miércoles, 20 de mayo de 2020

Capítulo 16 || The Mirror

 Cuando la policía y los equipos de emergencia bajaron al sótano, actuaron rápido y se llevaron a Linda y a Tyler al hospital, donde allí se recuperaron satisfactoriamente de las heridas provocadas por el bate que usó Marta en su defensa. Mientras éstos se recuperaban, la policía comenzó su investigación y descubrió que el bulto que veía Marta eran los cuerpos de los verdaderos Tyler y Linda Bradford. ¿Quiénes eran entonces los que habían estado con los alumnos todo ese tiempo? Dos miembros de una peligrosa secta que buscaba nuevos reclutas para hacer un ritual satánico donde se preveía que habría ofrendas sexuales y sangrientas.  


 Durante el tiempo que la policía estuvo investigando todo aquello, la dirección del internado mandó a varios profesores sustitutos para que dieran clases mientras encontraban a los idóneos para el puesto. Esta vez no quería engaños de ningún tipo y el director se encargó de buscar personalmente a los profesores perfectos para el centro. Una vez que los encontró los envió al internado para no perder más tiempo.


 Cuando entraron todos los alumnos, que se encontraban sentados en sus respectivos asientos, comenzaron a mirarse entre ellos susurrando sobre la ropa que llevaban puesto aquellos dos.
- Esto… Buenos días a todos clase. Mi nombre es Abraham y seré vuestro profesor lo que queda de curso.
- Yo soy Diana y también seré la otra profesora encargada de vuestra educación después de lo sucedido…


 Tanto Diana como Abraham estaban realmente sorprendidos del silencio absoluto que guardaban aquellos chavales y, mirándose entre ellos, supieron que los anteriores profesores los tenían amedrentados e incluso amenazados. No era normal que todos estuvieran tan en silencio y con expresiones tan serias en las caras.
- ¿Qué os pasa?-preguntó Diana-.
- Pues que nos sorprende el look que lleváis,-contestó Marta-.
- Y a nosotros el que lleváis todos vosotros,-respondió Abraham-. ¿De verdad os hacían vestir así?
- Sí,-contestó Diego-. Y también nos pegaban o nos cortaban el pelo a forma de castigo si hacíamos las cosas como a ellos no les gustaban.
- Madre mía…-se sorprendió Diana al sentir el miedo que tenían-. Pues a partir de ahora las cosas van a cambiar radicalmente aquí. De eso me encargaré yo. ¡Esto es un internado! No es ninguna prisión y mucho menos una secta, así que hagamos que nuestra estancia aquí sea más agradable.


 Comenzando todos a sonreír, Rubén alzó la mano e hizo una pregunta.
- ¿Y qué va a ser lo primero que haréis?
- ¡Quitar esos horrorosos uniformes!-dijo Abraham comenzando a escuchar gritos de alegría por parte de los chavales-.
- Y también cada uno podrá vestirse y maquillarse como le de la gana,-comentó también Diana-.


 La nueva profesora, mirando a Marta, se dio cuenta de algo y se lo dijo.
- Tú, la del pelo blanco, ¿cómo te llamas?
- Yo Marta Ruiz, maestra.
- Eh, de maestra nada. Aquí somos Diana y Abraham. Somos vuestros profesores, pero también vuestros amigos para todo.
- Oh, vale.
- Marta, me da la sensación de que tú eres una chica cañera, ¿no es así?
- ¿Cañera?
- De mi estilo, tatuajes, ropa negra…
- Ah sí, me encanta.
- Ay, qué bien nos vamos a llevar tú y yo, lo presiento. Pues ahora,-continuó Diana hablando a toda la clase-, arriba todos que nos vamos de compras. ¡Invita el director!


