sábado, 11 de julio de 2020

Capítulo 3 || Doble o nada

 Emel se quedó paralizada… ¿Estaba soñando? Sí, debía tener una pesadilla muy real porque eso no podía estar pasando.
- ¿Te vas a morir?-preguntó Emel-.
- ¡No! No os voy a mentir y es muy complicado remitir el cáncer en la fase en la que se encuentra, pero soy optimista y sé que todos me vais a ayudar en estos momentos tan duros.


 Levantándose el primero, Ekrem rodeó la barra y se quedó parado frente a Bárbara.
- Pase lo que pase estaremos siempre contigo.
- Eres un cielo, Ekrem. Te quiero.


 Abrazándolo, Bárbara no pudo evitar comenzar a llorar, provocando que Alí y Emel se abrazaran también a ellos y que juntos formasen una piña.


 Al cabo de unos cuatro meses, el cáncer no había remitido y proseguía inundando de metástasis el joven cuerpo de Bárbara, quien se encontraba completamente hundida y sin fuerzas de nada. La idea de que la muerte estaba cerca no paraba de rondarle la cabeza y, con ella en mente, comenzó a dejar todo listo por… lo que pudiera pasar.


 Por su parte, Alí y Emel habían dado el gran paso e hicieron el amor por primera vez para ambos. Habían perdido la virginidad juntos y eso unía mucho, por lo que desde que lo probaron, no había día que intentaran buscar un hueco para sus intimidades.


 Bárbara quería dejar todo preparado para que, el día que ella faltase, ninguno de los tres jóvenes tuviera que hacer nada, por lo que se dedicó día tras día a hacer llamadas, mover papeles y volver a tener una actividad algo más “normal” dentro de las posibilidades así que, y pese a las negativas de los médicos, decidió dejar la quimioterapia. Si quería dejar todo listo antes de fallecer, debía estar en plenas capacidades y no sentirse en la más mísera de las mierdas como cuando salía de la terapia. Al fin y al cabo, Bárbara en su interior sabía que no superaría el cáncer.


 Ekrem, como era el más maduro de los jóvenes, se dedicó mucho más a ayudar en casa a Bárbara tanto en la limpieza, como en la cocina, preparando la cena algunos días y en lo que iba surgiendo en el día a día pero sin descuidar sus estudios.
- Mierda, ¿dónde habrá metido mi hermano su parte del trabajo? Hay que entregarlo mañana…-decía Ekrem en voz baja quejándose por enésima vez de la actitud de Alí-.


 Entrando en la habitación de su prima sin llamar a la puerta, lo que descubrió Ekrem le sorprendió a unos niveles que no esperaba. Tal y como entró en el dormitorio salió, igual que si hubiera usado una puerta giratoria.


 Ekrem no había tenido nunca ningún acercamiento con chicas, pero no por eso le dejaban de gustar. No se atrevía a iniciar una conversación por mucho que le gustase alguien y, sin embargo, su hermano era completamente diferente a él. Era muy abierto y simpático con los demás, era popular en el instituto y siempre estaba rodeado de gente y de Emel, por supuesto, de la que no se separaba nunca. ¿Y ahora los pillaba teniendo sexo? ¿Sabían que estaban cometiendo incesto? ¡Son primos!


 Saliendo del mundo de sus pensamientos, Ekrem vio a su tía Bárbara salir del baño en ropa interior con dirección a su dormitorio cuando lo vio quieto en mitad del salón.
- ¿Qué haces ahí parado corazón?-preguntó Bárbara-.
- Ah nada, estaba pensando en mis cosas.
- Pues mira, ya que estamos ven, siéntate porque me gustaría comentarte algo.


 Haciendo caso a su tía, Ekrem se sentó junto a ella en la mesa del salón y esperó a que Bárbara comenzase a hablar.
- Llevo unas semanas en las que no me estoy echando la quimio.
- ¿Por qué haces eso tita? ¿Te quieres morir?
- Por supuesto que no quiero, pero los médicos me han dicho que tengo ya metástasis en todo el cuerpo y… sólo un milagro haría que saliese viva de esta.
- Tita…-logró decir Ekrem con un hilo de voz y comenzando a llorar-.
- Venga Ekrem, no me llores ahora cielo. No es momento de hacerlo porque aún estoy viva, estoy aquí contigo,-dijo Bárbara agarrándole la mano-.


