Pocos días después de la muerte de Mehmet, Bárbara recibió una
gran suma de dinero en su cuenta corriente. ¿De dónde provenía ese
dinero? El empresario que había contratado a su marido le envió una
carta explicándole que se había enterado de la terrible noticia y
quería hacerse cargo de los cuidados de su hija y de sus sobrinos,
ya que también tendría que cuidarlos y criarlos ella. Cada mes,
Bárbara fue recibiendo la misma cantidad de dinero, ayudándola
bastante a ahorrar y hacer reformas en casa, ya que las necesitaba
con mucha urgencia.
Por
otra parte, la investigación de la muerte de Rashid, Martina y
Mehmet se acabó cerrando alegando violencia doméstica. Tras apartar
a Naim del caso por un cambio de destino, los nuevos investigadores
certificaron que Rashid asesinó a su mujer al enterarse de que se
acostaba con su hermano, a lo que Mehmet respondió asesinando a
Rashid y, por último, con la sangre derramada de éste último,
Mehmet se resbaló y se rompió el cuello contra el mueble de la
televisión. Creyéndose lo que los investigadores le dijeron,
Bárbara dejó de hacer preguntas y el tema se enfrió durante años
hasta apenas ser recordado…
Una mañana, tras recoger la comida después de hacer el desayuno,
Bárbara vio cómo Ekrem se había puesto a hacer los deberes.
-
¿Qué tal vas Ekrem?
-
Muy bien tita,-respondió el crío sin separar la cabeza del libro-.
-
¿Necesitas ayuda?
-
Creo que no, pero quédate por si acaso tengo alguna duda.
-
Por cierto, ¿y tu hermano? ¿Por qué no está haciendo los deberes
contigo?
- No
sé, creo que está fuera…
En el jardín Alí charlaba animadamente con su prima Emel. En
comparación con Ekrem, Alí era mucho más rebelde y problemático
que su gemelo, ya que le costaba horrores concentrarse en los libros,
siempre andaba parloteando con su prima, metiéndose en líos en el
colegio… Ekrem era todo lo contrario: estudioso, callado, algo
solitario a veces, muy responsable pese a su pronta edad… Con Ekrem
daba gusto vivir.
Sacando un cigarro, Bárbara comenzó a fumarlo mientras observaba a
Ekrem haciendo los deberes.
-
Revisa bien eso que has puesto,-intervino Bárbara mirando los
deberes de su sobrino-.
-
¿Está mal?
-
¿Estás seguro de que “por” es un determinante?
- Ah
no, es una preposición. ¡Gracias tita!
- De
nada cariño.
Mirando hacia el jardín, Bárbara suspiró y salió fuera.
-
¿Se puede saber por qué no estáis haciendo los deberes como
vuestro primo?
-
Mamá, es sábado por la mañana. Alí y yo los haremos por la
tarde,-contestó Emel quejándose a su madre-.
- De
eso nada Emel. Ahora mismo Alí y tú vais a poneros a hacer los
deberes.
-
¿Por qué?-preguntó Alí-.
-
Porque lo digo yo y punto.
-
Jope…
-
Esa boquita jovencito.
En silencio, Emel y Alí fueron a por sus cosas y se sentaron junto a
Ekrem para hacer los deberes.
-
Así me gusta, que seáis buenos. ¿Os puedo dejar solos un rato?
- Sí
tita,-contestó Ekrem-. Yo estoy a punto de terminar ya.
Entrando en su dormitorio, Bárbara se sentó frente al ordenador y
comenzó a chatear. Hacía poco que había comenzado a charlar con un
chico que había conocido en una fiesta y que le había gustado
bastante. Ya se habían visto en un par de ocasiones y la cosa
marchaba bien, pero aún era demasiado pronto como para levantar las
campanas al vuelo.
Pegando un salto, Alí dejó de hacer los deberes y cerró su libro.
- Yo
paso. ¿Te vienes al jardín conmigo Emel?-preguntó Alí a su
prima-.
-
Espera, que me queda poco para terminar.
Terminando los deberes en ese instante, Ekrem también le ofreció un
rato de juego a su prima.
-
¿Te apetece que vayamos al cuarto y juguemos un rato con los
juguetes? Podemos inventarnos historias y pasar el rato.
