CAPÍTULO 20
Habían pasado ya 2
meses desde el comienzo de curso y Fernando supo que lo que le gustaba era la
química y todo ese mundo.
Gracias a que habían
puesto mesa de experimentos, Fernando pasaba mucho tiempo probando ciertos
productos.
A la hora de hacer los
exámenes, sacaba siempre sobresalientes. Era un gran estudiante y si seguía así
llegaría lejos.
Diana y Bryan se habían
hecho inseparables, hablaban todo el rato y estaban juntos para todo. En verano
Diana supo que su novio se había acostado con todas sus “amigas” y al volver al
internado se dio cuenta de que Bryan se portaba súper bien con ella y que la
miraba con unos ojos… Por eso, una de las veces que estaban solos en la parte
de los dormitorios ella sin pensárselo cogió a Bryan y lo besó.
Bryan se quedó
impresionado.
-
¿Qué haces?
-
¿No ha quedado
claro? Besarte.
-
¿No tienes
novio?
-
Lo dejé…
-
Entonces ven
aquí.
Bryan aprovechó y se
besó intensa y profundamente con Diana. Su mayor deseo hasta ese momento se
había hecho realidad.
La chica nueva nunca se
presentó y a la hora de contactar con ella tampoco cogía el teléfono, así que
siguieron siendo Lena y Diana las únicas chicas. Los trimestres pasaron y con
él terminó el curso. Ese verano, tras un año “desaparecido” el caso fue
archivado y la policía dejó de buscar indicios sobre su desaparición. Tras un
verano bueno, volvió al internado con Hugh y Stacy que seguían a su cuidado
para comenzar segundo de bachillerato. Los cambios físicos se iban notando y la
barba en los chicos iba surgiendo.
En este curso tenían
que ir buscando universidades y comenzar a hacer pruebas de aptitud para
acceder a la universidad que cada uno quería.
Y como sus
calificaciones fueron excelentes, pudo acceder a la universidad que Fernando
quiso. Hizo la maleta y la cargó en el camión de mudanza. Le parecía mentira
que se fuera de ese lugar que tan buenos momentos le había dado.
Se montó en el camión y
sus profesores/padres adoptivos se despidieron de él.
-
¡Pásatelo bien y
ten cuidado con lo que haces!-gritaba Hugh-.
-
¡Estudia mucho y
llámanos cuando quieras! Te echaremos de menos,-decía a voz en grito Stacy-.
El viaje no fue
demasiado largo y cuando llegó allí supo que en la universidad se lo iba a
pasar en grande.
Llegó a su residencia y
subió hacia los dormitorios y escogió uno que todavía no tenía nombre. Dejó su
maleta y cerró la puerta.
Lo primero que hizo fue
ir hacia la universidad de Ciencias y Medicina y buscar los libros de las
asignaturas del primer año. Cogió el libro de Química y se puso a leerlo.
Los dos primeros temas
los había dado ya con Hugh en el internado y se puso a hacer algunos problemas.
Conforme iba
escribiendo, los conocimientos adquiridos iban floreciendo y haciendo que su
mano escribiera más rápido. Hizo dos problemas y seguía ojeando las páginas
hasta que llegó a un punto donde no supo seguir.
Terminó con los
problemas y les habían salido perfectos los que se sabía. Se iba a comer la
universidad con patatas y sin necesidad de ensuciarse la servilleta.
En ese momento, su
móvil sonó. Había recibido un WhatsApp del número de la Universidad avisándolo
de que tenía que presentarse en su facultad para darle la bienvenida.
Tras una breve charla
del decano, pudo coger algunos regalos que hacían a los nuevos universitarios
que comenzaban primero ese año.
Al volver a la
residencia se encontró con una cara que le resultaba familiar.
-
¡Hola! ¿Tú eres
la chica que estaba en la presentación de Ciencias?
-
Sí, tú también,
¿verdad?
-
Sí, comienzo
este año primero.
-
Yo igual jeje.
Por cierto mi nombre es Abbie.
-
El mío Fernando.
-
¡Anda! ¿Eres
latino?
