-
Eh, eh, ¿qué cojones haces Fede?-dijo Hugo-.
-
Apártate si no quieres que te dé más fuerte que antes, hijo de
puta.
- El
que te va a partir la cara soy yo como no cojas tus cosas y te vayas
de aquí ahora mismo.
- ¿Y
quién te crees tú que eres para venirme a dar órdenes?
- El
hijo de mi madre y de mi padre. El futuro heredero de esta casa que,
¡sorpresa!, está a nombre de mi madre y mío. Así que me creo en
el derecho de mandarte a tomar por culo.
Siguiendo con esa actitud chulesca que tenía Fede, comenzó a
pavonearse frente a Hugo mientras que Ricardo y Mercedes se miraban
manteniéndose en completo silencio, ambos sin saber dónde acabaría
esa discusión.
-
Pero si finalmente ha echado los huevos que te faltaban… Te
felicito, pero no me pienso mover de aquí. Para mí eres un insecto,
un puto estorbo que siempre ha estado en medio y del que creí
haberme librado cuando convencí a tu madre para que te mandase a ese
puto internado. Sí, lo reconozco, no te he querido nunca ni tampoco
lo haré, porque siempre que te miro recuerdo al subnormal de tu
padre y veo el terrible error que cometió Merche casándose con este
medio hombre al que llamas padre. Quiero a tu madre mucho más que a
mí mismo y nunca he soportado que nadie le hiciera daño, desde tú
con tus pataletas de niño malcriado pasando por el asqueroso de tu
padre con su forma de actuar.
-
Pero es que la culpa de todo la tienes tú, Fede,-intervino
Mercedes-.
Girándose hacia ella, Fede se sorprendió al escuchar esas palabras.
-
¿Cómo dices?
-
Ahora lo veo todo claro. En cuanto Ricardo ha ido nombrado todas las
cosas, se me ha caído la venda de los ojos y luego tú mismo te has
delatado. Tú tienes la culpa de todo esto porque yo, desde el primer
momento, he puesto a mi hijo por delante de cualquier cosa. Si no te
gustaba que yo tuviese uno, haberte buscado una virgen, una chica sin
maridos previos, hijos o sin vida amorosa. Yo me enamoré de ti y me
dejé embaucar porque eras todo lo que necesitaba en momentos de
dolor. Fuiste mi apoyo incondicional, el cariño que me hacía falta,
mi compañía en momentos de soledad… Pero te aprovechaste de mí,
me usaste para tu propio beneficio y si hemos acabado así ha sido
por tu puto egoísmo. Has querido hacer y deshacer a tu antojo sin
contar conmigo cuando somos un matrimonio, un equipo, uña y carne…
Pero no, eres una uña podrida que hay que arrancar para dejar paso a
una nueva, así que vete ahora mismo de mi casa. Te prometo que muy
pronto recibirás noticias de mi abogado.
Volviéndose hacia Ricardo y Hugo, Fede los miró con auténtico
odio.
-
Esto no quedará así, ¡os lo juro!
-
Que sí, muy bien. ¡Que te largues ya!-dijo Hugo dándole un empujón
a Fede-.
Acompañándolo hacia la salida, Fede en un momento dado dio un giro
y cambió de rumbo. Comenzando a subir las escaleras, Hugo se olió
lo que planeaba Fede.
-
¡Fede, para ahora mismo!
Ante el caso omiso, Hugo se adelantó a Fede y se colocó delante de
la puerta que daba al dormitorio de su hermana.
-
Apártate mocoso.
- Ni
lo sueñes, Fede.
-
Mira… si no te apartas ahora mismo, en cinco minutos tus padres van
a llamar a los servicios sanitarios porque te habré tirado por la
escalera. Así que no me obligues a hacerlo y quítate de en medio
porque me pienso llevar a Rocío os guste o no.
- Ni
de coña. No. Negativo. Ni pensarlo… Escoge el que quieras, pero la
respuesta es no.
