miércoles, 1 de julio de 2020

Capítulo 37 || The Mirror

 Cuando Hugo comenzó a ir detrás de su padre, Thiago lo frenó.
- Mejor voy a hablar yo con él, Hugo.
- Ah, bueno. Como quieras…
- Quédate con tu madre, que también te necesita.


 Entrando en el dormitorio de Hugo, Thiago llamó a la puerta y vio a Ricardo secándose las lágrimas.
- ¿Se puede?-preguntó Thiago-.
- Sí claro, pasa.
- Lo siento mucho… Siento haber venido aquí para causaros dolor y tambalearos vuestra vida, pero… quería asegurarme de que si lo que Hugo y yo creemos es cierto o no. Tal vez tú sólo seas un ex-novio de mi madre y ya está, pero… No sé. Para mí también es muy confuso todo.


 En el salón, Mercedes y Hugo se abrazaban.
- ¿Estás bien, mamá?
- Sí, sí.
- ¿Estás segura? Esto es un palo para todos porque no lo esperábamos y enterarte de que tiene otro hijo…
- Bueno, yo tengo a tu hermana y no pasa nada. Con esto me vengo a referir a que tu padre podrá fallar en muchas cosas, pero no es un mal padre y sé que, si Thiago es hijo suyo, lo desconocía completamente.


 Viendo como el ambiente estaba más calmado, Thiago continuó hablando.
- Yo… me hice muchas ilusiones creyendo que había encontrado a mi familia paterna. Cuando Hugo y yo lo supimos, me comenzó a decir cosas en las que yo me parecía a ti, como en la forma y el color de los ojos, que los tengo igual que él, además. La forma de andar, que dice que tenemos el mismo balanceo cuando caminamos…
- Los ojos… Cierto, no me había fijado hasta ahora.


 Hugo sonrió levemente al escuchar y ver que su madre no estaba enfadada con su padre.
- Me alegro de que te lo hayas tomado de esa forma. Aunque después resulte que Thiago no es mi hermano, yo lo voy a seguir considerando como tal y es importante para mí que lo aceptaras.
- Por supuesto hijo. Él podrá venir y estar por aquí todas las veces que quiera y sé que a tu padre le hará mucha ilusión verlo también.
- Y ahora que estamos hablando, ¿cómo es que os habéis reconciliado?
- Fue algo curioso, porque la verdad tu padre se lo curró mucho y me sorprendió bastante.
- ¿Qué hizo?


 Ricardo, algo más tranquilo, miró a Thiago y comenzó a hablar.
- Thiago, te juro por todo lo que tú más quieras que no sabía que existías. De haberlo sabido, me habría encargado de ti, os habría mandado dinero a tu madre y a ti, habría luchado por verte al igual que hice con Hugo cuando su madre y yo nos divorciamos… Yo… Lo siento. No tenía ni idea.
- La que tiene la clave de todo esto es mi madre… La cuestión es sonsacarle la información, porque yo en mis 20 años no he sido capaz. ¿Lo vuestro terminó mal?
- Sí, en cierto modo. Yo a tu madre la recuerdo muy soñadora y tenía planes de futuro a la segunda semana de empezar a salir, y eso agobia. Yo soy de ir más paso por paso y sin que me controlen la vida. Me gusta ir por libre, tener mi hueco o un rato para mí, aunque esté casado, ¿sabes lo que te digo?
- Sí, tu intimidad. Te entiendo porque yo soy así…
- Thiago, se me ha ocurrido una idea y creo que es fantástica.


 Mercedes comenzó a contarle a su hijo lo que Ricardo le preparó para reconquistarla.
- Desde que Fede se fue de aquí, tu padre y yo retomamos el contacto y algún día que otro vino aquí o tu hermana y yo fuimos a su casa, quedamos en el centro comercial para ir al cine… Pero sólo como dos buenos amigos, para retomar el contacto. Pero un día Rocío no para de insistirme en que fuéramos a una tienda para que le comprase un vestido que había visto y ya me tenía harta, así que para que me dejara en paz la llevé hasta allí. Cuando volvimos, nos encontramos la casa con todas las luces encendidas y yo me asusté creyendo que habían venido a robar y cuando entro en la casa, me encuentro todo lleno de velas, flores y un puñado de pétalos de rosa por el suelo que conducían hasta el comedor, donde allí estaba tu padre vestido de traje con un ramo de rosas en la mano. Fue verlo, y mi corazón dio un vuelco; comencé a recordar nuestro noviazgo, los detalles que tenía conmigo, lo bueno y cariñoso que era… Y no me pude resistir.