-
Bueno…-dijo Emel pensativa-.
-
¿Entonces te vienes conmigo o con mi hermano?-preguntó Alí
interviniendo en la conversación-.
Pidiendo disculpas, Emel se fue con Alí al jardín dejando a Ekrem
solo en el salón.
-
¿Qué quieres que hagamos?-quiso saber Emel-.
-
Tumbarnos en el césped y ver las nubes. ¿Intentamos averiguar qué
figuras tienen?
-
¡Sí! ¡Qué buena idea!
Ekrem se fue cabizbajo a su cuarto y sacó los juguetes comenzando a
jugar él solo. Estaba acostumbrado a no tener a nadie con quien
jugar normalmente, pero a veces echaba de menos compañía y
envidiaba a su hermano porque siempre estaba pegado a Emel.
Lo cierto era que Alí y Emel eran bastante parecidos y su afinidad
les hacía pasar interminables horas juntos. Con Ekrem todo era
distinto porque, pese a ser su gemelo, era diferente en cuanto a
personalidad. No tenían muchas cosas en común y se trataban pero
sin llegar a ahondar más en la relación.
Por su parte, Bárbara había quedado con aquel chico en que se
acercaría a la casa y, mientras lo esperaba, sacó otro cigarro y
comenzó a fumárselo mientras pensaba en aquel ligue. ¿Podría
rehacer su vida después de tanto tiempo viuda y sin tener a nadie?
Entrando en casa, Emel y Alí se fueron a jugar a las casitas juntos,
haciendo como que ambos eran marido y mujer y creando una historia
fantasiosa en su cabeza.
-
Oh, te quiero mucho marido,-dijo Emel-.
- Yo
también te quiero mucho.
Llegando a la vivienda, el muchacho llamó a la puerta y esperó a
que Bárbara le abriera. Era la primera vez que iba a la casa de ella
y estaba nervioso, ya que sabía que tenía una hija y que también
estaba a cargo de sus sobrinos… ¿Les caería bien? Esperaba dar
una buena impresión.
Abriendo la puerta, Bárbara y su chico se abrazaron.
- Me
alegra verte aquí Ethan.
-
Gracias por invitarme a tu casa.
-
Ven, pasa. Te presentaré a los niños…
Entrando en los diferentes dormitorios, Bárbara presentó a Ethan a
los tres pequeños y éstos lo saludaron con total normalidad, sin
montar demasiada fiesta. Saliendo al salón, Bárbara respiró
tranquila y comenzó a besar a su chico.
-
Qué peso más grande me he quitado de encima,-confesó ella-.
-
¿Tú crees que les habré caído bien?
-
Estoy segura de ello. ¿A quién no le vas a caer bien con esa carita
tan bonita que tienes? Ven aquí, que te voy a comer.
Entrando en el dormitorio, la pasión arrolladora provocó que se
tirasen en la cama y se quitasen la ropa atropelladamente mientras no
dejaban de besarse.
En el cuarto de Emel, ella y su primo Alí seguían jugando a las
casitas.
-
¿Crees que ese hombre será nuestro nuevo papá?-preguntó su
prima-.
- No
lo sé. ¿Por qué lo dices?
-
Porque me gustaría tener un papá como tienen todos los de mi clase…
-
Ya, y a mí también… ¿Vamos y se lo preguntamos?-propuso Alí
poniéndose en pie-.
Y mientras su hija y sus sobrinos jugaban, Bárbara también jugaba
pero… de otra forma.
-
¿Te gustaría que te la metiera ya, Bárbara?
-
Sí, hazlo por favor.
-
No… ¿Y si paso mi polla por tu raja? Uh así, rozando lentamente…
-
Joder Ethan, me vas a matar.
-
Sí, te voy a matar del gusto…
Y como con las prisas no habían cerrado la puerta del dormitorio con
el seguro, Emel y Alí entraron encontrándose aquella situación
frente a sus aún inocentes ojos.
-
¿Mamá qué haces?
-
¡EMEL! ¡ALÍ! ¡Fuera de aquí!
Saliendo al salón, ambos niños comenzaron a reírse y se miraron
cómplices.
-
Mamá estaba jugando con ese hombre a los papás jijiji,-dijo Emel-.
