una mortal mirada a Nathan quien seguía bastante
agitado.
-
Antes de nada,-comenzó diciendo Robert-, disculpe a mis hijos. Son
muy protectores con su hermana pequeña y no pueden evitarlo. Me
llamo Robert y soy el padre de Emma. ¿Con quién tengo el gusto de
hablar?-preguntó con voz calmada-.
- Mi
nombre es Nathan Taylor y salgo con su hija.
-
Ah, usted es aquel hombre que la contrató para una empresa que había
montado por su cuenta, ¿no es así?
-
Exacto, soy ese mismo.
- Y
también el mismo que lleva más de dos semanas y diría que tres sin
hacer caso a mi hija, quien se ha dormido muchas noches llorando sin
saber por qué la trataba así.
-
Oiga señor, yo sólo quiero...-comenzó a decir antes de ser
interrumpido por Robert-.
En el interior, Bob y Lucas hablaban entre ellos.
- No
me gusta nada que papá se haya quedado solo con ese
impresentable,-comentaba Bob-.
-
Que no se le ocurra hacerle nada porque le falta ciudad para correr y
esconderse, es que levanto cada piedra del suelo hasta encontrarlo y
hundirlo.
- No
se atreverá, ese tipo parece un tío civilizado pese a que antes no
lo haya demostrado demasiado.
Pero Lucas no estaba seguro del todo.
-
¿Tú crees? Porque a mí me parece un capullo redomado. Además,
capullo en el más literal de los sentidos.
-
Venga Lucas, no te metas con él.
-
Eh, es lo mínimo después de lo que le ha hecho a nuestra hermana.
-
Bueno, y da gracias a Dios a que no la ha dejado embarazada como a
esa otra chica.
-
Joder, es que llega a hacerle eso…
-
Por suerte Emma nos tiene a nosotros,-dijo Bob-.
- Y
a Dean…
Sonriendo, ambos hermanos se abrazaron orgullosos de ser una familia
unida.
Mientras tanto, en el exterior la conversación entre Nathan y Robert
seguía.
-
Tiene usted razón, lo admito,-decía Nathan-. He cometido muchos
errores con su hija y no debería haber actuado así, pero lo único
que le estoy pidiendo es verla un minuto, hablar con ella y no me
volverá a ver en su vida.
-
Pero le estoy diciendo que no hace falta que la vea porque con su
comportamiento previo ha dejado claro sus intenciones para con ella y
para con la otra muchacha a la que ha dejado embarazada.
-
Aunque sea que se asome a la ventana si quiere, yo le digo lo que
tenga que decirle y me voy.
- ¿Y
qué le va a decir? ¿Que lo que vio y escuchó entre usted y aquella
chica fue mentira? ¿Que la sigue queriendo? ¿Que echa de menos
meterla en su cama?
-
¡Señor! ¿Pero qué se cree que soy?
Comprendiendo el comportamiento que habían tenido sus hijos
previamente, Robert comenzó a hablar sin pelos en la lengua.
-
¿Puedo hablarle con sinceridad?
-
Adelante,-dijo Nathan-.
-
Creo que usted es un aprovechado, que se conoce muy bien y sabe
cuáles son sus puntos más fuertes a la hora de encaprichar a las
chicas y que, como se estila en la sociedad actual, cree que cuantas
más mujeres en su agenda mejor, ¿verdad? Pues déjeme que le diga
que eso no es así. Las mujeres no son objetos ni números que sumar
en la lista de las personas con las que se ha acostado. Mi hija habrá
sido una insensata cayendo en su sucio juego, pero le aseguro que ni
yo ni nadie va a volver a permitir que vuelva a pasar. Y le digo más,
cuide muy bien de ese bebé que está en camino, porque si tiene
usted una niña, tal vez el día de mañana se vea en la misma
situación que ahora pero viéndola desde la perspectiva de padre.
Nathan se quedó completamente en silencio y miró de arriba abajo a
Robert justo antes de despedirse y marcharse de allí sin pronunciar
ninguna palabra más.
Al cabo de una hora, Jim se marchó y Emma subió a su dormitorio
justo cuando su padre llamó a la puerta.
-
Hola hija, ¿puedo entrar?
-
Claro papá. ¿Qué ocurre?
Acercándose a su hija, Robert se sentó junto a ella en la cama
justo antes de comenzar a hablar.
- Ha
venido Nathan.
-
¿Cómo? ¿Está aquí?-preguntó Emma alterada-.
