domingo, 13 de septiembre de 2020

Capítulo 16 || Doble o nada (Temporada 2)

 Antes de irse del baño, Moncho observó cómo Alí le ponía la mano sobre el pecho femenino y comenzaba a desabotonar la camisa. Aunque Susan no fuera el tipo de chica preferida de Moncho, debía reconocer que esa chica estaba muy buena.


 Entrando en la habitación de Helen dispuesto a acostarse con ella, Moncho se encontró con Roberto, quien se le había adelantado.

- Qué hijo de puta estás hecho Roberto. Has sido rápido…

- Y que lo digas. No podía quitarme este chochito de la cabeza. Y qué apretada está la zorra, uf…

- Disfrútalo mamonazo,-dijo Moncho cerrando la puerta entre risas-.


 Poco después de que Moncho se fuese del baño y cerrase la puerta, Alí se separó de Susan.

- Vale, ya no hay peligro. Siento mucho haberte besado y tocado pero tenía que ser creíble ante Moncho.

- Sí, no te preocupes. ¿Qué vas a hacer ahora?

- Pues supongo que seguir con mi papel hasta que pueda encontrar el momento idóneo para cazarlos a todos.

- Ten mucho cuidado Alí…

- Sí y… gracias por llamarme Alí. Ya apenas recordaba cómo sonaba mi verdadero nombre jajaja.


 Alí abrió la puerta y Susan salió delante de él. Ahora que sabía que había un policía en la casa y que estaba de parte de las chicas, ya podía estar más tranquila. Sabía que no podía desvelar el secreto, pero Susan se encargaría de hablar bien de “El Turco”.


 Moncho había entrado en la habitación de Rubí y se había quedado observándola mientras ésta dormía.

- Es sencillamente preciosa. Una dulzura de niña…


 Justo cuando Alí se dirigía hacia la salida, escuchó un grito proveniente de uno de los dormitorios. La voz dijo algo así como “me haces daño” y, esperándose lo peor, entró en la habitación y encontró a Roberto manteniendo relaciones sexuales con Helen.

- Oh, Mohamed, ¿te quieres unir? Este chochito es digno de disfrutar.


 Pero Alí, en completo silencio, se acercó hasta Roberto y lo empujó hacia una esquina provocando que su miembro saliese de golpe de la vagina de la pobre Helen, quien se había puesto en posición fetal sobre la cama.

- ¿Qué coño haces tío?-preguntó Roberto-.

- Ni se te ocurra moverte de aquí o te reviento la cabeza, hijo de puta.

- Venga Mohamed,-dijo Roberto sonriendo e haciendo ademán de volver a la cama-.

- ¡Que te quedes ahí!-gritó Alí pegándole un guantazo en la cara-. Helen, ¿estás bien?


 Agarrando de la mano a Helen, Alí la sacó fuera y ésta lo abrazó cuando estuvieron solos.

- Gracias por parar esto…

- Siento no haber venido antes, pero ahora estás a salvo. Venga, ve al baño y dúchate, ¿has cogido tu ropa?

- Sí…

- Pues vete allí y cierra la puerta.

- Vale, gracias de nuevo Mohamed.

- Venga, corre. Y espérame allí hasta que yo llegue.


 Volviendo a entrar en la habitación, Alí se encontró con Roberto recién acabado de vestir.

- Me has jodido uno de los mejores polvos que he echado en mi vida, Turco, pero esto no va a quedar así, hablaré con Gregor y solucionaremos esto. Se te va a caer el pelo.

- Ven conmigo,-dijo Alí agarrando a Roberto-.


 Subiendo por el pasadizo que daba directamente a su dormitorio, Alí llevó durante todo el camino a Roberto agarrado y quejándose sin parar. Una vez en el salón, Alí lo soltó y le sonrió.

- ¿Qué coño haces Turco?

- Te avisé, a ti y a Moncho, pero no me has hecho caso… Y lo siento mucho pero no me has dejado otra opción… Bueno, miento cuando digo que lo siento, porque no voy a sentirlo.

- ¿Sentir el qué?


 Y sin mediar más palabras, Alí agarró el cuello de Roberto y comenzó a apretar.

