- ¿Y cómo lo has conseguido?
- Eh, un mago nunca revela sus trucos… Ya sabes, éste será
nuestro secreto…
Bajando al comedor, mientras esperaba a que les sirvieran la comida,
Marta y Hugo comenzaron a charlar animadamente. Ambos se dieron
cuenta de que pese a ser completamente diferentes, tenían sentidos
del humor similares y se reían mucho juntos.
En la otra mesa, Diego no podía dejar de pensar en lo que le acababa
de decir Fernando y, sin poderlo evitar, comenzó a contárselo a sus
compañeros.
- ¿Sabéis que me he enterado de que ya hay una parejita aquí en el
internado?
- ¿De verdad? ¿Quiénes?-preguntó Carmen-.
- Debéis guardarme el secreto…
- Sí,-dijeron todos al unísono sin perder de vista a Diego-.
- Marta y Fernando.
- ¡Lo sabía!-afirmó Rubén-. Esos dos son físicamente parecidos.
Me lo imaginaba…
Mirando a Marta hablando con Hugo, no pudo evitar pensar en que si
Fernando había conseguido acostarse con ella, ¿por qué no él iba
a poder acostarse también con Marta?
Sin poderlo evitar, Raquel comenzó a entristecer su expresión y
Rubén, dándose cuenta, le preguntó.
- ¿Qué te pasa Raquel?
- Echo de menos a mi novio… Bueno, mi ex-novio. No paro de
acordarme de él.
- Es normal, pero debes pensar en otras cosas, tener la mente
ocupada. Estar todo el día triste pensando en un chico no va a
hacerte más llevadera esta situación.
Comenzando a charlar entre Isaac y Beatriz, la conversación era
bastante amena.
- ¿Tú tendrías algo con algún chico, Bea?
- ¿Yo? No, no… No sabría qué hacer. Además, nunca he tenido
novio y no tengo ni idea de qué es lo típico que se hace estando en
pareja.
- Bueno, follar, como han hecho Marta y Fernando.
- Ya, eso lo sé, pero imagino que no será lo único.
- No, para nada. Pero teniendo en cuenta que nos encontramos
encerrados las 24 horas entre las mismas 4 paredes, si se forma una
pareja no va a poder hacer “lo típico” que todas las parejas
hacen.
- Eso es verdad…
Sentándose al lado de Marta, Fernando todavía tenía en mente el
rechazo femenino, pero eso no le impedía dar marcha atrás o dejarlo
pasar, sino que ahora había puesto más interés y su objetivo era
conseguir acostarse con ella sin importar lo que costase.
Sentándose los profesores también, comenzaron a intercambiar unas
palabras con Lin mientras todos los demás alumnos charlaban
tranquilamente.
Diego no le quitaba vista a Marta y ésta se dio cuenta. Al mirarlo,
pudo ver que Diego hacía un gesto con su boca y su mano queriendo
simular una mamada y Marta, al verlo, agachó la cabeza y miró a
Hugo avergonzada, quien se dio cuenta.
- ¿Qué te pasa Marta? ¿Por qué pones esa cara?
Pero Marta no fue la única en darse cuenta de aquello, sino que
Tyler se levantó y en menos de dos segundos estaba de pie frente a
Diego. Al verlo de pie, Rubén comenzó a carcajearse.
- ¿Podría venir conmigo un momento, señor García?-pregunto
Tyler-.
- Eso te pasa por bocazas, Diego,-comentó Rubén-.
Levantándose, Diego comenzó a seguir a Tyler, quien había quitado
su típica sonrisa de la cara.
- Acompáñeme.
- Maestro, yo no he hecho nada, se lo juro.
- Cállese y sígame hasta el aula.
