jueves, 9 de julio de 2020

Capítulo 2 || Doble o nada

 Pocos días después de la muerte de Mehmet, Bárbara recibió una gran suma de dinero en su cuenta corriente. ¿De dónde provenía ese dinero? El empresario que había contratado a su marido le envió una carta explicándole que se había enterado de la terrible noticia y quería hacerse cargo de los cuidados de su hija y de sus sobrinos, ya que también tendría que cuidarlos y criarlos ella. Cada mes, Bárbara fue recibiendo la misma cantidad de dinero, ayudándola bastante a ahorrar y hacer reformas en casa, ya que las necesitaba con mucha urgencia.
Por otra parte, la investigación de la muerte de Rashid, Martina y Mehmet se acabó cerrando alegando violencia doméstica. Tras apartar a Naim del caso por un cambio de destino, los nuevos investigadores certificaron que Rashid asesinó a su mujer al enterarse de que se acostaba con su hermano, a lo que Mehmet respondió asesinando a Rashid y, por último, con la sangre derramada de éste último, Mehmet se resbaló y se rompió el cuello contra el mueble de la televisión. Creyéndose lo que los investigadores le dijeron, Bárbara dejó de hacer preguntas y el tema se enfrió durante años hasta apenas ser recordado…  


 Una mañana, tras recoger la comida después de hacer el desayuno, Bárbara vio cómo Ekrem se había puesto a hacer los deberes.
- ¿Qué tal vas Ekrem?
- Muy bien tita,-respondió el crío sin separar la cabeza del libro-.
- ¿Necesitas ayuda?
- Creo que no, pero quédate por si acaso tengo alguna duda.
- Por cierto, ¿y tu hermano? ¿Por qué no está haciendo los deberes contigo?
- No sé, creo que está fuera…


 En el jardín Alí charlaba animadamente con su prima Emel. En comparación con Ekrem, Alí era mucho más rebelde y problemático que su gemelo, ya que le costaba horrores concentrarse en los libros, siempre andaba parloteando con su prima, metiéndose en líos en el colegio… Ekrem era todo lo contrario: estudioso, callado, algo solitario a veces, muy responsable pese a su pronta edad… Con Ekrem daba gusto vivir.


 Sacando un cigarro, Bárbara comenzó a fumarlo mientras observaba a Ekrem haciendo los deberes.
- Revisa bien eso que has puesto,-intervino Bárbara mirando los deberes de su sobrino-.
- ¿Está mal?
- ¿Estás seguro de que “por” es un determinante?
- Ah no, es una preposición. ¡Gracias tita!
- De nada cariño.


 Mirando hacia el jardín, Bárbara suspiró y salió fuera.
- ¿Se puede saber por qué no estáis haciendo los deberes como vuestro primo?
- Mamá, es sábado por la mañana. Alí y yo los haremos por la tarde,-contestó Emel quejándose a su madre-.
- De eso nada Emel. Ahora mismo Alí y tú vais a poneros a hacer los deberes.
- ¿Por qué?-preguntó Alí-.
- Porque lo digo yo y punto.
- Jope…
- Esa boquita jovencito.


 En silencio, Emel y Alí fueron a por sus cosas y se sentaron junto a Ekrem para hacer los deberes.
- Así me gusta, que seáis buenos. ¿Os puedo dejar solos un rato?
- Sí tita,-contestó Ekrem-. Yo estoy a punto de terminar ya.


 Entrando en su dormitorio, Bárbara se sentó frente al ordenador y comenzó a chatear. Hacía poco que había comenzado a charlar con un chico que había conocido en una fiesta y que le había gustado bastante. Ya se habían visto en un par de ocasiones y la cosa marchaba bien, pero aún era demasiado pronto como para levantar las campanas al vuelo.


 Pegando un salto, Alí dejó de hacer los deberes y cerró su libro.
- Yo paso. ¿Te vienes al jardín conmigo Emel?-preguntó Alí a su prima-.
- Espera, que me queda poco para terminar.


