jueves, 9 de diciembre de 2021

Capítulo 16 || Nada Es Lo Que Parece

 Santi le siguió insistiendo a Earl, pero éste negaba una y otra vez.

- Por mucho que insistas, no voy a hablar. Ese informe que has leído habla de un Earl que ya no existe, ¿me entiendes? Ese Earl murió y ahora el que tienes delante es el encargado de una empresa de construcción y tengo a muchos empleados a mi cargo. Soy un orgulloso padre de familia y tengo a una estupenda mujer a mi lado que me aguanta y me quiere así que, vuelvo a repetir, no.


 Y sin decir más palabras, Earl se volvió y entró en su casa dando un portazo. ¿Por qué se negaba en redondo a hablar? Santi comenzaba a sospechar que ese informe se quedaba demasiado corto con lo que había ocurrido en realidad y sólo había una manera de averiguarlo… 


 Día tras día Santi volvía a casa de Earl para conseguir hablar con él pero siempre obtenía la misma respuesta: un “no” como una casa de grande.


 Cansado ya de tantas negativas, esta vez Santi fue el que pegó un portazo al llegar a casa.

- ¡Pero bueno…!-gritó Natalia asustada-. ¿A qué se debe ese portazo?

- Hola. Lo siento pero es que no estoy de humor…


 Dejando lo que estaba haciendo en la cocina, Natalia se acercó a Santi para hablar con él.

- ¿Es por lo que estás investigando?

- Sí tía. Ese hombre es el único que puede ayudarme a destapar a Ferrán y llevo casi dos semanas detrás de él para que me cuente lo que pasó y me lleva cerrando la puerta en las narices casi dos semanas. Estoy ya cansado… Paso. Que le den a ese tío, a la investigación, a Ferrán y a su puta madre.


 De repente, Natalia dijo algo que provocó que Santi se quedase inmóvil.

- ¿Cómo dices?

- Déjame hablar con él.

- Pero Natalia cariño… A ver que te explique…

- No hay nada que explicar. Voy a hablar con él. Es un hombre y yo una mujer,-dijo Natalia yéndose al dormitorio-.

- ¿Y qué quieres decir con eso? Ahora tú me vas a explicar a qué te refieres.


 De nuevo en la casa de Earl, Santi repasaba el plan con Natalia.

- ¿Y qué vas a hacer?

- Hablar con él y te aseguro que será él mismo quien me pida hablar contigo. Tú déjamelo a mí.

- Está bien…


 Santi vio a Natalia alejarse y dirigirse hacia la puerta del apartamento de Earl sin saber muy bién qué iba a hacer y de qué manera, pero se fiaba de ella y creía que podría conseguir lo que él no.


 Earl abrió la puerta y puso muy mala cara creyendo que era Santi de nuevo.

- ¡Hola! Usted debe ser Earl.

- Sí, ¿quién es usted?

- Soy una amiga.

- ¿De quién?

- Eso no importa.

- Si viene de parte del pesado que lleva dos semanas acosándome, dígale que no pienso hablar.

- Vale, pues espero que vaya a su funeral después de que lo maten por su culpa.


 Ese comentario dejó extrañado a Earl.

- ¿Por mi culpa? ¿De qué está usted hablando?

- Aquí mi amigo está haciendo todo esto porque lo encerraron sin tener culpa. ¿Y adivinas quién lo encerró? Ferrán Hierro.

- F…

- ¿Te suena ese nombre? Debería… Y si no saca a la luz todos sus trapos sucios, tal vez ese malnacido vaya a por mi amigo y no quiero tener que ir a visitarlo al cementario como él hace con sus padres.


 Todo aquello dejó a Earl en completo silencio durante unos instantes.

- Vale, dile que venga y hablaré con él.

- ¡Santi ven!


 Al momento Santi apareció por la esquina.

- ¿Esto lo teníais preparado?

- Yo sí, él no,-le contestó Natalia a Earl-.


 Dejándolos en un sitio apartado para que pudiesen hablar tranquilamente y sin que nadie les molestase, Natalia se esfumó para darles intimidad.

- Gracias por permitir que hable con usted.

- No me hables de usted. Soy Earl.

- Yo Santi, encantado.

- Aquí tu amiga es de lo más buena convenciendo…


 Santi sonrió y le dio la razón.

- Según me ha dicho esta chica,-decía Earl-, Ferrán te metió en la cárcel por un delito que no cometiste…

- Sí. Yo tenía una novia que había cortado con un chico semanas antes y un día cuando vine de la calle me los encontré a los dos muertos en mi casa, mis huellas por todos lados y yo no pude hacer nada por demostrar mi inocencia.


