miércoles, 9 de septiembre de 2020

Capítulo 14 || Doble o nada (Temporada 2)

 Al cabo de un mes, todo estaba ya preparado para darle la bienvenida a las ocho chicas que habían aceptado para el “trabajo”. Moncho se había encargado de elegirlas mientras que Alí fue quien supervisó las obras para dejar las instalaciones cómodas. Ya que tendrían que estar allí pese a que él no quería, por lo menos que estuvieran de la mejor forma dentro de las posibilidades.


 Todos estaban de celebración y se felicitaban mutuamente por el trabajo tan bien hecho.

- Ponme un buen copazo Moncho,-decía Michael-.

- Marchando una copa de las cargadas, como le gusta a mi amigo…


 Moncho estaba emocionado, ya que él había sido quien seleccionó las candidatas, miró sus fotos, sus datos, perfiles… Y todas fueron seleccionadas por algo específico que le había llamado la atención, incluidas las dos chicas menores de edad. Nadie lo sabía, puesto que Moncho quería darles una sorpresa a todo el equipo.


 Gregor sabía que Moncho tramaba algo pero, mientras que no interfiriese en los asuntos económicos que tenían, le daba igual lo que hiciese cada uno. Pidiéndose también una copa, brindó por los prósperos negocios que tenían y se presentarían en el futuro.


 Mirando a Alí, Moncho se dirigió a él.

- Mohamed, ¿no te pides nada?

- No soy mucho de beber…

- Venga hombre, ¿nos vas a hacer ese feo?

- Bueno pues… ponme una cerveza.

- ¡Marchando una birra!


 Alí no tenía nada que celebrar, al contrario. Si fuera por él, sacaba sus esposas y detenía a todos en ese mismo momento, detenía las actividades delictivas que se hacían y pararía con las atrocidades que se harían a partir de ese momento teniendo a ocho muchachas indefensas y retenidas en contra de sus voluntades.


 Con bastante curiosidad, Gregor quiso sonsacarle información a Moncho respecto a las chicas.

- No pienso decir nada Gregor, quiero que sea una sorpresa.

- Venga hombre, aunque sea dime el nombre de alguna o el aspecto, ya sea morena, pelirroja, rubia…

- No insistas Gregor, mañana las verás. Roberto las traerá aquí él mismo, así que es cuestión de horas.


 Teniendo curiosidad por cómo habían quedado las obras, Michael le dijo a Alí que se las enseñase.

- Son ocho habitaciones que dan a un gran pasillo que termina en un amplio baño con sus duchas, taquillas, retretes individuales y sus lavabos, así podrán tener su aseo personal bien accesible para cuando lo necesiten.

- Vaya Mohamed, has pensado en todo. A ver las habitaciones…


 Entrando en la primera de ellas, Michael se sorprendió al verla tan amplia.

- Me la imaginaba más pequeña, no sé por qué,-dijo Michael-.

- Son todas las habitaciones iguales. Hay espacio suficiente para la cama de matrimonio y el escritorio con el ordenador y la webcam integrada. Gracias a estos ordenadores que pediste, desde tu dormitorio tendrás acceso a todas las cámaras para revisar qué hacen las chicas en cada momento. Tuviste una idea genial.

- Gracias Mohamed, la verdad es que me gusta tener todo bajo control.


 Al día siguiente, Moncho acompañó a Roberto con el minibús para recoger a las muchachas, ya fuera en el aeropuerto como en la estación de trenes o autobuses. Una vez que estaban todas en el autobús, pusieron rumbo hacia la casa de Gregor. Moncho les dijo que allí le darían el uniforme de trabajo y les explicarían todo el mecanismo de trabajo.


 Mirándose entre ellos, Roberto le sonrió a Moncho justo antes de comentarle algo.

- Has elegido muy bien a las chicas.

- Muchas gracias Roberto, tengo muy buen gusto…

- Y que lo digas, hay más de una que está…

- Son todas tuyas, eres parte del equipo, ¿no?


 Entrando en la casa, ambos hombres sentaron a las muchachas en los sofás y sillones para hablarles con tranquilidad.

