jueves, 14 de mayo de 2020

Capítulo 13 || The Mirror

Justo cuando Fernando salió de la biblioteca, vio a tres de sus compañeros junto a la puerta. Carmen y Diego estaban comentando algo y ambos reían pero, en cuanto vieron la cara de su compañero, ambos se quedaron completamente serios mientras que Beatriz se echó a llorar.
- ¡Se acabó el espectáculo!-gritó Fernando-.


 Hugo lo había humillado. ¡Hugo! Ya no sólo su profesor el primer día le había pegado un guantazo y cortado el pelo, sino que ahora también el idiota de Hugo tenía la osadía de pegarle y dejarle la cara así. Se las iba a pagar y con creces, pero para eso necesitaba pensar un plan, que todo se relajase, que la gente se olvidase del tema… Sí. La vida de Hugo tenía los días contados.


 Encontrándose con Tyler y Linda justo cuando entraban de vigilar el jardín, se horrorizaron al verle la cara así a Fernando.
- ¿Qué le ha pasado señor Molina?-preguntó su profesor-.
- Me… tropecé y caí por la escalera.
- ¿Está usted seguro?
- Sí, es que estaba mirando la altura de los techos y no me di cuenta de que el primer escalón estaba tan cerca y rodé escaleras abajo, pero estoy bien.
- Bueno, vaya a ducharse y a cambiarse de ropa, que no puede cenar estando así.


 En el interior de la biblioteca, Marta se abrazaba con gran fuerza a Hugo.
- Gracias. Gracias por enfrentarte a Fernando por defenderme a mí.
- No hay de qué, Marta. También lo hice por mí, por demostrarme a mí mismo que no soy como él me pinta, que yo también valgo y que ni él ni nadie puede venir y pisotearme a su antojo. Hoy no ha podido conmigo y no volverá a poder nunca más.
- Eres muy valiente…


 Y acercándose al muchacho, Marta posó suavemente sus labios sobre los masculinos sin saber si le aceptaría el beso pero Hugo, posando sus manos en la cintura femenina, la atrajo hacia él y ese dulce beso se convirtió en uno más húmedo y pasional.


 Fernando estaba llorando bajo la ducha. Se sentía en la más mísera de las mierdas y una parte de él podía llegar a entender a Hugo, pero su mente le repetía una y otra vez la misma palabra: Venganza.


 Estando en sus más profundos pensamientos, la puerta del baño se abrió y entró Carmen quien, al verlo desnudo fue a cerrar la puerta cuando Fernando la llamó.
- ¿Qué coño haces aquí?
- Perdón, no sabía que te estabas duchando…
- ¡Vuelve! No te vayas.


 Saliendo de la ducha y sin taparse, vio cómo Carmen volvía a entrar en el baño manteniendo su mirada hacia el suelo.
- ¿Qué hacías aquí?
- Me he quedado preocupada por ti ahí abajo, pero no nos has dado oportunidad de preguntarte qué te había pasado.
- Nada sin importancia, me caí por las escaleras…
- No sabía que ahora la biblioteca tenga unas escaleras. Me las vas a tener que enseñar un día.
- ¿Enseñar? Tú sí que vas enseñando con ese botón sin abrochar en el pantalón,-dijo Fernando-.


 Llevándose las manos a su entrepierna, Carmen se dio cuenta de que era cierto y fue a abrochárselo justo cuando Fernando intervino y habló de nuevo.
- Déjalo así, al fin y al cabo yo ya estoy desnudo y me has visto todo, qué menos que yo te vea de la misma forma,-dijo comenzando a acercarse a la muchacha-.
- Creo que no ha sido una buena idea venir aquí,-comentó Carmen dando marcha atrás para irse de allí-.
- ¡No tan deprisa Belén!-dijo Fernando agarrándola del brazo-.
- ¡Me llamo Carmen!
- Me da igual, vas a follar conmigo ahora mismo te llames Belén, Carmen o Agapita.


 Desnudándola, Fernando agarraba a Carmen con fuerza y la obligaba a besarlo mientras que ella intentaba resistirse pegando patadas y manotazos, pero no era lo suficiente como para quitarse de encima a su compañero.


 Alzándola un poco, Fernando comenzó a chupar y a morder los pezones de Carmen mientras que ésta le daba manotazos en la cabeza. Sin conseguir nada más que dolor ante las fuertes mordeduras de Fernando, comenzó a gritar pidiendo ayuda provocando que éste le diera un guantazo en la cara que la dejase medio inconsciente.


