- Vaya, qué moderno. No había visto nada así en mi vida.
- Es lo que tiene vivir en una casa pequeña. Ahora salgo.
- No hay prisa.
Comenzando a cambiarse de ropa dentro del baño, Barry pensaba en qué
le traía a Fiona allí, ya que venir sin su padre no le veía
sentido pero bueno, quizás era un malpensado.
Fiona se había quedado prendada de Barry. La verdad era que Conrad
tenía buen físico para su edad y su hijo la había heredado, eso lo
tenía claro. Además, Barry era quien ganaba realmente el dinero,
así que… ¿Y si cambiaba al padre por el hijo?
Una vez que ya se había cambiado, Barry salió y sonrió a Fiona.
- Ya estoy listo, perdona la tardanza.
- No te preocupes. Oye, te sienta muy bien el azul. Estás muy guapo.
- Muchas gracias Fiona. Y bueno, ¿qué te trae por aquí?
- Pues principalmente quería conocerte, ya que nuestro único
encuentro fue aquel día en el spa y… No fue demasiado bien.
Barry comenzó a sentirse avergonzado al acordarse de lo ocurrido y
le pidió disculpas a Fiona.
- Perdóname por lo que pasó aquel día, pero es que, te lo juro
Fiona, nunca me había sentido tan enfadado en toda mi vida.
- Te comprendo, yo misma me sentí ofendida por las preguntas y no me
las hacían a mí… Es que, anda que insinuar que tu madre y tú
habíais tenido algo…
- Mira, ni me lo recuerdes porque me pongo de mala leche. Ay, más
fuerte debería de hacerle pegado a ese desgraciado.
- Bueno, olvidemos ese suceso y pensemos en el ahora. Aquella vez no
hubo oportunidad de conocernos ni de presentarnos en condiciones, así
que ahora que tenemos esta ocasión de oro, no la desaprovechemos.
Sonriendo, tanto Barry como Fiona continuaron hablando durante un
rato más.
- Cada vez que te miro más me recuerdas a tu padre, Barry. Salvo en
los ojos, por supuesto.
- Ah sí, los ojos los he sacado a mi madre.
- Para salir así de guapo, tus padres han tenido que ser muy guapos
también.
- Vaya gracias jeje. La verdad es que mi madre era una mujer
bellísima. Tenía un pelo rubio largo y con esos ojos verdes,
llamaba la atención de todos los hombres que la veían. Y mi padre
también era el típico chico elegante de la época, seductor y con
un pico de oro incorregible.
- Sí, básicamente a día de hoy sigue igual. No ha cambiado una
pizca.
Riéndose ambos de buena gana, Barry hizo un comentario al respecto.
- Y luego estoy yo, que no he sacado ni una cosa ni otra jajaja. Si
no llega a ser por el parecido físico diría que soy adoptado.
- Anda hombre, si eres un chico guapísimo. ¿No tienes ninguna chica
por ahí?
- Bah, ninguna. Me han atraído algunas y tal, pero nada serio.
- Vaya, que eres más de relaciones fugaces a relaciones duraderas.
- Tampoco es eso. Creo que no he encontrado a la chica que me haga
querer algo más y tampoco es que ninguna chica se me haya acercado
tampoco.
Negando con la cabeza, Fiona contestó.
- No sé qué les pasan a las chicas de ahora que no tienen gusto
ninguno por los hombres. Fíjate en ti, eres guapo, con unos ojazos
y, si me lo permites, estás bastante bien de cuerpo.
- Jo, muchas gracias Fiona. Como sigas así me voy a poner rojo como
un tomate.
- Venga hombre, arriba esa actitud, que vales mucho más de lo que
crees.
- Entonces, ¿tú me ves atractivo?
- Barry, soy una mujer, y por mucho que esté con tu padre tengo ojos
en la cara y te puedo asegurar que si las cosas fueran diferentes,
iría a por ti sin dudarlo.
La conversación siguió bastante amena y se alargó durante casi dos
horas. Tras todo ese tiempo, Fiona le dio un par de besos a Barry y
se despidió de él yéndose con el típico movimiento pélvico que
tenía al andar y que Barry no pudo evitar mirar.