Empezando a respirar más agitadamente, Fede comenzó a avanzar
cuando recibió un fuerte empujón de Hugo, lo que le cabreó más.
-
¿Te crees que puedes conmigo? Si quiero puedo aplastarte en dos
segundos y acabar contigo para siempre.
-
Venga, inténtalo. Aquí te espero.
Comenzando a sentir en su interior una ira irrefrenable, a Hugo se le
pasó por la cabeza todos aquellos momentos donde Fernando y sus
amigos se reían de él, le pegaban, cuando pegaron a su hermana, la
expulsión… Todos esos malos momentos se le vinieron a la cabeza
mientras Fede volvía a avanzar hacia él y, sin pensárselo, Hugo
cerró su mano y le pegó un fuerte puñetazo en la cara a Fede,
haciéndole un pequeño corte en la mejilla y que dejó aturdido a su
contrincante.
Agitando su cabeza y quitándose la sangre de la cara, Fede miró a
Hugo mientras éste lo observaba aún con el puño cerrado.
-
Como te vuelvas a acercar te doy más fuerte,-amenazó Hugo-. A ver
si voy a ser yo quien te acabe tirando por las escaleras,
muñeco,-dijo Hugo rememorando a su padre sabiendo que esa expresión
la odiaba Fede con todas sus fuerzas-.
Sintiendo que la puerta del dormitorio se abría detrás de Hugo,
éste colocó sus manos a los lados para impedir el paso a Rocío.
-
¿Qué pasa Hugo?
-
Rocío cariño, ven con papá, que nos vamos al centro comercial a
comer en tu restaurante preferido, ¿vale nena?
-
Apártate Rocío,-dijo Hugo sin apartar la mirada de Fede-.
-
Cariño, hazle caso a tu padre. Ven conmigo.
-
No, Rocío.
-
¡Que te vengas conmigo coño!-gritó Fede haciendo ademán de
agarrar a Rocío y llevándose otro puñetazo por parte de Hugo-.
Tapándose la nariz porque le había comenzado a sangrar, Fede se
quitó la sangre y bajó las escaleras sin mirar siquiera a su hija,
quien se mantuvo detrás de Hugo todo ese tiempo.
-
¿Qué ha pasado Hugo? ¿Por qué se va papá?
-
Ahora mamá y yo te contamos todo… Ya estás a salvo.
Tras ver cómo Fede salía de la casa dando un portazo, Ricardo
decidió que era un buen momento para marcharse también.
-
Siento lo sucedido, Mercedes…
- No
pasa nada. Es… un alivio en cierto sentido.
-
¿Alivio? No entiendo.
- Me
refiero a que prefiero estar sola a tener a alguien a mi lado que no
me respeta a mí ni a mi hijo.
-
Ah, claro. Eso siempre es mejor. Ya lo dice el refrán: Más vale
solo que mal acompañado.
-
Por cierto…
Y sin esperar respuesta de Ricardo, Mercedes se abrazó a su
ex-marido.
-
Vaya, ¿y esto?
- Es
mi forma de darte las gracias por… todo. Cuando Hugo se marchó te
involucraste mucho, has estado pendiente, has dejado a un lado las
diferencias que hemos tenido durante años…
-
Bueno, aunque no lo haya demostrado mucho, Hugo es una de las dos
cosas más maravillosas que me ha sucedido en la vida.
Separándose, Mercedes quiso saber cual era lo siguiente en esa lista
que tenía Ricardo.
- ¿Y
cual es la otra cosa?
- El
haberme casado contigo pero… la cagué. Y ya no hay vuelta atrás.
-
Oh,-dijo Mercedes con apenas un hilo de voz, ya que no se esperaba
esa respuesta-.
- Lo
siento de nuevo. Por todo. Lo del pasado, lo de hoy… Espero que
algún día puedas perdonarme.