 Tumbándola en el suelo, Fernando abrió de piernas a Carmen y comenzó a violarla duramente mientras que ella no estaba siendo consciente de nada al 100% a causa del fuerte golpe que había recibido. Creyendo que veía unas piernas al fondo del baño, Carmen movió su brazo derecho en esa dirección justo cuando Fernando la agarró de ambas muñecas para que sus vaivenes fueran más fuertes.
- Qué apretada estás, puta. Me vas a hacer correrme muy pronto. Oh sí, qué zorra eres…


 En cuando Fernando se corrió, soltó a Carmen, quien aprovechó para vestirse lo más rápido posible y largarse de allí pero volvió a sentir la mano de Fernando sobre su muñeca sujetándola.
- Y de esto ni una palabra a nadie, zorra.
- En cuanto salga de aquí lo gritaré a los cuatro vientos. ¡Nadie me lo va a impedir!
- ¡Yo te lo impediré!-gritó Fernando soltándole otro guantazo en la cara empujándola hacia las duchas justo antes de iniciar el paso de nuevo hacia el dormitorio-. Y si dices algo, te mataré con mis propias manos… Estoy muy cansado de que nadie me tome en serio, así que si dices algo, despídete de los tuyos, puta.


 Cerrando de un portazo, Carmen comenzó a llorar justo cuando escuchó ruido a sus espaldas y, bastante asustada, apenas se atrevió a mirar.
- ¿Quién está ahí?
- Shhh, soy yo, Isaac.
- ¿Cuánto tiempo llevas ahí?
- El suficiente como para tener pillado por los huevos a ese cabrón de Fernando.


 Girándose, Carmen no sabía a qué se refería Isaac.
- ¿Qué quieres decir con que tienes pillado a ese hijo de puta?
- Me refiero a que lo he grabado todo con mi móvil.
- ¿Tienes un móvil?
- Sí, me escondí uno en mi ropa interior y cuando soltamos nuestras cosas el que le di al maestro fue uno que no funcionaba. Con esta grabación, Fernando irá a la cárcel.


 Sin poderlo evitar, Carmen se abrazó a Isaac un momento.
- ¿Y qué hacías ahí dentro?
- Acababa de ducharme y me estaba poniendo la ropa cuando Fernando entró, luego escuché tu voz y ya cuando comenzó el jaleo pensé en salir, pero luego pensé en si sería buena idea enfrentarme a él.
- Hiciste bien quedándote. Si hubieras salido te habría machacado y no podrías haberme ayudado. Con esa grabación, tú y yo hundiremos a ese violador.


 En el comedor, todos los alumnos estaban llegando y sentándose en las mesas para la cena justo cuando Tyler miró a Hugo y le hizo una pregunta.
- Señor Solanas, ¿qué le ha pasado en su mano?
- ¿Qué? ¿Qué me ha pasado? No me pasa nada…
- Fíjese bien, eso que tiene en los nudillos parecen heridas.
- Oh, esas heridas, fue de antes de venir aquí, un día en mi casa me cabreé tanto que le pegué puñetazos a las paredes.
- Qué curioso, habría jurado que esta mañana no las tenía… Estaré confundido… Qué mas da…


 Entrando en el comedor y sentándose junto a Hugo, Isaac lo saludó dándole un toque en el hombro justo cuando Linda le hizo una pregunta.
- Señor Belarra, ¿ha visto usted a su compañero el señor Molina?
- Ah sí, está en la habitación. Se ha acostado ya…
- ¿Acostado?
- Sí, me ha dicho que no se encontraba bien después de haberse tropezado con las escaleras y que no quería que nadie le molestase.
- Iré a ver,-dijo Tyler levantándose-.


 Subiendo las escaleras hacia los dormitorios, Tyler entró en la habitación y se encontró a Fernando metido en la cama mirando hacia la pared. Al parecer Isaac decía la verdad y Fernando ya estaba profundamente dormido.


 Tras la cena, Marta y Hugo quedaron en verse a la mañana siguiente antes de que los demás compañeros se despertasen y, de esa forma, tener un momento a solas antes de comenzar el día.
- Buenas noches guapo, que descanses.
- Hasta mañana Marta. Buenas noches.


 Encontrándose a Tyler en la puerta, éste aconsejó a los chicos no hacer ruido.
- Vuestro compañero, el señor Molina, se encontraba hoy indispuesto así que os pido que os cambiéis con la luz apagada y en el menor tiempo posible evitando en todo momento hacer ruido, ¿vale chicos?
- Sí, claro maestro,-contestaron todos-.
- Señor Solanas, ¿podría quedarse conmigo un momento? Me gustaría comentarle una cosa.