- Joder, qué suerte tiene mi padre de follarse a esta mujerona. No
es por menospreciar a mi madre pero, me cago en la puta…
Fiona sabía que ese movimiento que tenía ella al andar y, el cual,
había exagerado un poco más, había provocado la mirada de Barry.
Se habían caído bien y habían intimado más de lo que creía, pero
no lo suficiente como la propia Fiona quería, pero todo iba en buen
camino.
En cuanto Fiona se alejó de la casa de Barry lo suficiente como para
no ser escuchada, sacó su móvil y llamó por teléfono a Nathan.
- Hola guapo, cuánto tiempo sin hablar contigo. ¿Te pillo en mal
momento?
- No, puedo hablar. ¿Qué pasa?
- Uy, te noto muy serio.
- Es lo mínimo después de que me dijeses que no podíamos vernos
durante un tiempo.
- Oye, que tú te acuestas con la mosquita muerta esa de Sandra ¿eh?
Yo también tengo mis rollos, ¿o es que vas a ser tú el único?
- Bueno, ¿para qué me has llamado?
- He encontrado a tu querida Emma y sé dónde vive ahora.
- ¿De verdad? ¿Dónde?
- No te lo puedo decir por teléfono…
- Pues quedamos en tu casa.
- Imposible, allí está Conrad.
- Joder pues… en el hotel Spencer a las 16 horas, ¿te parece bien?
- Allí estaré guapo.
Dicho y hecho. Fiona alquiló una habitación en el hotel que había
dicho Nathan y le dijo el número de la habitación para que supiera
en cuál estaba ella. Llegando primero, Fiona se sentó a esperar
mientras su cabeza pensaba en cómo hacer para dejar a Conrad e irse
con Barry.
Estando sumida en sus más profundos pensamientos, Nathan llegó a la
habitación y vio que la puerta estaba entreabierta así que entró y
saludó a Fiona.
- Hola Fiona.
- ¡Buenas Nathan!
- No sabes cuánto te he echado de menos,-le dijo él-.
Agarrándola de la cintura, Nathan besó la boca de Fiona durante
interminables segundos una y otra vez, sin despegarse de ella.
Después de los besos, ambos se miraron a los ojos desde muy cerca.
- Fiona, vamos a follar. Tengo ganas de recordar cómo eres en la
cama.
- Tranquilo muchacho, que hay tiempo para todo. ¿No querías saber
dónde está tu amada Emma?
- Ah, esa frígida…
Separándose de Fiona, ambos siguieron hablando.
- Si la llamas así, ¿por qué tanto interés en hablar con ella? Si
se nota que no te interesa.
- Quiero hablar con ella para pedirle perdón, para decirle que no se
merecía que la tratase así y que si le puse los cuernos no fue
porque quería realmente.
- Nathan, la chica no es tonta y no se va a tragar esa historia por
muy bien que la cuentes. Si esa Emma se enteró de que te acostabas
conmigo y con Sandra mientras estabas con ella, normal que no quiera
ni verte. Si lo raro es que no te haya pegado un guantazo como habría
hecho yo.
- Pero vamos a ver Fiona, ¿tú de qué parte estás?
Nathan estaba algo descolocado porque no se esperaba que Fiona se
pusiera de parte de Emma en ese tema, ya que no la conocía de nada.
- Yo no estoy de parte de nadie, te hablo como mujer que soy. Si tú
me hubieras hecho eso yo también me sentiría estafada.
- Pero la diferencia que hay entre ella y tú es que a ti te la suda
que te pongan los cuernos porque no te comprometes con nadie.
- Mira Nathan, mejor cambiemos de tema porque vamos a acabar muy mal
si esta conversación sigue el camino que está tomando.
- Pues entonces dime dónde se encuentra Emma y tema zanjado.
Tras decirle la localización exacta, Nathan se desnudó
completamente y comenzó a tocar su miembro mientras se tumbaba en la
cama. Mirándolo desde su sitio, Fiona sonrió.
- No tienes remedio Nathan. Pareces un mono moviendo tu mano tan
rápido jajaja.
- Déjate de palabrerías y ven coño, que he estado esperando esto
mucho tiempo.
