viernes, 28 de enero de 2022

Capítulo 9 || Custodio

 Tras comer y pasar el día en casa de Kate charlando con ella y con Mercedes, Trevor se fue hasta el dormitorio y allí se quedó en ropa interior para irse a la cama, pero su cabeza no paraba de darle vueltas. ¿Por qué le habían mandado a cuidar a su nieta cuando le habían dicho que no buscase a sus amigos ni familiares? ¿Era porque ya sabían que los iba a encontrar? Menudo lío.


 Por su parte, Kate reflexionaba sobre su relación con Carlos, quien la había estado llamando y mandando mensajes todo el día. Lo estaba ignorando y mucho más después del guantazo en el baño. Esa relación… no iba a ningún lado y Kate estaba más que convencida. ¿Y si la aparición de Trevor no era casual? ¿Y si aquel chico era el hombre de su vida?


 Terminando de recoger la cocina, Mercedes entró en el cuarto.

- Estoy reventada,-dijo la abuela-.

- Cámbiate y descansa, que llevas mucho tute hoy.

- Y mañana a madrugar otra vez para limpiar esa casa…

- Abuela, dile a los Mason que se busquen a otra y tú deja de trabajar ya, que te vas a morir trabajando un día.

- Nena, necesitamos el dinero y hasta que no termines tus estudios, no puedo dejar de trabajar.

- Pero yo me puedo buscar un trabajo y…

- No,-cortó de raíz a Kate-. Tu trabajo ahora es estudiar, ya te cansarás de trabajar un día.


 Cambiándose, Mercedes se metió en la cama mientras que Kate seguía sin pegar ojo. ¿Por qué su abuela era tan estricta con los estudios? ¿Sería porque ella no pudo estudiar lo que quiso?  


 Levantándose, Kate pensó en Trevor y fue hasta el dormitorio. ¿Estaría dormido? No lo sabía, pero necesitaba hablar con alguien para aclararse.


 Llamando a la puerta, Kate escuchó la voz de Trevor haciéndola pasar. Viéndolo en ropa interior, la muchacha no se atrevía a mirar.

- Esto… perdona que te moleste Trevor pero es que no podía dormir y…

- Kate, ¿por qué no me miras?

- Es que estás en ropa interior y…

- Y tú en bragas, ¿y qué?

- Mierda, es verdad,-dijo la chica tapándose-.

- Déjate de tonterías y siéntate. ¿Qué te pasa?


 Suspirando, Kate hizo caso y comenzó a contarle lo que le pasaba.

- Estoy pensando en Carlos y en mí, sobre nosotros y… creo que quiero dejarle. Creo que ya no le quiero y… no siento lo mismo por él.

- ¿Lo has pensado bien?

- Mucho, pero… no sé si es la decisión correcta. Es buen chico, pero tiene muy mal carácter, su padre lo vuelve loco y cuando se cabrea me levanta la voz, me levanta la mano…

- Espera, ¿te ha pegado alguna vez?

- Si fuera alguna… Lo hace cuando se cabrea y… hoy fue la última vez. Pero he de decir que la idea fue de su padre, que le obligó “a ponerme en mi sitio”, en palabras textuales.


 Quedándose en silencio, Trevor dejó de mirarla mientras intentaba controlar las ganas de matar a Carlos que le estaban entrando. Mientras tanto, Kate observaba a ese chico sin saber que estaba mirando a su mismísimo abuelo.


 Justo cuando Trevor iba a hablar, comenzaron a aporrear la puerta de la casa.

- Pero, ¿quién coño llama así a estas horas?-preguntó el chico-.

- Debe ser Carlos…

- ¿Quieres que vaya yo? No quiero que te vuelva a pegar.

- No, ni se te ocurra. Se supone que tú no estás aquí, así que tengo que ir yo antes de que despierte a mi abuela.


 Levantándose ambos de la cama, Kate fue hasta la entrada mientras miraba a Trevor.

- Quédate ahí en la esquina, que no se te vea por la ventana. No me fío ni un pelo de Carlos.

- Ten cuidado fuera…

- Sí y tú ni te muevas de ahí, ¿me has entendido?


 Abriendo la puerta de golpe, Kate increpó a Carlos.

- ¿Se puede saber qué horas son estas de venir a mi casa y aporrear la puerta de esa forma? ¡Vas a despertar a mi abuela imbécil!

