sábado, 29 de agosto de 2020

Capítulo 9 || Doble o nada (Temporada 2)

 Alí terminó su turno y se fue a casa sin despedirse de nadie. Ya lo había hecho con Megan, así que no quería ser falso y desearle lo mejor a todos cuando ellos mismos lo pisotearían si pudieran.


 Sonando el timbre de la puerta, Alí se levantó y la abrió encontrándose a Gloria tras ella.

- ¡Buenas!

- Gloria, qué sorpresa.

- ¿Puedo pasar?

- Sí claro. Adelante…


 Haciéndola pasar, Alí le comentó a Gloria la decisión que había tomado de cambiarse de comisaría y que le habían aceptado en ella.

- ¡Pero eso es genial! ¿Estás contento?

- Mucho. Tengo un poco de miedo porque no sé qué me voy a encontrar en esta nueva comisaría, pero Megan me ha dicho que estaré bien allí.

- ¿Megan?

- Sí, la que era mi comisaria. Me dijo que la llamase por su nombre porque ya no era mi superior.

- Ah mira, qué amable por su parte.

- Sí jeje. La parte mala de este cambio es que voy a tener que mudarme.


 Frunciendo el ceño, Gloria le preguntó el por qué debía mudarse.

- ¿Y eso?

- La otra comisaría está mucho más lejos que a la que iba hasta ahora y me pilla a una hora en coche, entonces entre ida y vuelta me voy a pasar más tiempo fuera que en casa y prefiero buscarme algo por allí y estar más cerca.

- Claro, es comprensible. Al fin y al cabo lo que se busca es comodidad.


 Quedándose en silencio, Alí comenzó a sentir un nudo en el estómago y, haciendo de tripas corazón, se acercó al oído de Gloria y le susurró algo.

- ¿Por qué no te vienes conmigo y vivimos juntos?

- ¿Cómo?

- Sí Gloria. Tú… me gustas mucho y no querría alejarme de ti.


 Separándose, Gloria miró sorprendida a Alí.

- ¿De verdad te gusto?

- Sí, mucho. Eres mi primer pensamiento por la mañana y el último antes de cerrar los ojos. Estás todo el día en mi mente y me encantaría poder iniciar una relación contigo.

- ¿Y por qué no me lo has dicho antes?

- Joder, porque eres mi terapeuta y… no quería que pensases que lo que buscaba era aprovecharme de ti.

- Alí, nunca podría llegar a pensar eso de ti.


 Mirándola a los ojos, Alí suspiró enamorado mientras se iba acercando a Gloria más y más cruzando los dedos internamente para que ella no se echase para atrás y le aceptase el beso.


 Finalmente y, tras pararse un momento muy cerca de su boca y mirar a Gloria a los ojos, Alí acabó besándola y las mariposas comenzaron a montar una fiesta en su interior. Todos los sentimientos estaban a flor de piel y no paraba de pensar en que eso estaba sucediendo de verdad.


 Los besos fueron tímidos y suaves al principio hasta que comenzaron a ser más pasionales y fogosos. Agarrándola en brazos, Alí la dejó sobre la cama y allí se desnudaron, contemplándose por primera vez como sus madres los habían traído al mundo. Volviendo a besarse, ambos se tumbaron sobre la cama mientras que sus manos comenzaban a tener un papel más protagonista.


 Tras unos cuantos preliminares, Alí situó a Gloria sobre él para que ella fuese la que llevase las riendas en esa primera penetración. Él era consciente del tamaño de miembro que tenía y no quería ser brusco la primera vez que mantenía relaciones sexuales con Gloria.


 Bajando lentamente y sintiendo el gran miembro de Alí en su interior, Gloria no pudo evitar sentirse gratamente satisfecha a la vez que le invadía un profundo pesar en el que su cabeza le decía que estaba uniendo trabajo y vida personal acostándose con Alí. Por mucho que se sintiese atraída por él, era su paciente… Sin embargo, unas palabras de su compañero de cama la sacaron de sus pensamientos.

- Te quiero mucho Gloria,-declaró Alí-.


 Tras un apasionante rato de sexo, Gloria y Alí acabaron extenuados y agotados. Tumbándose desnudos sobre la cama, Alí volvió a poseer la boca femenina mientras abrazaba su espalda.

