domingo, 16 de agosto de 2020

Capítulo 1 || Doble o nada (Temporada 2)

 Con el paso de las semanas, Agatha retomó el contacto con su agente y le pidió volver a la pantalla, ya que quería actuar de nuevo. Con la edad que tenía, sabía que era complicado encontrar un papel que le encajase bien, pero no había que perder la esperanza. Poco tiempo después, consiguió un papel en una serie haciendo de la típica suegra malvada y, por suerte, la serie obtuvo bastante éxito y los ingresos se multiplicaron en casa. Con dichos ingresos, aprovecharon para reformar la vivienda y cumplir uno de los sueños que Agatha tenía desde hacía cierto tiempo: quitarse los rellenos de su cuerpo.

No había día en que no se acordaran de Alí, ya que nadie tenía noticias de él y, tras el paso de tres años, todo seguía igual. Aunque nadie lo decía verbalmente, todos pensaban que no volverían a ver a Alí nunca más…  


 Uno de esos domingos fríos de invierno, Ekrem salió del baño para volver a meterse en su habitación a estudiar cuando creyó escuchar ruido en la terraza.


 Saliendo, Ekrem pudo ver sentada a Agatha.

- Ey, ¿qué haces aquí fuera con el frío que hace Agatha?

- Ah pues nada, estudiando un poco el guion de mi personaje para la temporada que viene.

- Cierto, que vi el otro día anunciado que habéis firmado por dos temporadas más, enhorabuena.

- Muchas gracias guapo.


 Sentándose a su lado, Ekrem quiso saber más sobre su personaje.

- ¿Va a seguir siendo Amelia tan hija de puta como en esta temporada?

- Yo diría que más,-contestó Agatha-.

- ¿Pero es eso posible?

- Uh, ya te digo yo que sí jajaja.

- Pues madre mía, te vas a hacer odiosa para la gente.

- Eso significará que hago una buena interpretación.

- Cierto, ahí tienes toda la razón.


 Y, tomando la palabra, Agatha habló en ese momento.

- Lo mejor que pude hacer fue quitarme la silicona del culo, de las tetas y el bótox de los labios. Ahora estoy mucho más natural y puedo hacer más papeles que los de antes con la silicona puesta. ¿Te conté alguna vez que me contactó una productora porno para trabajar con ellos como actriz MILF?

- Venga ya, eso no me lo has dicho.

- Uh, pues sí Ekrem. Me decían que daba el perfil para hacer muchas escenas con ellos como la típica madre que se acuesta con su hijastro y cosas así. Quita, quita. Yo soy actriz de series o películas, no una actriz porno.

- Así me gusta, que seas fiel a tus principios.

- Bueno, te dejo que voy a seguir estudiando.

- Vale, yo voy a seguir con lo mío también.


 Entrando en su habitación, Ekrem vio a Violet pegada al ordenador.

- ¿Ya estás escribiendo otra vez?-preguntó Ekrem-.

- Acabo de tener una ideaza para mi próxima novela y la estoy apuntando antes de que se me olvide. ¿Tú como estás?

- Bien, sin ganas de estudiar pero bien…


 Levantándose de la silla, Violet besó a Ekrem pensando en que ya llevaba casi dos años compartiendo habitación con su novio. Para ambos era fantástico poder dormir abrazados y sentir el cuerpo del otro pegado al suyo. Era magnífico sentirse amado y apoyado.


 Agatha, mirando la hora, se dio cuenta de que el capítulo de la serie donde ella salía estaba a punto de comenzar, por lo que entró en la habitación de su hija Loreen.

- Hija, el capítulo va a empezar.

- Ostras, es verdad. Termino esto y voy…

- ¿Qué haces?

- Enviar la solicitud para presentarme al casting para una película. A ver si tengo suerte y me cogen…


 Pocos minutos después, Loreen entró en la nueva habitación de Emel, quien se había quedado con el viejo cuarto de Violet.

- Nena, la serie va a empezar.

- Uf bien, así descanso un poco la vista de tanto ordenador.

- ¿Qué tal llevas los exámenes?

