Tras comer y la hora y media de estudio donde hacían los deberes, al
fin los muchachos tuvieron tiempo libre y muchos aprovecharon para ir
a la piscina, como Fernando.
Subiéndose al trampolín, Marta vio a Fernando haciéndose el muerto
y pensó en una buena forma de molestar al muchacho después de que
éste le mirase el culo descaradamente en clase horas antes.
Lanzándose en forma de bomba, Marta intentó salpicar todo lo
posible para mojar a Fernando, quien estaba tan absorto en su mundo
que no se dio cuenta de nada.
Al sentir cómo todo el agua comenzaba a moverse y que se mojaba a
causa de un salpicón, Fernando se incorporó y vio a Marta de
frente.
- Oye, ten más cuidadito la próxima vez que saltes, que me has
mojado entero.
- Uy, ¿de verdad? Cuánto lo siento…
Por su parte, Hugo jugaba al ajedrez con Diego, quien le enseñaba el
funcionamiento para que se pudieran echar algunas partidas por las
tardes.
- Claro, ¿lo ves? El alfil se mueve de esta forma y tienes más
libertad de movimiento.
Isaac y Beatriz leían mientras tanto en la biblioteca. Ambos tenían
muchas cosas en común y compartían sus conocimientos sobre autores
y libros.
Y lo que se estaba convirtiendo por costumbre era que Rubén y Lin
fueran a entrenar al gimnasio. Eran los únicos que lo usaban y
estaban encantados de tener todo ese espacio para ellos solos.
Ya en la piscina, Raquel le hablaba a Carmen sobre lo que había
dejado en su ciudad.
- No paro de pensar en mi novio, Carmen.
- ¿Qué le ha pasado?
- Que por mi culpa lo han metido en la cárcel y me siento súper
culpable…
- ¿Por tu culpa? ¿Qué hicisteis?
- Le dije de irnos al centro comercial y hacerlo en uno de los
probadores, ya sabes, por innovar en el sexo. La cosa es que nos
pillaron y le agarraron para sacarlo de allí, pero mi novio se puso
violento y comenzó a pegarle al de seguridad y ya vinieron otros y
se lo llevaron a comisaría…
- Pero eso no fue culpa tuya Raquel. Tú no tuviste la culpa de que
tu novio se liara a golpes con todos.
En otra parte de la piscina, Fernando charlaba con Marta.
- ¿Y qué te ha traído por aquí, Marta?
- Las ganas de aprender, de ser independiente y de sobrevivir sin
contar con nadie.
- Vaya, que te han encerrado aquí porque tus padres no te soportan,
¿no?
- Qué va, al contrario. Fui yo quien le dije a mis padres que me
quería venir aquí.
- Venga ya, ¿en serio? ¿Tú tienes la oportunidad de estar en casa
y no encerrada en esta puta prisión y preferiste venir aquí? Estás
loca tía.
A todo esto, Tyler y Linda vigilaban desde la puerta a los muchachos
que estaban en el jardín, principalmente a los de la piscina con una
especial atención a Fernando.
Marta continuó charlando con Fernando dándose cuenta de que sea
hacía el chulo más de lo que era. Que en realidad todo ese aspecto
era una careta que tenía puesta con los demás.
- ¿Y qué te ha traído a ti aquí, Fernando?
- El hijo de puta de Hugo.
- ¿Quién es Hugo? Que con tantos aquí no me acuerdo de todos los
nombres.
- El maricón de las gafas.
- Ah vale, ese chico. Pues no parece mal muchacho, no sé, ¿qué te
pasó con él?
Mostrando una cara de asco bastante considerable, Fernando le comenzó
a contar lo sucedido a Marta.
- Nada, que era el típico gilipollas sabelotodo y que encima me
hacía quedar mal continuamente en clase y un día me harté y le
zurré, pero luego apareció su hermana para defenderlo y cuando la
aparté, la niñata se tropezó y cayó al suelo y el colega vino a
por mí y me comenzó a pegar una y otra vez y ahí nos pillaron los
profesores y al final nos echaron a los dos.