- No sabes lo mucho que te necesitaba Gloria… ¿Te vendrás a vivir conmigo?


 A todo esto, su hermano Ekrem y Violet eran los nuevos propietarios de una casa con muchos recuerdos en su interior.

- Jamás pensé que volvería a esta casa, y mucho menos que viviría de nuevo aquí,-confesó Ekrem-.

- Yo tampoco, si te soy sincera. ¿Entramos?

- Uf sí, adelante…


 Cruzando las puertas de la casa tras abrirlas, Ekrem miró a su alrededor y volvió a entrar en su vieja casa, ya vacía y con los pocos muebles que quedaban deteriorados, pero con la misma esencia de siempre.

- Mira cariño, este era el salón y la cocina.

- Uh, pues tiene un buen tamaño. Lo único los muebles, que están fatal.

- Ah sí, esos habrá que tirarlos y comprar unos nuevos.


 Mirando la puerta de su izquierda, Ekrem fue hacia ella y entró en su vieja habitación.

- Mira, este era el viejo cuarto de Alí y mío. Aquí fue donde estábamos el día que asesinaron a mis padres y a mi tío.

- ¿Estás bien?-preguntó Violet-.

- Sí, sí, es sólo que en esta casa hay muchos malos recuerdos y casi no tengo recuerdos de aquí. Éramos muy pequeños cuando nos tuvimos que ir a casa de mi tía.

- Tranquilo cielo. Ahora tú y yo crearemos nuevos recuerdos en esta casa y te prometo que serán maravillosos.

- De eso estoy seguro. Venga, vayamos a comprar las pinturas.


 Tras ir a la tienda y comprar varios botes de pintura, Violet y Ekrem se pusieron manos a la obra y comenzaron a pintar la pared del salón.

- Uf, primera mano de pintura dada…-dijo Violet-. ¿No deberíamos poner periódicos en el suelo para que no se manche?

- No te preocupes por eso porque he pensado en lijar el suelo y barnizarlo de nuevo en un color más claro.

- Ah, no se me había ocurrido eso. Muy buena idea cariño.

- ¿Te quedas tú pintando esto mientras voy a echarle un ojo a mi antiguo cuarto?

- Claro, no te preocupes.


 Yéndose a la habitación contigua, Ekrem estuvo mirando las paredes y descubrió que el recubrimiento que tenía eran paneles de plástico y que con un par de golpes se podían quitar. Debajo de dichos paneles, lo que había era una pared blanca básica que podría pintarse con facilidad.

- Violet mira, ven un momento.


 Entrando en la habitación, Violet se quedó sorprendida al ver cómo había cambiado esa habitación con sólo quitarle los paneles.

- Coño, si parece más grande.

- ¿Has visto? Esto con unas cuantas manos de pintura se quedará precioso. Y veremos qué suelo hay debajo de esta vieja moqueta.

- Si quieres eso lo hacemos luego. ¿Me echas una mano fuera pintando?


 Acercándose a su novia, Ekrem la besó con pasión.

- Te quiero mucho Violet.

- Y yo a ti, rey.


 Al cabo de cuatro horas, las paredes del salón ya estaban prácticamente listas y con el color que tendrían a partir de ese momento.

- Está precioso,-confesó Ekrem-.

- Cierto, nos ha quedado muy bien para no ser pintores profesionales.

- Me encanta. Podríamos pagar a alguien para que nos lo hiciera pero, ¿qué mérito tendría? Así la casa es más nuestra.

- Pues sí, el hecho de implicarse ayuda a que personalicemos la casa a nuestro gusto y como queramos.


 Mirando hacia la cocina, Ekrem se dirigió a ella y Violet le hizo una pregunta.

- ¿Qué vas a hacer?

- Quitar estos muebles.

- Pero cielo, ¿vas a quitar el fregadero también?

- Sí, el agua está cerrada ahora mismo y lo que quiero hacer es desconectar todo, quitar los muebles viejos de en medio y ver si la pared se puede salvar o hay que cambiar los azulejos también.

- Estupendo, pues yo me voy al otro cuarto a quitar la moqueta, a ver qué me encuentro. Si necesitas ayuda pégame una voz.

- Eso está hecho. Lo mismo te digo.