- Dale recuerdos a tu padre cuando mueras, hijo de puta, aunque no creo que lo vayas a ver, porque según mi hermano era un hombre encantador y está claro que tú eres un verdadero demonio.

- ¿Hermano?-logró preguntar Roberto mientras se intentaba zafar del estrangulamiento de Alí-.


 Apretando más fuerte aún, Alí contestó a la pregunta de Roberto antes de terminar con él.

- Sí, has escuchado bien. He dicho mi hermano, Ekrem Köpek. ¡Sorpresa! Soy Alí, el ex-compañero de trabajo del cabrón de tu cuñado Enrique. ¿Crees que ya le gustará lo que le han hecho los presos sabiendo que hay un ex-policía entre rejas? Pues averígualo y me cuentas,-terminó de decir Alí apretando el cuello de Roberto y matándolo-.


 Agarrándolo en brazos, Alí salió de la casita y dio un rodeo hasta llegar a donde Roberto tenía su coche. Tras introducirlo en su interior, Alí encendió el coche y colocó una piedra sobre el acelerador tras situar al coche frente a un acantilado. La mala previsión atmosférica era perfecta para simular que Roberto había sufrido un accidente y, por desgracia, había perdido la vida.


 Tocando la puerta, Alí avisó a Helen para que le abriese. Tras abrir y entrar, le preguntó a la muchacha cómo se encontraba.

- ¿Cómo estás Helen?

- Me duele mucho ahí abajo…

- Te buscaré una crema para que te duela menos, descuida.

- ¿Dónde está Roberto?

- Tranquila, no te va a molestar más, de eso puedes estar segura.

- ¿Lo has matado?

- Digamos que ha sufrido un accidente… Pero guárdame el secreto,-dijo Alí guiñándole el ojo a la muchacha-.


 Acompañando a Helen hasta su dormitorio, la chica se paró cuando escuchó un fuerte quejido.

- ¿Has oído eso Mohamed?

- Shhh, calla…

- Ahhhhhhhhhhh,-gritó Rubí-.

- Qué zorra eres, ¡puta!

- ¡Ese es mi culo!


 Comenzando a sentir la ira en su interior, Alí entró en la habitación y agarró a Moncho de la cintura empujándolo hacia la mesa del ordenador.

- ¡Te lo advertí, hijo de puta!


 Sacando a Moncho fuera de la habitación tal y como estaba, Alí le pegó un fuerte puñetazo frente a Helen, quien sonreía contenta de ver cómo había alguien en esa casa que defendía a las chicas.

- Te dije que no te acercaras a ellas y no me has hecho caso, pues bien, esto es lo que hay,-dijo Alí teniendo que controlar las ganas de matarlo al igual que a Roberto, porque si lo hacía, comenzarían a sospechar demasiado y todavía había que mantener la falsa identidad-.


 Yendo a por Rubí, Alí se la encontró llorando y acurrucada en la cama. Acercándose a ella, Rubí al principio se creyó que venía a seguir abusando de ella, pero en cuanto Alí acarició su mejilla y besó su frente, la chica se abrazó con fuerza a él mientras continuaba llorando.

- Tranquilízate cariño, ya estás a salvo.

- Gracias…

- No tienes por qué darme las gracias, Rubí. Vamos, ve a ducharte que yo ahora mismo voy a traeros crema a ti y a Helen. Esperadme en el baño las dos, ¿de acuerdo?


 Moncho apartó a Helen de un manotazo y se fue de esa zona del sótano mientras que estaba tremendamente enfadado con Alí. ¿Quién se había creído que era ese tío para hacer y deshacer a su antojo? Por muy rico que fuera, acababa de llegar y no era nadie para mandar sobre la banda, pero parecía que Gregor comía de su mano y tenía que abrirle los ojos al viejo.


 Rubí apenas podía caminar y tuvo que ir Helen con ella para ayudarla. Ya en el baño, ambas comentaron lo sucedido y las dos coincidieron en que Alí las había salvado.

- Ese hombre es diferente al resto,-dijo Helen-.

- Eso parece, pero yo no me fío de nadie.

