jueves, 6 de enero de 2022

Capítulo 28 || Nada Es Lo Que Parece

 Día y medio después de los acontecimientos, Pedro pasó a disposición judicial y fue llevado a prisión provisional hasta la celebración del juicio y el encargado de llevarlo hasta allí fue el propio Santi.

- Venga, pasa,-le decía Santi a un triste Pedro-.


 Tras colocarlo frente al tablón para hacerle la ficha, Pedro no podía quitar esa expresión de tristeza en la cara. Ese día y medio en el calabozo, completamente solo le dio tiempo para pensar y reflexionar en que estaba completamente cegado por la imagen idílica que había tenido siempre de su padre. Pero esa venda se le había caído de los ojos y… había secuestrado y amenazado a sus hermanos, se había colado en una casa que no era suya, pretendía asesinar al novio de su hermana, ¡un policía nada más y nada menos! Y todo por culpa de los rencores de su padre que él había asumido como propios.


 Reencontrándose con uno de los guardias que estuvo con Santi en la cárcel, se saludaron.

- Quién te ha visto y quién te ve ahora, Santi. Me alegro de verte.

- Igualmente… Aquí te traigo a este pieza. No es demasiado peligroso pero… hay que tener ojo con él, por si acaso…

- Descuida. Las cosas han cambiado mucho desde que te fuiste. Ahora controlamos esto mucho mejor.


 Dándole un leve empujón, el guardia llevó a Pedro hacia la enfermería mientras que Santi se quedaba mirando desde la puerta volviendo a sentir justo lo mismo que cuando él entró. Sabía cómo se debía sentir Pedro y seguro que mucho peor porque él sabía que era culpable de lo que se le acusaba…  


 Tras salir de la enfermería, ducharse y cambiarse de ropa, Vicente le recibió.

- Sabía que un día te vería al otro lado del cristal. Seas más que bienvenido a mi prisión, Pedro.

- Yo…

- No hace falta que digas nada. Acompáñame, tengo una sorpresa.


 Pedro miraba las celdas y no podía evitar sentirse más deprimido todavía.

- Yo no debería estar aquí. La culpa de todo es de mi padre… Ese cabrón…-pensaba-.


 Subiendo hasta el piso superior, Vicente le presentó a su compañero de celda.

- Pedro, te presento a tu nuevo compañero a partir de ahora. Ah vaya, ¿es tu padre? Ups, qué despistado soy… ¡Hasta pronto!


 Entrando en la celda, Pedro escuchó cómo se cerraba la puerta tras él mientras que su padre lo miraba mortalmente serio.

- Sabía que no podrías hacerlo. Te has dejado pillar como una nenaza. ¡No te mereces llamarte hijo mío!

- Papá, todo esto es culpa tuya.

- ¡¿Culpa mía?! Yo estaba aquí atado de pies y manos y tú fuiste quien viniste a visitarme para decirme que querías hacer justicia, yo sólo te di varias ideas pero quien se encargó de llevarlo a cabo fuiste tú, así que no quieras echarme más años de cárcel encima porque esto te lo vas a comer tú sólo… Además, si fueras verdaderamente un hijo mío, habrías matado a quien hubiera hecho falta con tal de salir indemne y escapar de la cárcel pero mírate… Muerto de miedo y llorando como los maricones.


 Pedro se sentía fatal y las palabras de su padre no ayudaban.

- Papá…

- No me llames así porque tú no eres hijo mío. A partir de ahora para mí, mi hijo Pedro murió. Tú eres un preso más, pero ni se te ocurra llamarme papá de nuevo porque te prometo que puedo hacer de tu vida un infierno aquí.


 Yéndose hasta su catre, Pedro se tumbó y comenzó a llorar en silencio mientras que Ferrán pensaba en que Santi había vuelto a salirse con la suya y su odio hacia él se volvía cada vez más grande.


 Entrando en la sala de control, Vicente vio a uno de los oficiales con expresión triste.

- ¿Qué ocurre oficial?

- Es el nuevo. Me da lástima…

- Ya… Ha sido una marioneta de Ferrán y ahora que no le sirve… Hay que tener mil ojos con él.

- ¿Con Pedro?