 Tras unos cuantos tirones y un poco de fuerza, Violet fue capaz de quitar la moqueta y descubrir el suelo bajo ella. Eran unos tablones simples de madera que se conservaban bien, pero no muy bonitos a la vista.

- ¡Ekrem! Ya he quitado la moqueta de aquí.

- ¿Y qué tal?

- Hay que cambiarlo.

- ¿Está muy mal?

- No, pero es muy feo jajaja.


 Saliendo al salón-cocina, Violet terminó de ayudar a Ekrem sacando los últimos muebles y encimeras.

- Esto con un poco de limpieza se queda nuevo,-pensó Ekrem-.


 Terminando de recoger la casa y cerrando todo, Violet y Ekrem volvieron a la de Agatha, a quien encontraron tomando un té tranquilamente.

- Buenas tardes Agatha.

- Hola mamá.

- Ey, aquí están mis recién emancipados, ¿qué tal?

- Uf, reventados. Me voy a duchar y me voy a meter directamente en la cama,-confesó Ekrem-.

- ¿Mucho trabajo?

- Nos hemos pintado todo el salón, retirado los muebles de la cocina, los paneles de la pared de un cuarto, la moqueta…-contestó Violet-.


 Sentándose un momento, Agatha siguió charlando con la pareja.

- Vaya, que no habéis estado quietos.

- Ni un minuto, pero la casa está quedando preciosa,-dijo Ekrem-.

- Qué ilusionado se te ve,-comentó Agatha-.

- Sí porque esa casa apenas la disfruté y pasaron cosas horribles allí y, no sé, creo que esa casa se merece que se creen recuerdos bonitos allí y se dejen a un lado los malos momentos.


 Al día siguiente, Alí se despertó muy temprano y condujo su coche hasta la nueva comisaría. El día anterior había estado mirando casas, pero de momento no había encontrado ninguna no demasiado cara y que se ajustase a sus peticiones.

En cuanto llegó a la comisaría, se acordó de las palabras de Megan cuando le dijo que ese lugar era mucho más humilde y no le faltaba razón.


 Entrando en ella, Alí vio a una muchacha en recepción y se acordó irremediablemente de Tim. Ese era su puesto y ahora estaba muerto…  


 Cuando la muchacha colgó el teléfono, Alí se acercó a ella y se presentó.

- Buenas. Soy Alí Köpek y…-comenzó diciendo él antes de ser interrumpido-.

- ¡El nuevo! Pasa por aquí,-le dijo la chica señalándole la puerta de su derecha-.


 Cruzando las verjas, Alí giró a su izquierda y entró en la sala donde estaban los demás policías e inspectores. Ese sitio era mucho más pequeño que su antigua comisaría, pero notaba que se respiraba un ambiente diferente.


 Llamando a la puerta del comisario, éste le hizo un gesto para que pasase.

- Buenos días comisario, soy…

- ¡Agente Köpek! Bienvenido a mi humilde comisaria. Me imagino que mi colega, la comisaria Reynolds, le habrá informado de todo,-le dijo en un tono bastante distendido-.

- Sí, ya me comentó que aquí teníais otro uniforme y todos los detalles.

- Genial, pues siéntate un momento ahí mientras te busco un compañero para que te ayude a situarte aquí, un minutito…



CONTINUARÁ…


viernes, 28 de agosto de 2020

Capítulo 8 || Doble o nada (Temporada 2)

 Pero Roberto no estaba por la labor de marcharse sin luchar.

- ¿Estás loco Enrique? No pienso irme de aquí sin nuestro dinero.

- ¡Roberto! Hazme caso y deja de hacer el idiota si no quieres que te lleve a casa esposado.

- ¿Serías capaz?

- Ponme a prueba y lo verás Roberto. Ahora, vámonos…


 Tras marcharse, Silvia y Ekrem pudieron respirar tranquilamente y ambos se fueron a la cocina para hablar con más calma.

- He temido por mi vida durante un momento allí fuera… ¿Cómo pueden ser tan distintos los hijos de Roberto a él? Si no fuera por el parecido físico, diría que no son hijos suyos,-comentaba Ekrem-.

- Lo que han hecho es denunciable, Ekrem. Deberíamos hacerlo y que se les caiga la cara de vergüenza.

