sábado, 25 de diciembre de 2021

Capítulo 23 || Nada Es Lo Que Parece

 Por azares de la vida, Ferrán había acabado encerrado en la misma cárcel en la que estuvo Santi. Casual o no, era el lugar donde estaba y al que tenía que habituarse porque le esperaba una larga condena.


 Como siempre, todas las semanas estaba Pedro visitando a su padre y, en aquella ocasión, lo notó algo más triste de la cuenta.

- Papá, ¿qué pasa? ¿Estás bien?

- Sí, no te preocupes hijo…

- Papá, no me toques los huevos… ¿Te pasa algo? ¿Te han hecho algo esos salvajes de ahí dentro?


 Pedro estaba muy preocupado por su padre porque era un hombre de cierta edad rodeado de personas inhumanas con un gran currículum delictivo.

- No, no me han hecho nada pero…

- ¿Pero qué?

- Que cada día que pasa me doy más cuenta de que sólo saldré de aquí con los pies por delante.

- No digas eso ni en broma papá. Conseguiré demostrar tu inocencia de la forma que sea… Confía en mí.

- Deja de preocuparte por mí y dime, ¿qué tal las cosas por ahí fuera?


 Prestando más atención, Ferrán miró seriamente a su hijo.

- Pues todo igual: mamá sigue de viaje, Clara sigue juntándose con esos que dicen ser tus hijos y con el hijo de puta que te metió aquí… Y lo peor es que ella lo apoya y cree ciegamente que lo que le han contado es cierto.

- Tu hermana siempre ha estado más apegada a tu madre y eso lo sabíamos todos. Yo también he de reconocer que no he sido el mejor padre del mundo para ninguno de los dos pero…

- Tonterías,-interrumpió Pedro-, lo hiciste lo mejor que supiste. Nos criaste a los dos por igual y aquí sólo estoy yo…

- Ya hijo pero… yo no soy perfecto y es normal que, si no me tenía mucho aprecio, cuando dijeron todas esas mentiras sobre mí, se lo creyera sin pensar siquiera en mi inocencia.


 Notando que su hijo se estaba cabreando a pasos agigantados, Ferrán intervino.

- Hijo, escúchame una cosa… ¿Tú no dices que quieres ayudarme a salir de aquí? Pues destapa a Santi.

- Pero, ¿cómo?

- Miente, engaña a tu hermana, dile una cosa cuando sea otra, hazle creer lo contrario a lo que es, ya sea con Santi como con los demás. Y cuando vuelva tu madre, mantenla al margen, mete cizaña, que no se apoyen la una a la otra… Cuando tu hermana se vea sola acudirá a ti y eso provocará que Santi se sienta desesperado y cometa un error y eso, querido hijo, será lo que aprovecharás para vengarme y sacarme de aquí.


 Pasado el tiempo pertinente, ambos se despidieron y Pedro observó cómo su padre se dirigía hacia la puerta que conducía a las celdas y, escuchar el ruido de la puerta cerrándose se le quedaba marcado a fuego en su memoria cada vez que iba.


 Durante el camino de vuelta a casa, Pedro estuvo dándole vueltas a la cabeza sobre cómo actuar frente a su hermana para hacerla sentir sola, para quitarle la venda de los ojos y que volviese a la realidad, la cruda realidad de estar apoyando a un impostor como Santi.


 Y hablando del rey de Roma, justo antes de entrar en casa, Pedro vio a Santi en el interior hablando con Clara. Se lo había dicho y le advirtió seriamente que no lo quería allí, pero estaba visto y comprobado que su opinión no contaba, cosa que iba a cambiar…


 En su interior, Clara aspiraba el aroma de las flores.

- Son preciosas Santi. No debiste gastarte el dinero.

- Anda ya mujer, si no ha sido nada.

- En cuanto te vi con el ramo a la salida de mi trabajo… Creí que estaba soñando jajaja. ¿Cómo es que te ha dado por ahí?

- Pues porque nunca tengo detalles contigo y me apetecía sorprenderte.


 Santi estaba comenzando a sentir algo por Clara, pero su miedo a cagarla y que la amistad que tenían se fuera al traste le superaba.

- Entonces debo darte la enhorabuena porque lo has conseguido, Santi. Ni mis novios me hicieron algo así cuando los tenía.

- Pues qué tontos fueron, perdona que te diga.

- Un poco bastante, anda que dejar escapar a este monumento…,-dijo Clara en tono de broma-.

- Y tanto que sí, jajaja.


 Pero el buen rollo que había se acabó de repente justo cuando Pedro entró en casa y cerró de un portazo.

- ¿Qué coño hace él aquí? Creo que lo dejé bien claro.

- Y yo creo que también dejé claro que esta es mi casa al igual que la tuya y que ambos debemos compartirla, así que… Ya sabes. Si no te gusta verlo, te puedes estar largando Pedrito.

- Qué subnormal te pones cuando quieres… Más aún de lo que ya eres.


 Levantándose como un resorte, Santi miró seriamente a Pedro.

- ¿Qué pasa Santi? ¿Y esa cara que me traes? ¿Me tengo que asustar por si vienes también a matarme a mí?

- ¡Pedro!-gritó Clara justo cuando Santi hizo un gesto con la mano para que no interviniese-.

- ¿Qué es lo que ocurre? ¿Te ha comido la lengua el gato o es que lo único que sabes hacer en la vida es dejar cadáveres allá por donde vas? Primero tus padres, luego tu novia y su ex, luego le cargas los muertos a mi padre… Muy mal por tu parte, ¿eh Santiaguín?


 Sin poderlo evitar, Clara saltó de su asiento y le increpó a su hermano.

- Que sea la última vez que le dices a Santi lo que acabas de soltar por ese agujero que tienes en la cara. Eres puro veneno, Pedro. Me das asco.

- ¿Me vas a decir tú a mí, mi hermana pequeña, lo que tengo que decir ahora o no? ¿Quién te crees que eres?

- Una mujer adulta capaz de tomar sus propias decisiones y te juro que como vuelvas a decir algo como lo de antes la que te va a amenazar voy a ser yo.

- Ya está, tranquila,-dijo Santi en ese momento-.


 Mirándolo algo sorprendido, Pedro comenzó a aplaudir.

- Pero si el pollito sabe hablar… Vaya, vaya… Yo ya creía que no sabías porque a tus padres no les había dado tiempo a enseñarte antes de que los mataras,-dijo Pedro con los ojos inyectados en sangre-.

- Pedro,-comenzó diciendo Santi bastante calmado-, comprendo que estés así. Es un shock muy fuerte descubrir que tu referente en la vida ha traficado con drogas, ha matado, ha encubierto otros crímenes, ha engañado a tu madre y ha tenido una vida paralela a la que tenía con vosotros. Eso es muy duro y difícil de procesar. Es normal que te sientas así… Tranquilo. Toma, ¿quieres una pastillita debajo de la lengua?-preguntó Santi haciendo el ademán de buscar algo en su bolsillo-.


 En completo silencio, Pedro se acercó a Santi hasta tenerlo frente a frente pero, lejos de acobardarse, Santi soltó otra de sus genialidades.

- Por favor Pedro, qué mal te huele el aliento, ¿has comido acaso un bocadillo de ajo con cebolla?

- ¿Te crees muy gracioso? Pues te digo una cosa, el que ríe el último, ríe mejor y pienso destapar todas tus mentiras, sacaré a mi padre de la cárcel y tú volverás a ella, de donde no debiste salir nunca más.

- Muy bien, suerte descubriendo tú mismo la verdad.

- Qué seguro estás de ti mismo… A ver si te sientes igual cuando te descubra.

- ¿Y si te das cuenta de que soy yo quien tiene razón?

- ¿Y si voy y te quito la chulería que me traes de un puñetazo?


 Interponiéndose entre ambos hombres, Clara volvió a increpar a su hermano.

- ¡Basta ya! Aquí nadie va a pegar a nadie, así que bajaos del barco de la testosterona y tranquilizaos, coño. Sobre todo tú, Pedro. Se acabaron las amenazas, los insultos, las vejaciones… Absolutamente todo, ¿te queda claro?

- Voy a volver a repetir la frase que me has dicho hace un momento: “Soy un hombre adulto capaz de tomar mis propias decisiones”; así que, hermanita, voy a hacer lo que me plazca.

- Muy bien, me parece estupendo. Yo haré lo mismo, así que, por favor, vete de esta casa.


 La cara de Pedro era un auténtico poema.

- ¿Cómo dices? He debido escuchar mal…

- No. Has escuchado perfectamente. Vete de esta casa ahora mismo.

- ¿Estás mal de la cabeza?

- No. Ya me has oído, no lo pienso repetir más. ¡Fuera!


 En completo silencio, Pedro se dio media vuelta dirigiéndose hacia la puerta, no sin antes decir una última frase.

- Os vais a arrepentir de esto. ¡Los dos! Y juro que no pararé hasta veros en el lugar donde debéis estar…


 Tras dar un portazo, Clara se abrazó fuertemente a Santi.

- Dios, qué miedo he pasado,-confesó ella-.

- ¿Miedo? ¿Por qué?

- Porque es la primera vez que le hablo así a mi hermano y me ha dado miedo de que me hiciese algo.

- Por encima de mi cadáver, Clara. Estando yo aquí, Pedro no se atreverá a tocarte.


 Ya algo más tranquila, Clara siguió hablando con Santi de su hermano.

- Está últimamente de un insoportable… Vale que tanto mi madre como yo hayamos dado de lado a mi padre pero coño, creo que es totalmente comprensible después de todo el daño que nos ha provocado.