 Cuando todos volvieron del centro comercial, Carmen se acercó a Diana mientras ésta le estaba poniendo el tinte a una compañera.
- Profe, ¿puedo hablar contigo?
- Carmen, llámame Diana por favor. Que me llamen profesora no me gusta, me recuerda cuando mi profesora de ciencias me decía que la llamase así.
- Vale, perdona Diana. Verás… Es que…


 Carmen suspiró y le hizo una pregunta a Diana.
- ¿El director le contó lo que pasó con un compañero nuestro?
- ¿Qué compañero?
- Fernando, el que murió.
- Ah sí, bueno… No quiso entrar mucho en detalles pero algo sé. ¿Qué ocurre?
- Pues resulta que un día me colé en su habitación para hablar con él porque lo estaba pasando mal y… aprovechó ese momento para violarme.
- Dios mío, ¿y lo sabe alguien?
- No, bueno sí… Isaac es el único que lo sabe.
- ¿Quién es Isaac?
- El muchacho rubio blanquito de piel.
- Ah sí, ya le pongo cara. ¿Y no se lo contaste a los profesores anteriores?
- No me dio tiempo porque al día siguiente Fernando apareció muerto después de caerse desde el tejado.


 Diana se llevó las manos a la cabeza.
- Ha tenido que ser una locura para todos vosotros tener que ver cómo un compañero moría y luego enteraros de que los que eran vuestros profesores eran miembros de una secta. Pero bueno, ¿para qué me cuentas esto Carmen?
- Pues… Me debería haber venido la regla hace unos días y hoy cuando hemos ido al centro comercial he aprovechado para pasarme por la farmacia y comprar un test de embarazo.
- ¿Y bien?


  Todos los alumnos estaban entusiasmados con los nuevos profesores, y en 4 horas que llevaban con ellos ya les tenían más cariño que a Tyler y a Linda.
Quedando en que todos harían un pase de modelo en el comedor, conforme terminaban de arreglarse iban entrando de uno en uno para que, tanto Diana como Abraham, vieran el cambio tan radical que habían dado todos ellos.
- ¡Te presento al nuevo Isaac!-anunció Abraham-.


 Luego se abrió la puerta y entró una sorprendente Beatriz, quien estaba irreconocible.
- ¡Y esta es la nueva Bea!-gritó Diana-.
- ¿Bea? ¿Nuestra Bea?-preguntó Isaac asombrado-.
- Cariño, estás preciosa,-comentó Abraham aplaudiendo sin parar-.


 Abriéndose la puerta de nuevo, quien apareció por allí fue Rubén, quien dejó boquiabierta a Diana.
- Pero bueno, ¡menudo porte Rubén! Abraham cariño, sujétame porque me lo voy a comer jajaja.
- Jajajaja muchas gracias Diana,-contestó el muchacho echándose a reír-.


 Más tarde, entró Diego con una ropa algo más normal, pero con un cambio bastante significativo.
- ¡Ha vuelto el Diego de siempre!-dijo él mismo entrando en el comedor-.
- ¡Esa es la actitud, coño!-aplaudió Abraham animándolo-.


 El siguiente en entrar fue Hugo, quien dejó sorprendidos tanto a sus nuevos profesores como a los compañeros.
- ¿Dónde te has dejado las gafas, tío?-preguntó Isaac-.
- Arriba. ¡Llevo unas lentillas puestas!
- Sabía que te sentaría genial quitártelas,-comentó Abraham-.
- Estás guapísimo Hugo,-dijo Diana-. Sé de una chica a la que le va a encantar el cambio…


 En cuanto Hugo se quitó de la puerta, Raquel entró en el comedor y su cambio sorprendió a todos.
- Dios Raquel, estás buenísima-dijo Rubén en voz alta-.
- Vaya Rubén, qué directo, pero me gusta tu sinceridad jajaja.


 Unos minutos después, la siguiente en entrar fue Lin, que cuando vio de frente a Abraham comenzó a sonreír como una tonta.
- Qué guapa estás, Lin,-comentó Diana-. Te sienta genial el azul.