Aceptando la propuesta, Fiona se desnudó y comenzó a recibir las
duras embestidas de Nathan. En comparación a las de Conrad, se
notaba la falta de vitalidad que éste tenía y Fiona no pudo evitar
disfrutar mucho más del sexo con Nathan que con su actual pareja.
Una vez que todo terminó, un Nathan más relajado y tranquilo se
quedó mirando embobado a Fiona.
- ¿Por qué me miras así Nathan? ¿Todavía tengo semen en la cara
o qué?
- No, simplemente pensaba en que te he echado mucho de menos…
- Uy, tú no te estarás enamorando de mí, ¿no?
- Para nada Fiona, ya me conoces que no me comprometo con nadie.
- Dijo el tío cuya novia tiene 18 años y está preñada de ti.
Acercando la cabeza de Fiona suavemente a la suya, Nathan besó
dulcemente los labios femeninos antes de vestirse e irse del hotel.
Al día siguiente, Emma se encontraba viendo en la tele un programa
de citas a ciegas donde dos personas se conocían y tenían cinco
minutos para conocerse y, si se gustaban, tenían que pedir una
segunda cita.
Por su parte, Barry se había comprado un portátil en el que poder
jugar a su juego favorito de nuevo, pero esta vez sin hacer ningún
directo, sólo por amor al arte, como había estado haciendo toda su
vida.
En un momento dado, Nathan llegó hasta la casa de Emma y llamó a la
puerta, viéndola sentada frente a la tele.
En cuanto Emma se levantó y miró hacia la puerta, una descarga
eléctrica le recorrió el cuerpo y su expresión facial cambió al
instante.
- ¿Qué haces aquí? ¡Fuera!-dijo Emma sin abrirle la puerta-.
- Emma, déjame hablar contigo, sólo serán dos minutos.
- Ya me dijiste lo suficiente con tu forma de actuar, así que no
quiero saber nada más de ti.
- Por favor, sé razonable y ábreme la puerta.
Nathan se mantenía fuera de la casa intentando convencer a una Emma
que seguía empeñada en no dejarlo entrar.
- ¡Que te marches Nathan! Además, ¿cómo has sabido que vivo aquí?
- Déjame entrar y te lo explico todo, por favor.
- ¡Que no! ¡Márchate de una puta vez!
- Emma, si no me dejas entrar por las buenas voy a entrar por las
malas…
- ¡Ni se te ocurra o llamo a la policía!
A Emma no le estaba gustando nada el tono de la discusión y en ese
momento echaba de menos a sus hermanos, pero allí se encontraba sola
y no tenía la ayuda de nadie.
- ¡Que me dejes entrar Emma!
- ¡No!
- ¡Déjame entrar joder!-gritó Nathan intentando forzar la puerta-.
Tras unos pequeños forcejeos, Nathan consiguió abrir la puerta y
los gritos de Emma se convirtieron en un silencio sepulcral…
- Emma, sólo quiero hablar contigo.
- Nathan… Vete,-dijo Emma asustada comenzando a retroceder-.
- Tranquila Emma, sólo quiero hablar contigo como dos adultos hechos
y derechos así que sentémonos y charlemos como siempre hemos hecho,
¿de acuerdo?
- Nathan… Vete de mi casa, por favor.
- No me iré hasta que no me escuches de una vez por todas. Esta vez
no están tus hermanos ni tu padre para defenderte, así que tendrás
que escucharme te guste o no,-dijo Nathan acercándose a ella-.
- ¡Que alguien me ayude! ¡¡SOCORRO!!-comenzó a gritar Emma
acordándose en ese momento de su vecino-. ¡¡¡BARRY!!!
Al escuchar ese fuerte grito, Barry dejó de mirar la pantalla
creyendo haber escuchado la voz de su vecina llamándolo justo cuando
Emma volvió a gritar su nombre.
Saliendo de la casa tal y como estaba, Barry cruzó la valla
corriendo hasta la casa de Emma justo cuando vio a un hombre dentro
al que no había visto nunca.
- ¡Eh!-gritó Barry acelerando el paso-.
CONTINUARÁ…
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