 Quedándose pensativo, Earl comenzó a relatar lo vivido cuando lo detuvieron.

- Esos policías, cuando se me presentaron tan relucientes, tan bien peinados y con cara de no haber roto un plato diciéndome que me llevaban a comisaría, pensé que tal y como entraría, iba a salir pero… me engañaron.


 Earl estaba de lo más serio.

- Me metieron en la celda más cercana a la de Tobías, que era el conductor del camión. Yo estaba bastante enfadado por un lado, pero confiaba en que no tenían nada contra mí y me echarían de allí pronto.

- ¿Y no fue así?

- Espera que te siga contando.


 Suspirando, Earl continuó relatando.

- Pese a que estaba enfadado y no le dirigía la palabra a Tobías, éste me habló y me contó que había algo que no le terminaba de cuadrar de aquellos policías y era que los había escuchado hablar con alguien por teléfono sobre el alijo y sospechaba que no era el comisario. Yo ahí me extrañé porque no pensaba que aquellos policías fuesen a hacer algo ilegal pero… nada más lejos de la realidad.


 Haciendo una breve pausa, Earl cogió aire y siguió con su relato pero esta vez con la voz más quebrada.

- De un momento a otro, aparecieron esos policías y ya parecían diferentes.

- ¿Diferentes a qué te refieres? ¿Llevaban otra ropa?

- No, diferentes en cuanto a actitud. Desprendían prepotencia, chulería, aires de grandeza… no sabría expresarlo mejor.

- Sí, te entiendo.


 Parando, Earl no sabía si podría continuar.

- ¿Estás bien?-preguntó Santi-.

- Sí, es que… no he hablado de esto con nadie… desde entonces. Ni mi mujer lo sabe.

- ¿El qué no sabe?

- Pues que cuando llegaron Ferrán y Tomás, el primero comenzó a contarme que me iba a pudrir en la cárcel por muchos años y quería que supiera que no podría hacer nada para detenerlo porque mi droga iba a ser suya y había hecho negocios con mi gran competidor para repartirse la lana entre ellos y que yo iba a mantener la boca cerrada si no quería perder mi vida.


 Santi estaba casi en estado de shock.

- Tomás no estaba de acuerdo con que Ferrán me hubiese contado su plan y tuvieron una pequeña discusión entre ellos.

- ¿Y qué pasó?

- Pues que Tomás le decía que también Tobías se había enterado del plan y ahora eran dos flecos sueltos que sabían lo que iban a hacer y ahora sería más difícil continuar sin que nadie se enterase antes o después.


 Earl cada vez tenía más dificultad para hablar del tema.

- Tomás entonces se acercó a la celda de Tobías y lo miró muy seriamente. Aunque Tobías le repitió una y mil veces que no hablaría, Tomás seguía serio y sin decir palabra. Lo único que hacía era abrir la puerta de la celda para entrar luego.


 Comenzando a llorar, Earl se secó las lágrimas y continuó.

- De repente, Tomás se sacó un bolígrafo de su bolsillo y le rajó el cuello a Tobías sin contemplaciones y sin que éste pudiera hacer nada para defenderse.

- ¿Qué me dices?

- Lo que oyes Santi.

- ¿Y Ferrán qué hizo?

- Mirar hacia las cámaras de seguridad y decirle a Tomás que se diera prisa, que no tenían mucho más tiempo.


 Earl estaba muy afectado, pero se había propuesto terminar de contar todo.

- Tomás tiró el cuerpo al suelo y se quedó mirando cómo Tobías se moría asfixiado en su propia sangre mientras que Ferrán también lo miraba sin mostrar ningún sentimiento.


 Mientras recordaba, Earl sonrió irónicamente por un momento.

- Incluso cuando Tobías había muerto, el hijo de la gran puta de Tomás se rió y le hizo un comentario jocoso a Ferrán, quien estaba más serio y le metía prisa a su compañero.


 Agachando la cabeza, Earl finalizó su relato.

- Y para terminar, Ferrán me dijo que mantuviera la boca cerrada y, tras eso, me comí 30 largos años de cárcel. Luego salí y no quise volver a saber nada más de las drogas ni de ese mundo. Encontré un trabajo honrado, me casé y ahora soy feliz. No quiero ni necesito más.


 Tras despedirse de Earl, Santi volvió a su casa completamente en shock y apenas articulaba palabra. Buscando a Natalia, se la encontró en el dormitorio.

- ¿Y bien? ¿Cómo fue la charla?

- Bien.

- Bueno, ