Lo cierto era que Beatriz se sentía más cómoda con Diana y Abraham
que con Tyler y Linda. Tenían una forma de enseñar completamente
diferente, pero le resultaba más sencillo para captar los
conocimientos.
Apenas había dudas y los alumnos no protestaban tanto con los
deberes y actividades que les mandaban, ya que se hacían bastante
livianas y sencillas pese a estar dando el mismo temario.
Y es que, para todos ellos, había quedado una cosa clara y era que,
por muchos conocimientos y títulos que tenga alguien, vale más
saber enseñar y transmitir que tener carreras, másteres y
doctorados.
Y si Abraham o Diana veían algo mal y querían corregir, no eran
crueles, no gritaban ni tampoco castigaban a nadie. Simplemente se lo
comunicaban a la persona con buenas palabras y en ningún momento
dejaba de reinar la paz y la tranquilidad.
Cuando terminaron las clases, todos fueron al comedor para almorzar y
disfrutar de una deliciosa comida que habían preparado las
cocineras, quienes habían cambiado la dieta alimenticia de los
alumnos. Diana y Abraham habían pedido que se añadiera más pasta,
fruta y que se restasen tantas comidas de cuchara, ya que 5 de 7 días
eran comidas de cuchareo.
Al ser viernes todos tuvieron tiempo libre a partir del almuerzo y,
como ese día hacía mucho calor, la mayor parte de los muchachos
fueron a darse un chapuzón a la piscina.
Isaac y Diego, quienes estaban sentados al borde de la piscina,
charlaban animadamente hasta que Raquel pasó delante de ellos
mientras nadaba.
- Oye Isaac, ¿no te parece que Raquel es muy guapa?
- Sí, no está mal.
- ¿No está mal? ¿Necesitas gafas tío?
- Jajaja no, es que a mí me gusta Carmen y no puedo fijarme en nadie
más, pero si a ti te gusta Raquel, adelante tigre.
Viendo que Lin estaba sentada con los pies en remojo, Marta se acercó
a ella.
- ¿Por qué no te bañas?
- Es que tengo a mi amiga de visita y…
- Ah vale. ¿No tienes tampones?
- No, se me olvidó comprar hoy cuando fuimos al centro.
- Pues si quieres te presto algunos, que yo tengo en la habitación.
- Ay, muchas gracias Marta, te lo agradezco.
Diego no perdía de vista a Raquel mientras que Isaac miraba a ambos
y bromeaba.
- Como sigas mirándola de esa forma le vas a hacer un agujero en la
espalda, Diego.
- ¿Tú crees que yo le gustaré?
- ¿Y yo que sé? No he hablado tampoco mucho con ella.
- ¿Y piensas que Raquel y yo haríamos buena pareja?
- A ver… Físicamente os veo compatibles pero no todo es el cuerpo.
- No, si ya lo sé… Es que no paro de darle vueltas.
Marta y Lin aprovecharon que estaban juntas para charlar y ponerse al
día.
- ¿Y tienes a alguien esperándote en tu ciudad?-preguntó Marta-.
- No, estoy soltera ahora mismo. He tenido mis cosas, pero como todo
el mundo. Tú ahora que sales con Hugo, estarás encantada, ¿no?
- La verdad es que sí. Es un chico genial y nunca me había
encontrado con nadie así en mi ciudad. Allí todos van a su bola y
pasan de los demás a no ser que necesiten algo de ti.
- Uy, eso lo odio a más no poder. No soporto a la gente que usa a
otra para obtener algo a cambio, ya sea por un tema de clases,
trabajo, sexo o lo que sea.
Tras terminar de hacer las actividades, Carmen le agradeció la ayuda
a Diana.
- No hay de qué, Carmen. Es mi deber.
- Ya, pero también quiero darte las gracias por apoyarme con lo del
embarazo… No ha sido nada fácil dar este paso.
- ¿Se lo has dicho a tus padres ya?
- No… Tenía pensado llamarlos mañana.
- Oye, si necesitas ir a hablar con ellos puedes hacerlo. Con que
vuelvas el domingo para estar el lunes a primera hora en clase, por
mi parte no hay problema.
- Oh, no gracias. Prefiero decírselo por teléfono y ahorrarme el
mal rato de verles las caras descompuestas.
- ¿Crees que se lo tomarán bien?
- Mi madre sí, siempre le han gustado mucho los críos pero el
hombre con el que está ahora… Fue él quien convenció a mi madre
para mandarme aquí, así que no tengo ni idea.
- Bueno, si necesitas ayuda o que alguien hable con él, cuenta
conmigo.
Mirando a Hugo, Carmen lo animó.
- Venga, que tenemos que ver a nuestras parejas.
- ¿Nuestras parejas? ¿Pero tú sales con alguien?
- Sí, pero él no lo sabe.
- Déjame adivinar… ¿Rubén?
- ¿Rubén? No, es muy guapo pero no es mi tipo. Prefiero a Isaac.
- Ah sí, Isaac es un cacho de pan.
- Sí, pero todavía él no sabe nada, así que mantén el secreto
porfa.
- Tu secreto está a salvo conmigo.
Escuchando parte de la conversación, Diana y Abraham sonrieron y se
alegraron de haber aceptado el puesto en ese internado. Al principio
no les convenció demasiado, pero ahora sabían que habían tomado la
decisión correcta. Esa pandilla no era más que un grupo de jóvenes
deseosos de amor, cariño, comprensión y afecto y que no habían
tenido la suerte de demostrárselo a nadie. Sin embargo, ahora que
ellos estaban allí harían de todo para que se sintiesen lo más
parecido a estar en un hogar.
Tras cambiarse de ropa, Hugo fue hasta la piscina y se sentó junto a
Lin y a Marta uniéndose a la conversación.
- Hola chicas, ¿os importa que me siente aquí?
- Qué va bobo,-contestó Marta-. Le estaba preguntando a Lin que por
qué odiaba tanto que la gente se aprovechase de los demás.
- Pues porque me lo han hecho, una especie de rollete que
tuve,-contestó Lin-.
- ¿Una chica?-preguntó Hugo-.
- Sí, yo desde siempre me he sentido atraída por chicos y chicas, y
me gustaba una de mi clase pero tenía novio. Lo que pasó es que
cortó con él y de repente se comenzó a pegar mucho a mí hasta que
un día nos enrollamos. Días después me enteré de que lo había
hecho para darle celos al ex-novio y me dejó tirada como una
colilla.
Sentándose junto a Isaac en completo silencio, Diego le hizo un
gesto al muchacho para que mirase a Carmen.
- Ahí está tu chica,-le susurró Diego a Isaac-.
- Shhh, Carmen no es mi chica-.
- Aún…
Metiéndose en el agua, Diego comenzó a nadar dejándolos solos para
que tuviesen un poco de intimidad.
- Hola Carmen, no te había visto… ¿Qué tal? Estás muy guapa.
Momentos después, Diego escuchó un gran estruendo a sus espaldas y
cuando se dio la vuelta vio a Abraham.
- ¿Los profes también os podéis bañar?
- No hombre espera, si quieres paso calor mientras vosotros
disfrutáis de la piscina.
- Es que los anteriores profesores no se metían en la piscina.
Siempre se quedaban vigilándonos vestidos con traje desde la puerta.
- De verdad, qué sosos… Pero luego bien que hacían sacrificios
ahí abajo en su secta. Hijos de puta…
Raquel se había sentado en el borde de la piscina para descansar
justo cuando sintió una presencia femenina a su lado.
- Ajá, te pille,-dijo Diana-.
- Ah, hola Diana. ¿Te vas a bañar?
- En un rato, primero quiero hablar contigo. ¿Qué tal estás?
- Yo bien… ¿Por qué lo preguntas?
- Porque te he visto un poco distraída en clase.
- Bueno, es que estoy preocupada por algo…
- No me lo digas, ¿un chico?
- ¿Cómo lo sabes?
- Raquel, somos mujeres y cuando una mujer suspira y mira al techo
sólo puede significar una cosa: hombres. A ver, cuéntame.
Por su parte, Carmen e Isaac charlaban animadamente.
- Quiero darte las gracias por apoyarme desde que Fernando me…
- No tienes nada que agradecer. Cualquiera lo habría hecho.
- No, ahí te equivocas. No todo el mundo habría actuado como lo
hiciste tú, sino que se habrían lavado las manos y no se hubieran
metido en el tema. Sin embargo tú lo hiciste sin pensarlo.
- Bueno Carmen, eres una chica muy especial y… No quería que
estuvieras sola en esto.
Levantando la ceja, Carmen sonrió y le hizo una pregunta a su
compañero.
- ¿De verdad crees que soy especial?
- Uh sí, para mí lo eres.
- ¿Sabes? Para mí tú también eres muy especial. Eres sincero,
amable, cariñoso, te das al 100% con los demás…
Raquel le había comentado a Diana el problema con su ex y ésta
había estado escuchando con atención toda la conversación.
- Perdona que te diga Raquel, pero ese tío es un memo. Lo que le
ocurrió fue culpa suya y es una persona de lo más tóxica para ti.
Te voy a hacer una pregunta y piénsalo bien antes de contestar, ¿de
acuerdo?
- Sí claro.
- ¿En esta ocasión fue la primera vez que te echó la culpa de algo
que él provocó?
- Hum… Pues si te digo la verdad, no.
- Pues entonces agradece lo que ha pasado. ¡Piénsalo! Si no te
hubieran metido en este internado, tal vez seguirías con él y te
estaría manipulando como lo estaba haciendo.
Parando de nadar un rato, Abraham observó que entre Isaac y Carmen
estaba comenzando a palparse cierta complicidad por sus gestos y
susurros al oído. Sonriendo, Abraham se alegró de ver a sus alumnos
felices y siendo realmente ellos.
En otro lado de la piscina, la conversación que mantenían Marta,
Hugo y Lin era de lo más entretenida y sirvió para conocerse mucho
entre ellos mientras compartían vivencias, opiniones y risas.
Isaac y Carmen cada vez estaban más cerca y sentían la necesidad de
besarse, pero ninguno de los dos se atrevía, ya que comenzaban a
notar cómo las miradas de los demás se posaban sobre ellos de vez
en cuando.
- ¿Quieres que vayamos dentro?-preguntó Isaac-.
- Buena idea.
Levantándose rápidamente, Carmen fue la primera en dirigirse hacia
el interior del edificio mientras que miraba a Isaac y le guiñaba el
ojo.
Nada más entrar, ambos se unieron en un beso que se prolongó
durante interminables segundos donde el resto del mundo desapareció.
Ambos se querían, se necesitaban y no podían estar el uno sin el
otro en ese momento.
Sonando la alarma de su reloj, Abraham dio la voz de aviso de que era
la hora de ducharse e irse a cenar al comedor. Sin rechistar, todos
ellos comenzaron a levantarse y a salir de la piscina con una amplia
sonrisa en la cara.
Cuando entraron en el internado, vieron cómo Carmen e Isaac se
separaban rápidamente estando en un claro estado de nerviosismo.
Sonriendo con complicidad, Hugo los miró a los dos y les dio la
enhorabuena.
- Toca ducharse y cenar, chicos,-avisó Hugo-.
- Ah vale,-contestaron ambos-.
En cuanto Isaac entró en el dormitorio, lo que vio le sorprendió
con creces. ¿Dónde estaban sus camas? ¡Las habían cambiado!
- Dios… ¿Y esto? ¡Chicos! ¡Venid a ver esto!
Por su parte, Carmen fue la primera en entrar al cuarto y notar el
gran cambio que había dado.
- Wow, qué pasada de camas. ¡Y son muy cómodas!-dijo sentándose
en una de ellas-. ¡Chicas, corred a ver esto!
Sin embargo, cuando Diana y Abraham bajaron a ver su dormitorio, se
quedaron boquiabiertos. Mirándose el uno al otro, tuvieron una cosa
clara.
- Tenemos que reformar el cuarto… Y con urgencia.
CONTINUARÁ…
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