Diana dio tantos pasos hacia atrás que se tropezó con la cama y
cayó en ella, momento en el cual Thiago aprovechó para lanzarse
sobre su presa y meterle su miembro en la boca.
- Oh sí, chúpamela como tú sabes Diana,-dijo poniéndole las manos
en la cabeza obligándola a bajar hasta el fondo y provocándole
arcadas a la muchacha-.
En un momento en el que Thiago soltó la cabeza de Diana para que
ésta pudiera respirar, la muchacha aprovechó para recuperar el
aliento e introducirse lentamente el miembro en la boca de nuevo y,
sin que Thiago pudiera esperarlo, Diana mordió con dureza el falo y
aprovechó para salir corriendo de allí mientras dejaba al alumno
nuevo retorciéndose de dolor.
Subiendo las escaleras rápidamente, Diana buscó a Abraham quien, al
verla completamente desnuda, se sorprendió.
- ¿Qué pasa? ¿Qué haces desnuda?
- Es Thiago. Me ha intentado violar…
- ¡¿CÓMO?!-dijo echando a correr hacia las escaleras que conducían
al sótano-.
En cuanto Abraham abrió la puerta, se encontró de frente al dichoso
Thiago, quien dibujaba una sonrisa orgullosa en la cara.
- Siento decirte que tu mujer no está acostumbrado a estar con un
verdadero hombre y se ha sentido sobrepasada y ha acabado
marchándose. No la culpo… Al fin y al cabo, es lo que tiene
casarse con un mamarracho como tú.
Sintiendo cómo su respiración se agitaba y sus manos comenzaban a
sudar abundantemente, Abraham miró con odio a Thiago y con su mirada
lo estaba matando una y otra vez.
- Si tú me jodes a mí, yo te jodo a ti,-dijo Thiago-. La ley del
Talión, negro. Tú has sido quien ha empezado esta guerra, así que
atente a las consecuencias.
- Te tomo la palabra…
Sacando toda la rabia que llevaba dentro, Abraham empujó a Thiago de
tal forma y con tanta fuerza que, cuando el muchacho fue a poner su
pie atrás para evitar la caída, lo apoyó sobre uno de los
escalones. Irremediablemente Thiago comenzó a caer por las escaleras
golpeándose con escalones y paredes mientras que Abraham lo miraba
asustado.
Thiago intentaba protegerse la cabeza, pero los golpes eran de tal
magnitud que a la rapidez que bajaba por las escaleras no le daba
tiempo de nada.
Llegando abajo, Thiago se dio de bruces con el suelo y, por un
momento, perdió la consciencia sintiendo como si su cabeza le fuera
a explotar de un momento a otro.
Abraham estaba muy cabreado, pero en ningún momento quería hacerle
daño a nadie, por lo que bajó rápidamente las escaleras en busca
de Thiago.
Cuando llegó al final de las escaleras, Thiago ya había recuperado
la consciencia y se estaba comenzando a incorporar. Notando la
presencia de Abraham, como pudo, se dirigió a él.
- Está… bien. Tú… ga… ganas.
- ¿Estás bien Thiago? Lo siento mucho. No quería tirarte por las
escaleras. Yo…
Levantándose, Thiago se tambaleó un poco, pero cuando Abraham fue a
ayudarlo, éste le rechazó y lo miró serio justo antes de comenzar
a subir las escaleras en completo silencio.
Por su parte, Lin reconfortaba a Diana, quien se vino abajo al no
estar en tensión y comenzó a llorar sin parar.
- Tranquila Diana. Estás a salvo.
Thiago subió en completo silencio al dormitorio mientras que su
cabeza no paraba de darle vueltas. Sentía una gran presión, pero no
quería ir al médico y mucho menos pedir ayuda. Cruzaba los dedos
para que la siesta que se iba a echar le ayudase a calmarse y a
mejorarse.
Tenía que ser sincero consigo mismo y Thiago debía reconocer que no
había empezado con buen pie allí. En su ciudad, estaba acostumbrado
a ser de esa forma para que no abusaran de él. Allí tenías que ser
un matón para que no te matasen y como la situación en casa tampoco
ayudaba… Creía que en todos los sitios pasaba lo mismo y que todo
el mundo estaba cortado por el mismo patrón, pero se había dado
cuenta de que ese internado era diferente. No era como se lo había
imaginado.
Diana y Abraham hablaron con Lin para que guardase el secreto. No
querían que nadie lo supiese, porque si llegaba a oídos del
director, los echarían y traerían a otros profesores. Lin no quería
eso y creía hablar en el nombre de sus compañeros al decir que no
quería que ninguno de los dos se fuera, así que prometió guardar
el secreto y no contárselo a nadie. Por su parte, para evitar que
Thiago volviese a colarse en el dormitorio, Diana decidió dormir con
el resto de las chicas, ya que la cama que era de Carmen no se usaba.
- Chicas, ¿os importa que duerma con vosotras?-preguntó Diana-.
- No, ¿qué pasa?-quisieron saber las demás, mientras que Lin
permanecía en silencio-.
- Bueno, el director nos ha dicho que deberíamos tener un control
más exhaustivo sobre los alumnos y nos ha obligado a tomar esta
medida… Espero que no os importe.
- No, para nada,-contestaron las chicas-.
