domingo, 23 de agosto de 2020

Capítulo 5 || Doble o nada (Temporada 2)

 Alzando la ceja, la comisaria siguió haciendo su trabajo.

- No tengo tiempo para tonterías Welling. Cierre la puerta al salir…

- ¡Pero le estoy diciendo la verdad! Mató a mi hermano.

- Agente Welling, su hermano se mudó y salió del país hace años. Usted mismo nos lo dijo, ¿a santo de qué viene diciéndome que su hermano está muerto?

- Pero comisaria.

- ¡Váyase!


 Mirándola seriamente, Tim permaneció inmóvil en el despacho de la comisaria.

- ¿No me ha oído? Salga de mi despacho.

- Se arrepentirá de esto,-sentenció comenzando a salir-.

- ¡Agente Welling! ¿Eso es una amenaza?


 Cerrando la puerta, Tim bajó las escaleras sin hacer caso a la comisaria y, llegando abajo, Vidal le preguntó lo que había pasado mientras que Alí entraba en la habitación.

- ¿Qué ocurre Tim?

- Ya sabes, lo de siempre Enrique. Esa furcia lleva sin follar toda su puta vida y lo tenemos que pagar los de siempre.

- Jajajaja, cómo lo sabes.


 Después de que Arturo le enseñase todo lo que debía hacer Alí paso por paso, le dejó a sus quehaceres mientras él seguía con lo suyo. Alí sabía que el papeleo no lo quería nadie, pero si quería ser un buen policía, debía hacer todo lo posible para tener una hoja de servicios impecable.


 Horas más tarde, en la residencia de mayores, Ekrem jugaba al ajedrez con Roberto mientras comentaban la partida.

- Me tienes contra las cuerdas, Roberto.

- Son muchos años jugando hijo…


 Pero Ekrem no se daba por vencido y lo seguía intentando.

- Con esto salgo del jaque…

- Muy buena jugada, pero no te servirá de nada porque te has dejado este flanco libre y ahora con este movimiento… Jaque mate.

- Pero… Joder. Me has vuelto a ganar Roberto.


 El resto de los mayores jugaban a las cartas junto a Silvia, quien se había unido a ellos ya que, a Lucía, le apetecía más leer que echar una partida de cartas en ese momento.

- No sé si sacar esta carta,-decía Chen-.

- Saca esa o la que sea,-replicó María-, pero saca una maldita carta. Que llevamos cinco minutos esperando a que saques alguna.

- Venga Chen, debes darte algo más de prisa,-intervino Silvia-. Los demás también queremos jugar.


 Sentándose en el sofá, Roberto quiso saber más de Ekrem.

- Bueno, cuéntame más de ti.

- Tampoco hay mucho que contar… Tengo 24 años, tengo un hermano gemelo y vivo en casa de unos amigos de mi tía.

- ¿Y tus padres?

- Oh, mis padres… murieron cuando era niño. Apenas tengo recuerdos de ellos.

- Es una lástima, estoy seguro de que estarán orgullosos de ti allá donde estén. Si te sirve de consuelo, yo también lo estoy y te considero como mi propio hijo.


 Mirando a aquel anciano con una clara expresión de sorpresa, Ekrem no sabía qué decir ante aquellas palabras.

- Vaya Roberto, yo… No sé cómo agradecértelo.

- No tienes por qué hacerlo. Quien tiene que darte las gracias soy yo a ti por todo lo que estás haciendo por mí.

- Es mi trabajo, Roberto.

- Lo sé, pero tú también sabes que la forma en que me tratas y me cuidas no es tanto como la de un cuidador, sino como la de un hijo o un nieto si me apuras.


 Sonriendo, Roberto siguió hablando con Ekrem.

- Por eso el otro día tomé una decisión y le pedí a Silvia que me acompañase a un sitio.

- Ah, no me ha comentado nada.

- Esa era la idea, que no te dijese nada para que yo te diese la gran noticia.

- ¿Y qué noticia es esa?

- Te he puesto como beneficiario en mi testamento.


 Quedándose en completo estado de shock, Ekrem no creía lo que estaba escuchando.

- ¿Es una broma?

- Para nada hijo. Te he dejado todo mi capital económico en un 90%, el otro 10% se lo he dejado a Silvia y mi antigua casa que se la repartan los buitres de mis hijos.

- Pero Roberto, no puedes hacer eso.