- No, con Ferrán… Ese es capaz de quitárselo de en medio.

- ¿A su propio hijo?

- ¿Acaso te extrañaría?


 Sentándose en su puesto, Vicente comenzó a revisar las cámaras y a estar muy atento a cualquier movimiento que pudiese hacer Ferrán.


  Al volver del trabajo, Santi se encontró a Clara con una ropa interior bastante salvaje.

- Pero… ¿Qué pasa Clara?

- El otro día no hubo masaje, nos hemos pasado casi dos días enteros en comisaría hablando sobre el tema del secuestro y tal… Estoy cansada y necesito desconectar. Y qué mejor que desconectar conectando contigo en la cama…

- Uf, no sabes lo mucho que te lo voy a agradecer.


 Minutos después, la pareja disfrutaba de un placentero sexo mientras sus desnudos cuerpos se entregaban mutuamente entre gemidos y placer.

- Te amo Clara. Nunca te separes de mí.


 Clara comenzó a mover más sus caderas haciendo que el placer se incrementase mucho más y sus gemidos fueran más fuertes.

- Yo… también… Ahhhh… te… AHHH… amo…


 Sin parar de moverse y sentir el duro miembro de Santi en su interior, Clara se sentía completa al poder entregarse en cuerpo y alma a alguien como su novio, a alguien como él que la amaba sin juzgarla, que la comprendía y la quería con sus defectos y virtudes…  


 Los besos se sucedían sin parar uno detrás de otro a la vez que el sexo era dulce y duro a momentos, pasional y más tranquilo a ratos… 


 Una vez que ambos terminaron, la pareja se quedó mirándose mutuamente y Clara, entre susurros y suspiros, murmuró algo.

- ¿Qué dices, mi vida?-preguntó Santi-.

- Casémonos…

- ¿De verdad lo quieres?

- Lo deseo… Te deseo a ti. Te amo Santi y quiero pasar el resto de mis días contigo.


 Casi un mes después, la convivencia en la cárcel era de lo más normal. Pedro compartía celda con su padre, pero no hablaban entre ellos. Los demás presos se les quedaban mirando continuamente y tanto Ferrán como él notaban que los guardias les tenían muy vigilados.


 Terminando primero, Ferrán se dirigió a Pedro.

- Termina ya, maricón. Si pretendes tirar el jabón, búscate a otro… Aquí sólo quedamos tú y yo.


 Cerrando el grifo en ese momento y apenas sin secarse, Pedro se colocó la ropa y se dirigió hacia la puerta junto con su padre.

- Ya estoy listo.

- Menos mal… Parece que hay que tratarte con dureza para que reacciones.


 Acelerando el paso, Pedro se colocó junto a su padre.

- ¿Podríamos hablar un momento ahora que estamos a solas?-preguntó Pedro-.

- ¿De qué se trata? Todo lo que te tenía que decir te lo dije en su momento.

- Sí, pero yo no y… durante este mes que llevo aquí prácticamente, me he dado cuenta de varias cosas.

- ¿De qué?


 De repente, Ferrán recibió un abrazo de su hijo.

- Eh, ¿a qué se debe este abrazo? Ya te dije que te olvidases de mí porque no soy tu padre.

- Lo sé, y no te abrazo como hijo, sino como compañero de celda. Me has hecho darme cuenta de lo que importa de verdad y me has enseñado durante este tiempo mucho más que mi padre en todos los años que tengo de vida.

- Vaya… ¿Y qué te he enseñado?


 Sacando un cuchillo que se había guardado Pedro durante el último turno que tuvo en cocinas, siguió hablando con normalidad.

- Me has enseñado a que debo pensar por mí mismo, que debo seguir mi instinto y no guiarme por lo que digan los demás, por muy cercanos que sean.

- ¿Y qué te dice tu instinto ahora, Pedro?

- Que se acabó tu vida en este momento, papá…


 Y acto seguido, Pedro clavó el cuchillo en la espalda de su padre mientras que éste comenzaba a gritar del dolor.

- ¿Te duele? Pues sufre, sufre y sangra por todos a los que has hecho daño, a mamá, mis hermanos, Tamara, Santi, sus padres… Tantas y tantas víctimas como yo también lo fui. Sufre y muere, hijo de perra.