- Normal, pero porque no le has visto pegar al que te estaba violando. Menudo puñetazo se ha llevado ese cabrón.

- ¿De verdad? Ojalá le hubiese reventado la cabeza.


 Entrando en el dormitorio de Gregor, Moncho se lo encontró en ropa interior.

- Gregor, tenemos que hablar.

- ¿No puedes llamar a la puerta antes de entrar?

- No hay tiempo para gilipolleces. Ha pasado algo grave y tengo que contártelo.

- A ver, qué sucede…


 Moncho cogió aire y comenzó a contarle la historia a Gregor.

- Bajé porque una de las chicas no estaba en su cuarto y me la encontré enrollándose con El Turco y no dije nada, así que me fui a por una de las chicas pero allí estaba Roberto follándosela.

- ¿Quién?

- Roberto, ya te lo he dicho.

- No gilipollas, ¿a quién se estaba follando?

- A Helen, una de las menores… Así que yo me fui a por la otra chica a la que le había echado el ojo y cuando me la estaba follando ha aparecido Mohamed dándoselas de héroe y me ha pegado un puñetazo en toda la cara.

- Y bien merecido.


 Esa última frase no se la esperaba Moncho y frunció el ceño.

- ¿Cómo dices?

- Nos guste o no, estamos en manos de Mohamed porque su dinero es el que está financiando la mayor parte de nuestro negocio. Tenemos un tren de vida muy alto y vosotros con vuestros putos caprichos tampoco ayudáis, así que me tuve que buscar la vida para contactar con El Turco, conseguí que viniera aquí y si él dice que las menores de edad son intocables, pues le hacéis caso y le besáis los pies si hace falta. Dejad de joder con el tema porque como nos deje en la estacada os prometo que seré yo mismo quien acabe con Roberto y contigo. Por cierto, ¿Roberto se fue?

- Eso creo, porque no he visto su coche fuera aparcado.

- Bien, pues ya sabes lo que te he dicho. Guárdate la polla en el pantalón y si te pica te la machacas tú solo, pero no me jodas si no quieres que yo te joda a ti, ¿queda claro?


 Llegada la noche, entre Gregor y Alí le llevaron la cena a las chicas y Gregor en persona pidió disculpas a Helen y a Rubí. Tras eso, Alí se marchó a su dormitorio y, después de cambiarse de ropa, se metió en la cama sabiendo que, pese a que la situación no era la idónea, era mejor de lo que él creía.


 Tras la cena y la charla con Helen, la propia Rubí tuvo que admitir lo que su compañera decía y era que Alí se comportaba de otra forma. Helen había mantenido en secreto que Alí había matado a Roberto, pero aún así, Rubí ya confiaba más en Alí que en cualquier otro de allí.


 Pero en el cuarto de Moncho, éste no paraba de dar vueltas en la cama sin poder dormir. No se le iba de la cabeza lo sucedido con Alí y la bronca con Gregor no había ayudado en nada, sino todo lo contrario. ¿Quién era El Turco para que el propio Gregor le quitase la razón a Moncho y se la diese a él?


 Ante la imposibilidad de conciliar el sueño, Moncho se levantó pensando en que no había terminado con Rubí, se había quedado en el mejor momento justo cuando Alí entró y quería terminar lo que empezó.


 Vistiéndose de nuevo, Moncho miró uno de los cuadros colgados en su pared y se imaginó de nuevo tocando y pasando sus manos por el suave cuerpo de Rubí, pellizcando sus pezones y follando ese apretado coño ya no tan virginal.


 Bajando por el pasadizo y pensando en que a esa hora de la noche, Alí no podría molestarlo, Moncho cruzó la puerta justo cuando se encontró con Ania fuera de su cuarto.

- ¿Qué coño estás haciendo aquí fuera?

- Yo… quería ir al baño.

- ¿No sabes que el baño está en la otra dirección o es que intentabas escaparte?

- No, lo juro.

- Ya claro, y si piensas que te voy a creer vas apañada. Ven conmigo,-dijo Moncho agarrando a Ania del pelo y tirando de ella-.



CONTINUARÁ…


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