- ¿Tú crees que esa gente la tiene? Venga ya, si ni siquiera han soltado una lágrima por el pobre Roberto. Poco más y se ponen a dar palmas para celebrarlo.


 Escuchando ruido a sus espaldas, Silvia miró atrás y le dijo una última cosa a su compañero de trabajo.

- Será mejor que nos callemos y sigamos trabajando porque no me extrañaría que esos se busquen cualquier método para espiarnos y enterarse de nuestras vidas.

- Y me da el palpito de que son capaces de hacer más que espiarnos… Ya hablaré con mi hermano, a ver que me dice de ese tal Enrique.


 Saliendo de la cocina, Silvia y Ekrem se encontraron con Lucía.

- Ekrem, Silvia, ¿puedo haceros una pregunta?

- Sí claro,-contestó Silvia-. ¿Qué necesitas?

- ¿Va todo bien?-preguntó Ekrem-.

- Sí, no me pasa nada es sólo que… tengo un mensaje de parte de Roberto.


 Mirándose extrañados, Ekrem y Silvia volvieron a mirar a una sonriente Lucía.

- ¿Qué ocurre Lucía?-preguntó Ekrem-.

- Roberto en vida me… pidió un favor. Me contó que había cambiado su testamento y sabiendo que sus hijos no aceptarían su decisión, se… adelantó a ellos.

- ¿A qué te refieres con que se adelantó?-preguntó Silvia bastante intrigada-.

- Pues que me traspasó todo el dinero que os pertenecía a mi cuenta para que, una vez llegado el momento de su muerte, yo… os lo pasase a vosotros.

- ¿Eso es cierto?-preguntó Ekrem boquiabierto-.


 Al salir del trabajo, Ekrem volvió a casa y se encontró a Yemba encendiendo el robot-aspirador.

- Buenas tardes Yemba, ¿qué tal estás?

- Ey Ekrem. Pues bien, acabo de venir del gimnasio y me iba a poner a hacer las tareas del hogar. ¿Tú cómo estás?

- Pues… en las nubes, si te soy sincero.

- ¿Y eso tío?


 Acercándose al novio de Agatha, Ekrem comenzó a contarle lo sucedido.

- … y después de eso, Lucía nos pidió que la acompañásemos al banco y nos hizo la transferencia a nuestras respectivas cuentas bancarias. A mí me tocaban 15 millones y a Silvia 2, y como me parecía poco, le dije a Lucía que le ingresase 5 millones y a mí 12.

- Pero tío, ¡eres rico! ¡Enhorabuena chaval!

- Muchas gracias Yemba. Estoy que no me lo creo todavía…


 Dándole unas palmadas en la espalda, Yemba le hizo una pregunta a Ekrem.

- ¿Y qué vas a hacer con ese dinero? ¿Lo vas a invertir?

- Lo cierto es que llevo tiempo pensando en independizarme y creo que ahora es un buen momento.

- Oh, muy buena idea. ¿Has empezado a mirar casa?

- No, no me hace falta porque sé la casa que quiero.


 Bajando las escaleras al escuchar la voz de Ekrem, Violet se acercó hasta él y al novio de su madre.

- ¡Genial!-decía Yemba-. Estoy seguro de que lo conseguirás.

- ¿Conseguir el qué?-dijo Violet interviniendo en la conversación-.

- Lo que me dé la gana, cariño,-contestó Ekrem-.


 Acercándose a ella, Ekrem besó a Violet como si estuviera en una película ante la atenta mirada de Yemba, quien sonrió y aplaudió contento.

- ¡Vivan los novios!


 Incorporándose, Violet quería saber el motivo de tanta efusividad.

- Cielo, somos ricos,-confesó Ekrem-.

- ¿Ricos?

- Sí. ¿Te acuerdas de Roberto? El abuelo que estaba en la residencia y que te dije que me iba a dejar parte de su herencia.

- Claro, me acuerdo. ¿Qué pasa?

- Pues que esta noche sufrió un infarto y se ha muerto.


 Llevándose las manos a la boca, Violet le dio el pésame.

- Lo siento mucho Ekrem. ¿Cómo te encuentras?

- Apenado por su muerte tan repentina pero…

- ¿Pero qué?

