jueves, 25 de junio de 2020

Capítulo 34 || The Mirror

Diana les dijo a todos los demás que siguieran con las tareas, pero lo que hicieron fue mirar a Thiago y a Diana salir de clase comenzando a mirarse entre ellos y murmurando.


 Sin atreverse a hablar, Thiago quería lanzarse pero no sabía cómo comenzar a hacerlo.
- Esto… Yo… Bueno… Es que… En fin…
- Thiago, tranquilízate primero y luego dime lo que quieras.
- Uf, yo quería… Quiero decir, estaba pensando en… Diana, yo…
- Thiago, suéltalo.
- Perdón.


 Sorprendida, Diana comenzó a mirar a Thiago como si lo acabase de ver por primera vez.
- No pongas esa cara Diana. Sé que la cagué contigo y… Bueno, contigo y con Abraham, Raquel, Carmen, Diego… Y podría seguir hasta nombrarlos a todos, pero tampoco es plan. No espero que me perdones, pero quería que supieras que estoy completamente arrepentido y que me he dado cuenta de que, actuando como lo hacía, no iba a llegar a ninguna parte…
- Yo… Thiago, agradezco tus disculpas, pero lo que hiciste me costará un tiempo olvidarlo y, hasta entonces, no podré verte de la misma forma que al principio. Espero que lo comprendas.
- Sí, te entiendo. Me pasé tres pueblos y demasiado bien os habéis portado conmigo para como os he tratado.
- Sólo me gustaría saber una cosa.
- La que quieras…
- ¿Qué te ha hecho cambiar y abandonar la forma de actuar que tenías?


 Thiago suspiró y comenzó a decirle que el comienzo del cambio fue cuando habló con Hugo el día en el que se escapó. Las cosas que le contó aquella noche, más la historia personal que había vivido le impactaron mucho porque, pese a todo lo que había vivido se le veía muy feliz. ¿Cómo era posible? Eso le hizo darse cuenta a Thiago que no hacía falta comportarse de esa forma para intentar ser feliz, porque lo que ocultaba en realidad era un sentimiento de profundo dolor por muchas cosas de su pasado.


 Al cabo de unos tres meses, todos habían acabado aceptando a Thiago, quien se había integrado como un miembro más de esa pequeña familia. Todos vivían en paz, con los típicos problemas a causa de la dificultad académica que caracterizaba ese último año de clases, pero sin nada más destacable que llamase la atención.


 Una tarde, se encontraban todos en la zona de la piscina cubierta cuando Thiago se acercó a Isaac, quien cuidaba a Iván.
- Isaac, ¿quieres que yo me quede con el niño y así te puedes relajar un rato en el jacuzzi?
- Bueno, no estaría mal…
- Voy a preguntarle a Carmen y ahora te cuento.
- ¿A ti no te importa?
- Qué va, si por eso te lo digo.


 Al destapar la máscara de tipo duro, Thiago se quedó completamente “desnudo” frente a sus compañeros de clase, con los que comenzó a comportarse tal cual era. Todos quedaron sorprendidos cuando descubrieron que Thiago era un chico atento, cariñoso, detallista y bastante espabilado en los estudios cuando se ponía en serio.
- Carmen, perdona que te moleste.
- Dime Thiago, ¿qué pasa?
- Es que he visto ahí a Isaac un poco solillo cuidando a Iván y he pensado que si no te importa, yo me quede con el niño y él se venga para acá con vosotros.
- Ah guay, muchas gracias.


 Volviendo a donde estaba Isaac, Thiago le comunicó que tenía vía libre para cambiarse y unirse a los demás.
- Gracias tío. Te debo una,-le dijo Isaac-.
- Nada. Te la debía por lo que dije de Carmen… Estamos en paz.


 Saliendo de la piscina, Raquel saludó a Thiago, quien le devolvió la sonrisa mientras pensaba en sus cosas… Ahora se encontraba feliz, pero había algo en su interior que no le dejaba ser plenamente feliz como veía a todos los demás…  


 Por su parte, el resto de chicos y chicas hablaban, reían, contaban historias y se entretenían bastante mientras disfrutaban de las incesantes burbujas relajantes. Eso era un auténtico placer para todos.


 Comenzando a sollozar, Thiago cogió a Iván en brazos y empezó a acunarlo y a cantarle para que se calmase. Sin poderlo evitar, abundantes lágrimas comenzaron a brotar en los ojos de Thiago, comenzando a rodar por sus mejillas. Soltando a Iván en la cuna, se llevó sus manos a la cara para poder secarse dichas lágrimas antes de que nadie lo viese.