- Creo que bien… Nunca creí que Psicología fuera tan complicada de estudiar…


 Saliendo de su habitación, Emel vio a su primo junto a Violet.

- ¿Cómo están los tortolitos?

- Bien,-contestaron ambos-.

- A ver con qué nos sorprende hoy nuestra Amelia,-dijo Emel haciendo referencia al personaje de Agatha en la serie-.


 Abajo, Loreen le hizo una pregunta a su madre.

- Oye mamá, ¿crees que nos gustará este capítulo?

- Yo creo que me odiaréis un poco más que ayer pero menos que mañana jajaja.


 Una de las reformas que habían hecho en la casa era la sala de estar, ya que la habían convertido en una especie de cine donde colocaron cómodas butacas para sentarse frente a una gran pantalla para ver todo en la máxima resolución. Pese a que no supiesen nada de Alí, compraron una butaca de más que siempre estaba vacía…  


 De repente, la puerta de entrada se abrió y esa persona se quedó completamente asombrada.

- Wow, ¿pero qué ha pasado aquí? Parece otra casa…


 Acercándose a la chimenea, ese tipo pudo apreciar que el color de las paredes era diferente, al igual que el tapizado de los muebles y la chimenea, que estaba renovada también.

- Qué guay está todo…


 Escuchando ruido, Violet miró hacia la puerta con una expresión seria. ¿Serían imaginaciones suyas? Pero esa pregunta quedó rápidamente respondida cuando la puerta hacia esa sala se abrió.


 Violet no se lo podía creer… ¿Estaban viendo bien sus ojos? Mirando a su derecha, vio a Ekrem para luego volver a mirar a quien acababa de entrar.

- ¿Alí? ¿Eres tú?


 Girándose todos y mirando hacia la puerta, el mismísimo Alí saludó a los allí presentes.

- Hola familia. Me alegro de veros.


 La primera en correr a abrazarlo fue Violet, quien zarandeó a su cuñado de un lado a otro alegremente.

- ¡Alí! Creíamos que no volveríamos a verte. ¿Cómo estás?

- Ahora puedo decir que muy bien. Tú estás fantástica… Vaya, qué tipazo se te ha quedado Violet.

- Ay, muchas gracias Alí.


 Todos los demás se levantaron también y comenzaron a avasallar a preguntas a Alí, quien se sentía abrumado y no podía responder a todos a la vez.


 Pero Ekrem, en silencio, miraba a su hermano mientras que éste intentaba contestar todas las preguntas. Sabía que Alí volvería siendo la persona que quería y ahí estaba, tres años después, pero lo había conseguido y no había dudado de él en ningún momento.

- Bueno familia,-decía Alí-, ¿por qué no nos vamos fuera y charlamos tranquilamente? Os resolveré todas vuestras dudas.


 Haciéndole caso al recién llegado, todos marcharon hacia los sillones y se sentaron junto al calor del fuego de la chimenea.

- ¿Qué tal estás Alí?-preguntó Ekrem-.

- Pues muy bien, la verdad es que estoy mejor que nunca.

- ¡Cuéntanos!-pidió Loreen-. Nos tienes en ascuas a todos.

- ¡Sí!-respondieron los demás-.


 Quedándose algo más serio, Alí respiró hondo y comenzó a relatar.

- Cuando me fui de aquí, viajé de autobús en autobús sin saber muy bien a dónde llegaría, incluso anocheció y yo seguía metido en un autobús hasta que, al bajar de uno de ellos, el lugar me llamó la atención. No tenía ni idea de cómo se llamaba ese sitio, pero sabía que era un pueblo pequeño por la arquitectura de las casas y la forma de ser de las gentes de allí. Estuve andando por sus calles hasta que di con una pensión y me alquilé una habitación individual para mí solo y luego me puse a recorrer sus calles, prestando atención en todos los detalles hasta que llegué a la calle principal del pueblo. Allí estaban todos los bancos, bares y las empresas más importantes reunidas pero, metiéndome por un pequeño callejón, fijé la vista en un pequeño cartel que se iluminaba. Ahí ponía “Gloria Martínez, terapeuta emocional” y, como si de un palpito fuera, sentí que debía entrar ahí.


