miércoles, 12 de agosto de 2020

Capítulo 22 || Doble o nada

 Chocándose las manos, Alí le hizo otra pregunta a Rigoberto.

- Oye Berto, ¿tú tienes trabajo ahora?

- Sí, soy el informático que arregla los ordenadores en un bufete de abogados.

- ¿Y qué haces allí?

- Me tienen todo el día de un lado para otro porque no tienen ni puta idea de informática. Harto me tienen.

- ¿Y qué me dirías si te comento que podrías ganar 3000€ al día?

- Pues que estás soñando.

- No, amigo mío, es una realidad. Si quieres, son tuyos…


 Tras pensarlo unos momentos, Berto aceptó.

- Peor de lo que ya estoy no creo que pueda estar, así que no tengo nada que perder.

- Esa es la actitud, Berto. Te aseguro que no te arrepentirás.


 Luego, sentándose junto a Esmeralda, Alí habló con ella.

- ¿Te ha gustado el trío?-preguntó Alí-.

- Si te dijera que no mentiría… Pero es que el embarazo me tiene todo el día más cachonda que una perra.

- No te preocupes, tengo cuerda para rato contigo…

- Oye, ¿qué le estabas diciendo a nuestro nuevo amigo sobre lo de 3000€ al día?

- Anda mira, ¿tú también estás interesada?

- Todo lo que sea ganar dinero contante y sonante siempre me va a interesar.

- Entonces tú también estás dentro. Lo malo va a ser que no tenemos sitio para reunirnos…

- Si queréis podemos irnos a mi apartamento,-intervino Berto-.


 Aceptando, Berto, Alí y Esmeralda se fueron hasta la casa del primero.

- Es un poco pequeño, pero creo que para nosotros tres es suficiente,-dijo Berto-.

- No podemos ser tres, necesitamos al menos dos personas más.


 Entrando en la casa, Berto se la mostró a sus invitados.

- Esta es. Salón, cocina, cuarto de baño y una sola habitación.

- Tenías razón,-dijo Alí-.

- ¿En qué?

- Es pequeña.

- Ya te lo dije…

- No importa. Ahora mismo nos valdrá para comenzar.


 Dirigiéndose a Berto, Alí comenzó a explicarle sus funciones.

- Tú serás el encargado de buscar a nuestras víctimas. A ser posibles que sean hombres ricos, que viajen mucho por trabajo y tengan un gran patrimonio económico. Lo que haremos será crear una empresa fantasma y engañarles de forma que hagan un trato multimillonario con nosotros. Cuando tengamos el dinero, desapareceremos sin dejar rastro. ¿Te ves capaz?

- No creo que haya problema. Ah, por cierto, voy a llamar a unos amigos a los que le puede interesar el tema.

- ¿Son de fiar?

- Sin duda. No nos fallarán.


 Interviniendo en la conversación, Esmeralda le hizo una pregunta a Alí.

- ¿Y yo qué tengo que hacer?

- Tú serás nuestro enlace o más comúnmente conocido como el cebo. Ese tipo de hombres se caracterizan por acostarse con sus secretarias, follarse prostitutas y ponerle los cuernos a sus esposas, a quienes mantienen felices dándole caprichos y dinero a espuertas. Pues tú vas a ser el cebo para todos ellos. Los seducirás y harás lo que haga falta para que te regalen cosas, te den dinero… Y todo eso será para nosotros.


 Pocos minutos después, el timbre de la casa sonó y Berto abrió la puerta.

- ¡Miguel! Me alegro de verte.

- ¿Qué quieres Berto? Tiene que ser algo muy importante como para que me saques de la cama tío.

- No seas cascarrabias tío, que te vas a morir antes de tiempo. Pasa, que te tengo que presentar a unos amigos.


 Pasando al salón, el tal Miguel vio a Alí.

- ¿Tú quién eres?

- Me llamo Alí Köpek y Berto me ha dicho que eres un tipo de fiar.

- Depende de para qué…

- Estoy formando una banda, todos tendrán una función diferente pero nos complementaremos a la perfección, como un equipo de fútbol.

- ¿Y qué tendría que hacer?

- ¿A qué te dedicas?

- Soy cajero en un supermercado, pero en realidad soy mecánico.


 Escuchando el ascensor, Berto salió y recibió al último amigo al que había llamado.

- Bienvenido,-saludó Berto-.

- ¿Qué pasa tío? Me ha extrañado que me llamases a estas horas, ¿ocurre algo?

- Sí y estoy seguro de que no te va a defraudar.

- ¿De qué se trata?

- De dinero contante y sonante…


 Cuando aquel tipo entró y vio a Alí, se frenó en seco.

- ¿Qué hace este tío aquí?-preguntó el recién llegado-.

- Jonathan,-dijo Berto-. Este es Alí y…-comenzó a decir antes de ser interrumpido-.

- Sé quién es este cabrón, lo que quiero saber es qué hace este tío en tu casa.

- Verás Jonathan,-dijo Alí-. Mi antigua banda desapareció y estoy formando una nueva.


 Dándose la vuelta sin escuchar ni una palabra más, Jonathan quiso marcharse, pero Berto se puso en medio.

- Me voy Berto, quítate del medio.

- Venga hombre, ¿te vas a rajar?

- No quiero saber ni tener nada que ver con un tío que se dedica a pegar palizas, destruir locales o matar a peña si no paga lo que debe.