- Puedo y lo he hecho, así que no quiero ni una palabra más al respecto a no ser que sean las gracias. He querido dejarlo por escrito para que no haya más problemas de los que te encontrarás, porque los tendrás. Conozco a mis hijos y te van a poner las cosas muy complicadas.


 Ese mismo día, ya caída la tarde, Agatha se encontraba en un club en muy buena compañía y bastante acaramelada.

- ¿Estás seguro?-preguntaba ella-.

- No sé… La directora también está bastante bien…

- Serás…


 Riéndose ante el comentario de él, Agatha se acercó y besó su boca.

- Te quiero Yemba.

- Y yo a ti, Agatha. Nunca me habría llegado a imaginar que una mujer 10 años mayor que yo llegaría a enamorarse de un tipo como yo.

- Créeme, me resistí más de lo que piensas, pero entraste en mi vida de una forma que arrasaste y me dejaste con el corazón ansioso de amarte.

- Y yo creí estar en una de las películas en las que tú y yo trabajamos…


 Tras el beso, Yemba le hizo una pregunta a Agatha.

- ¿Cuándo le dirás lo nuestro a tu familia? Tengo ganas de conocerlos.

- ¿De verdad?

- Por supuesto. Yo te quiero y me encantaría formar parte de tu vida y de tu familia Agatha. No hay nada que desee más en la vida que eso.

- Pues entonces no perdamos más tiempo. Hoy mismo iremos a contárselo.

- Esto hay que celebrarlo,-dijo Yemba levantándose-.


 Mirándolo alejarse, Agatha no sabía qué estaba haciendo aquel chico.

- ¿A dónde vas?

- A pedir una copa para los dos.


 Levantándose, Agatha se acercó a Yemba y, sacando su móvil, comenzaron a sacarse fotos en todas las posturas y posiciones posibles para retratar ese momento tan mágico que se había creado.


 En casa, el ambiente era más que distinto, ya que Emel había llevado a Jonathan, su novio, a su casa para presentarle a su familia. En cuanto Jonathan vio a Ekrem, creyó que era Alí y miró a Emel sorprendido. ¿Estaba saliendo con la prima de aquel mafioso? Pero Ekrem salió en su ayuda y le explicó todo calmándolo.

- ¿Y quieres que me crea que ahora Alí es policía y que está totalmente limpio?-preguntaba Jonathan-.

- Te lo prometo, mira,-dijo Ekrem enseñándole una foto de Alí vestido de policía-.

- Si no lo veo no lo creo.

- Pues créelo porque mi hermano es un hombre nuevo. Dejó atrás toda esa vida de inmundicia y perdición y se reformó completamente. Ahora es feliz siendo agente de policía y se ha independizado en su propia casa.


 Ekrem era consciente de lo importante que era Jonathan para su prima, por lo que la ayudaría en todo lo necesario.

- Pues, si lo que me cuentas es cierto Ekrem, me alegro mucho. Ponte en mi lugar, me enamoro de Emel, una chica estupenda, cariñosa, simpática, graciosa… Y luego me entero de que es prima de un mafioso con el que tuve problemas, ¿sabes?

- Ya, ya. Te entiendo, créeme. Pero ahora lo que importa es que eres parte de la familia, que ambos os amáis y que seréis muy felices juntos.


 A todo esto, Loreen revisaba qué tal llevaba la cena su hermana.

- ¿Cómo van esas hamburguesas Violet?

- Muy bien, ya están todas listas.

- Estupendo, vamos a servirlas porque estamos muertos de hambre.

- Yo igual, que llevo oliendo a carne desde hace un rato y me ruge el estómago.


 Yendo al comedor llevando el plato de hamburguesas, Loreen le confesó algo a Violet.

- Nunca te lo he dicho lo suficiente, Violet, pero estoy muy orgullosa de ti, de la mujer en la que te estás convirtiendo.

- Vaya, gracias Loreen. ¿A qué viene este ataque de sinceridad?

- Pues viene a raíz de que no soy consciente de lo responsable que eres. Has publicado tu propio libro y está teniendo bastante éxito, has luchado sin parar hasta conseguir el cuerpo que deseabas… Y encima has tenido que aguantar los insultos de una hermana mayor que sólo se preocupaba por ella. Te quiero mucho Violet.

- Y yo a ti también, Loreen.


 Tras cenar, Ekrem y Emel recogieron los platos y después se sentaron todos juntos a charlar. El ambiente era bastante ameno y distendido. Jonathan había conseguido relajarse y ya era consciente de que lo que le había dicho Ekrem antes era verdad. Ahora se encontraba rodeado de gente buena, cabal y simpática.


