viernes, 19 de junio de 2020

Capítulo 31 || The Mirror

 Hugo resoplaba mientras estaba sentado al borde de la piscina. El cabreo que tenía en ese momento era considerable y Marta se mantenía en silencio a su lado.
- Ya está cariño. Ignóralo.
- No puedo Marta. Es superior a mí… Es que… Oh, porque has intervenido, que si no ahora mismo estaría ahí con la cara partida.
- Lo sé. Yo misma he tenido ganas de hacerlo, pero así no se solucionan las cosas Hugo. Tú mismo deberías saberlo mejor que nadie.
- Si sé que tienes razón pero… Me pone de los nervios.


 Por otro lado, Diego hablaba con Raquel sobre lo sucedido.
- ¿Quién se habrá creído que es el nuevo para ser tan chulo? No nos conoce de nada y actúa como si fuera el rey del lugar.
- Ya. A mí me tiene muy harta ya y eso que apenas llevamos unas horas aquí.
- Es incluso peor que Fernando, fíjate lo que te digo.
- ¿Tu crees? Fernando era un capullo de mucho cuidado…
- Pues este no se queda atrás. Lástima que Tyler esté en la cárcel, porque no vendría mal ahora mismo un empujoncito de los suyos.
- ¡Diego! Retira eso ahora mismo. Será todo lo mamón que quieras, pero eso no es motivo para desearle la muerte a nadie.
- Vale, vale, tienes razón. Lo siento.


 Marta intentaba cambiar de tema de conversación, pero había algo que no se le iba de la cabeza y acabó diciéndoselo a Hugo.
- ¿Sabes de lo que me he dado cuenta?
- ¿De qué?
- Cuando he ido a separaros a Thiago y a ti, os he visto a los dos de cerca y tenéis el mismo color de ojos.
- Ah bueno, ¿y qué quieres decir con eso?
- Nada, pero me ha parecido curioso porque tenéis el mismo tono, pero eso es todo.
- Bah, anda que no hay gente con los ojos claros.
- Fíjate la próxima vez y me dices.


 Mientras todos estaban charlando, a Marta le sonó la alarma avisándola de que era la hora de darle el pecho a Iván. Sacándose la sudadera que llevaba puesta, Carmen comenzó a darle el pecho justo cuando Thiago volvió a la carga de nuevo.
- ¡Eso son tetas y lo demás son tonterías! ¿Me das de mamar después a mí? Jajajajaja.


 Todos se callaron al unísono en cuanto escucharon ese comentario de tan mal gusto y comenzaron a mirarlo fijamente mientras que Isaac se acercó a él con una sonrisa.
- ¿A que son grandes?-le preguntó a Thiago-.
- Joder sí. Qué suerte tienes de poder comértelas cuando quieras.
- Coño, pues haberlo dicho antes… Si tienes ganas de comer, aquí te va una galleta, para que te empaches.


 Y sin darle tiempo a reaccionar, Isaac le pegó un guantazo que resonó en todo el jardín. Marta y Hugo se levantaron al instante y mirando cómo Thiago se llevaba la mano a la cara, supieron que el bueno de Isaac se había hartado.


 Recomponiéndose, Thiago miró a Isaac, quien había borrado la sonrisa de la cara.
- No sabes lo que has hecho, blanquito.
- Sí. Pegarte la hostia que tus padres no te dieron cuando eras pequeño.
- ¡¿Y tú qué coño sabes de mis padres, desgraciado?!


 Colocándose en medio de Isaac y Thiago, Abraham miró al chico nuevo y lo sujetó de los hombros para que no se moviera de allí. En cuanto se calmó, Abraham miró fijamente a los ojos a Thiago y también se dio cuenta de la penetrante mirada que tenía aquel muchacho.