- Claro que sí.

- Pues él no lo entiende. Nos reprocha una y otra vez que hayamos aceptado su culpabilidad sin siquiera intentar comprender sus motivos o directamente sin pensar si era inocente, que es lo que él piensa.

- Entonces, cuando tu hermano se dé cuenta de que es culpable se va a llevar un golpe de realidad… monumental.


 En mitad de la conversación, Santi tuvo una idea.

- Oye, perdona que te interrumpa, pero se me ha ocurrido una idea.

- ¿Cual?

- ¿Te apetece venirte a mi casa unos días? Así te despejas un poco y te desintoxicas de este ambiente.

- Ay, eres un cielo. Te lo agradezco mucho pero no puedo… Le prometí a mi madre en el aeropuerto estar pendiente de mi hermano hasta su vuelta del viaje.


 Días más tarde, Santi quiso tomarse un día libre de sus obligaciones para visitar a unos buenos amigos a los que llevaba tiempo sin verlos. ¿Cómo les estaría yendo a David y a Natalia?


 La muchacha estaba viendo la tele tranquilamente. Estando ya de seis meses de gestación, le habían dado la baja y se tiraba todo el día en casa, andaba un poco por los alrededores, asistía a clase de preparación al parto…  


 Sonando el timbre, David se apresuró a abrir.

- Ya voy yo, cariño,-dijo él-.

- Espero que sea el de los muebles…


 Al abrir la puerta y ver a Santi, David sintió una sensación agridulce en su interior.

- Ah, hola Santi, ¿qué te trae por aquí?

- ¿“Ah, hola Santi”? ¿Meses sin vernos y eso es lo que me tienes que decir?

- Perdona tío, es que estoy muy liado y tengo la cabeza en mil sitios a la vez.


 Santi notaba a David bastante estresado e incluso algo más delgado.

- ¿Pero estresado por qué?

- Pues porque la que fue tu habitación la hemos vaciado, fuimos Natalia y yo con su padre para comprar los muebles para el bebé, que nos lo quiere regalar el hombre, y llevamos ya tres días esperando a que nos lo traigan y siempre hay un problema y no vienen.

- Tranquilo hombre, antes o después llegarán.

- Mientras me los traigan antes de que nazca la niña…

- ¿Ya sabéis el sexo?

- Mierda… Sí, pero Natalia quería darte una sorpresa. Bueno, tú hazte el sorprendido ahora y ya está. Pasa.


 Pero justo cuando David se estaba dando la vuelta, Santi le agarró del brazo y le dio un fuerte abrazo.

- Cálmate ya, coño. Que te veo más nervioso que en el motín cuando Adrián quería matarnos, ¿te acuerdas?

- Uf, ni lo menciones… Qué a gusto me quedé matándolo, de verdad te lo digo. Cumplí más años de condena, pero te prometo que lo volvería a hacer si volviera atrás.


 Tras entrar y saludar a la futura mamá, todos se sentaron y comenzaron a charlar animadamente.

- Y de repente, ¡boom! Saltó el globo por los aires y todo estaba lleno de pétalos rosas y no sabes lo que lloramos Natalia y yo,-contaba David-.

- Mis padres quisieron que fuera una celebración íntima y por eso estuvimos nada más que los necesarios. Además, ¿te acuerdas que te comenté que mi padre no podía ver a ninguno de los ligues que yo me echaba?

- Claro.

- Pues a David lo adora. Está loco con él, lo ha metido en la empresa, le está enseñando el funcionamiento… Todo.

- La cosa es que se me da bien,-dijo David riéndose-.


 Santi felicitó a David y a Natalia por ese motivo.

- Fíjate David, quien te lo iba a decir a ti, trabajando en una macro-empresa vestido todo el día de traje y siendo el futuro padre del nieto de tu jefe. Las vueltas que da la vida, ¿eh?

- Joder macho, las de veces que me he despertado creyendo que estaba otra vez en la celda y, al ser consciente de dónde estaba durmiendo, al lado de quién y qué era lo que tenía que hacer ese día, me he sentido el hombre más feliz de la tierra.


 Natalia, mirando a su novio, comentó algo entre susurros.

- Eh, ¿qué estáis diciéndoos el uno al otro?-preguntó Santi-.

- Nada, que eres un cotilla,-dijo Natalia-.

- Me está diciendo Natalia que si te quieres quedar a comer con nosotros.

- Ah no, no os preocupéis, tengo comida en casa.


 Pero Natalia se levantó sin escuchar a Santi.

- No es molestia, hoy te quedas a comer y punto,-dijo ella-.

- Vale, pues a sus órdenes mi generala.

- No sabes tú lo mandona que es, uf,-dijo David-.

- Oye, que te estoy escuchando…

- Jajajaja, lo sé,-dijo David entre risas-.


CONTINUARÁ…


No hay comentarios:

Publicar un comentario