- Ah vale, o sea, que eres uno de esos malnacidos que se aprovecha de
los demás para pegarles, ¿no?
- ¡No! Para nada, sólo fue esa vez, te lo juro.
Interrumpiendo la conversación, Beatriz pidió permiso para poder
bajar y meterse en la piscina.
- Disculpad chicos, pero necesito pasar.
- Pasa, pasa,-dijo Fernando en un tono algo despectivo-.
Mirando hacia arriba, Fernando se dio cuenta del balcón que había
en la segunda planta.
- Quién pudiera escapar de aquí y largarse a un sitio donde nadie
te conociera para poder hacer lo que me diera la gana.
- ¿Y qué ibas a hacer tú solo? Si seguro que no te sabes freír ni
un huevo.
- ¿Y entonces para qué están las pizzerías?
- Muy bien campeón, ¿y de dónde sacarías el dinero?
- Soy rico, yo cuando corro sudo dinero…
- Ya claro…
Acercándose a Carmen y a Raquel, Beatriz se unió a la conversación.
- Hola chicas, ¿de qué habláis?
- Buenas Bea,-saludó Carmen-. Pues le estaba diciendo a Raquel que
está tonta de la cabeza si cree que después de que su novio cortase
con ella por un problema que tuvieron, cuando salga de allí y se lo
encuentre todo seguirá como siempre.
- ¿Qué te pasó con él? Si no es mucho preguntar,-quiso saber
Beatriz-.
- Pues que a mi novio lo metieron en la cárcel por una pelea en un
centro comercial, me echó la culpa de todo y me dejó. Pero yo lo
sigo queriendo y no me puedo olvidar de él y sé que cuando vuelva a
verlo todo se arreglará.
Saliendo a ver el ambiente que había, Hugo se dio cuenta de que
Fernando estaba en la piscina y, dando media vuelta, se fue de allí.
- Paso de tenerle que ver más la cara al tío ese.
Escuchando voces provenientes de una habitación, Hugo la abrió
lentamente y se dio cuenta de que allí había un gimnasio.
- Ey, hola Rubén. No sabía que ese sitio tenía gimnasio.
- Sí tío, está de puta madre la verdad. ¿Te vienes a entrenar un
poco?
- Bueno… Yo es que no tengo ni idea. Nunca he cogido una pesa.
- Nada, no te preocupes. Yo te echo una mano si te hace falta.
Haciéndole caso, Hugo subió a su cuarto y se cambió de ropa. Tras
recibir una serie de indicaciones por parte de Rubén, Hugo se puso
manos a la obra justo cuando Lin lo miró y le habló.
- Tu primera vez en un gimnasio, ¿no?
- Sí, ¿cómo lo sabes?
- Porque se te nota que estás más perdido que un pulpo en un
garaje.
- ¿Tanto se me nota que no tengo ni idea?
- A tres millas jajaja. Pero no te preocupes que aquí nadie ha
nacido sabiendo.
Saliendo de la piscina, Marta y Fernando se sentaron en el filo justo
cuando una idea comenzó a rondar por la cabeza masculina. No estaba
seguro de si su idea saldría o no, pero tenía que intentarlo.
En el interior del internado, en el patio cubierto, Isaac charlaba
animadamente con Diego.
- A mí la parte que más me gustó de la película fue cuando la
chica rescató al muchacho y vieron cómo la ciudad se derrumbaba a
sus espaldas mientras ellos dos se besaban.
- Sí, la verdad es que esa parte fue una de las mejores, pero mi
preferido fue el villano. Era un hijo de la gran puta muy gordo.
- Joder, ya te digo. Desde el minuto uno ya estás deseando que lo
maten.
Lanzándose a la piscina, virtualmente hablando, Fernando le propuso
a Marta la idea que tenía en mente.
- Oye, ¿cómo es la habitación de las chicas? ¿Es igual de sosa
que la de los chicos?
- Bueno, es que la piedra no adorna mucho que digamos. ¿Por qué lo
preguntas?