-
No, se fue hace bastante. Ni siquiera cruzó el umbral de la puerta.
-
Menos mal… ¿Y qué quería?
-
Hablar contigo, o eso decía, porque déjame que te diga que no me
creo una pizca lo que me decía.
-
Hablar… ¡Ja! Seguro que… Mejor me callo.
-
Termina la frase hija, quería meterte en su cama, puedes decirlo
libremente.
- Y
bueno, ¿cómo se tomó que no le dejases entrar?
-
Los primeros que estuvieron con él fueron Lucas y Bob y cuando
llegué yo poco faltaba para haberse liado a mamporros.
Emma estaba completamente sorprendida, ya que nunca se imaginaba que
sus hermanos reaccionasen de esa forma con nadie.
-
Vaya…
-
Hija, ¿puedo darte un consejo?
- El
que quieras papá.
-
Eres una chica lista que se ha sacado una carrera, que ha recibido
una educación en valores por parte de tu madre y yo, que tiene su
propia personalidad… No dejes que las ansias de encontrar a alguien
te cieguen, porque puedes acabar con alguien como Nathan o que te
trate incluso peor. Sé que lo ideal y a lo que aspiras es a
encontrar un amor tan verdadero como el que tuvimos tu madre y yo,
pero no todo el mundo es así hoy en día. Por eso te pido que seas
lista, que conozcas bien a las personas antes de dar un paso
importante como es el de una relación sexual, ¿vale?
- Sí
papá, no lo olvidaré jamás.
Levantándose, padre e hija se dieron un fuerte abrazo.
-
Gracias por todo papá. No sé lo que haría sin ti.
-
Pues vivir tu vida, al igual que hemos hecho todos Emma, aunque yo no
sea el claro ejemplo de ello.
-
Papá, mamá se murió de repente y no nos dio tiempo a despedirnos y
tú te pasaste toda una vida a su lado.
-
Desde los 13 años…
-
Por eso te digo, que es comprensible que a ti te resulte más
complicado que al resto.
-
Sí, pero no debí descuidaros a ninguno de vosotros.
-
Papá, Dean, Lucas, Bob y yo estamos y estaremos bien.
- Lo
sé, eso es lo que me tranquiliza. Que os habéis convertido en unos
adultos capaces de cualquier cosa.
-
Gracias papá.
-
Bueno, me iré a la cama, que estoy cansado. Ha sido un día muy
largo.
-
¿Quieres que te ayude?
- No
cariño, descansa. Yo me acuesto solo.
-
Vale, buenas noches papá. Te quiero.
- Y
yo también, princesita.
Bajando lentamente los escalones, Robert se cambió de ropa y se
metió en la cama con una gran sonrisa en la cara, sintiéndose feliz
por primera vez en mucho tiempo. Aquel día se había dado cuenta de
que sus hijos se habían convertido en adultos de provecho y que
estaban muy unidos entre todos. Se sentía orgulloso de haber criado
tan bien a esos hijos junto a su amada esposa Georgia.
- Lo
hicimos bien, mi vida,-pensaba Robert mientras entraba en un sueño
del que no despertaría jamás-.
A la mañana siguiente, Emma fue quien se encontró el cuerpo sin
vida de Robert, el cual había muerto dulcemente mientras dormía.
Tanto ella como sus hermanos estaban completamente destrozados por la
noticia, ya que Robert presentaba una buena salud y no había nada
que hiciera sospechar que la muerte estaba cerca.
Tras
el velatorio, el entierro y el típico papeleo tras un fallecimiento,
Emma decidió que debía salir de allí, por lo que hizo la maleta y
se mudó a otra ciudad, concretamente a un apartamento a las afueras.
Dicen que cuando alguien está pasando una racha algo complicada,
suele materializarse haciéndose cambios radicales de look y eso fue
lo que le ocurrió a Emma, ya que se cortó el pelo a un nivel que no
tenía desde que era niña.
Entrando en el apartamento, Emma pudo comprobar que en persona
parecía más grande que en las fotos que había visto a través de
la web de alquiler, aunque tampoco no necesitaba mucho más espacio
para ella sola.
Emma fue a darse una ducha pero, al abrir el grifo, pudo comprobar
que no había agua. Buscando por todo el baño, no pudo encontrar la
llave de paso así que fue en busca de quien vivía en el apartamento
contiguo al suyo.
CONTINUARÁ…
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