viernes, 8 de mayo de 2020

Capítulo 10 || The Mirror

Cuando terminaron las clases, todos fueron directamente al comedor a reponer fuerzas con el almuerzo mientras que Linda los veía marcharse con una sonrisa.


 Tras comer y la hora y media de estudio donde hacían los deberes, al fin los muchachos tuvieron tiempo libre y muchos aprovecharon para ir a la piscina, como Fernando.


 Subiéndose al trampolín, Marta vio a Fernando haciéndose el muerto y pensó en una buena forma de molestar al muchacho después de que éste le mirase el culo descaradamente en clase horas antes.


 Lanzándose en forma de bomba, Marta intentó salpicar todo lo posible para mojar a Fernando, quien estaba tan absorto en su mundo que no se dio cuenta de nada.


 Al sentir cómo todo el agua comenzaba a moverse y que se mojaba a causa de un salpicón, Fernando se incorporó y vio a Marta de frente.
- Oye, ten más cuidadito la próxima vez que saltes, que me has mojado entero.
- Uy, ¿de verdad? Cuánto lo siento…


 Por su parte, Hugo jugaba al ajedrez con Diego, quien le enseñaba el funcionamiento para que se pudieran echar algunas partidas por las tardes.
- Claro, ¿lo ves? El alfil se mueve de esta forma y tienes más libertad de movimiento.


 Isaac y Beatriz leían mientras tanto en la biblioteca. Ambos tenían muchas cosas en común y compartían sus conocimientos sobre autores y libros.


 Y lo que se estaba convirtiendo por costumbre era que Rubén y Lin fueran a entrenar al gimnasio. Eran los únicos que lo usaban y estaban encantados de tener todo ese espacio para ellos solos.


 Ya en la piscina, Raquel le hablaba a Carmen sobre lo que había dejado en su ciudad.
- No paro de pensar en mi novio, Carmen.
- ¿Qué le ha pasado?
- Que por mi culpa lo han metido en la cárcel y me siento súper culpable…
- ¿Por tu culpa? ¿Qué hicisteis?
- Le dije de irnos al centro comercial y hacerlo en uno de los probadores, ya sabes, por innovar en el sexo. La cosa es que nos pillaron y le agarraron para sacarlo de allí, pero mi novio se puso violento y comenzó a pegarle al de seguridad y ya vinieron otros y se lo llevaron a comisaría…
- Pero eso no fue culpa tuya Raquel. Tú no tuviste la culpa de que tu novio se liara a golpes con todos.


 En otra parte de la piscina, Fernando charlaba con Marta.
- ¿Y qué te ha traído por aquí, Marta?
- Las ganas de aprender, de ser independiente y de sobrevivir sin contar con nadie.
- Vaya, que te han encerrado aquí porque tus padres no te soportan, ¿no?
- Qué va, al contrario. Fui yo quien le dije a mis padres que me quería venir aquí.
- Venga ya, ¿en serio? ¿Tú tienes la oportunidad de estar en casa y no encerrada en esta puta prisión y preferiste venir aquí? Estás loca tía.


 A todo esto, Tyler y Linda vigilaban desde la puerta a los muchachos que estaban en el jardín, principalmente a los de la piscina con una especial atención a Fernando.


 Marta continuó charlando con Fernando dándose cuenta de que sea hacía el chulo más de lo que era. Que en realidad todo ese aspecto era una careta que tenía puesta con los demás.
- ¿Y qué te ha traído a ti aquí, Fernando?
- El hijo de puta de Hugo.
- ¿Quién es Hugo? Que con tantos aquí no me acuerdo de todos los nombres.
- El maricón de las gafas.
- Ah vale, ese chico. Pues no parece mal muchacho, no sé, ¿qué te pasó con él?