Llegada la hora de la cena, ni Diego ni Tyler aparecieron por allí
así que, cuando todos terminaron de cenar, Linda los mandó a todos
a sus respectivas habitaciones. Pasados unos 10 minutos, la puerta se
abrió y Diego cruzó el umbral completamente rapado igual que
Fernando. Hugo, dándose cuenta, se quedó en silencio sin poder
evitar abrir la boca de par en par.
Justo cuando Tyler iba a bajar a su dormitorio vio a Marta, quien se
dirigía a la habitación tranquilamente. Llamándola, quiso hablar
con ella.
Diego cerró la puerta tras de sí y no paraba de mirar a Fernando
quien, con una sonrisa de oreja a oreja, se dirigió a él.
- Bonito cambio de look Diego. No hacía falta que te cortases el
pelo para intentar parecerte más a mí… Siento decir que por mucho
que lo intentes, nunca lograrás parecerte ni en el blanco de los
ojos.
Marta se sentía avergonzada ante la pregunta de Tyler, pero éste
seguía insistiendo.
- ¿Ha mantenido relaciones sexuales con algún alumno sí o no? No
es tan complicada la respuesta, señorita Ruiz.
- No, maestro. No he hecho nada con nadie.
- ¿Entonces por qué ha llegado a mis oídos que usted y el señor
Molina...?
- ¿Fernando ha dicho que nos hemos acostado? Será hijo de… Perdón
maestro.
- No se preocupe. Cuénteme, ¿qué ha sucedido?
En la habitación de los chicos, Fernando se sentó en su cama sin
perder esa sonrisa mientras que Diego se acercaba más y más a él a
paso lento. Los demás compañeros miraban en completo silencio la
situación, pero Hugo sabía en cómo iba a acabar todo aquello al
conocer a Fernando mucho más que todos los demás.
- Me las vas a pagar, Fernando.
- ¿Yo? Fuiste tú el que comenzaste a decir que yo me había
acostado con la zorra de Marta. Creo recordar que te dije que no
contases nada a nadie… ¿No es así?
- ¿Y tú de qué coño vas inventándote esas mierdas?
- ¿Quién ha dicho que es mentira?
Agarrando a Fernando del cuello del pijama, Diego lo levantó en un
arrebato y, con esa misma inercia, le soltó un guantazo que resonó
en el silencio la habitación. Hugo, quien estaba observando todo
aquello, comenzó a sonreír.
- Al fin encuentra un poco de su propia medicina,-pensaba Hugo
mientras sus compañeros estaban atónitos viendo la escena-.
Tyler escuchaba a Marta y, a cada palabra que la chica pronunciaba,
más convencido estaba de que el culpable de todo era, como siempre,
Fernando. Sin embargo, un fuerte ruido cortó la conversación de
raíz y sacó a Tyler de sus pensamientos.
- Parece que viene del cuarto de los chicos,-dijo Marta-.
Abriendo la puerta, Tyler y Marta pudieron ver cómo Fernando
amenazaba a Diego.
- Te voy a matar, gordo de mierda. En cuanto te duermas, te ahogaré
con la almohada…
- ¡Fernando Molina y Diego García! ¿Qué está pasando aquí?
- ¡Este cabrón me ha pegado un guantazo!-se quejó Fernando
llevándose la mano a la cara-.
Mirando a Diego, Tyler se dirigió a él.
- Póngase el pijama y acuéstese ahora mismo si no quiere otro
severo castigo como el de hoy.
- Está bien maestro. Lo siento mucho…
Posteriormente, Tyler miró a Fernando.
- Usted, venga conmigo fuera.
- ¿Yo? ¿Por qué? ¡Yo no he hecho nada! ¡Soy la víctima aquí en
todo esto!
- ¡Venga usted conmigo he dicho! ¿Acaso no se me ha entendido con
la suficiente claridad señor Molina? Señor Solanas y señor
Pérez,-dijo Tyler dirigiéndose a Hugo y Rubén-, ¿podrían
transportar la cama del señor Molina al pasillo si sois tan amables?
