CAPÍTULO 24
El último curso había
comenzado hacía unos meses y el otoño con él. Las nubes cubrían el cielo, las
gotas de agua caían y mojaban el césped del campus y, mientras tanto, Fernando
corría para ir a clase.
Entró en clase y se
puso a tomar apuntes, como siempre hacía.
En el descanso de la
hora de comer, salió al patio de estudiantes y mientras se comía un bocadillo,
estudiaba.
Como volvió a ponerse a
llover, entró en la facultad y esperó a que empezara la siguiente clase.
El profesor entró,
saludó a la clase y se puso a explicar el temario por el punto donde lo había
dejado.
-
Chicos, estad
atentos que este gráfico cae en examen, ya os lo adelanto para que no haya
sorpresas.
Fernando preguntaba
todas las dudas que tenía y las apuntaba en su cuaderno donde tenía todos los
apuntes.
El profesor, que lo
había nombrado delegado de la clase, lo tenía muy en cuenta y no dudaba nunca
en hablar con él, resolverle dudas o lo que quisiera.
Al terminar, fue el
único de su clase que se fue al laboratorio a investigar sobre algo que había
encontrado en el campus.
Primero tuvo que
repasar los apuntes y mirar todo detenidamente antes de toquetear la máquina.
Una llama, mascota del
equipo vino a incordiar en el peor momento…
-
¡Eh! El partido
va a empezar, ¿vienes? Te doy entradas por 10$
-
¿No ves que
estoy ocupado?
Pero la mascota seguía…
-
¡Vamos! Cuando
ganemos el partido todos bailaremos el Gangnam Style. Op, op, op, oppa gangnam
style.
-
¡Mira! Como no
te vayas te voy a tirar una botella entera de propileno de sodio y te irás a
tomar viento.
La pesada mascota salió
corriendo tan rápido que no tardó ni medio segundo en desaparecer. Así que
Fernando pudo seguir investigando la muestra que había recogido.
Fernando prosiguió con
la prueba tocando la pantalla táctil y preparando la máquina para que analizara
la muestra de la forma que él quería.
De repente, la máquina
le notificó de algo que no iba bien. Había alguna anomalía en esa muestra. Sin
embargo, Fernando supo llevar la situación y prosiguió.
Minutos más tarde, una
chica entró en la habitación y saludó a Fernando. Cuando este levantó la
mirada…
-
Oh…-pensaba
mientras la analizaba de arriba abajo-.
-
Disculpa,-dijo
la chica-, ¿te importa que me quede aquí? Es que necesito la pizarra.
-
No te preocupes,
tranquila.
Al terminar la prueba,
supo que esa muestra era distinta a las demás. La guardaría y se la enseñaría a
su profesor al día siguiente.
Era la hora de la
merienda y Fernando subió al piso superior para tomarse un barrita energética.
Luego, Abbie subió y se
encontró con Fernando, por lo que le propuso, para rematar la merienda, de
jugar al zumo-pong pero con zumo, no con alcohol. Como era costumbre, Fernando
no tenía tanta puntería y bebía más que ella.
Pero de vez en cuando
metía la pelota en el vaso y era como si metiera un gol. Se alegraba mucho más
de lo normal.
Abbie comenzó a beber
más seguido y un terrible dolor de tripa comenzaba por beber tanto zumo.
Pero Fernando no se
daba por vencido y lo intentaba una y otra vez.
Al final pararon de
beber porque como siguieran se iban a pasar la noche yendo al baño cada cinco
minutos. Así que se pusieron a jugar al ping-pong. Como Fernando ya tenía más
práctica, era más cruel.
Pero Abbie también era
una experta y se las sabía devolver.
Y se las devolvía tan
bien que una de las veces la pelota le dio en la cabeza a Fernando.
-
Te vas a quedar
más tonto todavía Fer.
-
Anda, calla y
juega.
Fernando finalmente
ganó y se puso a celebrarlo haciendo un bailecito estúpido mientras que Abbie
lo miraba atónita.
Volvieron juntos a la
residencia y ahí, un compañero de clase lo paró.
-
Hoy el profesor
me ha dicho que voy muy bien, que siga así porque estoy sacando muy buenas
notas.
-
Anda, me alegro
mucho tío. Te estás esforzando.
-
¿Sabes? Te voy a
superar como siga así.
Fernando miró a este
chico sin saber lo que hacer. Estaba en duda entre reírse, pegarle un guantazo
o dejarlo hablando solo, pero tuvo otra idea.
-
Mira, te voy a
poner a prueba. Te digo unas preguntas y si las aciertas todas eres mejor que
yo.
Fernando comenzó a
hacerle preguntas sobre la clase que hoy habían dado y al principio las
acertaba.
Sin embargo, luego
llegó un punto que comenzó a pensarse más las respuestas…
-
Tío, si lo he
apuntado en mi libreta… ¿Cómo era?
Fernando a modo de
broma lo presionaba.
-
Tic, tac, tic, tac.
-
Mira, paso. No
me acuerdo. Sigues siendo el mejor…
Fernando levantó su
ceja izquierda a modo de aprobación.
-
Lo has hecho
bien, pero… si no estuvieras hablando todo el rato con Mel, sabrías todas las
respuestas. ¿Quieres que repasemos?
Pasaron al comedor y se
pusieron a repasar el tema. Fernando ya se lo sabía pero nunca venía mal
echarle otro vistazo.
Pasados 20 minutos, el
chico se levantó.
-
Paso, me aburre
esta asignatura. Me voy al salón.
-
Como quieras, yo
voy a seguir aquí.
Mientras tanto, una
copiosa lluvia caía en el exterior mientras, a lo lejos, se podían ver las
luces de la gran Nueva York. Quedaba muy poco para terminar el curso. ¿Volvería
a su casa después de eso?
CONTINUARÁ…
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