 De repente, abriéndose la puerta de par en par, una Marta completamente diferente entró. No sólo la ropa de cuero, las medias de rejilla y las botas altas eran lo que más llamaba la atención, sino el cambio de color en su pelo. Todos quedaron boquiabiertos y sin decir una palabra. Mirando a todas partes, cuando vio a Hugo, Marta fue la primera en reaccionar.
- Joder Hugo, estás increíble.
- Eso mismo te iba a decir yo…


 Y acercándose a ella, Hugo la abrazó y comenzó a besarla tan profundamente que todos los compañeros comenzaron a vitorear y a aplaudir contentos.
- Tengo una novia que no me la merezco…-pensaba Hugo mientras la besaba con más insistencia-.


  Comenzando a separarse, Hugo miró a Marta de cerca mientras que todos los demás seguían aplaudiendo y vitoreando.
- Chicos, si necesitáis una cama podéis usar la que está abajo, ¿eh?-comentó Diana entre risas-.
- Oye, pues no sería mala idea,-dijo Hugo con una sonrisa en la cara-.
- ¡Hugo!-exclamó Marta sorprendida-. Pero quién te ha visto y quien te ve…


 Por último, Carmen era la que quedaba por entrar y, cuando lo hizo, se llevó los aplausos de todos sus compañeros.
- ¡Estás guapísima!-comentó Diana-.
- Qué divina estás,-dijo Lin-.


 Dando las gracias, Carmen pidió silencio porque quería decir unas palabras.
- Muchísimas gracias chicos, de verdad que no sabéis lo que esto significa para mí… Nunca pensé que os cogería tanto cariño en tan poco tiempo y ahora más que nunca voy a necesitarlo porque os quiero contar algo que me sucedió hace no mucho tiempo…
- ¿Estás segura?-preguntó Isaac adelantándose a Carmen-.
- Sí. Quiero hacerlo. Hace poco más de un mes, Fernando me violó.
- ¡¿Cómo?!-exclamaron todos-.
- Pasó después de que Hugo le diera su merecido en la biblioteca. Me acerqué a hablar con él y antes de que me diera cuenta me había quitado la ropa y me estaba violando. Suerte que Isaac estaba allí por casualidad y vino a consolarme cuando acabó todo. Esa es la razón por la cual hemos estado juntos todo este tiempo pero… Hay algo más.
- ¿Qué pasa?-preguntó Isaac preocupado-.
- Estoy embarazada y he decidido seguir adelante. Esa criatura habrá sido el producto de una violación, pero estoy segura de que este bebé crecerá repleto de amor por mi parte y por la de todos vosotros.


 Tras recibir abrazos y besos por parte de todos sus compañeros y también de sus nuevos profesores, todos fueron hasta el aula con Abraham para dar un par de horas de clase, y así aprovechar un poco de ese día para poner en común hasta dónde se habían quedado en las distintas asignaturas.


 Mientras tanto, Diana aprovechó para subir a las habitaciones y revisarlas.
- Pero bueno, ¿qué clase de camas son estas? Son adolescentes, no militares… Esto hay que solucionarlo ya.


 Sacando su móvil, Diana hizo un par de llamadas y comenzó a arreglar las cosas para que se llevasen esos viejos muebles e innovar un poco las instalaciones para hacer más cómodo a todos la estancia en el internado.


 Saliendo al balcón, Diana miró a la piscina y se acordó de algo. Rápidamente, llamó al director y le consultó la idea que había tenido.
- ¿De verdad? ¿Me da el visto bueno? Es usted el mejor. Estoy seguro de que no se arrepentirá de esto, se lo prometo.


 Tras ponerse al día con todas las asignaturas y que Abraham tomase apuntes para que también lo supiera Diana, entre todos decidieron avanzar un poco para no perder demasiado el hilo a causa de tanto cambio de profesor en este último tiempo.


 Mientras todos atendían, Carmen no dejaba de darle vueltas a su embarazo e instintivamente miraba a Isaac. Ese chico se había portado muy bien con ella, de hecho, nunca nadie había sido de esa forma con Carmen y un leve cosquilleo se había instalado en su estómago cuando pensaba en Isaac. Ahora la cuestión sería averiguar si él sentía lo mismo por ella…


CONTINUARÁ…

No hay comentarios:

Publicar un comentario