Haciendo caso sin pronunciar palabra, ambos muchachos cambiaron la
cama de sitio en completo silencio mientras Tyler le echaba la bronca
a Fernando.
- Se ha ganado dormir en el pasillo durante esta noche. No tendrá
acceso al cuarto de baño de la habitación ni tampoco a la ducha,
así que tendrá que aguantarse hasta mañana por la mañana. En
cuanto despierte, usted tendrá que cambiarse aquí fuera de ropa.
- Pero… ¿y si viene alguna de las chicas y me ve?
- Bueno, ¿no es usted tan hombre? No creo que le importe que le vean
sin ropa, ¿no es así?
- Ya pero…
- Y como vuelva a enterarme que usted va alzando falsos testimonios
en contra de cualquier compañera, seré yo mismo quien le ahogue por
la noche mientras duerme. Puede estar usted seguro de eso.
Sin decir nada más, Fernando agachó la cabeza y se metió a dormir
en la cama frente a Tyler, quien no le quitaba ojo de encima. Se
había propuesto cambiar a ese chico, ya fuera a las buenas o a las
malas, pero Fernando Molina no volvería a ser el mismo al salir del
internado.
Bajando al dormitorio, Tyler se encontró con Linda comenzando a
cambiarse.
- Cariño, estaba comenzando a preocuparme por ti, ¿qué ha
pasado?-preguntó Linda-.
- Ese Fernando… Te juro que cada día me cuesta controlarme más.
Como vuelva a hacer de las suyas te juro que…
- Shhh, tranquilo Tyler, cálmate porque no merece la pena ponerse
así.
- Es que, cielo, me pone de los nervios. Ese crío saca lo peor de mí
y apenas llevamos aquí un día de clase.
Mientras se colocaban los pijamas, ambos siguieron charlando y Linda
aprovechaba para calmar a su marido.
- Piensa que los comienzos son más complicados y mucho más a esas
edades. Dale un par de semanas más y te aseguro que Fernando
parecerá otro chico.
- No sé si podré aguantar dos semanas más las jugarretas de ese
chico…
A la mañana siguiente, cuando sonó el despertador en la habitación,
Diego se levantó y vio el hueco de la cama de Fernando. Sonriendo,
se dirigió hacia la salida.
Viendo a Fernando comenzando a levantarse, Diego le dio los buenos
días.
- Buenos días Fernandito, ¿has pasado frío en el pasillo? Porque
el resto de los chicos hemos tenido la calefacción puesta toda la
noche…
Sin embargo, aquella vez Fernando permaneció en silencio y Diego,
dándose cuenta de que no le sacaría ninguna palabra más, se metió
en el dormitorio para cambiarse. A los pocos minutos, Hugo salió de
la habitación en silencio y se dirigió hacia las escaleras justo
cuando vio a las chicas salir de su cuarto.
- Buenos días chicas.
Viendo una cama en el pasillo, Raquel le preguntó a Hugo.
- ¿Qué hace una cama ahí fuera?
- ¿No lo adivinas?-preguntó Hugo-.
- No me digas que…
- Sí.
- ¿Fernando?
- Efectivamente.
- Jajajaja, me parece muy bien. Eso le pasa por chulo.
Isaac, queriendo sacarle conversación a Fernando, le hizo una
pregunta.
- ¿Cómo has pasado la noche ahí fuera?
- Uh, de puta madre, ¿no lo ves? Es genial dormir sin calefacción y
con sólo una manta que te cubra el cuerpo. ¿Y vosotros? ¿Habéis
descansado bien? He pensado que, para que durmáis mejor, esta noche
puedo ir y ¡arroparos como vuestra madre hacía cada noche cuando os
comíais los mocos!
- Estás un poco cabreado, ¿no?-dijo Rubén-.
- ¡Que le den a este hombre el Premio Nobel! Este tío es un genio.
Ya me las pagaréis ya… Esto no quedará así.
CONTINUARÁ…
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