domingo, 27 de septiembre de 2020

Capítulo 23 || Doble o nada (Temporada 2)

 Tras hablar durante unos minutos con esa persona, Alí volvió a montarse en su coche y condujo durante largo rato hasta llegar a su destino. Mentiría si dijera que no estaba nervioso, ya que eso de pedirle favores a alguien no era algo que le gustase demasiado.


 Entrando en el edificio y subiendo al piso correspondiente, Alí llamó al timbre y esperó a que le abriesen la puerta.


 Apenas unos segundos después, Megan abrió la puerta.

- Bienvenido a mi dulce hogar Alí. Me alegró mucho recibir tu llamada.

- De verdad que me sabe muy mal pero es que no tenía otro sitio donde quedarme…

- Anda ya hombre, ¿para qué están los amigos? Además, no iba a permitir que te quedases en un hotel después de todo lo que has hecho.


 Acercándose a ella, Alí la abrazó dándole las gracias de nuevo.

- Eres un sol, Megan. No comprendo por qué te tienen tanto miedo en la comisaría si eres un amor.

- Pues porque soy una mujer en un mundo de hombres, que cobra y manda más que ellos y a la que ven como el enemigo. Por eso cuando estoy allí, tengo que ponerme más dura y seria de lo que realmente soy.


 Haciéndolo pasar, Megan lo llevó hasta el salón y allí comenzaron a charlar tranquilamente.

- ¿Qué tal las primeras horas de libertad? ¿Dejaste a Susan con su hermana?

- Sí, las he dejado charlando y poniéndose al día. Yo sabía que Agatha la aceptaría, pero me ha sorprendido por la acogida tan buena que le ha dado… Yo creo que como ya vive sola con su marido, se sentía algo sola y ahora Susan le va a venir genial. ¿Sabes que Susan es más pequeña por dos años que su sobrina?

- ¿En serio? Qué curioso. ¿Y qué tal lo demás? ¿Has visto a tu hermano?


 Alí le estuvo contando a Megan las visitas que había hecho a Emel, Ekrem y, finalmente, a Gloria y con esta última Megan notó que el tono de Alí cambió bastante.

- ¿Te pasa algo Alí?

- No sé… Es que cuando llegué allí vi al chico que estaba siempre en la recepción y me contó que se iban a la ciudad de al lado y todo eso, pero de repente apareció un niño de unos seis o siete años y le llamó papá.

- Ah vaya, ¿y qué pasa con eso?

- Pues que yo llevo desaparecido siete años y cuando me infiltré en la casa de Gregor ella estaba soltera y sin hijos y ahora está casada con su recepcionista y tienen un hijo en común.

- Ya… Habrá sido un cambio muy grande para ti porque, si mal no recuerdo, fue tu terapeuta, ¿no?


 Alí asintió con la cabeza y prosiguió contándole a Megan las dudas que le habían surgido.

- Gloria fue mi terapeuta y también una chica de la que me enamoré. Incluso la llegué a invitar a que se viniera conmigo cuando me cambié de comisaría.

- Vaya, eso no me lo has contado nunca.

- Ya, pero tampoco hubo ocasión de hacerlo… Total, que la invité y no me dijo que sí, pero tampoco que no y un día, de un momento a otro, surgió un beso y de ahí pasamos a la cama…

- Claro, y después de eso supusiste que su respuesta sería un sí, ahora te entiendo.

- Exacto y cuando me dijo que no porque no podía irse me rompió el corazón. Por eso ahora cuando he visto al niño que tendrá seis años más o menos y que es pelirrojo y con los ojos azules igual que mi madre pues joder… Permíteme que dude.

- Joder, ¿y se lo has preguntado?

- Sí, pero me ha dicho que no era mío y que me largase.

- Vaya, lo siento mucho Alí… Si yo me pusiera a contar las batallitas que he tenido con mis ex… Daría para una saga completa.


 Alí le prometió a Megan que se quedaría un par de noches hasta encontrar un piso de alquiler que estuviera bien y listo para mudarse, pero entre que la búsqueda estaba siendo muy complicada, los pisos eran demasiado caros, no quería alejarse demasiado de la comisaría para cuando volviese al trabajo y que la convivencia con Megan era muy buena, el tiempo pasó y un par de meses después, Alí continuaba por allí.

- ¡Buenas tardes!-saludó Megan-.

- Hola, buenas tardes. ¿Qué tal por la comisaría?

- Bien, bien. Después de tanto tiempo sin trabajar, echaba de menos volver al frente.

- Yo lo estoy deseando. Me reincorporo la semana que viene y estoy loco por volver a ponerme el uniforme. Lo que pasa es que no encuentro piso y estoy aquí de prestado.

- No digas eso, que ya sabes que me encanta tenerte por aquí tonto. Además, he pensado una cosa y creo que te gustará… Como tú y yo ya tenemos bastante confianza, ¿por qué no te vuelves a mi comisaría?

