jueves, 20 de enero de 2022

Capítulo 6 || Custodio

 Una tarde de sábado el grupo había quedado frente al viejo bar y esta vez Kate venía con ellos, pero en esos momentos discutía acaloradamente con Carlos.

- Madre mía los cojones que tiene Kate,-decía Gerard-.

- Carlos se las busca como él, cabronas,-comentó Marco-.

- Es entendible que se ponga así. Yo si tuviera una novia que fuera a hacer una carrera ilegal me pondría igual o peor,-dijo Víctor posicionándose a favor de Kate-.


 Unos minutos después, llegó Trevor, y tarde, como acostumbraba. Pero en cuanto llegó, escuchó los gritos de Kate.

- Eh, ¿quién coño está gritando así?-preguntó el recién llegado-.

- Kate, que está discutiendo con Carlos,-dijo Marco-. Yo que tú no me metía ahí.


 Pero haciendo caso omiso a las palabras de Marco, Trevor se acercó hasta la pareja y los vio discutir acaloradamente.

- ¡Se te ha tenido que ir la puta cabeza!-gritaba Kate-. Ya no sólo porque sea peligrosa y puedas matarte, sino porque ¡es ilegal! Como te pille la policía la has cagado Carlos.

- Pero es que no me va a pillar. Soy muy buen conductor.

- ¿Y tú qué sabes? ¿Y si te pilla? O lo que es peor, ¿y si tienes un accidente?

- No grites tanto coño, que te pones histérica por una gilipollez.


 Al llamarla histérica, Kate enfureció mucho más ante el asombro de Trevor, que era la primera vez que la veía de esa forma.

- ¡Que sea la última vez que me llamas así!

- ¡Tú no me levantes el dedo!-dijo Carlos dándole a Kate un manotazo en el dedo-.

- ¡Voy a hacer lo que me da la gana!

- ¡Pues yo igual!-gritó Carlos empujando levemente a Kate-.


 Sin poderlo evitar, Trevor gritó e intervino en la discusión viendo que estaban llegando a las manos.

- ¡Eh! ¿Qué cojones está pasando aquí?-preguntó Trevor-.

- Oh, gracias a Dios que has llegado,-dijo Kate-. Por favor Trevor, dile a Carlos que lo que quiere hacer es una gilipollez.

- Por favor Trevor, dile que no es para tanto, que se calme de una puta vez,-intervino Carlos-.

- A ver, vamos por partes, ¿qué coño pasa?

- Le he dicho a Kate que voy a correr una carrera por el pueblo y que de premio hay mil dólares y el coche del contrincante.

- Y yo le estoy diciendo a Carlos que es una locura porque quien se quiere enfrentar a Carlos nunca ha perdido una carrera y no quiero que le pase nada.


 Gerard, escondido en una de las esquinas del bar, espiaba la conversación que tenía Trevor con la pareja.

- Si eso es verdad entonces no deberías correr,-dijo Trevor-.

- ¡Gracias! Al fin alguien con sensatez en el grupo,-comentó Kate-.

- Pero tío, sé que puedo ganar, no te me puedes poner en mi contra tú también,-dijo Carlos quejándose-.

- Y yo también puedo ganar, por eso voy a correr yo.


 En cuanto Trevor lo dijo, cayó en la cuenta de que si tenía un accidente y moría no podría volver y no cumpliría su misión de cuidar de Kate, por lo que se tenía que asegurar de ganarla.

- ¿Qué has dicho?-preguntó Carlos-.

- Lo que has oído. Tú tienes a Kate y a gente que te quiere y te cuida. Yo no tengo a nadie, por lo que si me pasa algo, nadie me echará de menos.


 Gerard, que seguía escuchando, tuvo una fantástica idea.

- Vaya, es mi oportunidad de… Oh sí, ¡sí!


 Kate, girándose hacia Trevor, lo miró seriamente.

- Trevor, no digas que nadie te iba a echar de menos porque nosotros somos tus amigos y te queremos, así que no puedes ir tampoco.

- Kate, ¿prefieres que vaya Carlos, tu novio y al que amas o yo, que soy un simple amigo y colega de la pandilla?

- No quiero que vaya nadie.

- Pero es que ya he dado mi palabra de que voy a correr,-dijo Carlos-.

- Pues iré yo. Diré que te sientes indispuesto y te sustituiré.


 Viendo a Gerard marcharse, los otros dos miembros del grupo le preguntaron a dónde iba.

- Me ha llamado mi tío, que necesita que le haga un favor. Ahora iré hacia el sitio de la carrera.

- Joder, ¿ahora?-se quejó Víctor-. Tío, tu tío es un coñazo.

- Y tu madre una puta y no te digo nada. Calla ya, coño.


 Dejando todo claro, Carlos, Trevor y Kate volvieron a donde estaban los demás.

- ¿Y Gerard?-preguntó Carlos-.

- Le han llamado por teléfono y se ha ido,-contestó Marco-. Dice que ahora irá para allá.

- Vale, pues Trevor correrá en mi lugar, quiero que lo sepáis.

- Ah… okey.

- Id yendo para allá, yo quiero hablar a solas con Trevor antes de la carrera.


 Víctor y Marco se fueron hacia el lugar de la carrera junto con Kate, quien no estaba del todo convencida de que Trevor corriese esa carrera. Maldito el momento en el que Carlos se apuntó.


 Entrando en el viejo bar, Carlos se mostraba serio, al igual que Trevor, que se la estaba jugando mucho más de lo que cualquiera pudiera imaginar.