 Mostrando una cara de asco bastante considerable, Fernando le comenzó a contar lo sucedido a Marta.
- Nada, que era el típico gilipollas sabelotodo y que encima me hacía quedar mal continuamente en clase y un día me harté y le zurré, pero luego apareció su hermana para defenderlo y cuando la aparté, la niñata se tropezó y cayó al suelo y el colega vino a por mí y me comenzó a pegar una y otra vez y ahí nos pillaron los profesores y al final nos echaron a los dos.
- Ah vale, o sea, que eres uno de esos malnacidos que se aprovecha de los demás para pegarles, ¿no?
- ¡No! Para nada, sólo fue esa vez, te lo juro.


 Interrumpiendo la conversación, Beatriz pidió permiso para poder bajar y meterse en la piscina.
- Disculpad chicos, pero necesito pasar.
- Pasa, pasa,-dijo Fernando en un tono algo despectivo-.


 Mirando hacia arriba, Fernando se dio cuenta del balcón que había en la segunda planta.
- Quién pudiera escapar de aquí y largarse a un sitio donde nadie te conociera para poder hacer lo que me diera la gana.
- ¿Y qué ibas a hacer tú solo? Si seguro que no te sabes freír ni un huevo.
- ¿Y entonces para qué están las pizzerías?
- Muy bien campeón, ¿y de dónde sacarías el dinero?
- Soy rico, yo cuando corro sudo dinero…
- Ya claro…


 Acercándose a Carmen y a Raquel, Beatriz se unió a la conversación.
- Hola chicas, ¿de qué habláis?
- Buenas Bea,-saludó Carmen-. Pues le estaba diciendo a Raquel que está tonta de la cabeza si cree que después de que su novio cortase con ella por un problema que tuvieron, cuando salga de allí y se lo encuentre todo seguirá como siempre.
- ¿Qué te pasó con él? Si no es mucho preguntar,-quiso saber Beatriz-.
- Pues que a mi novio lo metieron en la cárcel por una pelea en un centro comercial, me echó la culpa de todo y me dejó. Pero yo lo sigo queriendo y no me puedo olvidar de él y sé que cuando vuelva a verlo todo se arreglará.


 Saliendo a ver el ambiente que había, Hugo se dio cuenta de que Fernando estaba en la piscina y, dando media vuelta, se fue de allí.
- Paso de tenerle que ver más la cara al tío ese.


 Escuchando voces provenientes de una habitación, Hugo la abrió lentamente y se dio cuenta de que allí había un gimnasio.
- Ey, hola Rubén. No sabía que ese sitio tenía gimnasio.
- Sí tío, está de puta madre la verdad. ¿Te vienes a entrenar un poco?
- Bueno… Yo es que no tengo ni idea. Nunca he cogido una pesa.
- Nada, no te preocupes. Yo te echo una mano si te hace falta.


 Haciéndole caso, Hugo subió a su cuarto y se cambió de ropa. Tras recibir una serie de indicaciones por parte de Rubén, Hugo se puso manos a la obra justo cuando Lin lo miró y le habló.
- Tu primera vez en un gimnasio, ¿no?
- Sí, ¿cómo lo sabes?
- Porque se te nota que estás más perdido que un pulpo en un garaje.
- ¿Tanto se me nota que no tengo ni idea?
- A tres millas jajaja. Pero no te preocupes que aquí nadie ha nacido sabiendo.


 Saliendo de la piscina, Marta y Fernando se sentaron en el filo justo cuando una idea comenzó a rondar por la cabeza masculina. No estaba seguro de si su idea saldría o no, pero tenía que intentarlo.


 En el interior del internado, en el patio cubierto, Isaac charlaba animadamente con Diego.
- A mí la parte que más me gustó de la película fue cuando la chica rescató al muchacho y vieron cómo la ciudad se derrumbaba a sus espaldas mientras ellos dos se besaban.
- Sí, la verdad es que esa parte fue una de las mejores, pero mi preferido fue el villano. Era un hijo de la gran puta muy gordo.
- Joder, ya te digo. Desde el minuto uno ya estás deseando que lo maten.