Por su parte, Abraham entró en la habitación y le comunicó la
noticia a los chicos de que dormiría con ellos a partir de ahora. Al
escuchar su voz, Thiago se levantó y miró a su profesor. No se lo
podía creer…
- Oye, ¿cómo estás?-preguntó Abraham-.
- Perfectamente.
Dándose cuenta Hugo de las heridas que tenía Thiago en la cara, le
preguntó.
- Oye, ¿qué te ha pasado?
- Nada.
- ¿Seguro?
- Que sí joder. No necesito nada, ¿vale?
- Vale, vale…
Desde la cama, Thiago vio cómo Abraham se metía en la suya y le
daba la espalda. No sabía qué hacía allí ese tío, pero se
imaginaba que sería para vigilarlo, tenerlo cerca o algo por el
estilo.
Mirándose entre Hugo y Rubén, éste último se dirigió a Thiago.
- Oye, ¿necesitas un médico o algo? Esas heridas tienen mala pinta.
- No son las primeras ni las últimas que tendré.
- Y… ¿qué te ha pasado?-quiso saber Rubén-.
- Nada que os importe.
Encogiéndose de hombros, todos se fueron a dormir. Para la sorpresa
de Thiago, el dolor de cabeza le había dado una tregua y había
podido descansar mejor. Mirando a la cama de su izquierda, vio que
Abraham ya no estaba y, colocándose su ropa, se levantó y salió de
la habitación. A los pocos minutos, Hugo también salió con el
uniforme puesto y, al verlo sin él, quiso saber por qué no lo
llevaba.
- ¿Qué haces que no tienes el uniforme puesto?
- Los uniformes no van conmigo. Paso.
- A mí tampoco me gustan mucho, pero es lo que hay.
- Si tú eres un conformista, adelante. Yo soy un rebelde por
naturaleza.
Saliendo Diego, miró a Thiago y frunció el ceño.
- Esa herida de la cara tiene mala pinta, amigo.
- Estoy bien.
- Pues no lo parece.
- ¿Y a vosotros qué más os da? ¿Ayer todos me ignorabais y ahora
todos os preocupáis por mí? ¿Y tú qué miras?-le dijo a Hugo,
quien se había estado fijando en lo que Marta y Diego le habían
dicho sobre Thiago y su parecido con él-.
Saliendo también Rubén de la habitación, miró a Thiago y se
dirigió a él.
- Tío, ya en serio. Aquí vamos a estar nueve meses juntos y tanto
mis compañeros como yo queremos estar tranquilos, sentirnos bien y
no tener que estar todo el día preocupados por lo que has hecho,
dicho o dejado de hacer. No sé por qué te comportas así, pero deja
de hacer el capullo porque aquí así no vas a conseguir nada. Déjate
ayudar coño.
- ¿Ayudar? ¿Vosotros?
- Mira, paso,-dijo Rubén comenzando a andar-.
Todos comenzaron a dirigirse hacia la clase y Thiago se colocó
detrás de ellos mientras pensaba en las palabras de Rubén. Para él
era extraño ver toda esa familiaridad que había entre todos, ese
compañerismo, esa unión… Thiago no estaba acostumbrado a ello y
por eso chocaba tanto con esos ideales, porque los suyos eran bien
distintos.
Encontrándose con las chicas en la bajada, Marta miró a Thiago y,
tras fruncir el ceño por verlo con la cara amoratada, le dio los
buenos días.
- Hola Thiago.
- Ah, buenos días Marta.
- ¿Y esos moratones?
- Nada, no te preocupes. Estoy bien.
Entrando en clase, cuando Abraham vio a Thiago sin el uniforme
puesto, se quedó observándolo mientras éste se sentaba en su
pupitre.
- Thiago, ¿por qué no llevas puesto el uniforme?
- ¿Es obligatorio?
- Sí. Muy obligatorio.
- Es que a mí los uniformes no me gustan.
- Y a mí tampoco me gusta mi suegra y la tengo que aguantar en casa,
pero es lo que hay,-dijo Abraham provocando las risas de los
alumnos-.
Levantándose de su sitio, Abraham siguió hablando con Thiago.
- ¿Podrías ponerte el uniforme?
- Es que…
- Por favor, Thiago.
En completo silencio, Thiago se levantó y salió de la clase,
entrando a los cinco minutos perfectamente uniformado y sin
pendientes ni piercings ante el asombro de sus compañeros y del
propio Abraham.
- Gracias Thiago,-le dijo sinceramente el profesor-. Bien, ahora que
estamos todos, podemos empezar.
Sorprendentemente, Thiago se mantuvo atento a las explicaciones de
Abraham y después de Diana, aunque a la hora de hacer las tareas, no
avanzaba demasiado.
- ¿Necesitas ayuda?-le dijo Hugo-.
- Esto para mí es chino.
- ¿No has entendido las explicaciones?
- Sí, pero… No. No entiendo una mierda.
Sacando su móvil, Thiago leyó un mensaje y comenzó a escribir un
mensaje mientras que Hugo, levantando su cabeza para curiosear un
poco, llegó a leer un fragmento.
- “Genial, entonces mañana nos vemos. Ah, y no te olvides del
alcohol.”
Cuando las clases terminaron, Abraham le propuso a Diana enseñarle a
boxear, al menos para que supiera dar un par de golpes y no dejarse
la muñeca en el intento. Nunca se sabía cuándo le iba a hacer
falta y, teniendo en cuenta que Thiago estaba allí, había que
curarse en salud.
CONTINUARÁ…
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