 Terminando los deberes en ese instante, Ekrem también le ofreció un rato de juego a su prima.
- ¿Te apetece que vayamos al cuarto y juguemos un rato con los juguetes? Podemos inventarnos historias y pasar el rato.
- Bueno…-dijo Emel pensativa-.
- ¿Entonces te vienes conmigo o con mi hermano?-preguntó Alí interviniendo en la conversación-.


 Pidiendo disculpas, Emel se fue con Alí al jardín dejando a Ekrem solo en el salón.
- ¿Qué quieres que hagamos?-quiso saber Emel-.
- Tumbarnos en el césped y ver las nubes. ¿Intentamos averiguar qué figuras tienen?
- ¡Sí! ¡Qué buena idea!


 Ekrem se fue cabizbajo a su cuarto y sacó los juguetes comenzando a jugar él solo. Estaba acostumbrado a no tener a nadie con quien jugar normalmente, pero a veces echaba de menos compañía y envidiaba a su hermano porque siempre estaba pegado a Emel.


 Lo cierto era que Alí y Emel eran bastante parecidos y su afinidad les hacía pasar interminables horas juntos. Con Ekrem todo era distinto porque, pese a ser su gemelo, era diferente en cuanto a personalidad. No tenían muchas cosas en común y se trataban pero sin llegar a ahondar más en la relación.


 Por su parte, Bárbara había quedado con aquel chico en que se acercaría a la casa y, mientras lo esperaba, sacó otro cigarro y comenzó a fumárselo mientras pensaba en aquel ligue. ¿Podría rehacer su vida después de tanto tiempo viuda y sin tener a nadie?


 Entrando en casa, Emel y Alí se fueron a jugar a las casitas juntos, haciendo como que ambos eran marido y mujer y creando una historia fantasiosa en su cabeza.
- Oh, te quiero mucho marido,-dijo Emel-.
- Yo también te quiero mucho.


 Llegando a la vivienda, el muchacho llamó a la puerta y esperó a que Bárbara le abriera. Era la primera vez que iba a la casa de ella y estaba nervioso, ya que sabía que tenía una hija y que también estaba a cargo de sus sobrinos… ¿Les caería bien? Esperaba dar una buena impresión.


 Abriendo la puerta, Bárbara y su chico se abrazaron.
- Me alegra verte aquí Ethan.
- Gracias por invitarme a tu casa.
- Ven, pasa. Te presentaré a los niños…


 Entrando en los diferentes dormitorios, Bárbara presentó a Ethan a los tres pequeños y éstos lo saludaron con total normalidad, sin montar demasiada fiesta. Saliendo al salón, Bárbara respiró tranquila y comenzó a besar a su chico.
- Qué peso más grande me he quitado de encima,-confesó ella-.
- ¿Tú crees que les habré caído bien?
- Estoy segura de ello. ¿A quién no le vas a caer bien con esa carita tan bonita que tienes? Ven aquí, que te voy a comer.


 Entrando en el dormitorio, la pasión arrolladora provocó que se tirasen en la cama y se quitasen la ropa atropelladamente mientras no dejaban de besarse.


 En el cuarto de Emel, ella y su primo Alí seguían jugando a las casitas.
- ¿Crees que ese hombre será nuestro nuevo papá?-preguntó su prima-.
- No lo sé. ¿Por qué lo dices?
- Porque me gustaría tener un papá como tienen todos los de mi clase…
- Ya, y a mí también… ¿Vamos y se lo preguntamos?-propuso Alí poniéndose en pie-.


 Y mientras su hija y sus sobrinos jugaban, Bárbara también jugaba pero… de otra forma.
- ¿Te gustaría que te la metiera ya, Bárbara?
- Sí, hazlo por favor.
- No… ¿Y si paso mi polla por tu raja? Uh así, rozando lentamente…
- Joder Ethan, me vas a matar.
- Sí, te voy a matar del gusto…


 Y como con las prisas no habían cerrado la puerta del dormitorio con el seguro, Emel y Alí entraron encontrándose aquella situación frente a sus aún inocentes ojos.
- ¿Mamá qué haces?
- ¡EMEL! ¡ALÍ! ¡Fuera de aquí!