- Sus hijos vinieron a la residencia y no sabes lo insensibles que son. No derramaron ni una lágrima por su padre y cuando se enteraron de que nos había puesto a Silvia y a mí como sus principales herederos, comenzaron a amenazarnos e incluso vino el marido de una de las hijas que es compañero de trabajo de Alí.

- ¿Qué me dices?

- Como lo oyes. Pero al final se fueron y otra de las internas, Lucía, vino después y nos dijo que Roberto le ingresó el dinero que nos pertenecía a ella estando en vida para evitarnos problemas. Entonces ahora mismo tengo 12 millones de euros quemándome la cuenta corriente.

- ¡¿Cómo?!-exclamó Violet completamente asombrada-.

- Ven conmigo,-dijo Ekrem agarrándole la mano a Violet-.


 Andando durante unos 15 minutos, Ekrem se paró frente a la casa donde murieron sus padres. Violet, mirándola desde fuera, no sabía qué quería decirle Ekrem llevándola hasta allí.

- ¿Qué ocurre? ¿Por qué me has traído a tu antigua casa?

- Cuando mis padres y mi tío murieron, la casa se vendió. Desde entonces ha estado pasando de mano en mano y ya lleva muchos años sin venderse porque la gente tiene miedo de que esté encantada por haber muerto allí tres personas, pero yo no le tengo miedo a nada. Son mis padres y mi tío los que murieron allí, no unos desconocidos.

- Entonces quieres…

- Comprarla. Voy a comprar mi antigua casa, la decoraremos juntos y, nos vendremos aquí a vivir. ¿Qué te parece?


 Varios días más tarde, una mañana llegó Alí a su trabajo y vio a Enrique mirándose al espejo detrás de la columna.

- Buenos días,-saludó Alí-.

- Buenos días,-contestó el agente Vidal-.


 Alí siguió su camino hasta que Enrique comenzó a llamarlo.

- Novato, ¡novato!

- Dime Vidal, ¿qué pasa?

- El otro día tuve el gran honor y placer de conocer a tu hermano. ¿Por qué no me dijiste que tenías un hermano gemelo?

- ¿Crees que he tenido tiempo de decírtelo cuando desde el primer momento me has estado acusando de asesinato sin yo haberlo hecho?

- Por mucho que se encontrase un guante de látex con tus huellas dactilares sobre los dedos a modo de inculparte, sigo pensando que eres un asesino. Tal vez no lo mataste tú, pero algo tuviste que ver en todo esto. Lo que no sabía era que esto venía de familia, porque tu hermano es un maldito ladrón.


 Colocándose frente a Enrique, Alí miró tremendamente serio a su compañero y, mirando el reflejo del espejo, se dio cuenta de que allí también estaba Arturo. Recordando que había cámaras de seguridad, Alí se separó lentamente de Enrique.

- Ten mucho cuidado con lo que dices de mi hermano.

- Uh, qué miedo. ¿También me vas a mandar matar como hiciste con Tim?


 Separándose cada vez más y más, Alí no contestó a Enrique. Él mismo se había dado cuenta de que era un mamón de mucho cuidado, pero con la llamada que le había hecho Ekrem hacía unos días atrás y esto que le había dicho ahora, no ponía negar que Enrique Vidal era un cabrón.


 Marchándose de allí, Alí pasó junto a Arturo, quien le saludó pero Alí no le devolvió el saludo. Arturo había visto todo aquello y no fue capaz de intervenir, así que para Alí se había acabado el ir de bueno en esa comisaría.


 Mientras Alí se cambiaba de ropa y se colocaba el uniforme, su cabeza no paraba de darle vueltas al suceso matutino y pensaba en que no había derecho a que tuviera que estar aguantando todo aquello así que, ¿por qué iba a hacerlo? Tomando una decisión, se dirigió hacia el despacho de la comisaria y se puso a esperarla mientras que se desahogaba llorando a gusto.


 Pocos minutos después, la comisaria apareció por su despacho y se extrañó al ver tan temprano a Alí allí.

- Buenos días Köpek, ¿qué haces por aquí?

- Quería hablar con usted, comisaria.

- Claro, ¿de qué se trata?

- Quiero pedir el traslado de comisaría.


 Dejándose caer en el asiento, la comisaria Reynolds no se esperaba que Alí le dijese nada parecido.