 Carmen, dejando a Iván en su cuna, comenzó a echarse la culpa.
- Es culpa mía. No debería haberme puesto a darle el pecho delante de todos.
- No,-intervino Diego-. Es culpa del puto salido este.
- Ya está bien,-dijo Abraham dirigiéndose a todos-. Tengamos la fiesta en paz, ¿de acuerdo? Thiago, ven conmigo.


 Comenzando a andar, Thiago iba delante de Abraham sin saber a dónde se dirigían.
- ¿A dónde vamos?-preguntó el nuevo-.
- Ahora lo verás…


 Llegando a la habitación donde se hacía la colada, Abraham le abrió la puerta y le dijo a Thiago que cogiese la ropa de la secadora. Resoplando, Thiago comenzó a hacerlo cuando la puerta se cerró a sus espaldas.


 Con una sonrisa de oreja a oreja, Abraham cerró la puerta con llave y se fue de allí mientras escuchaba los golpes e insultos de Thiago dentro de la minúscula habitación.


 Dándose cuenta de que por mucho que gritara, nadie iba a sacarlo de allí, Thiago se calmó un poco mientras su cabeza no paraba de darle vueltas a lo sucedido.
- ¿Quiénes son estos que se permiten el lujo de encerrarme? ¡A mí nadie me controla! Vaya, ni aunque mi padre apareciera ahora me diría lo que tengo que hacer. ¿Y el negro este? Me las va a pagar. Se va a enterar…


 Saliendo Abraham al jardín con una sonrisa orgullosa, Diana miró a sus espaldas y, al no ver a Thiago, le preguntó dónde estaba.
- ¿Y Thiago?
- Lo he encerrado en la habitación de la lavadora para que piense un poco y se arrepienta.
- ¿Estás tonto?
- Diana, ese niño necesitaba mano dura.
- ¡No! ¿No te das cuenta que si actúa así es porque es a lo que está acostumbrado?


 Y sin decir nada más, Diana fue a por Thiago para sacarlo de allí mientras que Abraham la miraba irse sintiéndose mal por lo que acababa de hacer.


 Adelantándose un poco, Diego pasó junto a su profesor y siguió a Diana.
- Mejor voy con ella, por lo que pueda pasar…
- Sí, gracias Diego.


 Cuando llegó a donde estaba Diana, ésta acababa de abrir la puerta y un Thiago muy serio comenzó a salir.
- Perdona a Abraham, Thiago. No debería haberte encerrado aquí. Esas no son formas para tratar a nadie… Pero tampoco son tus formas las idóneas para dirigirse a la gente tal y como llevas haciendo desde que llegaste.
- ¿Y qué hace éste aquí?-preguntó Thiago señalando a Diego-.
- Vigilar…-contestó secamente el aludido-. Por si las moscas…


 Diego no podía estar más serio mientras que Diana intentaba quitarle hierro al asunto.
- Thiago, me gustaría que tú y yo hablásemos sobre tu comportamiento, ¿vale? Aquí todos somos una familia y entre nosotros nos apoyamos y cuidamos, nos respetamos y sobre todo, nos queremos.
- ¿Estará Robocop también?-preguntó Thiago-. Abraham, quiero decir…
- Ah, no. Yo creo que tengo más mano izquierda que él y será mejor que hablemos tranquilamente tú y yo, ¿vale?
- Está bien…


 Hasta que llegó la hora del almuerzo, todo siguió con total normalidad salvo por la excepción de que Thiago no hablaba con nadie. Diana intentaba incluirlo en las conversaciones, pero los demás alumnos lo daban de lado. Cuando les tocó ir al comedor, Hugo se sentó en la mesa con Diego y Raquel mientras charlaban.
- Entonces cuando salí de mi habitación,-relataba Hugo-, y vi a mis padres con mi hermana en la puerta… Tío, tuve que aguantarme las ganas de llorar. No sabes la ilusión más tonta que me dio verlos el uno junto al otro sin tirarse los trastos a la cabeza.
- Oye, perdona que te interrumpa pero, ¿sabes de lo que me estoy dando cuenta ahora que te estaba mirando más fijamente?
- ¿De qué?
- Te va a resultar a chiste, pero el nuevo y tú tenéis un cierto parecido. ¿No es cierto Raquel?
- ¡Otro igual que Marta!-exclamó Hugo quejándose-.
- Coño pues sí, os dais un aire.
- Gilipolleces vuestras. ¿Habéis ido al oculista?