Desde lo sucedido, el ambiente en casa fue mucho mejor y todo volvió
a la normalidad. Mercedes comenzó con el papeleo para el divorcio y
denunció a Fede para imponerle un régimen de alejamiento. Tal y
como se había comportando, no quería que aquel hombre se acercarse
a su hija ni tampoco a Hugo o a ella.
Por
otra parte, aunque Ricardo tenía su propia casa, comenzó a dejarse
ver más por la de Mercedes. Ya que habían hecho las paces y no
estaba Fede por allí, no había ninguna prohibición que le
impidiese acercarse y ver a su hijo. Y con el transcurso del tiempo,
pasó el verano y llegó el día de la vuelta al internado. Hugo
llevaba mes y medio sin ver a Marta porque ésta se había ido a
veranear con sus padres y su hermano a aquella casa de la playa y
estaba loco por volverla a tener entre sus brazos y poder ponerse al
día con todos los demás compañeros.
Saliendo de la habitación, Hugo vio a sus padres y a Rocío en la
puerta esperándolo. Cuánto habían cambiado las cosas desde el año
pasado. Observando la estampa que tenía delante, se le vino a la
memoria el recuerdo del sueño que tuvo cuando se cayó en el espejo.
Por un momento, imaginó que ese sueño se había vuelto real, pero
tenía que dejar de imaginar tanto, ya que sus padres volvían a
comenzar a tratarse con normalidad y no había indicios de que fuera
a resurgir nada más.
Abrazándose a Rocío, Hugo comenzó despidiéndose de su hermana.
- Te
echaré de menos Hugo.
- Y
yo a ti. Pórtate bien y hazle caso a mamá, ¿vale? Y sé simpática
con mi papá, ¿vale? Sé que no es el tuyo pero… es un buen
hombre.
-
Vale, te lo prometo. Jo, te quiero mucho hermanito.
- Y
yo a ti, princesa.
Seguidamente, Hugo abrazó a su padre, quien le dio varias palmadas
en la espalda.
-
Bueno campeón, disfruta de este curso y no te olvides de llamarnos
de vez en cuando, ¿vale?
-
Sí, no hay problema. Mis profesores son muy enrollados y nos dan
bastantes libertades pese a estar encerrados allí.
-
Eso es bueno mientras no os desmadréis demasiado. Tú céntrate en
tus estudios y sácate el bachillerato, ¿vale?
-
Sí, trato hecho papá. Te echaré de menos.
- Y
yo también.
Y mirando a su madre, Hugo la abrazó también con fuerza.
-
Ahora sí puedo irme tranquilamente,-confesó Hugo-.
-
Desearía que estuvieras ya de vuelta… Te echaré mucho de menos.
- Y
yo a ti, mamá.
-
Ah, y hazle caso a lo que te dice tu padre. Sé bueno, pórtate bien
y a ver lo que me haces con Marta… Que todavía soy muy joven para
ser abuela.
- Ay
mamá… Que sí, tranquila.
Separándose de su hijo, Mercedes le aconsejaba.
- Y
aunque ahora tengas los 18, no me hagas el loco.
- Lo
sé. Os mantendré al tanto de todo, no me olvidaré de llamaros y
tendré cuidado allí. No te preocupes porque estaré bien.
-
Ay, es que no quiero que te vayas…
Sonriendo, Ricardo intervino en la conversación.
-
Mercedes, el niño tendrá que vivir su propia vida.
- Lo
sé, Ricardo, pero ahora que estamos bien y no hay problemas se tiene
que ir.
-
Bueno, no estarás sola. Tienes a Rocío y yo, si quieres, me puedo
pasar para hacerte compañía.
-
Gracias…
Tras abrazarse de nuevo con todos ellos, Hugo marchó hacia el
internado y, cuando llegó, un cúmulo de sentimientos le
sobrevinieron. Volvía a su segundo hogar.
Al cruzar las grandes puertas, Hugo se encontró con Lin.
- Ey
forastero, ¿qué tal?