- Bien,-comenzó a decir Roberto-, sois las ocho seleccionadas para trabajar en esta estupenda empresa. Mientras mi compañero Moncho va a haceros un té helado, yo os explicaré por encima cual será vuestra labor y cómo lo haréis.


 Pasando junto a uno de los sofás, una de las chicas se quedó mirando a Moncho y éste le devolvió la mirada y la sonrisa. Si ya se había fijado en ella a través de la foto del currículum, ahora en persona era aún más bonita.

- Debe ser mía,-pensaba Moncho-.


 Como las habitaciones estaban en el sótano y ninguno quería que las chicas supiesen dónde estaban los pasadizos, Moncho pensó en echar unos polvos mágicos en el té helado para dormir a las muchachas y, de esa forma, cargar con ellas hasta abajo y quitarse el problema de en medio.


 Una vez preparada la bebida, Moncho avisó a las chicas y éstas comenzaron a acercarse a recoger un vaso.

- Vaya, menudo recibimiento,-comentó Ania, la muchacha negra-.

- Y que lo digas,-contestó Pilar, la chica de su lado-. Ojalá en todos los trabajos fueran así de amables.


 Todas y cada una de ellas comenzaron a beber sin saber que estaban siendo drogadas. Moncho había preparado un té muy sabroso y sabía que tendría mucho éxito entre las chicas.


 Minutos más tarde, Pilar fue la primera en sentir los efectos de la droga.

- Menudo sueño me está entrando de repente…-comentó Pilar-.

- Es normal, has hecho un viaje muy largo,-le dijo Ania-. Yo también estoy muy cansada,-continuó diciendo justo después de darle otro sorbo al té-.


 Al cabo de una hora, todas las chicas se despertaron en el bar subterráneo, totalmente desubicadas y sin saber quiénes eran los demás hombres que acompañaban a Roberto y a Moncho.

- ¿Dónde estamos?-preguntó una de las chicas-.

- Os quiero dar la bienvenida a vuestro auténtico lugar de trabajo. No os asustéis y escuchad con atención porque estoy seguro de que os encantará,-dijo Moncho-.


 Roberto y Moncho no paraban de sonreír mirando a las muchachas, todas atemorizadas y sin saber dónde estaban ni qué querían hacer esos desconocidos con ellas.

- A partir de ahora trabajaréis frente a una webcam realizando shows eróticos y sexuales solas, entre vosotras o… con alguno de los hombres aquí presentes. Los clientes os pagarán dependiendo de lo que quieran y ese dinero será directamente ingresado en nuestras cuentas y, no os preocupéis porque una parte será enviada a vuestras familias para que no sospechen.


 Alí miró a Moncho tremendamente serio mientras contemplaba a las chicas. Algunas de ellas parecían tan jovencitas que le costaba creer que tuvieran los 18 años, pero delante de ellas no era plan de reclamar nada.


 Una de las chicas, Mary Freeman, miró a Gregor y se dirigió a él.

- Usted, el viejo, por sus pintas parece ser el que manda aquí, ¿por qué coño nos habéis metido aquí?

- Ya ha escuchado a Moncho, señorita.

- Me niego a prostituirme frente a una pandilla de hijos de puta que no saben luchar por sus propios medios para conseguir dinero. Yo no soy la puta de nadie, ¿queda claro? Así que exijo que se nos devuelvan a nuestras casas y prometo que nadie dirá nada.

- Me temo que eso no va a ser posible señorita. Confío en usted y sé que no diría nada, pero no puedo decir lo mismo del resto de sus compañeras.

- ¡No diremos nada!-comentaron el resto de las chicas-.


 Alí estaba mirando a las chicas cuando una de ellas le llamó la atención. Su cara le resultaba familiar pero no sabía de qué… Intentando recordar a quién le encontraba parecido, escuchaba a Moncho explicarle a las chicas cómo trabajarían, a qué horas y cuales eran sus tarifas. Michael, por su parte, explicó que los ordenadores estaban configurados de forma que sólo se podían conectar a dos sitios: la página web para retransmitir y Netflix. Todos insistían una y otra vez que allí estarían trabajando cómoda y gratamente pese a que ahora no lo creyeran.