 En la otra mesa, Rubén y Diana hablaban tranquilamente mientras que Thiago se mantenía en silencio escuchando la conversación y pensando en lo que le había dicho su profesora un par de horas antes. Diana quería hablar con él a solas… Para él eso sólo quería significar una cosa: quería mambo. Y si lo quería, lo iba a tener.


 Tras almorzar, Isaac y Carmen decidieron bajar al dormitorio para echarse una siesta mientras que Raquel, Lin y Beatriz se quedaban cuidando al pequeño Iván. Así ellos podrían descansar más cómodamente y no tener que estar pendientes del bebé. Al verlos irse, Thiago supo que era el momento perfecto para llevar a cabo su plan.


 En el comedor, Diana y Abraham seguían hablando.
- ¿Qué vas a hacer ahora, cielo?-le preguntó a su marido-.
- Creo que me iré al gimnasio a machacar un poco los músculos.
- Ah, pues yo voy a aprovechar y me voy a dar un baño tranquilamente en la bañera de nuestro cuarto. Oh, lo voy a gozar.
- Jajaja, entonces que lo disfrutes mucho.


 Mirándolo un poco incrédula, Diana comenzó a negar levemente con la cabeza.
- No te enteras de nada…
- ¿Qué pasa?
- Nada hijo, nada.
- Pero… ¿qué he hecho ahora?


 Por su parte, Marta y Hugo salieron del comedor y se dirigieron hacia la biblioteca para estudiar lengua.


 Y además, en el sentido más literal de la palabra. Hugo se sentó en el sofá y Marta lo hizo sobre él situándose a horcajadas mientras ambos se besaban sin parar.


 Entrando Rubén en ese momento en la biblioteca, cuando vio a Marta y Hugo allí, se dio la vuelta instantáneamente.
- Abortamos misión Bea.
- ¿Por qué?
- Ya está el sitio pillado.
- Joder, pues como no nos vayamos al cuarto de la colada… Otro sitio no queda.


 Abajo, Diana se miraba al espejo completamente desnuda mientras esperaba a que la bañera se llenase de agua. Hacía tiempo que no se contemplaba tal y como su madre la había traído al mundo y el reflejo del espejo le gustaba bastante.


 Diana siempre había tenido buen tipo desde jovencita, pero ahora que rondaba los 30 años, se veía mejor que nunca. Como si estuviera en la cúspide.


 Entrando en la habitación en ese momento, Thiago sorprendió a Diana mientras que éste ya estaba completamente desnudo y con su miembro duro apuntando hacia ella. Se había escondido detrás del sofá y cuando Diana entró en la habitación, Thiago aprovechó para desnudarse y entrar un par de minutos después.
- ¿Qué estás haciendo aquí? Este es mi dormitorio. ¡Fuera!
- Diana, ¿no decías que querías hablar conmigo a solas? Pues hablemos largo y tendido…
- No Thiago. Siento si lo que te he dicho te ha podido confundir, pero yo no quiero acostarme contigo. Eres mi alumno y eres menor.
- No. Tengo 19 años,-dijo Thiago avanzando hacia ella-.
- Estoy casada y como se entere Abraham de esto te va a matar. Thiago, para.


 A unos metros de allí, Carmen e Isaac se besaban tranquilamente en la cama inconscientes de que su nuevo compañero estaba frente a Diana acercándose a ella con no muy buenas intenciones. La lástima era que las gruesas piedras no dejaban que ningún ruido entrase o saliese de allí…  


CONTINUARÁ…

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