 Con los nervios a flor de piel, Agatha llegó a su casa acompañada de Yemba, quien la trataba de tranquilizar.

- Tienes que relajarte cariño. Todo va a salir bien.

- Eso espero porque… Eres muy importante para mí y la última pareja que tuve fue… complicada y no quiero que, por esa mala experiencia, no te acepten como te mereces.

- Yo estaré bien. Así que adelante Agatha, respira hondo.


 Escuchando alboroto en el comedor, Agatha entró después de suspirar.

- Buenas noches a todos.

- ¡Buenas noches mamá!-saludó Violet-.

- Agatha, este chico es Jonathan,-dijo Emel señalándolo-. Es mi novio…

- Vaya, al fin conozco al chico que le ha robado el corazón a una de mis niñas. Bienvenido a la familia guapo.

- Muchas gracias Agatha…

- Veréis,-dijo la propia Agatha-, yo también tengo que deciros algo… Y es que tengo novio.

- ¿Cómo?-preguntó Loreen asombrada-.

- ¿No te habías dado cuenta?-le dijo Violet a su hermana-. Si lleva un tiempo que no para en casa y se queda pensativa mientras se le cae la baba…

- Eso es,-afirmó la madre de familia-. Lo que quiero deciros es que… está tras esas puertas.


 Entrando, Yemba saludó a todos y se sentó en una de las sillas de la mesa mientras todos respondían al saludo. Ekrem, queriendo conocer más de Yemba para que no se sintiera un extraño, comenzó a hablar con él.

- ¿Qué tal Yemba? Yo soy Ekrem.

- Ah sí, tú eres el muchacho que Agatha acogió, ¿cierto?

- Sí, ese soy yo. Esta es mi prima Emel y bueno, falta mi hermano Alí, pero él no vive con nosotros.

- Ah sí, Alí es el policía, ¿no?

- Vaya, estás al día.

- Por supuesto. Agatha es muy importante para mí y desde el principio he querido saber todo de vosotros.


 La conversación era bastante agradable y todos aceptaron de buen grado a Yemba. En comparación con Ralph, se le veía un chico bastante agradable, sincero y que demostraba un gran amor por Agatha, quien no le quitaba ojo de encima. Todos notaron que se había enamorado profundamente de él y ver a Agatha feliz era maravilloso.


 Esa noche, terminando su turno, Alí subió a cambiarse de ropa justo cuando se encontró a Tim en el vestuario con cara de pocos amigos.

- Buenas noches Tim, ¿qué tal te ha ido el día?

- ¿De qué vas Alí?

- ¿Perdón?

- ¿Te crees que porque han pasado 3 años y pico y ahora llevas una placa eres mejor hombre? De eso nada, sigues siendo el mismo niñato de mierda que mató a mi hermano.

- ¿Te crees que no me arrepiento cada día por lo que hice?


 Levantándose, Tim siguió con su retahíla.

- ¿Y de qué me sirve que te arrepientas por lo que hiciste? Eso no me traerá de vuelta a mi hermano.

- Lo sé y créeme que ojalá existiera alguna posibilidad de cambiar el pasado y no matarlo. En ese momento estaba cegado por el odio y las malas influencias de de Ralph y su banda.

- Ralph y su banda… Esos son otros que no aparecen por ningún lado. ¿También los mataste como hiciste con mi hermano?


 En aquella ocasión, Alí alzó la voz y contestó a Tim.

- ¡Yo no maté a nadie! ¿Te tengo que recordar que, por culpa de que el capullo de Jacomo y por tu culpa, Aarón casi me mata a mí? Querían matar a mi hermano, pero Aarón se confundió y casi acaba conmigo. Yo desaparecí, me cuidaron y me recuperé. Cuando pude volver a casa ellos ya no estaban.

- Vaya, qué casualidad… ¿Y tú no tuviste nada que ver en todo eso?

- Te juro que no.

- ¡Mientes!


 Y sin pensárselo, Tim le soltó un puñetazo a Alí que captaron las cámaras de seguridad.


 Apenas un minuto después, la comisaria en persona apareció por allí llamando la atención.

- Welling, Köpek, los dos a mi despacho.

- Comisaria,-comenzó a decir Tim-.

- ¡AHORA!


CONTINUARÁ…


No hay comentarios:

Publicar un comentario