 Cuando todos los compañeros entraron, Tyler comenzó a hablar con Hugo.
- Señor Solanas, sé lo que ha pasado con el señor Molina.
- Joder… Quiero decir, lo siento, perdón.


 Hugo comenzó a sentirse culpable y pensó en que Tyler, al igual que con Fernando y con Diego, a él le caería un fuerte castigo por lo que había hecho.
- ¿Perdón? Señor Solanas, ¡por fin le ha plantado cara y ha salido vencedor!
- ¿Cómo dice?
- Me da igual qué haya pasado, pero usted y yo sabemos que el señor Molina necesitaba una cura de humildad y quién mejor que usted para proporcionársela. Le ha herido en su orgullo y le costará levantarse de esta.
- Yo no estaría tan seguro, maestro. Dicen que un jabalí herido es más peligroso que uno sano.
- No se preocupe, el señor Molina no lo volverá a molestar. Buenas noches señor Solanas. Que descanse usted bien.
- Buenas noches… maestro.


 A la mañana siguiente, tal y como habían quedado, Marta y Hugo salieron de sus respectivas habitaciones para encontrarse en el hall y tener un rato a solas.
- Buenos días,-se dijeron ambos-.


 Agarrándolo con fuerza, Marta besó a Hugo, quien todavía no estaba acostumbrado a que una chica preciosa estuviera encaprichada de él.
- Joder, qué bien besas Marta.
- Muchas gracias… Tú tampoco lo haces nada mal para ser casi la primera vez que besas a una chica.
- ¿Cómo… cómo lo sabes?
- Venga Hugo, ayer se notó a legua cuando nos besamos que fue tu primera vez.


 Y acercándose algo más a él, Marta le susurró algo.
- Y me encanta que seas tan tímido. Estoy deseando que tengamos más intimidad tú y yo…
- ¿De verdad?
- En serio, Hugo. No sé qué me pasa contigo pero tienes algo que me produce una descarga.
- Wow Marta, nunca nadie me había dicho algo parecido.


 Hugo no podía remediar mirar a Marta con cara de cordero degollado. Esa chica era una de las más bonitas de sus compañeras y, por supuesto, con la que menos posibilidades había imaginado que tendría y ahí estaba, delante de ella después de besarla.
- Eso sí, esas gafas te las quitas. Hoy mismo le tienes que decir al maestro que te acompañe una tarde a la óptica y te compras unas lentillas, que esos ojazos no puedes tenerlos escondidos detrás de unas gafa-pasta.
- Está bien. Tus palabras son órdenes para mí.


 Despertándose y viendo que Hugo no estaba en la habitación, Fernando salió al balcón y se asomó a la ventana que daba al hall, pero desde allí no podía ver nada.
- ¿Qué coño estará haciendo ese desgraciado?


 Pensando en qué podía hacer para averiguarlo, miró al banco que había allí y se dio cuenta que si se subía a él, podría alcanzar el saliente que había en la pared y encaramarse para llegar a la parte de arriba de la ventana y, así, subir al tejado.


 Dicho y hecho, con mucho esfuerzo, Fernando subió hasta arriba y pudo ver la preciosa vista del amanecer que había desde el tejado. Pero no era momento de entretenerse, sino que desde allí podría asomarse y mirar a través del cristal del tejado que tapaba el patio interior para espiar a Hugo.


 Situándose con un pie sobre el suelo y otro sobre el cristal para poder ver mejor, Fernando observó que Hugo estaba charlando acarameladamente con Marta.
- Ahí está la mosquita muerta de Hugo charlando con la zorra de Marta… Qué cara de tonto tiene y cómo se las gasta el cabrón,-decía Fernando justo cuando sintió cómo el cristal bajo su pie comenzaba a sonar-.


 Pero justo antes de poder girarse y salir de ahí, Fernando sintió que el cristal se abría bajo sus pies cayendo inexorablemente su cuerpo por el hueco del patio. Tras dar varias vueltas en el aire, cayó de espaldas rompiéndose la columna en varios partes. Esta rotura, junto con las heridas de los cristales, le provocaron fuertes hemorragias que llevaron a Fernando a tener una lenta y dolorosa muerte sin poder pronunciar palabra mientras veía cómo una suave brisa movía las nubes. Una oscura silueta que estaba a contraluz, comenzó a dibujarse justo antes de dar su último aliento y cerrar los ojos para siempre. ¿Sería un ser querido que lo esperaba al final del famoso túnel que ve la gente cuando fallece? ¿O sería alguien real que había ayudado a que Fernando tuviera el accidente?


CONTINUARÁ…

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