- Piensa que, si te unes a nosotros, estarás en su equipo.

- Que no Berto. Déjame que me vaya.

- ¡Menudo gallina!-gritaron desde el final de la casa-.


 Mirando a Berto seriamente, Jonathan le hizo una pregunta.

- ¿Quién más hay aquí?

- Estamos tú, Alí, una chica preciosa a la que me acabo de follar que se llama Esmeralda, Miguel y yo.

- ¿Miguel? ¿Miguel qué?

- Miguel Heredia.


 El tal Miguel Heredia y Jonathan Montoya eran miembros de familias de clanes rivales y no se podían ver. De hecho, la policía había tenido que intervenir en numerosas ocasiones a causa de enfrentamientos armados donde miembros de ambas familias habían resultado heridos o muertos.


 Volviéndose, Jonathan fue en busca de Miguel.

- Tú…-dijo Jonathan-.

- ¿Qué tal tío?-saludó Miguel-. ¿Cómo está tu primo Moisés?

- ¡Ni se te ocurra pronunciar su nombre, hijo de puta!


 La tensión se palpaba en el aire y Alí miraba aquello con una sonrisa mientras hablaba con Berto.

- Tienen garra y pasión,-dijo Alí-.

- Son muy buenos. Miguel es uno de los mejores mecánicos que conozco y a Jonathan ya lo conoces.

- Sí, pero háblame de él.

- Antes de abrir ese club, se dedicaba a organizar peleas clandestinas para ganar dinero y era el mejor. Era conocido como “El torito Montoya”.


 La discusión entre Miguel y Jonathan continuaba.

- ¡Mataste a mi primo!-gritó Jonathan-.

- ¡Y tú a mi tío!

- Porque él mató a mi abuelo…

- ¡Claro! ¿Qué querías que hiciera si mandasteis a mi hermano al hospital?


 Notando que la conversación estaba subiendo de tono, Alí borró su sonrisa.

- Debí haberte matado cuando tuve ocasión Miguel,-dijo Jonathan-.

- No tienes lo que hay que tener. Tú sólo no tienes las suficientes agallas para matar…

- ¿No? ¿Eso crees?

- ¡Por supuesto! Tú si no estás rodeado de tus primos, tus hermanos y tus padres no eres nadie, Jonathan. Eres un mierda.

- ¡Ven aquí!-gritó Jonathan agarrándole de la sudadera-.


 Interviniendo, Alí separó a los muchachos y se colocó en medio.

- ¡Ya basta! Los dos habéis matado a miembros de las familias contrarias, muy bien. Pues dejemos estas viejas rencillas atrás. Estáis en paz, ¿de acuerdo?

- Pero…-dijo Miguel-.

- ¡Se acabó!


 Sentándose, Miguel miró a Jonathan.

- Siento mucho lo que le hice a tu primo…


 Mirándolo todavía con un cabreo considerable, Jonathan respondió a las disculpas de su rival.

- Está bien… Yo siento lo de tu tío.

- Entonces… ¿Estamos en paz?

- En paz,-sentenció Jonathan-.


 Aplaudiendo, Alí se alegró de que hubieran hecho las paces.

- Genial, ahora hablemos de vuestro oficio dentro de esta banda. Yo como jefe seré quien coordine todo, quien mantendrá el orden y también el que organizará las fiestas y orgías, que os conozco, cabrones…

- No,-dijo Jonathan-.

- ¿No qué?-preguntó Alí-.


 Agarrando del cuello a Alí, Jonathan apretó con todas sus fuerzas y comenzó a asfixiarlo.

- No voy a formar parte de esta sucia banda y mucho menos contigo. Ahora me voy a cobrar todo el daño que me has hecho a mí y a mi familia, hijo de puta.


 Apretando más fuerte todavía, Jonathan acabó soltando a Alí cuando notó que dejaba de luchar y de moverse tanto como antes. Quitando sus manos del cuello masculino, Alí cayó al suelo sin vida.


 En ese momento, una fría brisa despertó a Alí. Se encontraba en ropa interior frente a la discoteca a la que había asistido y completamente desconcertado.


 ¿Qué hacía allí? No estaba seguro, de lo que sí era consciente era del fuerte dolor de cabeza que tenía. ¿Y ese sueño? ¿Por qué había soñado algo así? Todo era muy confuso…  


 Levantándose y dándose cuenta de que estaba semidesnudo, Alí intentó pensar en lo que había pasado. Lo último que recordaba era levantarse de la barra tras beber su última copa y caerse en la pista de baile… ¿Habría perdido el conocimiento en ese momento? Seguramente… Y algún desalmado aprovechó su estado para robarle la ropa y el dinero que llevaba encima.


 Tal y como estaba, Alí puso rumbo hacia su casa mientras tiritaba de frío. El otoño estaba cerca y las temperaturas habían bajado considerablemente, por lo que no podía perder demasiado tiempo en llegar a casa.  


 Por todo el camino, Alí le estuvo dando vueltas al sueño. ¿Realmente querría eso en su vida? Durante la época que pasó con Ralph y su banda, ¿fue feliz? ¿Por qué necesitaba adrenalina? ¿Por qué ese afán de violencia? La única conclusión a la que había llegado Alí era que se sentía completamente roto por dentro.


CONTINUARÁ…


No hay comentarios:

Publicar un comentario