 En la habitación de Hugo, Ricardo y Thiago se daban un fuerte abrazo.
- ¿Me lo dices en serio?-preguntaba Thiago aún sin creérselo-.
- Completamente. Todo este lío se tiene que arreglar y lo mejor será que tú y yo vayamos hasta tu casa y hablemos con tu madre.
- A ver si la encuentras, porque cuando me mandó al internado estaba de crucero con un novio que se había echado.
- ¿Ah sí?
- Sí. Él estaba casado y creo que tenía familia pero como le daba caprichos a mi madre, pues le pidió que me mandase al internado porque yo por esa época tenía unas compañías un tanto… diferentes.
- Bueno, de camino a casa me cuentas todo. Quiero saberlo todo de ti… Tengo un buen presentimiento con todo esto.


 Saliendo del dormitorio, los lamentos se habían convertido en sonrisas y cuando llegaron al salón, tanto a Mercedes como a Hugo se les veía felices.
- ¿Estás bien, Ricardo?-preguntó Mercedes-.
- Estupendamente. Ya está todo hablado y hemos decidido ir a casa de Thiago a hablar con su madre y arreglar esto de una vez por todas.
- Me parece una idea estupenda,-alabó Mercedes abrazando a Ricardo-.
- Enhorabuena Thiago. Espero que todo salga como llevamos tanto tiempo imaginando,-felicitó Hugo-.
- Eso espero… hermano.


 Yendo a la cocina, Thiago fue a avisar a las chicas de lo que había pasado.
- Hola a todas,-saludó él-.
- ¿Qué tal ha ido todo?-preguntó Lin levantándose rápidamente-.
- Lo hemos hablado y… Ricardo y yo nos vamos a ir a mi casa a hablar con mi madre. Esta vez tendrá que contarme toda la verdad de una vez por todas.


 Girándose hacia Marta, Lin hizo un comentario.
- ¿Lo ves? ¿Qué te dije? Sabía que tendrían que ir a su casa.
- Vale, vale, tú ganas Lin,-comentó Marta-. Aquí tienes tus 5 pavos de la apuesta.


 Rocío, muy sonriente y desde su sitio, le hizo una pregunta a Thiago.
- ¿Cuándo os vais?
- Ricardo me ha dicho que ahora mismo, que así no hay tiempo que perder.
- Pues mucha suerte a los dos.
- Gracias Rocío.


 Ricardo y Thiago salieron de la casa y se montaron en el coche del primero. Tras decirle la dirección e introducirla en el navegador, pusieron rumbo hacia su destino.


 Al cabo de unas dos horas y media de viaje, Thiago y Ricardo llegaron hasta la casa y aparcaron en la puerta.
- Aquí estamos… Cuánto tiempo sin estar por aquí,-comentó el muchacho-. ¿Sabes Ricardo? Me fui al internado siendo una persona a la que odiaba. Me comportaba tal y como lo hacía para que me respetasen, para evitar que la gente me conociera como realmente soy de verdad… Pero el internado y su gente me hicieron ver que no se puede vivir con una careta toda una vida, que por muy valiente que me creyese, era todo una tapadera para ocultar mi debilidad, mi cobardía y mis sentimientos.


 Mirando a Thiago, Ricardo le puso una mano en el hombro.
- Hablas como un auténtico hombre. Estoy orgulloso de ti, de ver con mis propios ojos el cambio que has dado respecto a lo que me has contado por el camino sobre cómo te comportabas y las cosas que has hecho a verte hablar de esta forma. No sé tu madre, pero yo me sentiría orgulloso de tener un hijo como tú.


 Dándole las gracias, Thiago suspiró y comenzó a andar hacia la casa.
- Vamos allá.
- ¡Un momento!-dijo Ricardo de repente-. Hagamos una cosa…


 En el interior, Gabriela veía la televisión un tanto amargada mientras pensaba en sus cosas. Hacía un par de semanas que su último novio la había dejado pese a las cientos de promesas que le hizo de que dejaría a su mujer por irse con ella. Estando así, escuchó el sonido de cómo la puerta de la entrada se abría y se levantó para recibir a su hijo.


 Pero cual fue su sorpresa cuando el que estaba allí no era Thiago, sino Ricardo, quien se sorprendió muchísimo al ver cómo había envejecido Gabriela y lo gorda que se había puesto desde la última vez que la vio.
- Hola Gabi.
- ¿Qué coño haces tú aquí? ¿Cómo me has encontrado?
- Creo que tenemos que hablar.
- ¡No hay nada de lo que hablar! Lo dejaste todo muy clarito cuando me dejaste, así que por mi parte también está todo dicho.
- Gabi…
- ¡No me llames así! ¡Fuera de mi casa!


 Ricardo no se movía del sitio y miraba a Gabriela con una seriedad que asustaba.
- No pienso irme de aquí hasta que no hables conmigo.
- Muy bien, pues ahora mismo llamaré a la policía.
- No hará falta que lo hagas porque tú vas a ser quien me invite a pasar.
- ¡Ja! Ni lo sueñes Ricardo. Yo hace muchos años que te olvidé, ¿sabes? De hecho, no he vuelto a pensar nunca en ti desde que me dejaste aquella mañana…
- Pues para no haber pensado en mí, bien que te acuerdas que te dejé una mañana.
- Yo… ¿Qué hago hablando contigo? ¡Fuera!