- Pero… ¿a qué se debe?

- Comisaria, nada más llegar se me acusó del asesinato del agente Welling cuando ya se ha comprobado que fue un suicidio y que me intentó incriminar. Desde entonces, los demás policías no paran de mirarme de reojo y apenas me dirigen la palabra… Hoy he tenido un encontronazo con Vidal en el que me ha vuelto a llamar asesino y ha comenzado a insultar a mi hermano, todo esto mientras que el inspector Fresno miraba sin intervenir. Yo no estoy aquí para sufrir todo esto, sino para trabajar y ser un buen agente de la ley. Por eso quiero pedir el traslado.


 Quedándose en silencio, la comisaria no sabía qué decir pero, tras unos momentos donde se podía sentir la tensión, Megan se dirigió a Alí.

- Veré lo que puedo hacer. De momento, siga con su trabajo Köpek.

- Está bien, usted manda,-dijo Alí levantándose y cuadrándose frente a su superior-.


 Al cabo de unos minutos, Megan salió de su despacho y miró la habitación inferior desde allí para contemplar al resto de policías. Cada uno trabajaba a lo suyo, comentaban cosas de los distintos casos que estaban llevando pero por lo general todo estaba tranquilo salvo porque, de vez en cuando, algún que otro compañero giraba levemente su cabeza y miraba a Alí.


 La comisaria sabía que Alí era o, mejor dicho, sería un buen policía, pero el ambiente no era el propicio dado a que no había comenzado con buen pie. Sintiéndolo mucho, Megan tenía que admitir y aceptar la petición que le había hecho su subordinado y creía tener el sitio idóneo para Alí.


 Volviendo a entrar en su despacho, la comisaria Reynolds comenzó a hacer una serie de llamadas mientras que Alí y los demás trabajaban con normalidad.


 Megan se estaba cobrando un par de favores que le debían para conseguir enviar a Alí al lugar que ella creía que sería el mejor para él.

- Hugh, sabes que lo nuestro quedó atrás y que sólo fue un par de polvos. Además, ahora estás casado y yo no tengo ganas de ser la otra por muy bien que folles.

- Está bien… ¿y entonces qué quieres?

- ¿Te acuerdas de la última vez que me pediste que te ayudase en un caso?

- Claro.

- Pues necesito que me devuelvas el favor…


 Al cabo de unos minutos, la propia comisaria en persona bajó y se dirigió a Alí.

- Köpek, ¿podrías subir a mi despacho un momento?

- Claro. Enseguida subo comisaria.


 Sabiendo que todas las miradas ahora estarían clavadas en ellos, Megan le susurró algo a Alí.

- Prefiero que piensen que tenemos algo entre nosotros a que se piensen lo que no eres.


 Cerrando la puerta, Alí se volteó a mirar a Megan y ésta comenzó a hablar.

- He hecho una serie de llamadas y… tengo un nuevo destino para ti.

- ¿De verdad? ¿Tan rápido?-preguntó Alí-.

- Sí. Había una serie de personas que me debían favores y ha sido momento de cobrármelos. Bien, te vas a ir a un barrio algo más lejano a este y mucho más humilde y, por consiguiente, más peligroso. Tú mismo notarás que la comisaría es más pequeña que esta y tiene menos medios tecnológicos como la nuestra, pero podrás trabajar perfectamente.


 Sentándose en el sofá, Megan continuó contándole las novedades.

- Tu superior ahora será el comisario Hugh Dicks. Es un viejo amigo mío, un buen tío y mejor policía. Le he dado buenas referencias tuyas y he obviado lo que ha sucedido aquí, así que puedes estar tranquilo que nadie sabrá allí nada de lo que has vivido. Simplemente le dije que te habían mandado aquí y que te veía mejor allí, que aquí no te acomodabas totalmente.

- Estupendo. Muchísimas gracias comisaria.

- Por favor, llámame Megan, ya no soy tu superior al mando. Sólo te voy a pedir una cosa a cambio.

- ¿El qué?

- Que vuelvas aquí, a esta comisaría. Tengo la sensación de que te convertirás en un buen policía y me gustaría que estuvieras a mis órdenes en alguna futura ocasión.

- Descuida Megan, te lo prometo.



CONTINUARÁ…