 Carlos, volviéndose hacia Trevor, le hizo una pregunta.

- ¿Tú qué manía tienes con meterte en medio siempre?

- ¿Cómo?

- El día que te metiste a defender a aquel chaval, hoy con la carrera… ¿Tienes complejo de mártir o algo?

- No, simplemente no quiero que las cosas se hagan mal.

- Mal no, no quieres que se hagan de una forma que tú no quieres, por eso voy a correr yo, te pongas como te pongas.

- Carlos, ya sabes cómo se ha puesto Kate… Es mejor que yo corra por ti.


 Pero Carlos, agarrando una botella de cerveza vacía que había sobre la mesa de la otra noche, se la reventó en la cabeza a Trevor, dejándolo tumbado en el suelo.


 Atrancando la puerta, Carlos se fue corriendo hacia donde iba a ser la carrera para prepararse y no llegar tarde. Iba a ganar y ese era su único objetivo.


 Mientras tanto, todos los demás esperaban en un punto donde sabían que iban a pasar los coches. Kate estaba muy nerviosa y Gerard acababa de llegar.

- ¿Qué quería tu tío?-preguntó Víctor-.

- Nada, que le fuera a comprar un par de cosas al supermercado,-contestó Gerard-.


 Minutos después, Trevor se levantó del suelo con un gran dolor de cabeza.

- Carlos… qué cabezota eres, me cago en tu padre. Auch, qué dolor…


 Kate, por su parte, se preguntaba dónde estaba Carlos.

- ¿Qué estará haciendo Carlos? ¿Por qué tarda tanto en hablar con Trevor?

- Le estará aconsejando sobre la carrera,-contestó Gerard-. ¿Tú sabes si ha conducido alguna vez?

- Pues no sé, si te soy sincera.

- Ay madre… Que al final Trevor tiene un accidente y se nos mata.

- ¡Gerard! No seas pájaro de malagüero.


 Tras dar varios empujones a las puertas, Trevor consiguió abrir una y poder salir del bar.

- Tengo que evitar que Carlos se suba a ese puto coche. No puedo permitir que a Carlos le pase algo… Tengo que protegerlo, porque si le pasa cualquier cosa, Kate me echará la culpa y no podré ayudarla. ¡Joder!


 Corriendo todo lo que podía, Trevor vio que los coches ya no estaban en la línea de salida, por lo que fue hacia la zona donde estaban los demás.

- ¡Chicos! ¡Chicos!-gritó Trevor-.

- ¿Trevor? ¿Qué haces tú aquí que no estás conduciendo?-preguntó Kate-.

- Carlos me pegó un botellazo y me encerró en el bar. Me dijo que tenía que conducir él.


 Instantáneamente, Gerard y Kate se miraron.

- Mierda…-dijeron ambos-.


 Trevor se sentía culpable por no haberlo podido evitar.

- Kate, te prometo que hice todo lo que pude para que no fuera a la carrera, pero Carlos es un puto cabezota y tenía metido entre ceja y ceja que tenía que ser él quien ganase la carrera. No sé si es por pavonearse delante tuya o del otro tío, pero te prometo que no he podido hacer más.

- Lo sé Trevor. Conozco a Carlos y es muy de su estilo hacer lo que le da la gana. No te preocupes… Se hace el valiente delante de todos, pero luego es el más cagueta.


 En ese momento, se escuchó un fuerte derrape que provocó que Gerard se girase y viese cómo el coche conducido por Carlos se dirigía a toda velocidad hacia uno de los edificios de allí sin control alguno.


 El coche explotó ante la vista de todos y, sin poderlo evitar, Trevor se acordó de su muerte. Así deberían haberlo sentido sus compañeros cuando escucharon el disparo…  


 Comenzando a escuchar las sirenas de la policía, todos salieron corriendo. El último fue Gerard, quien miraba al coche siniestrado en estado de shock.

- ¡Corred antes de que nos pille la policía!-gritó Marco-.


 Trevor estaba bastante afectado y ya no sólo porque Carlos había muerto, sino porque si hubiera sido él quien condujese, habría muerto perdiendo la oportunidad de proteger a Kate como le había mandado el ángel.  


 Yendo de vuelta al bar, todos se sentaron alrededor de la mesa en completo silencio. Nadie se atrevía a decir nada, pero todos se miraban entre ellos. ¿Qué iban a hacer ahora? ¿Cómo se lo dirían al padre de Carlos?


 Gerard era el único que no miraba a nadie, sino que sus ojos estaban fijos en la pequeña lámpara de la mesa mientras se preguntaba una y otra vez por qué Carlos había tenido que correr en lugar de Trevor. Si le había cortado los frenos al coche era para que Trevor se matase, no Carlos. ¿Por qué tenía ahora que vivir con la sensación de haber matado a su mejor amigo? ¡No debía ser así! ¡Joder!


 Kate estaba bastante afectada, pero se tragaba las lágrimas porque no le gustaba montar una escena. Carlos, su novio, el único que había tenido, con el que había tenido su primer beso, su primera vez, con quien había experimentado el amor, el deseo, el cariño… Todo. Ahora estaba muerto. ¿Cómo podría superar eso?


 De repente, y para la sorpresa de todos, el propio Carlos en persona abrió la puerta del bar.

- Gracias por dejarme tirados, hijos de puta. ¿Qué? ¿Me creíais muerto?


CONTINUARÁ…


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