 Lanzándose a la piscina, virtualmente hablando, Fernando le propuso a Marta la idea que tenía en mente.
- Oye, ¿cómo es la habitación de las chicas? ¿Es igual de sosa que la de los chicos?
- Bueno, es que la piedra no adorna mucho que digamos. ¿Por qué lo preguntas?
- Porque estaría guay verla, por curiosidad.
- Fernando, sabes que no podemos entrar en la habitación del otro. Si nos pillan…,-comenzó a decir antes de ser interrumpida por Fernando-.
- Pero no nos van a pillar, confía en mí. Mira, aprovechemos que Robocop y su mujer no están vigilando ahora y nos colamos. Si sólo quiero ver tu habitación y las vistas que tenéis desde el balcón. Te lo prometo.


 Aceptando a regañadientes, Marta se levantó y se dirigió hacia su dormitorio seguida de Fernando, quien no paró de mirarle el culo desde el principio.
- Y Fernando, la mirada al frente, no a mi culo. Que si te tropiezas subiendo las escaleras no quiero que me eches la culpa.


 Mirando a todos lados, Marta abrió la puerta y entró en la habitación, momento en el que Fernando aprovechó para asomarse.
- ¿Lo ves? Seguro que es igual de aburrido que el vuestro. Ahora largo, que no quiero que nos pillen.
- Tranquila Marta, ¿dónde está tu espíritu aventurero?-dijo Fernando entrando sin ningún tipo de miramiento al dormitorio-. Salgamos al balcón y veamos qué vista tiene.


 Abriendo la puerta que daba al exterior, Fernando iba seguido de Marta, quien suspiraba sin estar segura de que aquello estuviera bien.


 Viendo que había un banco, Fernando invitó a Marta a sentarse y ambos pudieron contemplar el paisaje que se vislumbraba en el horizonte.
- Qué vista tan bonita,-dijo Marta-.
- ¿Ves como merecía la pena?
- La verdad es que sí.
- Para que veas las cosas que hago por ti. ¿A que esto no te lo ha hecho ningún chico?-dijo comenzando a echarle el brazo por el hombro a Marta-.


 Nada más sentir el tacto del brazo masculino sobre sus hombros, Marta se lo quitó de un manotazo y empujó a Fernando para que se alejase.
- ¿Qué coño haces tío?
- Nada, sólo pensaba que...-dijo Fernando antes de ser interrumpido-.
- Pues mejor no pienses. ¿Te creías que trayéndome aquí te podrías acostar conmigo a la primera de cambio? Siento decepcionarte pero no. No soy ninguna puta, así que ahora mismo te estás largando de aquí. ¡Y procura que no te vean los maestros!


 Llevándose la mano a la cara, Marta no se podía creer lo que acababa de vivir. Ese tío quería aprovecharse de ella de la forma más descarada. Menos mal que sus padres le habían enseñado a defenderse desde bien pequeña y tenía los recursos suficientes como para mandar a la mierda rápido a cualquiera que quisiera sobrepasarse con ella.


 Saliendo de la habitación, Fernando vio a Diego yendo para su habitación cuando lo vio salir del cuarto de las chicas.
- ¿Qué coño haces ahí?-preguntó Diego-. Como te pille el maestro te la vas a cargar.
- Pero el maestro no se va a enterar, ¿verdad Diego?
- No, por mí no se va a enterar. ¿Qué hacías allí?
- ¿Sabes quién es Marta? La del pelo blanco.
- Sí, claro.
- Te has fijado en ella, ¿no cabrón?
- Hombre, como para no hacerlo.
- Pues ella y yo…


 Arqueando la ceja, Diego no se creía que eso fuera cierto.
- Venga ya, me tomas el pelo.
- De verdad que no, Diego. Acabamos de terminar de follar y te juro que ha sido la tía más guarra en la cama que me he encontrado. Menuda forma de chuparla tiene… Se nota que no es ni la primera, ni la segunda polla que ha chupado en su vida.
- ¿Seguro?


 Pero justo en ese momento, la propia Marta salió del dormitorio y Diego miró a Fernando asombrado.
- Joder es verdad… Creía que te lo estabas inventando… Qué cabrón. Te has follado a la mejor de todas.
- No se lo digas a nadie, ¿vale? Será nuestro secreto…


CONTINUARÁ…

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