 Pero era demasiado tarde, Abraham se había dado cuenta y se acercó a él.
- Ey, ¿estás bien Thiago?
- Sí, sí. No te preocupes.
- Si necesitas hablar…
- No, estoy bien,-dijo volviéndose a frotar los ojos-.


 Dándose cuenta de que a Thiago le pasaba algo, Abraham miró a Iván y luego a su alumno.
- ¿Estás cuidando a Iván?
- Ah sí. Es que me daba cosa de que Isaac no se bañase hoy.
- Pues venga, ve a cambiarte tú también.
- ¿Cómo? ¿Y el niño?
- Yo me quedaré con él, no te preocupes.
- Gracias Abraham…


 Cuando Thiago se cambió de ropa y se iba a meter en la piscina, Rubén le llamó.
- Thiago, ¿te quieres venir al jacuzzi? Lo digo porque yo me voy a salir para nadar un rato en la piscina.
- Ah vale, gracias tío.
- Nada hombre.


 Durante todo lo que llevaban de curso, Hugo se había estado fijando en Thiago y, aunque no quisiera aceptarlo, en el fondo tenía que reconocer que había algo que le recordaba a él, sobre todo los ojos, que eran exactamente del mismo color.


 Cuando Rubén se metió en la piscina y comenzó a nadar, rápidamente escuchó la voz de Abraham.
- Abre más los brazos. ¡Y las brazadas más grandes! Mueve más los pies, que parece que los tienes de adorno…


 Notando que Thiago estaba algo más serio de la cuenta, Isaac lo miró y le preguntó directamente.
- ¿Te pasa algo, Thiago?
- ¿A mí? No, estoy bien.
- Pues yo diría que no, porque estás muy serio.
- Ah bueno, es que he cogido antes en brazos a Iván y se me han venido malos recuerdos a la mente, pero se me pasará pronto.
- ¿Algo respecto a tus padres?
- Bueno… algo parecido, sí.


 Raquel, en ese momento, interrumpió la conversación de Isaac para preguntarle algo sobre Carmen, con la que estaba hablando, por lo que Thiago se volvió a quedar muy pensativo y Hugo se dio cuenta, quien no había perdido de vista a Thiago en todo momento.


 Echándole valor, Hugo se atrevió a ahondar más en lo que le pasaba a su compañero.
- ¿Te pasó algo con tus padres, Thiago?
- Sí, aunque bueno, a mi padre no lo llegué a conocer.
- Vaya, ¿murió?
- Pues no lo sé. He vivido siempre con mi madre y cada vez que le he preguntado sobre mi padre se ha puesto histérica, ha comenzado a gritarme y ha atracado la nevera sin contarme nada.
- Joder. ¿Y entonces no tienes ni idea de quién es?
- No… Bueno no, miento. Un día rebusqué en los cajones del cuarto de mi madre, por si encontraba información de mi padre o algo que me sirviera, y no sé si es mi padre o no, pero encontré una foto de mi madre de jovencita con un hombre al lado, pero ya te digo. No tengo ni idea de si ese hombre es mi padre o no, porque dinero no, pero novios ha tenido mi madre… Vaya, ni ella misma recuerda todos con los que ha estado.
- ¿Y tienes la foto ahí?-quiso saber Hugo-.
- Sí, le hice una foto con el móvil y de vez en cuando la miro. Vente y te la enseño.


 Saliendo del jacuzzi, Thiago abrió la galería de su móvil y comenzó a buscar la foto hasta que la encontró y se la mostró a Hugo.
- Mira, aquí está. ¿Lo ves? Esta es mi madre y este señor de aquí es quien yo creo que es mi padre.
- A ver, ¿me dejas?-preguntó Hugo queriendo acercar la foto para ver mejor a aquel hombre-.


 Sin embargo, cuando acercó la foto y pudo ver mejor a aquel tipo, Hugo se quedó congelado. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo y hasta Thiago le preguntó si estaba bien, ya que se había quedado completamente pálido.
- Tío, me estás asustando. ¿Estás bien Hugo?
- ¿Este tío… es tu… padre?
- A ver, no lo sé. Creo que sí, pero como mi madre no me ha dicho nunca nada… Yo que sé. ¿Qué pasa? ¿Acaso lo conoces?
- Eh… bueno, yo diría que sí pero con esto creo que no.
- ¿Cómo? Vamos a ver, ¿lo conoces o no?
- Esto… Sí…
- ¡¿En serio?! ¿Y cómo se llama?
- Ricardo Solanas.