 Violet escuchaba atentamente el relato de su cuñado mientras que lo miraba y era consciente del gran cambio físico que había dado. Lo veía mucho más repuesto y, sobre todo, alegre.

- Cuando entré en el edificio,-continuó contando Alí-, tuve que subir hasta el segundo piso por las escaleras porque la consulta estaba en un bloque de apartamentos sin ascensor. Allí me encontré a un muchacho sentado tras una mesa y me preguntó si tenía cita, le dije que no, que me había sentido atraído por el letrero y que por eso había subido. De repente, una de las puertas se abrió y salió una muchacha rubia vestida con una bata blanca que le dijo al chico de la mesa que su cita de las 11 se había cancelado. En ese momento, intervine y me presenté. Le dije a esa chica que acababa de llegar al pueblo y necesitaba hablar con alguien de mis problemas. Mirándome de arriba abajo con el ceño fruncido, la chica aceptó recibirme y me hizo pasar a la sala.


 Emel comenzó a sonreír en ese momento. En su cabeza empezó a fraguarse la idea de que aquella chica acabó teniendo algún tipo de relación sentimental con Alí, pero aún era pronto para saberlo.

- La sala me sorprendió,-dijo Alí-, ya que no era la típica de un terapeuta con las paredes blancas estilo hospital, sino que estaba muy bien decorada y parecía más un salón de una casa que una sala de terapia. Allí la muchacha me preguntó qué era lo que me pasaba y fue entonces cuando le conté todo desde el principio, empezando por el asesinato de mis padres hasta el momento en el que me bajé del autobús. Tras contarle todo, la muchacha miró su reloj y me dijo que había otra persona esperando pero que, cuando saliese, le diese mis datos al muchacho de la puerta y que con mucho gusto me recibiría lo más pronto posible y así hice. Al cabo de un par de días me encontré con la terapeuta tomando un café en el bar del pueblo, saludándome, me invitó a tomar algo mientras me preguntaba sobre qué opinión tenía del pueblo.


 Loreen estaba completamente concentrada en el relato de Alí y apenas pestañeaba mientras que su imaginación volaba y podía ver mentalmente lo que él estaba contando.

- Al final, nos tiramos toda la tarde hablando y charlando tanto del pueblo, como de ella e incluso de mis cosas…-contaba Alí-. Justo cuando se levantó para pagar e irse, se quedó un momento en silencio y me propuso ir a su consulta. Sabía que era casi de noche pero al igual que yo, ella había sentido el palpito de ayudarme en ese momento y así hicimos. Nos fuimos a su consulta y nos tiramos allí sacando mi mierda durante toda la noche… Os prometo que nunca he estado tan derrotado y cansado en mi vida como aquel día, pero también fue como mejor me había sentido nunca en ese momento. Prometimos tener consulta cada dos días para atajar pronto mis problemas, solucionarlos y aprender a aceptarlos, principalmente.


 Sin que Alí hubiera terminado de contar su vida durante esos tres años, Agatha ya se sentía orgullosa de él. Nada más había que estar atenta a sus palabras y a la forma de expresarse que tenía Alí para darse cuenta de que era diferente al de antes.

- Total, que nos estuvimos viendo durante más de un año, al principio cada dos días, pero luego una vez a la semana. Encontré trabajo allí en una frutería, ya que la hija del frutero se había casado y marchado con su marido a la ciudad y el pobre hombre necesitaba a alguien en el negocio. Sinceramente, puedo decir que aquel hombre ha sido un padre para mí más que mi jefe. No sé qué tiene ese pueblo, pero allí la mayoría de personas son simpáticas, amables y muy buenas personas.


 Y como si en su interior le estuvieran diciendo que faltaba algo más del relato, Ekrem le hizo una pregunta a su hermano.

- ¿Y ya está? ¿No pasó nada más?

- Pues…-comenzó a decir Alí-. Sí, sucedió algo más.

- ¡Ajá! Lo sabía,-dijo Ekrem-.