 Respirando hondo y tratando de tranquilizarse, Ekrem miró a su tía terminando de secarse las lágrimas de sus ojos.
- Bueno, ¿qué me querías contar?
- Bien… Como seguramente no me quede mucho, he cambiado los papeles de la casa y la he puesto a nombre de los tres. Ahora esta casa os pertenece. Podréis hacer con ella lo que queráis una vez tengáis la edad para hacerlo, así que cuando yo… muera… os quedaréis con una familia amiga mía.
- Pero tita Bárbara, mi hermano y yo somos ya mayores de edad. Los dos podremos hacernos cargo de Emel hasta que cumpla los 18 años.
- Estoy segura de que tú lo harías, pero los dos sabemos cómo son tu hermano y tu prima y tendrías que encargarte de los dos y todavía eres demasiado joven para llevar esa carga encima. Por eso, cuando pase lo que tiene que pasar os iréis los tres a vivir a casa de estos amigos, ¿vale? Te dejo su número para que seas tú mismo quien los llame el día que yo… muera.
- Vale…
- Sé que es mucha responsabilidad y que no es justo que te la deje todo a ti, pero sé que cumplirás tu palabra. Confío en ti.


 El ambiente solemne y triste del salón chocaba tremendamente con el del dormitorio de Emel, donde le realizaba una felación a su primo, quien estaba en la gloria absoluta.
- Joder Emel… Sigue así.
- ¿Te gusta, primo?
- Sí, mucho… Y llámame primo, me pone mucho más que me llames así.


 Al cabo de un par de semanas, Bárbara se echó una siesta tras recoger la cocina pese a las negaciones de Ekrem. Se sentía muy cansada y así se lo dijo a su sobrino, quien le prometió que haría la cena aquel día. Dándole un beso en la frente, Bárbara le dijo que lo quería mucho antes de meterse en su cuarto, echarse sobre la cama y quedarse dormida para la eternidad…


 Como Bárbara no salía del dormitorio y la cena estaba a punto de salir del horno, Ekrem fue a avisarla y, tras llamarla y zarandearla suavemente, en cuanto tocó su piel pudo notarla fría y fue consciente de lo que había sucedido: había perdido toda la familia que le quedaba en el mundo.


 Entrando en el dormitorio de su prima, Ekrem volvió a pillar a su hermano manteniendo relaciones sexuales con su prima pero, en comparación con la primera vez, en esta ocasión permaneció allí.
- ¿Qué coño haces aquí Ekrem?-dijo Alí dándose cuenta de la presencia de su hermano-. ¡Vete de aquí! ¡Fuera!
- Ekrem por favor,-dijo Emel aguantando el gemido-, ohhhh, sal…
- Tu madre ha muerto, Emel. La tía Bárbara ha fallecido,-sentenció Ekrem justo antes de salir de la habitación-.


 Apenas un minuto después, su hermano y su prima salieron del dormitorio con la ropa interior puesta.
- ¿Esto es una broma?-preguntó Alí-.
- No. Acabo de sacar la cena del horno y fui a avisar a la tita para despertarla de la siesta y…


 Parando de hablar para intentar tragar el nudo que se le había formado en la garganta, Ekrem vio cómo su prima iba hacia el dormitorio de su madre.
- Tengo que verla con mis propios ojos,-dijo Emel entrando en el cuarto de Bárbara-.
- La tía… ¿muerta?-llegó a decir Alí-.


 Suspirando, Ekrem agachó su cabeza antes de contestarle a su hermano.
- Sí Alí, la tita Bárbara se murió mientras tú te follabas a su hija, ¡TU PRIMA!, por cierto.
- ¿Te crees que yo tengo la culpa de que haya muerto? ¡Fue ella la que no quiso seguir con la quimio! Además, lo que hagamos Emel y yo a ti no te importa.
- ¡Sí me importa porque también es mi prima! Y aunque no lo parezca, soy tu hermano, ¡gemelo además! ¿Te crees que me gusta estar detrás vuestra todo el día diciéndoos lo que tenéis que hacer? Parezco más vuestro padre que vuestro primo o hermano.