-
¡Muy buenas! Qué guapa estás, Lin. Pues muy bien, ¿y tú qué
tal? ¿Cómo te fue el verano?
Incorporándose a la conversación, Rubén carraspeó.
-
Caballero…
-
Coño, ¿Rubén? Joder, estás más fuerte cabrón. Deja algo para
los demás jajaja.
-
Tranquilo, este año os meteré caña a todos en el gimnasio. ¿Cómo
estás tío?
-
Pues bien, pero menudo veranito que he pasado.
-
¿Muy movido o que?
- Ni
os lo imagináis…
En el comedor, ya estaban sentados la mayoría de los alumnos. Diana,
charlaba con Carmen animadamente sobre el pequeño Iván, su relación
con Isaac y la sorpresa de verlos allí.
-
Pues aquí estamos,-dijo Carmen-. Isaac y yo nos sentimos tan bien
aquí el año pasado, que no queríamos perdernos estar aquí.
-
Qué bien pero… ¿y el bebé podrá dejaros descansar y estudiar?
-
Eso mismo nos preguntó el director cuando le comentamos el
tema,-dijo Isaac-, pero tenemos la gran suerte de que Iván se porta
muy bien y duerme casi del tirón por las noches.
-
Oye, pues me parece genial lo que habéis hecho. ¿Y qué tal la
convivencia?-preguntó Diana-.
En ese momento, Lin y Hugo entraron en el comedor y, como si fuera un
sabueso, éste último comenzó a mirar a todos lados buscando a
Marta hasta que la vio.
Levantándose de su asiento, Marta corrió a su encuentro y se unió
en un beso a Hugo mientras que sus brazos acariciaban la espalda
femenina, estrechándola más a él.
-
Pero qué guapa estás Marta. No sabes cuánto te he echado de menos.
- Y
yo a ti… Estaba deseando que empezara el curso para poder estar
juntos.
En la otra mesa, Lin se sentó junto a Diego y a Raquel, con quienes
comenzó a charlar.
-
¿Cómo estáis?-preguntó Lin-.
-
Pues genial,-contestó primero Raquel-. Yo personalmente he pasado un
verano muy tranquila donde he podido reflexionar mucho y cambiar
ciertas cosas de mi vida y ahora soy mucho más feliz. Sobre todo
desde que tengo a Diego a mi lado.
-
Anda, al final lo conseguiste, ¿eh?-le dijo Lin a Diego-.
-
Bueno, es que muy pocas chicas se pueden resistir a mi encanto, Lin,
ya lo sabes jajaja. No, pero ya en serio. El día que Raquel y yo
quedamos en verano y me dijo que se había dado cuenta de que me
quería… Casi me desmayo.
-
Jo, qué bonito. Me encanta, además, hacéis una pareja preciosa.
- ¿Y
tú qué tal?-quiso saber Raquel-. ¿Has ligado mucho?
-
Sí, la verdad es que he salido casi todos los findes de fiesta y me
he bebido hasta el agua de los floreros, me he acostado con quien me
ha dado la gana y ahora lo que quiero es estar sola. Amo la soltería
jajaja.
Diana, dejando de hablar con los demás muchachos, comenzó a hacer
recuento y vio que estaban todos… los del año pasado. Pero faltaba
uno, un alumno nuevo que entraría en lugar de Fernando. ¿Dónde se
había metido? Ya era bastante tarde y no había más autobuses que
llegasen allí hasta el día siguiente.
Sin embargo, unas botas comenzaron a resonar en el pasillo mientras
se dirigían al comedor. Su paso era tranquilo y denotaba desgana
incluso.
-
Joder, ¿en dónde coño me he metido?
CONTINUARÁ…
Madre mía... Cada vez lo dejas más interesante primoooo!!
ResponderEliminarNo se si matarte o suplicarte para que subas ya el otro jajaja
ResponderEliminarJajajajaaj no me mates si quieres que haya en dos días otro capítulo jajajajaja
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