Espero que os esté gustando la historia porque me esfuerzo todo lo que puedo para complaceros cada vez más. Nos vemos muy prontito en otro capítulo. Bye!!
CAPÍTULO 32
Fernando finalmente,
tras una fuerte patada en el estómago al desconocido, lo tumbó y consiguió
ganar la pelea.
El chulo se levantó
como pudo y se volvió mirando a Fernando.
-
Esto no va a
quedar así. Quedas advertido.
A Fernando se le habían
quitado las ganas de ver una película, así que se fue a su casa y se duchó. Con
el pijama ya puesto se miró al espejo por si tenía alguna herida en la cara,
pero por suerte no tenía apenas nada observable a simple vista.
Como no había podido
despedirse de su padre, lo llamó por teléfono. Al comenzar a hablar, su padre
le notó algo raro en la voz y al final Fernando le contó todo lo ocurrido.
-
Es que papá,
después de que se metiera con mamá, mira qué rabia me dio, de verdad. Le cogí y
le reventé la cabeza.
-
Ya hijo te
comprendo, pero relájate que no es bueno estar de esta forma. Venga, hablemos
tranquilamente que ya el tío ese ya no está ni lo vas a volver a ver.
-
Eso espero,
porque si no le arranco la cabeza.
Alberto desde el
teléfono intentaba calmar a su hijo ya que lo notaba demasiado excitado y
cabreado con la situación. Fernando, mientras tanto, se miraba los nudillos y
la mano en general por si había quedado muy mal tras la pelea.
Alberto continuaba
hablando.
-
Así que haz lo
que te he dicho, te pones música relajante y verás cómo se te pasa todo. O eso,
o te haces un apaño…
-
Papá… ¿en serio
me estás diciendo eso
-
Jajaja, anda,
que no eres un niño ya. Yo con Lulú me lo pasaba muy bien y me dejaba
traspuesto en la cama.
-
Papá, la que es
puta es puta donde sea.
-
Y además esta
viene con el pack completo, lo es hasta fuera de los escenarios jajaja.
Fernando terminó
riéndose con la gracia que acababa de decir su padre.
-
Jajaja, ay madre
que me va a dar algo.
-
En fin hijo,
¿estás ya mejor?
-
Sí, ahora sí
estoy bien.
-
Me alegro mucho.
¿Hablamos mañana?
-
Sí claro. ¡Ah! Y
papá.
-
¿Sí?
-
Dale duro a la
mujer de hoy.
-
Ay, cállate ya
jaja.
Fernando terminó de
hablar con su padre y se hizo una ensalada para cenar. Algo rapidito porque no
tenía mucha hambre.
Y haciéndole caso a su
padre, se salió fuera y observó cómo se veía la ciudad desde su casa. Ver el
puente iluminado, su reflejo en el agua… Era una imagen preciosa.
Quince minutos después,
Fernando se metía en la cama para poder descansar.
Había pasado un mes y
la construcción de la máquina del tiempo había comenzado. Tardaría bastante
tiempo, ya que debían construirla, (esta vez Fernando contaba con un equipo) y
no sería nada fácil el montaje y que todo quedara bien de manera que funcionara
todo correctamente. Pero este día era el único libre en la semana, así que
decidió irse a dar un paseo.
Al final decidió irse
al festival en el parque y se puso a patinar en la pista. Hacía mucho que no
practicaba, pero no se le había olvidado.
De repente, el móvil
comenzó a sonarle y un número que desconocía le estaba llamando.
-
¿Diga?
-
Hola, perdona
que te moleste pero ¿eres el hijo del Dr. Rodríguez?
-
Sí, lo soy. ¿Le
ha pasado algo a mi padre?
-
No, no se
preocupe. Verá es que… no sé cómo explicárselo, me da un poco de vergüenza…
-
Usted
dirá…-Fernando no entendía nada, incluso pensaba que era una broma-.
-
Me llamo Eleonor
y llevo cosa de un mes saliendo con su padre a cenar. Soy una clienta suya.
-
¿Es usted
Eleonor? Verá, usted y yo nos conocemos. Soy el chico que estaba en casa cuando
usted llegó a la de mi padre.
Eleonor respiró.
-
¿Era usted?
-
Por favor,
llámame Fernando.
-
Ay, no lo sabía.
Ahora todo será más fácil.
-
Jejeje, claro.
Dime.
-
Pues eso, que
entre una cosa y otra, aprovechando que me iba a operar y tal, hemos quedado
varias veces y… bueno…
-
Mi padre le
atrae a usted.-
Sí, pero no
logro hacer que él se fije en mí.
Fernando se extrañó
mucho.
-
Pues no se… Con
una mujer tan atractiva como usted es difícil resistirse.
-
Anda, si para ti
seré una vieja.
-
Para nada, está
en su mejor momento.
-
Cómo se nota que
sois padre e hijo. De tal palo… jaja.
-
Jajaja, ¿sí?
Bueno, si quieres puedo hablar con él e ir allanando el terreno.
-
¿Me harías ese
grandísimo favor?
-
Claro, no me
importa. Pero, una pregunta… ¿Cómo ha conseguido mi número?
-
Ups… pues le
registré su móvil, espero que no te haya importado.