 Cuando Thiago escuchó el nombre iba a hablar pero, justo antes de hacerlo, se paró y recapacitó pensando un momento en el nombre.
- ¿Has dicho Solanas?
- Sí…
- ¿Es un tío tuyo o algo así? ¿Tú no eres Solanas también?
- Sí…
- ¿Entonces? Di algo coño, que me tienes en ascuas compadre.
- Es mi padre.
- Venga ya, ¿me estás vacilando?
- No Thiago, te juro que estoy flipando igual que tú.
- ¿Me estás diciendo que somos hermanos? Y un huevo.


 Hugo estaba completamente en shock. Era cierto que tenía que admitir lo que Marta, Diego y Raquel le habían dicho sobre cierto parecido con Thiago, sobre todo en la mirada, pero ahora todo había cobrado sentido. Esos gestos que tanto dejaban extrañado a Hugo, esa forma de hablar o incluso esa forma de andar tan característica de Thiago le recordaban a su padre, a Ricardo. ¿Sería verdad que eran hermanos?


 Volviendo a la realidad, Hugo vio cómo Thiago se había dado la vuelta y se dirigía hacia la puerta. Por mucho que lo llamó no consiguió que se quedase de allí con todos los demás. Mientras Thiago se marchaba, Hugo observó su forma de andar y se fijó en que era moreno, al igual que su padre. ¡Ostras! Como si una bomba cayera encima de Hugo, éste recordó que, cuando tuvo ese extraño sueño con el espejo, en él estaban sus padres juntos y en lugar de estar Rocío, había un hermano, pero este hermano era pequeño y Thiago era mayor que él. ¿Habría sido ese sueño una señal todo ese tiempo?


 Llamando a Hugo, Diana quiso saber qué había ocurrido y por qué se había marchado Thiago tan serio.
- Es que… nos acabamos de enterar de que posiblemente seamos hermanos.
- ¡¿Qué?!-gritaron todos los demás quedándose completamente en silencio-.
- Espera,-dijo Diana saliendo del jacuzzi-. Voy a hablar con él.


 Cuando Diana salió hacia los vestuarios previos a la piscina, se encontró a Thiago atándose los cordones.
- ¿A dónde vas Thiago?
- Me marcho.
- Pero… ¿Por qué?
- Necesito pensar y aclarar mis ideas.
- ¿Qué ha pasado? Cuéntamelo.
- Pues, pues…


 Sentándose junto a Thiago, Diana le puso una mano en el hombro y lo tranquilizó.
- Relájate y cuéntamelo todo.
- Pues que yo nunca he conocido a mi padre y siempre que le he preguntado a mi madre por él, se me ha puesto hecha una furia. Pero un día encontré una foto que tenía mi madre escondida de ella de joven con un hombre y siempre he creído que era mi padre, pero como tampoco mi madre sabe que encontré la foto, no puedo salir de dudas. Y cuando le he enseñado la foto a Hugo, me ha dicho que es su padre.
- Pero… ¡Eso es maravilloso! No solo has encontrado a tu padre, sino que tienes un hermano.
- Y si es cierto que Hugo y yo somos hermanos, yo soy mayor que él. Yo tengo 19 y él 18 si no me equivoco. ¿Por qué se quedó con él y no conmigo? ¿Por qué nunca ha querido saber nada de mí?


 Thiago enmudeció y comenzó a mover la pierna derecha sin parar. Se sentía nervioso y las lágrimas amenazaban de nuevo con salir. Thiago miraba hacia el techo para evitar llorar delante de nadie, pero era lo que más necesitaba en ese momento.


 El ambiente en esa habitación era de silencio sepulcral hasta que Hugo abrió la puerta y entró allí. Mirando a Diana, le pidió un favor.
- ¿Puedes dejarnos solos un momento, Diana?
- Claro…


 Levantándose, Diana le dio un par de palmadas en el pecho a Hugo y le guiñó un ojo a modo de complicidad. Ambos se tenían mucho cariño y sabía que ese momento era crucial para las vidas de ambos muchachos.
- Creo que necesitamos hablar, Thiago…


CONTINUARÁ…

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