- ¿Por qué no contestas mis llamadas? Llevo todo el día mandándote mensajes y llamándote sin que me cojas el teléfono.

- No quiero hablar contigo, ¿tanto cuesta entenderlo?

- Si es por lo que pasó hoy en el baño… perdóname. Sé que me he comportado como un capullo, lo siento.


 Entristeciendo su expresión, Carlos comenzó a disculparse.

- No sé qué fue lo que me pasó, te pido perdón. Kate, te amo y te quiero con todo mi corazón y te prometo que te compensaré por todo el daño que te he hecho pero, por favor, no te cierres en banda. Sé que puedo ser muy cabezota y que tengo un carácter muy fuerte, pero te prometo que voy a cambiar. A partir de hoy no volveré a actuar de la misma forma.


 Pese a que Carlos estaba disculpándose, Kate sintió en ese momento que sus palabras estaban vacías, al igual que el corazón de ella, por lo que se giró y comenzó a entrar en casa.

- Buenas noches Carlos. Abrígate que hace frío.


 Pero Carlos no iba a permitir que, tras su disculpa, Kate lo dejase con la palabra en la boca, así que la apartó y se colocó frente a la puerta impidiéndola entrar.

- Carlos, quítate de en medio.

- No. No me voy a quitar hasta que vuelva a estar todo como antes.

- Nunca va a volver a estar como antes porque lo que teníamos se acabó, Carlos. ¿No te das cuenta? Me tratas fatal, me gritas, me pegas, follamos cuando te apetece a ti y te da igual que yo no quiera… ¿Te acuerdas qué pasó la última vez?

- No sigas por ahí, ya te pedí perdón por eso.

- Pues sí sigo por ahí, Carlos. Paraste cuando me viste llorar… Tuve que echarme a llorar para que pararas de follarme. Me sentí violada, ¿sabes?

- ¡No soy ningún violador!


 Ese grito provocó que Kate recordase que su abuela estaba dormida.

- Carlos, baja la voz, te lo pido por favor. Mi abuela está dormida.

- Kate, no me dejes. Te prometo que cambiaré.

- Es que ese es el problema Carlos, que no te creo. No me creo ninguna de tus promesas, todas falsas y vacías. Prometes no recaer y lo vuelves a hacer, dices cambiar y no lo haces, dices, dices y dices…

- Si te digo que voy a cambiar, ¡cambiaré!-dijo Carlos dando un puñetazo en la puerta-.


 En ese mismo instante, la puerta de entrada se abrió y quien habló fue Mercedes.

- ¿Se puede saber qué está pasando aquí?

- Abuela, Carlos no me deja entrar en casa,-dijo Kate sin pelos en la lengua-.

- Jovencito…-dijo Mercedes apartando levemente a Carlos de la puerta y colocándose delante de su nieta-.


 Mirando a aquel muchacho, Mercedes suspiró.

- Ay chico, ¿cuántas veces vamos a tener que repetir esta escena? Si mi nieta no te quiere hablar, sus motivos tendrá, pero no vengas a mi casa a aporrear la puerta, a pegar puñetazos ni a romper cristales o espiar por las ventanas como otras veces. Cuando ella quiera, te hablará y si no quiere hablarte más, te aguantas. Todos hemos sufrido rupturas y pérdidas, así que madura, sé un hombre y afronta la vida.

- Así se habla abuela.


 Mirando a Kate con una expresión muy seria, Carlos la vio sonriendo y hasta orgullosa de las palabras de su abuela.

- Kate, vuelve conmigo. No me dejes.

- Carlos… no. No quiero volver contigo, déjame en paz.

- Pero Kate, no debes estar hablando en serio,-increpó el chico-.

- Ya has oído a mi nieta jovencito. Y no es no. Ahora, entra en casa Kate. Yo voy a tener unas palabras con este chico.


 Sin decir media palabra más, Kate entró en casa sin mirar a Carlos a la cara. Le había costado tomar la decisión, pero en cuanto vio a Carlos, supo qué era lo que tenía que hacer. Debía ser valiente como su abuelo y así lo hizo.

- Por ti abuelo,-pensó Kate mirando al cielo-.


 Entrando en su habitación, Kate buscó a Trevor, quien se encontraba en la esquina que le había dicho.