-
Sí, como tú y yo antes con nuestros juguetes. ¿Por qué no lo
hacemos un día tú y yo? Parece que la tía Barbara se estaba
divirtiendo.
-
¡Vale!
Finalmente el romance con Ethan no resultó. Conectaban muy bien en
la cama, pero fuera de ella eran completamente diferentes y apenas
tenían cosas en común, por lo que decidieron tomar caminos
distintos. Poco después, Bárbara se enteró de que Ethan había
entrado en la cárcel, así que se alegró enormemente de haberse
deshecho de él, ya que no quería malas influencias para “sus
hijos”, como así les llamaba ella. El paso del tiempo había
provocado que los gemelos la considerasen también una madre, porque
los había criado desde los tres añitos y la querían mucho.
Entrando en casa, Bárbara vio que la cocina estaba recogida y con
los platos fregados y sonrió pensando en Ekrem. Había tenido que
ser él, seguro que era cosa suya… Menos mal que era el más
responsable de los tres y sabía desenvolverse mejor que su hermano y
su prima, porque la noticia que le habían dado aquella mañana en el
hospital era terrible.
Los gemelos contaban ya con 17 años de edad y ese mismo año
cumplían la ansiada mayoría de edad. Alí estaba loco por poder
salir de fiesta y entrar en las discotecas… legalmente. Ya que lo
había hecho alguna vez pero con el consiguiente peligro de que lo
pillase la policía consumiendo alcohol o en un lugar prohibido para
los menores de edad. En cambio, Ekrem era mucho más tranquilo,
enfocado siempre en sus estudios y relacionándose lo justo tanto en
clase como en casa. Había aprendido a estar solo y no le importaba
pasarse horas o días sin intercambiar palabra con nadie.
Por parte de Alí y su prima, la loca adolescencia con las hormonas
revolucionadas, las imágenes de Bárbara manteniendo sexo con Ethan
aquel día y la curiosidad típica de la edad provocó que quisieran…
experimentar. Todo comenzó con una caricia, una mirada, luego
pasaron a un beso escaso en los labios, después fueron a más
comenzando a besarse más profundamente hasta que…
Emel, a sus 16 años, era una de las chicas más guapas de su clase y
tenía tanto a chicos como a chicas detrás de ella, pero en ese
momento sólo tenía ojos para su primo. Intentaban mantener las
formas delante de todos, pero en la intimidad no podía evitar que se
le cayese la baba y… las bragas.
Llamando a la puerta, Bárbara entró en el dormitorio de los
gemelos.
-
Buenos días Ekrem.
-
Buenos días tita, ¿qué tal te fue el chequeo en el hospital?
-
Pues… de eso quería hablaros a los tres.
-
¿Pasa algo?-preguntó Ekrem levantándose de la silla-.
- Ve
al salón y espérame allí. Voy a buscar a tu prima y a tu hermano.
Tocando
la puerta que daba a la habitación contigua, Bárbara la abrió y se
encontró a su hija y a Alí sentados y con la respiración bastante
agitada.
-
Hola… ¿Estáis bien?-preguntó Bárbara-.
- Sí
mamá, ¿por qué… lo preguntas?-contestó Emel bastante nerviosa-.
-
Estáis asfixiados, ¿qué os pasa?
-
Nada, estábamos empezando a hacer ejercicio justo cuando has
entrado,-dijo Alí interviniendo y cubriendo a Emel-.
-
Bueno… ¿Podéis salir al salón? Necesito contaros algo.
Sentándose todos en los bancos de la barra de desayuno, Bárbara se
situó tras ella y, cogiendo aire, alzó la mirada al cielo y comenzó
a hablar.
-
Bueno, esto que os voy a decir es muy importante y no quiero que os
preocupéis más de lo es, ¿vale?
-
¿Qué te pasa?-preguntó Ekrem preocupado-. Me estás comenzando a
asustar.
Quedándose en silencio, Bárbara miró a los tres jóvenes antes de
volver a hablar.
-
Tengo cáncer. Me han detectado cáncer de pulmón en una fase algo
más avanzada de la recomendable, pero no hay que temer porque vamos
a comenzar el tratamiento de quimioterapia para luchar contra esto.
Estoy segura de que juntos vamos vencer al cáncer…
CONTINUARÁ…
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