 Vicente estaba viendo las cámaras y se percató de lo que estaba ocurriendo y, justo cuando iba a dar la voz de alarma, pudo ver que quien estaba matando era Pedro a su padre y, durante un instante, dudó en lo que hacer. Segundos después, miró hacia los lados y borró esa parte de la grabación.

- Nadie lo echará de menos… Al fin se hace justicia.


 Mientras tanto, Ferrán se quejaba tirado en el suelo mientras que se desangraba.

- Hijo… mío…

- ¿Ahora soy tu hijo? Creía que habías dejado claro que tu hijo había muerto, ¿verdad Ferrán?

- Lo… siento…

- ¿De qué me vale ahora tu perdón? ¿Para irte con la conciencia tranquila? No. Muérete pensando en que todos te odiamos, de que lo único bueno que ha salido de ti han sido mis hermanos y yo, que pasaste por la vida haciendo de sufrir y provocando dolor.


 Una lágrima comenzó a caer por los ojos de Ferrán que, casi en susurros, comenzó a pedir ayuda.

- So… co… rro…


 Riéndose al ver a su padre sin esa careta de superioridad, Pedro le dijo unas últimas palabras a Ferrán.

- No eres nadie ahora sin tu imagen de tipo duro… ¿No me decías de pequeño que los hombres no lloran? ¿Quién es el maricón ahora, eh Ferrán? Iré a buscar ayuda… jajajajaja.


 Saliendo de la zona de duchas, Pedro suspiró y se colocó la capucha mientras subía las escaleras y se dirigía hacia su celda como si nada hubiera pasado.


 Ferrán murió solo y abandonado en medio de un gran charco de sangre, arrepintiéndose de todo lo que había hecho y dándose cuenta en ese momento de todo el mal que había provocado…  


 Horas después, Clara llegó a casa tras salir del trabajo.

- Hola amor,-saludó Santi-.

- Hola guapísimo.

- ¿Qué tal?

- Pues… tengo que contarte un par de cosas que me han pasado hoy.


 Levantándose, Santi apagó la tele y miró a su novia.

- ¿Qué te ha pasado?

- Pues… tengo una buena y otra regular, ¿por cual empiezo?

- La regular primero.

- Han matado a mi padre en la cárcel.

- ¿Qué? ¿Ferrán ha muerto? ¿Cómo?

- No lo saben, las cámaras no grabaron nada pero se lo encontraron muerto en la zona de duchas rodeado de un gran charco de sangre…

- ¿Y tú cómo te encuentras? ¿Lo saben tus hermanos?

- Yo estoy bien, no te preocupes. A Eva y Ferrán no se lo hemos dicho todavía.

- ¿Y Pedro?

- No ha dicho ni mú al parecer. No ha mostrado sentimiento alguno ni tampoco ha derramado una lágrima.


 Santi se quedó en silencio intentando procesar todo aquello, pero Clara seguía teniendo algo que contar.

- Y hay otra noticia, esta vez buena… ¿No la quieres escuchar Santi?

- Sí claro, perdón, estaba pensando en lo de tu padre… ¿De qué se trata lo otro?

- Pues se trata de que vamos a tener que buscarnos una casa más grande porque dentro de ocho meses seremos uno más en la familia.

- Espera, espera, ¿cómo dices?

- Digo que ¡vamos a ser padres!


 Y sin pensárselo dos veces, Santi se abrazó a su novia justo antes de ponerse a acariciar la tripa de ella.

- Vamos a ser unos padres fantásticos. Te prometo que no te arrepentirás de casarte conmigo ni de que sea el padre de tus hijos.

- Ni lo he hecho antes ni lo haré en el futuro Santi. Eres el hombre de mi vida y contigo estaré hasta el último suspiro.

- Te amo…


FIN


2 comentarios:

  1. Me ha encantado!! Me tuvo enganchada de principio a fin, enhorabuena Álvaro, un cierre fantástico

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ay, qué ilusión *-*
      Muchísimas graciaaaas. A ver si la siguiente te gusta también, que la empiezo hoy 👀

      Eliminar