 Alí, negando con la cabeza se encogió de hombros.
- ¿Y qué me quieres decir con eso? Nadie te pidió que te hicieses cargo de nosotros, para eso estaba la tita, ¿no? La culpa es tuya.
- ¿Pero es que no os dabais cuenta de que la tita estaba enferma y no podía con las cosas ella sola? ¿Ni siquiera erais capaces de fregar los platos una sola noche? ¿O de limpiar la casa, hacer los deberes cuando os lo decía sin protestar 24 pares de veces? La prima y tú sois unos malditos egoístas. Ojalá mamá estuviera aquí…


 Pero ahí fue cuando Alí saltó y levantó la voz.
- Pues para tu información, mamá le ponía los cuernos a papá con el tío Mehmet. Sí, el padre de nuestra prima Emel.
- Lo sé, pero era nuestra madre.
- Sí, y era más puta que Rita.
- Oye, no te consiento que hables así de mamá Alí. ¡Retira eso ahora mismo!
- ¡PARAD YA, JODER!-gritó Emel saliendo del dormitorio-.
- Voy a… hacer una llamada,-dijo Ekrem sacando su móvil-.
- ¿A quién vas a llamar ahora?-preguntó Alí-.


 Tras llamar al seguro funerario y al número que le había dado su tía Bárbara, los tres jóvenes pasaron la noche velando el cuerpo de su madre y su tía hasta que la enterraron por la mañana. Durante todo el proceso, estuvieron con ellos amigos y allegados de Bárbara y, cuando todos se habían ido, llegaron dos personas más.
- Vosotros sois los sobrinos y la hija de Bárbara, ¿verdad?-preguntó un hombre-.
- Sí,-contestó Ekrem algo reticente-.
- Alguno de los dos chicos habló anoche conmigo,-dijo la mujer-.
- Ah, fui yo,-volvió a contestar Ekrem-.


 Ese hombre impresionaba bastante, ya que tenía una mirada muy penetrante y miraba fijamente a los chavales.
- Me llamo Ralph Moodie,-procedió a presentarse él primero-. Bárbara era una buena amiga nuestra y hace unos meses nos contó su deseo de que os acogiéramos en nuestra casa y aceptamos con gusto. ¿Sabes?-dijo Ralph mirando a Emel-. Yo trabajé con tu padre antes de que… muriese.


 En cuanto Ralph dejó de hablar, la mujer carraspeó y se presentó.
- Yo soy Agatha Dietrich y estoy casada con Ralph. Siento mucho lo de Bárbara…
- Gracias,-dijeron Ekrem y Emel-.
- Gracias…-contestó también Alí-. Perdona que te pregunte pero… ¿Te he visto antes?
- Puede ser. Hace años fui actriz y salí en varias películas y series.
- ¡Ya decía yo!
- Bueno, ¿nos vamos a vuestro nuevo hogar?


 Montándose en el coche, Ralph condujo hasta una preciosa casa en ese mismo barrio, pero algo alejada de donde habían vivido hasta ese momento.
- Wow, qué pedazo de casa…-dijo Alí-.
- ¿Os gusta?
- Sí,-contestó Emel-.
- Pues entonces os encantará por dentro.


 Abriendo la puerta de entrada, Ralph y Agatha entraron y le enseñaron el salón y cocina a los muchachos.
- Anda, si tenéis mesa de pin pon y todo,-exclamó Alí-.
- Sí,-intervino Ralph-. Y también un futbolín y el jenga.
- Vaya, aquí sí que sabéis divertiros…
- Venga,-dijo Agatha-. Subamos a que os enseñe vuestros dormitorios…


 A mano derecha estaba la escalera que conducía al piso superior, así que Agatha subió con los recién llegados mientras que Ralph se quedaba en el salón.
- ¿Qué os parece la casa de momento?-preguntó la mujer-.
- Muy bien, muy grande y amplia,-contestó Alí-.


 Entrando en la tercera puerta a mano izquierda del pasillo, Agatha les mostró a Ekrem y Alí el que sería su dormitorio desde ese momento en adelante.
- No es gran cosa, pero vosotros podréis decorarlo a vuestro gusto si queréis,-dijo Agatha-.
- Está muy bien,-intervino Ekrem por primera vez en todo ese tiempo-. Mi hermano y yo estaremos muy bien aquí.
- Genial. Os dejo instalaros entonces…  


 Saliendo del dormitorio, Agatha miró a Emel, quien se mantenía a la espera en el pasillo.
- Y ahora tú, Emel. Tu dormitorio está enfrente, ven.


 Abriendo la puerta que estaba justo delante del dormitorio de los gemelos, Agatha entró seguida de Emel.
- ¿Este es mi dormitorio?-preguntó la muchacha sorprendida-.
- Sí, bueno, lo será en cuanto llegue tu cama, que el pedido va con retraso. Compartirás la habitación con Loreen, mi hija mayor.
- Ah…-expresó Emel sintiendo una gran decepción en su interior-.


CONTINUARÁ…

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