 Pero Ricardo seguía quieto en el sitio y Gabriela comenzó a enfadarse más al ver que sus palabras no surtían efecto.
- ¿Y no me vas a preguntar cómo he encontrado tu casa? ¿Ni el por qué estoy aquí después de tantos años?
- No me interesa nada de ti, ni de tu vida, ni de lo que hayas hecho.
- Pues es una pena, porque Thiago se va a sentir muy decepcionado.
- ¿Thiago? ¿Conoces a mi…?
- Lo conozco sí. Esa es la razón por la que estoy aquí… ¿Por qué no me dijiste que tuviste un hijo mío?
- ¡ÉL NO ES TU HIJO!


 Justamente cuando Gabriela gritó, Thiago abrió la puerta y entró como un tornado en la casa.
- Hola mamá…
- ¿Por qué has traído a este hombre aquí y quién te ha dicho que es tu padre? ¡Este impresentable no es tu padre!
- Esta foto,-dijo Thiago enseñándole su móvil donde tenía la foto de ella y Ricardo de jóvenes-.
- ¿Qué haces tú con esa foto?


 Gabriela estaba muy cabreada y se estaba viendo sobrepasada al tener a Ricardo y a su propio hijo en contra de ella.
- Como tú nunca me decías nada sobre mi padre, un día que tú no estabas, te registré el cuarto hasta que di con esta foto. Tampoco es que la tuvieras demasiado escondida, la verdad sea dicha.
- Sí,-dijo Ricardo-. Luego me dice que no se ha acordado de mí nunca… Chúpate esa, Mariano.
- ¡No tengo nada que hablar del tema! Yo soy tu madre y tu padre, ¡punto! ¿Queda claro?


 Y sin poderlo evitar, Thiago sacó su mala leche y comenzó a gritarle a su madre como lo hacía con los demás antes de entrar al internado.
- ¡NO! ¡Esto se va a acabar de una puta vez, mamá! Ahora mismo vas a coger tu puto culo gordo y te vas a sentar conmigo y con Ricardo para contarnos qué cojones fue lo que pasó en realidad. ¡Y como sea mentira, te juro que me iré de aquí y no volverás a verme en lo que te queda de mísera vida!


 Gabriela se sorprendió al ver a su hijo de esa forma. Nunca le había hablado de esa forma y siempre que ella le había regañado por sacarle el tema de su padre, Thiago se había quedado callado. Pero aquella vez fue distinta, lo veía cambiado y no sólo físicamente.


 Pero Gabriela seguía manteniéndose en su idea inicial de mantener la boca cerrada, al menos para hablar.
- Grítame, pégame si quieres Thiago, pero no diré nada. Ese hombre me hizo mucho daño cuando se fue y se largó con otra. ¡Me dejó por otra!-mirando esta vez a Ricardo, esta vez se dirigió a él-. ¿Cómo te fue con esa fulana? ¿También la dejaste embarazada y la largaste?


 En ese momento, un tremendo silencio reinó en la casa. Parecía que una legión de ángeles había pasado por allí en ese momento. Gabriela con el enfado se había ido de la lengua y habló más de la cuenta, haciendo que Ricardo y Thiago sonrieran.
- ¿Lo ves?-dijo Thiago-. ¿Me tengo que poner así para que empieces a hablar?
- ¿Sabes lo que te digo? No te quiero en casa. Vete con tu “papá” y que te aguante él. Iros a tomar por culo. Los dos.


 Y volviendo a levantar la voz, Thiago impuso su voluntad.
- Si eso es lo que quieres no te preocupes que lo haré, pero ahora mismo nos vas a contar la verdad te guste o no, porque de aquí no nos vamos a mover hasta que no digas todo lo que ocurrió.
- ¡De eso nada!
- Muy bien. Entonces ahora mismo comenzaré a tirar las cosas de la nevera y de la despensa a la basura. Minuto que pases sin hablar, bollito de chocolate que tiraré.


 Quedándose callada, Gabriela miró con odio a Ricardo y a su hijo y, manteniendo ese silencio, se dirigió hacia el salón y se sentó en el sofá. A su lado lo hizo Thiago y Ricardo en el sillón que había junto a éste.
- Comenzaré yo a relatar la historia y así le doy tiempo a tu madre a que refresque su memoria…-dijo Ricardo-.


 Carraspeando un poco, Ricardo comenzó a contar lo sucedido.
- Hace como unos 22 años o así, conocí a tu madre porque un amigo en común nos presentó y los dos nos sentimos atraídos. En poco tiempo, ya habíamos empezado a salir y todos nos decían que estábamos hechos el uno para el otro.


CONTINUARÁ…

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