- Me encantaría, la verdad. Yo también lo he pensado.

- Genial, pues si quieres vamos luego y preparamos todo, ¿vale? Yo mientras tanto voy a cambiarme.


 Unos minutos después, Megan se había quitado la ropa del trabajo y estaba con algo más cómodo.

- ¿Necesitas ayuda Alí?

- No gracias, puedo yo solo. Bueno cuéntame, ¿qué caras han puesto cuando te han visto aparecer por allí?

- Ay mira, qué risas me he podido pegar cuando he visto a uno de los policías intentando quitar el solitario justo cuando el ordenador se le había quedado pillado.

- Jajajaja, habrá tenido que ser una situación muy cómica. ¿Y te has reído abiertamente?

- Pero Alí, ¿quién te has creído que soy? Me he colocado a su lado y he puesto la cara más seria que podía mientras me estaba descojonando por dentro.


 Lo cierto era que Alí y Megan se complementaban a la perfección y tener tantas cosas en común, al contrario de lo que la gente cree, fue un plus para ellos porque se pasaban largas horas charlando, sentían pasión por las mismas cosas y tenían ideas parecidas.


 Esa noche, Alí estaba en su cuarto sin poder dormir porque no paraba de pensar en el hijo de Gloria y Eliseo. ¿De verdad era hijo de ambos o fue una vulgar mentira? No lo sabía, pero tampoco iba a obligarla a contarle la verdad.


 Lo que más le dolía a Alí era la actitud de Gloria, tan superficial y cambiada a la que recordaba de ella. Es como si su presencia le hubiera molestado de alguna forma a Gloria y, aunque Alí ya no sintiese nada por ella, todavía le guardaba cariño y aprecio porque había sido una parte importante de su pasado. De lo que Alí estaba seguro era de que debía mirar hacia delante y olvidarse de su pasado. Lo que Gloria hubiera hecho o dejado de hacer era cosa suya y era una persona a la que no estaba vinculado de ninguna forma así que, ¿por qué no olvidar todo el tema de una vez por todas?


 Llamando a la puerta, Megan entró en la habitación de Alí.

- ¿Estás bien? En la cena te he visto más callado de la cuenta.

- Ah nada, tonterías que se me pasan por la cabeza.

- El niño de Gloria, ¿no?

- Sí, no me lo quito de la cabeza…

- ¿Y por qué no insistes?

- Porque ya se ha ido de allí de ese despacho y mudado de casa, así que tendría que buscar su nombre o el de él para encontrarlos, plantarme allí y ella podría acusarme perfectamente de acoso y denunciarme.

- Oh sí, tienes razón. Vaya mierda…


 En un arrebato, Alí se abrazó a Megan.

- Menos mal que te tengo a ti porque sino… Ya habría perdido la cabeza.

- Yo doy gracias a Dios todos los días de tenerte aquí porque, después de tantos años ahí encerrada, prácticamente sola las 24 horas haciendo shows, escuchando los gemidos de las demás chicas, las violaciones, los golpes… Creo que no habría podido estar sola mucho tiempo y si te fueras ahora… Me costaría muchísimo acostumbrarme a no verte por aquí.

- Megan, ¿qué me quieres decir con esto?

- Pues que… te necesito y no quiero que te vayas. Durante estos meses de convivencia me he dado cuenta de que siento algo más que amistad por ti y… cada día que pasa es más complicado controlar mis sentimientos hacia ti. Fíjate qué cosas, la tía más temida de la comisaría está ahora más nerviosa que una quinceañera diciéndole a un subordinado que está enamorada de él.


 Y sin dejarle más tiempo a Alí para que contestase o dijese nada, Megan se abalanzó sobre él y lo besó pero, justo cuando se dio cuenta de lo que había hecho y fue a separarse, las manos masculinas se posaron sobre su cintura y la atrajeron más. Tras un breve descanso donde sus respiraciones se notaban agitadas, volvieron a besarse de una forma más apasionada.


 Pasados unos momentos, Alí se separó un momento para recobrar el aliento justo cuando Megan miró de forma pícara a Alí.

- Creo que hay alguien que se alegra mucho de este encuentro…-dijo ella notando el bulto masculino-.

- Y tanto que sí. Nunca llegué a imaginar que tú y yo…

- Pues calla y disfrutemos del momento.


 Y esta vez fue Alí quien llevó las riendas del momento y comenzó a besar de una forma enloquecedora a Megan, quien sintió que sus piernas temblaban y que el miembro viril de Alí comenzaba a notarse mucho más que antes.


 Yendo hacia el cuarto femenino, allí pudieron terminar de darle rienda suelta a la pasión que sentían en ese momento. Megan se sorprendió del miembro de Alí y y lo disfrutó mucho, pero él también acabó encantado de cómo se movía ella en la cama.