 Levantándolas a todas, Moncho les dijo que lo acompañasen a sus respectivas habitaciones para que descansaran del viaje y recuperaran sus fuerzas dado que algunas todavía estaban bajo los efectos de la droga que le había suministrado.


 Saliendo al pasillo, Moncho acompañó a las chicas una a una para que entrasen en sus habitaciones y cerrar las puertas desde fuera. De esa forma, evitaba posibles intentos de huida en esos momentos de tensión.


 Las dos chicas menores de edad habían hablado durante todo el camino hacia la casa y entablaron una bonita amistad. Cuando ambas supieron lo que les esperaba, se animaron la una a la otra.

- Ánimo Helen,- deseó Rubí, la chica rubia-.

- Gracias e igualmente Rubí. Pronto saldremos de esta, te lo prometo…


 Ya en intimidad, Alí le recriminaba a Gregor lo que Moncho había hecho.

- ¿Cómo que te da igual?-preguntaba Alí-. Gregor, esas dos chicas no son mayores de edad ni aunque las mires después de beber un barril de cerveza entero. ¿No te das cuenta de las caritas que tienen? ¡Están completamente aterradas!

- Mohamed, confío en Moncho y sé que tendrá una razón válida para todo esto.

- Sí, que es un maldito pederasta de mierda. Mira, yo seré un asesino y un estafador, pero lo que no soy es un pedófilo. Tengo un código y allí no entran menores de edad.

- ¿Y qué diferencia hay entre una chica que cumple los 18 mañana y otra que los cumplió ayer?-preguntó Roberto-. Esa es una gilipollez como una casa de grande.


 Mirándolo mortalmente serio, Alí se dirigió a él.

- Tú eres igual o incluso peor que él. ¡Podrían ser tus nietas si me apuras!

- ¿Y qué? Sigo siendo un hombre aunque tenga 60 años y ellas son unas jóvenes preciosas y a mí me siguen gustando las mujeres, tenga la edad que tenga.

- Me dais asco…


 Entrando en escena Moncho, miró a Gregor al notar que el ambiente estaba demasiado tenso.

- ¿Qué ocurre aquí?

- Pues que aquí nuestro amigo El Turco se ha enfadado porque Roberto le ha dicho que dos de las ocho chicas son menores de edad,-contestó el propio Gregor-.

- ¿Y?-dijo Moncho encogiéndose de hombros-.

- ¿Cómo que “y”?-dijo Alí-. ¡Son menores de edad!

- Como si las menores de edad no follasen… ¿Te crees que allí en tu país no casan a tíos de la edad de Roberto con chicas de 14 años o menos? ¿A qué viene tanta moralidad ahora?


 Cabreándose mucho, Alí agarró a Moncho de la chaqueta y lo sentó junto a Roberto.

- Yo vine aquí a colaborar y a poner mi dinero a vuestro servicio para que juntos obtuviéramos más beneficios, pero aunque sea un delincuente, yo también tengo un código y un honor que me rige. En mi vida he usado, maltratado o utilizado a un menor de edad, así que exijo que las chicas que sean menores no hagan shows. Se mantendrán apartadas y todos los meses sus familias recibirán su parte proporcional de la paga hasta que cumplan sus 18 años. A partir de entonces se incorporarán a las demás, ¿queda claro?


 Michael, mirando a Gregor completamente incrédulo, hizo un comentario sarcástico.

- Gregor, ¿y este tío quién se ha creído que es para darnos órdenes?

- Soy Mohamed Salah alias “El Turco” y con un movimiento puedo acabar contigo y enterrarte vivo sin que nadie de esta habitación sepa nunca dónde está tu cuerpo. Soy tremendamente rico y ahora mismo necesitáis mi dinero para poder seguir adelante porque si no vuestro chiringuito se os hunde así que, o se hacen las cosas como yo digo o cojo mis cosas y me largo y os dan por culo. Vosotros decidís.


CONTINUARÁ…


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