-
Soy español pero
llevo casi toda mi vida aquí en América.
Abbie y Fernando se
pusieron a hablar.
-
¿Cómo ves el
primer año?-preguntó ella-.
-
No creo que sea
demasiado difícil. Le he estado echando un vistazo a los libros y la verdad es
que por ahora no me va a resultar muy complicado.
-
Yo todavía no
los he abierto pero espero que como tú dices, no sea muy difícil. Yo no las
tengo muy conmigo…
La conversación fluía
con rapidez.
-
¿Por? Si estás
en la universidad es porque tonta no eres.
-
Ya, pero es que
soy demasiado perezosa.
-
Ah bueno, pero
eso con un poco de estudio y atender a clase, se soluciona.
-
¿Le echamos un
vistazo a los libros?
-
¡Vale!
Ambos se fueron al
comedor y se sentaron. Cuando Fernando vio que Abbie había sacado el móvil se
extrañó.
-
¿No íbamos a ver
los libros?
-
Sí, es lo que estoy
haciendo, lo que pasa es que me los descargué en el móvil y luego lo imprimo en
la papelería.
Mientras tanto, los
demás compañeros jugaban a la consola y se divertían. Eran de segundo y tercer
año, por lo que tenían más amistad.
Dejaron de ojear los
libros y Abbie se fue a su cuarto cuando a Fernando le sonó el WhatsApp. Había
una fiesta para los de primer curso en la residencia femenina Pink.
Fernando se alegró un
montón. ¡Su primera fiesta universitaria! Iría sin falta.
La tarde llegó y se fue
a la residencia donde se hacía la fiesta. Encendió la hoguera y comenzó a
atizarla.
Y antes de que llegara
nadie, sacó un tubo de ensayo con una mezcla que había hecho él mientras estaba
en el internado y la echó al fuego.
Minutos después, un
corro de gente se acercaba al fuego al verlo de color azul violáceo. La música
sonaba fuerte y los jóvenes comenzaban a beber y divertirse.
Entró en la casa y se
encontró con Abbie, que saludó y luego le enseñó el vídeo de la hoguera que
acababa de hacer.
La chica se rio un
montón con la ocurrencia de Fernando.
-
Mira que eres
malo, Fernando jajaja.
-
Un poco
traviesillo, jajaja.
-
Me gustan los
rebeldes.
Luego bajaron al jardín
y se pusieron a jugar a lanzar una pelota de pin-pong a una serie de vasos y si
entraba, el otro bebía.
Pues bien, Fernando no
daba pie con bola y Abbie no fallaba una, por lo que Fernando bebía un vaso
detrás de otro.
Abbie, un poco
desesperada ante la falta de puntería, fallaba a propósito para que no se
emborrachara el pobre chico el primer día de universidad.
Pero de repente,
Fernando cogió carrerilla y metía la pelota en los vasos una y otra vez sin
parar.
Abbie tuvo que beberse
7 u 8 vasos seguidos hasta que miró la hora y eran la 1 y media de la mañana.
Abbie dejó el juego y
se lo dijo a Fernando.
-
¡Oye! Mira la
hora que es Fernando, tenemos que irnos que mañana hay clase a las 8.
-
¡Te has
retirado! ¡Toma! He ganado, ¡¡sí!!
Se despidieron de todos
y cogieron las bicis.
-
Con la cogorza
que tenemos no deberíamos de coger las bicis pero sino no llegamos…-dijo
Abbie-.
-
¡Te reto! Quien
llegue antes a la resi gana y… ya pensaré un castigo para el que pierda.
-
Anda, tira Fer.
Fernando se lo tomó muy
en serio y pronto Abbie lo perdió de vista. Cuando subió a su cuarto vio que su
compañero de habitación era él. No sabía que la maleta que había sobre la cama
era la suya.
Antes de entrar miró en
las demás habitaciones pero todas estaban ocupadas, así que se fue al baño y se
cambió, aunque Fernando estuviera dormido, le daba vergüenza. Luego entró en su
cuarto y se acostó.
CONTINUARÁ…
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