 Saliendo al salón, ambos niños comenzaron a reírse y se miraron cómplices.
- Mamá estaba jugando con ese hombre a los papás jijiji,-dijo Emel-.
- Sí, como tú y yo antes con nuestros juguetes. ¿Por qué no lo hacemos un día tú y yo? Parece que la tía Barbara se estaba divirtiendo.
- ¡Vale!


 Finalmente el romance con Ethan no resultó. Conectaban muy bien en la cama, pero fuera de ella eran completamente diferentes y apenas tenían cosas en común, por lo que decidieron tomar caminos distintos. Poco después, Bárbara se enteró de que Ethan había entrado en la cárcel, así que se alegró enormemente de haberse deshecho de él, ya que no quería malas influencias para “sus hijos”, como así les llamaba ella. El paso del tiempo había provocado que los gemelos la considerasen también una madre, porque los había criado desde los tres añitos y la querían mucho.


 Entrando en casa, Bárbara vio que la cocina estaba recogida y con los platos fregados y sonrió pensando en Ekrem. Había tenido que ser él, seguro que era cosa suya… Menos mal que era el más responsable de los tres y sabía desenvolverse mejor que su hermano y su prima, porque la noticia que le habían dado aquella mañana en el hospital era terrible.


 Los gemelos contaban ya con 17 años de edad y ese mismo año cumplían la ansiada mayoría de edad. Alí estaba loco por poder salir de fiesta y entrar en las discotecas… legalmente. Ya que lo había hecho alguna vez pero con el consiguiente peligro de que lo pillase la policía consumiendo alcohol o en un lugar prohibido para los menores de edad. En cambio, Ekrem era mucho más tranquilo, enfocado siempre en sus estudios y relacionándose lo justo tanto en clase como en casa. Había aprendido a estar solo y no le importaba pasarse horas o días sin intercambiar palabra con nadie.


 Por parte de Alí y su prima, la loca adolescencia con las hormonas revolucionadas, las imágenes de Bárbara manteniendo sexo con Ethan aquel día y la curiosidad típica de la edad provocó que quisieran… experimentar. Todo comenzó con una caricia, una mirada, luego pasaron a un beso escaso en los labios, después fueron a más comenzando a besarse más profundamente hasta que…


 Emel, a sus 16 años, era una de las chicas más guapas de su clase y tenía tanto a chicos como a chicas detrás de ella, pero en ese momento sólo tenía ojos para su primo. Intentaban mantener las formas delante de todos, pero en la intimidad no podía evitar que se le cayese la baba y… las bragas.


 Llamando a la puerta, Bárbara entró en el dormitorio de los gemelos.
- Buenos días Ekrem.
- Buenos días tita, ¿qué tal te fue el chequeo en el hospital?
- Pues… de eso quería hablaros a los tres.
- ¿Pasa algo?-preguntó Ekrem levantándose de la silla-.
- Ve al salón y espérame allí. Voy a buscar a tu prima y a tu hermano.


Tocando la puerta que daba a la habitación contigua, Bárbara la abrió y se encontró a su hija y a Alí sentados y con la respiración bastante agitada.
- Hola… ¿Estáis bien?-preguntó Bárbara-.
- Sí mamá, ¿por qué… lo preguntas?-contestó Emel bastante nerviosa-.
- Estáis asfixiados, ¿qué os pasa?
- Nada, estábamos empezando a hacer ejercicio justo cuando has entrado,-dijo Alí interviniendo y cubriendo a Emel-.
- Bueno… ¿Podéis salir al salón? Necesito contaros algo.


 Sentándose todos en los bancos de la barra de desayuno, Bárbara se situó tras ella y, cogiendo aire, alzó la mirada al cielo y comenzó a hablar.
- Bueno, esto que os voy a decir es muy importante y no quiero que os preocupéis más de lo es, ¿vale?
- ¿Qué te pasa?-preguntó Ekrem preocupado-. Me estás comenzando a asustar.


 Quedándose en silencio, Bárbara miró a los tres jóvenes antes de volver a hablar.
- Tengo cáncer. Me han detectado cáncer de pulmón en una fase algo más avanzada de la recomendable, pero no hay que temer porque vamos a comenzar el tratamiento de quimioterapia para luchar contra esto. Estoy segura de que juntos vamos vencer al cáncer…


CONTINUARÁ…

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