- Porque estaría guay verla, por curiosidad.
- Fernando, sabes que no podemos entrar en la habitación del otro.
Si nos pillan…,-comenzó a decir antes de ser interrumpida por
Fernando-.
- Pero no nos van a pillar, confía en mí. Mira, aprovechemos que
Robocop y su mujer no están vigilando ahora y nos colamos. Si sólo
quiero ver tu habitación y las vistas que tenéis desde el balcón.
Te lo prometo.
Aceptando a regañadientes, Marta se levantó y se dirigió hacia su
dormitorio seguida de Fernando, quien no paró de mirarle el culo
desde el principio.
- Y Fernando, la mirada al frente, no a mi culo. Que si te tropiezas
subiendo las escaleras no quiero que me eches la culpa.
Mirando a todos lados, Marta abrió la puerta y entró en la
habitación, momento en el que Fernando aprovechó para asomarse.
- ¿Lo ves? Seguro que es igual de aburrido que el vuestro. Ahora
largo, que no quiero que nos pillen.
- Tranquila Marta, ¿dónde está tu espíritu aventurero?-dijo
Fernando entrando sin ningún tipo de miramiento al dormitorio-.
Salgamos al balcón y veamos qué vista tiene.
Abriendo la puerta que daba al exterior, Fernando iba seguido de
Marta, quien suspiraba sin estar segura de que aquello estuviera
bien.
Viendo que había un banco, Fernando invitó a Marta a sentarse y
ambos pudieron contemplar el paisaje que se vislumbraba en el
horizonte.
- Qué vista tan bonita,-dijo Marta-.
- ¿Ves como merecía la pena?
- La verdad es que sí.
- Para que veas las cosas que hago por ti. ¿A que esto no te lo ha
hecho ningún chico?-dijo comenzando a echarle el brazo por el hombro
a Marta-.
Nada más sentir el tacto del brazo masculino sobre sus hombros,
Marta se lo quitó de un manotazo y empujó a Fernando para que se
alejase.
- ¿Qué coño haces tío?
- Nada, sólo pensaba que...-dijo Fernando antes de ser
interrumpido-.
- Pues mejor no pienses. ¿Te creías que trayéndome aquí te
podrías acostar conmigo a la primera de cambio? Siento decepcionarte
pero no. No soy ninguna puta, así que ahora mismo te estás largando
de aquí. ¡Y procura que no te vean los maestros!
Llevándose la mano a la cara, Marta no se podía creer lo que
acababa de vivir. Ese tío quería aprovecharse de ella de la forma
más descarada. Menos mal que sus padres le habían enseñado a
defenderse desde bien pequeña y tenía los recursos suficientes como
para mandar a la mierda rápido a cualquiera que quisiera
sobrepasarse con ella.
Saliendo de la habitación, Fernando vio a Diego yendo para su
habitación cuando lo vio salir del cuarto de las chicas.
- ¿Qué coño haces ahí?-preguntó Diego-. Como te pille el maestro
te la vas a cargar.
- Pero el maestro no se va a enterar, ¿verdad Diego?
- No, por mí no se va a enterar. ¿Qué hacías allí?
- ¿Sabes quién es Marta? La del pelo blanco.
- Sí, claro.
- Te has fijado en ella, ¿no cabrón?
- Hombre, como para no hacerlo.
- Pues ella y yo…
Arqueando la ceja, Diego no se creía que eso fuera cierto.
- Venga ya, me tomas el pelo.
- De verdad que no, Diego. Acabamos de terminar de follar y te juro
que ha sido la tía más guarra en la cama que me he encontrado.
Menuda forma de chuparla tiene… Se nota que no es ni la primera, ni
la segunda polla que ha chupado en su vida.
- ¿Seguro?
Pero justo en ese momento, la propia Marta salió del dormitorio y
Diego miró a Fernando asombrado.
- Joder es verdad… Creía que te lo estabas inventando… Qué
cabrón. Te has follado a la mejor de todas.
- No se lo digas a nadie, ¿vale? Será nuestro secreto…
CONTINUARÁ…
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