Esa noche ambos certificaron que, cuando dos personas se conocen muy bien personalmente, en la cama son más compatibles que dos que se acaban de encontrar.


 Tras finalizar, ambos se quedaron abrazados mientras se miraban a los ojos.

- Megan, cuando vine aquí hace dos meses no sé por qué lo hice. Podría haber vuelto y quedarme en casa de mi hermano, en la de mi prima o en la de Agatha incluso, pero te llamé a ti y todavía no lo sé pero me alegro de haberlo hecho. En este tiempo no solo has sido una buena amiga, sino una compañera de piso genial y ahora una amante excepcional y… antes en mi habitación me había prometido mirar hacia delante y olvidarme del pasado cuando en ese momento, abriste la puerta.

- ¿Y qué me quieres decir con eso?

- Pues que… quiero quedarme contigo, que seamos pareja y con el tiempo Dios dirá.


 Alí y Megan comenzaron a compartir la cama a partir de esa noche, al igual que no tenían miedo ni reparo de demostrar públicamente que habían comenzado una relación, lo que provocó el profundo asombro en comisaría y, ya en intimidad, el resto de policías masculinos le preguntaban a Alí cómo había conseguido conquistarla a lo que él respondía simplemente que: “Hay que dejar de mirarla como un ser superior y verla como realmente es, una mujer de carne y hueso con sus defectos y virtudes”.

La relación de ambos iba tan bien que, al poco tiempo de empezar la relación decidieron formalizarla y casarse.


 Un día, tiempo después, Alí volvió del trabajo y entró directamente en el salón, donde sabía que se encontraría a las mujeres de su vida.

- Aquí están mis niñas,-saludó Alí-.

- Hola cariño,-dijo Megan-.

- Hola papá,-contestó su hija Judith-.


 Al igual que le ocurrió a sus padres con Alí y Ekrem, cuando Megan quedó embarazada fue de gemelos y, en este caso, de dos chicas. Judith y Martina eran la alegría de la casa desde hacía 10 años y sus padres estaban muy orgullosos de ellas, de cómo las estaban educando y de que estuvieran creciendo fuertes y sanas.

- Martina, ¿cuánto tiempo llevas en el ordenador?

- Muy poco papá, me acabo de poner.

- Mentira,-dijo Megan-. Lleva ya una hora y pico.

- Venga, fuera de ahí,-dijo Alí-.


 Haciéndole caso a su padre, Martina, nombrada así en honor de su abuela, se levantó de la silla justo cuando vio que empezaba su serie favorita en la tele.

- ¡Ay va! Si va a empezar La Patrulla Canina,-dijo Martina-.

- Y tú te la querías perder…-comentó Judith-.


 Aquel día, Megan tuvo el día libre en el trabajo y lo pasó haciendo las labores típicas del hogar, y luego ayudando a las pequeñas cuando volvieron de la escuela mientras que Alí fue a la comisaría, donde ya era un gran capitán muy respetado.


 Mientras tanto, en los alrededores de la vivienda de Alí, alguien parecía estar buscando los nombres de las calles para saber si estaba en el sitio correcto.


 Levantándose del sofá y dejando a las niñas viendo la serie, Megan quiso saber cómo le había ido el día a su marido.

- Bien, todo muy tranquilo, pero querría comentarte una cosa, a ser posible en privado.

- Claro, vamos al cuarto.


 Tanto Judith como Martina eran niñas muy alegres, atentas y responsables aunque con un toque travieso que a veces desquiciaban a sus padres, pero al fin y al cabo eran muy buenas niñas. Con quienes se llevaban genial era con sus primos Bárbara y Alí, de 14 y 11 años respectivamente, ambos hijos de Emel y Jonathan. Por su parte, Ekrem y Silvia tenían a Mehmet, Rashid y Agatha, de 12 años ambos niños por ser mellizos y 4 años la pequeña de la familia.


 En el dormitorio, Alí le comunicaba a Megan la noticia tan privada que tenía.

- Oye, me encanta esto que me tenías que comentar,-decía Megan-.

- Y a mí, pero es que te echaba de menos y no veía la hora de volver a casa y tener un rato para los dos solos.

- Pero… ¿y las niñas?

- Están entretenidas con La Patrulla Canina, deja que nosotros nos entretengamos con lo nuestro…


 Lo que ninguno de los dos sabía era que, esa persona que parecía estar buscando una dirección, había llegado a su destino que no era otro que la casa de Megan y Alí. Respirando hondo, llamó al timbre.


 Judith salió del salón y antes de abrir, preguntó lo que quería esa persona.

- ¿Quién es?

- Estoy buscando a Alí Köpek, ¿es esta su dirección?

- Sí, es mi papá. ¿Quién eres?

- ¿Eres su hija?

- Sí, ¿y tú quién eres?

- Esto… Yo soy Logan Céspedes. Dile a tu papá que soy el hijo de Gloria, él lo entenderá…


CONTINUARÁ…


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