- ¿Ya está? ¿Ya se fue?-preguntó el chico-.

- No, está fuera con… mi abuela.

- ¿Mercedes está con ese bestia?

- Sí, pero no te preocupes. Carlos le tiene un gran respeto a mi abuela y no le va a hacer nada, por la cuenta que le trae vaya. ¿Sabes? He dejado a Carlos…


 El silencio se impuso en ese momento y Trevor no paraba de mirar a su nieta.

- No sabía qué hacer Trevor, pero me acordé de mi abuelo y supe que tenía que ser igual de valiente que él era y se lo dije todo. Le dije que no quería volver con él, que sus promesas eran falsas, que ya no lo quería… Todo.

- ¿Y cómo te sientes?

- Liberada, pero por otro lado… tengo un pellizco en el corazón. Estoy intranquila. Conozco a Carlos y sé que no se va a quedar de brazos cruzados.


 Sentándose, Kate miró a Trevor.

- Si tú supieras las de veces que he pensado en comprar un billete, montarnos mi abuela y yo en un avión e irnos lejos de aquí… Donde nadie nos conozca.

- Tranquila, eso no va a pasar. Ahora estoy yo aquí y me encargaré de protegeros a tu abuela y a ti.

- De verdad, no sé qué hemos hecho para merecerlo, pero tienes el cielo ganado con nosotras.

- Ay, ojalá…


 Fuera, el ambiente seguía igual de tenso o más que antes.

- Carlos, no quiero volver a verte más rondando por esta casa. Ni a ti ni a ninguno de los de tu banda, ¿te queda claro? Verás a mi nieta única y exclusivamente en clase, pero no te dirigirás a ella ni tampoco la llamarás, ni mandarás mensajes ni nada por el estilo. Y como yo me entere de que le haces o dices algo a mi nieta… Yo misma me encargaré hablar con tu padre y con tu abuelo. Y no creo que a tu abuelo le haga mucha gracia saber que uno de sus nietos está acosando a la nieta de Mercedes.


 Acercándose más a Mercedes, Carlos susurró algo.

- Mi abuelo tiene un pie en la tumba y, cuando se muera, mi padre será quien mande y… ya sabes cómo es él, así que no te vengas arriba, vieja. Tú también tienes las horas contadas, así que aprovecha tu posición privilegiada mientras puedas, porque cuando mi abuelo muera, se acabará vuestro trato y ya no estaréis protegidas por nada ni nadie. Y te prometo que mi padre no tendrá piedad…

- Tú procura que yo no me entere que tú o tu querido primo Gerard ni ningún otro de tu banda toquen, hablen o le hagan algo a mi nieta, porque entonces sabréis quién soy de verdad.

- ¿Tú? Tú no eres nadie ni lo has sido nunca. Tú eras una puta que tuvo la suerte o la desgracia de quedarse embarazada de ese mequetrefe… Lástima que lo matasen tan joven… Uy, qué tarde es… Buenas noches Mercedes…


 Intentando mantener la compostura, Mercedes entró en casa y justo a quien se encontró fue a Trevor.

- Mercedes, ¿estás bien? Tienes la cara descompuesta.

- Sí hijo, tranquilo. Voy a dormir.

- No, tú necesitas hablar.

- Trevor, de verdad, necesito dormir.

- Mercedes…-dijo Trevor haciendo un gesto que a la mujer la paró en seco recordándole al “difunto” abuelo de su nieta-.

- Está bien…


 Sentándose el uno al lado del otro, Trevor comenzó a hacerle preguntas a Mercedes.

- ¿Qué ha pasado ahí fuera?

- Carlos es un chico muy especial… Yo no quería que mi nieta se fijase en él y menos sabiendo de la familia que viene pero bueno… En ese momento yo no vivía con ella y mi hija siempre ha sido más cabra loca que yo en ese sentido y no imponía tantas normas, por lo que cuando me enteré de que se interesaban ya era demasiado tarde. Kate estaba enamorada de él y todo lo que le dijese siempre le venía mal.

- ¿Y de qué conoces a la familia de Carlos?


 Sin poderse creer que ese chico fuera tan parecido a su querido y “difunto” Trevor, Mercedes continuó contestando sus preguntas.