-
Si al final
acabáis juntos no. Encantado de hablar contigo Eleonor.
-
Igualmente
Fernando. Un beso.
Fernando, mientras
sonreía solo tras la conversación con la mujer vio la máquina de rayos
ultravioleta y pensó en que un morenito cubano no le vendría mal, así que sin
dudarlo un instante, se metió dentro.
Casi una hora más
tarde, Fernando no tenía nada que envidiar a nadie con su morenazo de piel.
Como tenía mucho calor después de salir de la máquina, se fue a tomar un
helado.
Eligió el de cereza y
se sentó a tomárselo mientras lo paladeaba suavemente, disfrutando del momento.
Pero a lo lejos,
alguien lo observaba minuciosamente.
Fernando se levantó
dispuesto a ir a hablar con su padre cuando, levantando la vista, vio al chulo
de la pelea.
-
Eh tú.
-
¿Qué coño
quieres?-contestó Fernando-.
-
El otro día no
empezamos con buen pie. Tenía un mal día y lo pagué contigo. ¿Empezamos de
cero?
-
Por mí…
-
Bien, jeje.
¿Jugamos al fútbol?
-
Bien, ¿un
rápido?
-
¿Un qué?
Fernando y este chico
se pusieron cada uno en sus puestos.
-
Ah, es un juego
español. Te pones de portero y si yo la fallo me pongo de portero, pero si te
meto gol te quedas en la portería y tienes una vida menos. Comenzamos con 5
vidas.
-
¿Y si da al
palo?
-
Te salvas, es decir,
no te quito vida pero te quedas en la portería.
-
Ah guay.
¿Comenzamos?
Fernando preparó el
tiro y chutó a portería, engañando por completo al portero.
-
Te quedan 4
vidas.
-
Ay, me has
engañado.
-
De eso se trata
jaja. Por cierto, ¿cómo es tu nombre?
-
Roger ¿y tú?
-
Fernando.
Fernando en el
siguiente tiro volvió a engañar a Roger, tirando hacia el centro.
-
Mierda, casi lo
paro.
-
Te quedan 3
jaja.
-
Ya ya…
Finalmente, Fernando
ganó de pleno. O Roger no había jugado nunca al fútbol o era más malo que un
dolor.
Como estaban sudando,
decidieron jugar a una guerra de globos de agua y así poder refrescarse un
poco.
Fernando tiró el primer
globo con fuerza y, por desgracia, Roger lo vio venir pero sin tiempo a
reaccionar.
-
Impacto en 3, 2,
1…
¡Plaf! El globo explotó
de una forma que el cuello de Roger comenzó a ponerse rojo. Pero el chico no
podía quedarse quieto.
-
Con que esas
tenemos, ¿verdad? Verás tú.
Fernando sonreía
porque, pese a toda la bravuconería de Roger, no parecía mal chico, pero lo que
más le gustaba era poder demostrarle que era mejor en todo.
Pero, unos minutos
antes de comenzar con la guerra de globos, Alberto patinaba cuando vio que su
hijo estaba también en el parque, así que dejó los patines, se puso sus zapatos
y fue hacia su hijo.
Una vez que se vieron se
abrazaron.
-
Me alegro de
verte hijo.
-
¿Qué haces tú
aquí? ¿No tienes trabajo?
-
Hoy no habían
clientas, así que me tomado el día libre. ¿Y tú? ¿Haciendo nuevos amigos?
-
Es con el que me
peleé. Lo he visto aquí y me ha pedido perdón y que si podíamos empezar de
cero.
-
Ah, bueno, pero
ándate con ojo. No me fio ni un pelo.
Fernando, aprovechando
que hablaba con su padre sacó el tema de Eleonor.
-
¿Y tú qué tal
vas?
-
Pues bien, como
siempre. ¿Por qué lo preguntas?
-
Como siempre no.
¿Hay algo que no me has contado que deba saber?
-
Eh… no. Que yo
recuerde no.
-
¿Y con la mujer
que te vi en casa?
-
Ah bueno, he
quedado con ella varias veces porque no se decide a hacerse la operación y me
tiene ya un poco mareado.
-
¿Es guapa o qué?
-
Claro, está muy
bien.
-
¿Entonces por
qué no vas a por ella? ¡Vamos! Con Lulú no te lo pensaste tanto…
-
¿Tú crees hijo?
-
Ay, qué hombre
este.
Roger estaba sentado
cuando una chica por detrás lo saludó.
-
Hola cariño,
¿qué tal vas?
-
Bien, ¿y
tú?-dijo besándola en la boca-.
-
Bien, ya he
terminado de clasificar los papeles. ¿Qué haces tú?
-
Nada, jugaba una
guerra de globos con uno pero se ha puesto a hablar. Que por cierto, es con el
que me peleé.
La chica se interesó
por saber quién era ese.
-
¿No te pelearías
con él otra vez verdad?
-
No, de verdad.
Le pedí perdón.
-
¿Seguro?
-
Sí mi vida, te
lo prometo.
-
¿Quién es?
-
Pues ¿ves
aquellos dos de ahí?
-
Sí.
-
El más joven.
CONTINUARÁ…
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