- Cómo me conoces…-comentó Alí-. Pues lo que pasó fue que, sin darme cuenta, Gloria fue cancelando nuestras citas esporádicamente hasta que llegó un punto en el que apenas la veía. Yo no entendía el por qué, así que un día la esperé a que saliera de la consulta. Normalmente solía ser puntual, pero ese día tardó algo más y cuando salió, fui a acercarme cuando un chico salió del coche y comenzó a gritar a Gloria y la agarró del brazo con violencia. Como si de una película se tratase, me monté en un taxi y comenzamos a seguir el coche donde se había montado ella con ese tipo. Bajándome a cierta distancia, vi cómo el chico aparcó el coche frente a unos apartamentos y sacó a Gloria con violencia. No pude escuchar con claridad lo que discutían, pero lo que sí pude oír fue el fuerte guantazo que le pegó el muchacho. En ese momento, comencé a correr hacia allí pero, parándome en seco, pensé qué haría cuando tuviera a ese tipo delante. ¿Matarlo tal vez y perder los avances de todo un año? No, tenía que pensar en otra cosa.


 Ekrem se había quedado ojiplático y miró a su hermano con una sonrisa.

- Tío, parece el guion de una película. Bueno, ¿qué hiciste?

- Fui a hablar con mi jefe y le conté lo sucedido, entonces él me presentó a un viejo amigo suyo que fue policía en el pueblo y que estaba retirado. Aquel hombre me dijo que avisase a la policía, allí yo era ya conocido y se extrañaron cuando les comenté lo que habían visto, pero como sabían que no era un chico problemático, me creyeron y me dieron carta blanca para actuar siempre y cuando avisara si se ponían las cosas feas. Durante cuatro largos meses estuve cada tarde espiando a Gloria, aquel tipo fue a recogerla en muchísimas ocasiones pero en todas ellas era el caballero perfecto. Sin embargo, harto ya de esa situación y no conseguir nada, me colé en la consulta para hablar con Gloria y entretenerla. Ella se mostraba nerviosa y quería que me fuera rápidamente, al igual que ella parecía tener prisa, pero yo me mantuve firme y quise acompañarla hasta el portal. Cuando salimos juntos, ese tipo la estaba esperando y llevaba un ramo de flores en la mano, que tiró al suelo cuando me vio y me empujó contra la pared. Gloria empezó a gritar y la reacción de ese tipo fue pegarle un guantazo. Yo, en ese momento, logré darle un rodillazo en el estómago y gritar pidiendo ayuda. Sujeté a ese malnacido y lo tiré al suelo agarrándolo por los brazos mientras yo estaba sentado a horcajadas sobre su pecho. En apenas dos minutos, vino la policía y lo detuvo. Gracias a Dios que fui listo y grabé todo con mi móvil y pudieron acusarlo de agresión. No sabéis la fuerza de voluntad que tuve en ese momento para no cargármelo… Mientras lo sujetaba, se me pasó por la cabeza agarrar su cuello y rompérselo, pero miraba a Gloria y me decía a mí mismo que tenía que demostrarle que me había convertido en una mejor persona.


 Todos se quedaron en silencio durante unos instantes hasta que Agatha hizo una pregunta.

- ¿Y qué pasó al final?

- Resultó que ese chico era el novio de Gloria y tenía antecedentes por malos tratos con su pareja anterior. Gloria se sentía hundida y se echaba la culpa por lo sucedido, pero entonces fue ahí cuando actué yo como terapeuta y la ayudé a que lo denunciase. Después de unas duras semanas, acabé convenciéndola y lo denunció. Al chico lo metieron en la cárcel y ahora Gloria es una mujer libre y completamente recuperada. Bueno, y yo también gracias a ella.

- Y… ¿no hay nada entre vosotros?-preguntó Violet-.

- Estamos trabajando en ello… Todo se andará. Pero de momento tengo la cabeza inmersa en las oposiciones.

- ¿Oposiciones? ¿A qué?-quiso saber Loreen-.

- A policía. Quiero ser agente de la ley.


CONTINUARÁ…


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