- Su abuelo y yo nos conocemos desde pequeños, pero con el paso de los años retomamos el contacto cuando yo comencé a salir con el abuelo de Kate.

- Sí… el que se llamaba igual que yo.

- Sí, y cuando mataron a mi Trevor… Se me vino el mundo a los pies. Yo estaba enamorada de él y ni siquiera pude decírselo. Éramos dos amigos con derecho a roce, pero para mí fue algo más y cuando supe que estaba embarazada… Fue un regalo, pero a Luisa no le sentó nada bien.

- ¿Luisa?

- Sí, el abuelo de Carlos y de Gerard. Ay perdona, que no te había dicho… Luisa es su apodo, su nombre real es…


 Luis Alberto Benavente… El mismísmo Luisa nada más y nada menos. Su viejo compañero de pandilla era el abuelo de Carlos y de Gerard…

- Total,-continuó relatando Mercedes-, que Luisa me había pedido salir millones de veces y yo no quería nada con él y menos después de que abandonasen a Trevor en esa casa. No quería saber nada de ninguno de esa pandilla, pero un día Luisa se metió en mi casa y me quiso hacer entrar en razón. Yo estaba embarazada de siete meses cuando ocurrió aquello y pese a que no paraba de romper cosas de mi casa, yo seguía en mis trece negándome a salir con él mientras que por dentro invocaba a Trevor para que me siguiese mandando esa valentía que le caracterizaba. Y cuando pude notar su valentía fue cuando me quité de encima a Luisa mientras me intentaba violar…


 La cara de Trevor era un poema y, aunque Mercedes no supiera la verdad, el enterarse de todo aquello estaba cabreando mucho al muchacho, llenándolo de impotencia.

- Pude deshacerme de Luisa, lo denuncié y lo mandaron a la cárcel a causa del intento de violación, cosa que me provocó que mi hija naciese antes de tiempo… Cuando la tuve en mis brazos sentí que una parte de Trevor seguía viva, no me había abandonado totalmente… Cuando Luisa salió, me pidió perdón e hicimos un trato de que ninguno de nosotros ni nuestras familias se acercarían a la otra.

- Eres una mujer muy fuerte, Mercedes. Yo… No sé qué decir…


 Trevor tenía demasiado reciente su vida pasada porque, aunque para los demás hubieran pasado casi 50 años, para él habían sido unas semanas atrás cuando tenía su vida de siempre. En un arrebato, Trevor agarró a Mercedes y le dio un beso en la frente.

- No conocí a Trevor pero creo que estaría muy orgulloso de ti y te diría ahora mismo que para él no fuiste un simple rollo pasajero… Estoy prácticamente seguro. Yo, si fuera él, lo estaría.


 Mirándose a los ojos, Trevor comenzó a sentir de nuevo ese nerviosismo que tenía cuando estaba con Mercedes siendo ella joven. Mierda, ¿y si seguía enamorado de ella? Pero no podía ser, su misión era proteger a Kate, no rehacer su vida y mucho menos al lado de una mujer mayor por mucho que la siguiese queriendo.

- Bueno, esto… será mejor que me vaya a mi cuarto… Buenas noches Mercedes… jeje. Que descanses…  


 Completamente nervioso, Trevor entró en su cuarto y se encontró a Kate profundamente dormida.

- Mierda Kate no… ¿Ahora qué coño hago yo?


 Mirando el sofá, Trevor lo miró sin tener ni pizca de ganas de dormir allí pero, parándose en seco, llamó al dormitorio de Mercedes y entró en él.

- Mercedes, perdona que te moleste, pero Kate se ha quedado dormida donde iba a dormir yo hoy, así que… ¿me podrías dar una manta para dormir en el sofá?

- ¿Y por qué no duermes conmigo?

- Bueno, no sé…

- Trevor, podrías ser mi nieto, tranquilo… Por muy guapo que seas te prometo que me resistiré jajaja.

- Jajajaja, está bien.


 Mercedes llevaba tantos años durmiendo sola en una cama de matrimonio que, mientras dormía, se abrazó a Trevor y, en sueños, murmuró algo.

- Trevor… te echaba de menos…-dijo Mercedes mientras dormía y aspiraba el olor corporal de aquel muchacho-.


CONTINUARÁ…


No hay comentarios:

Publicar un comentario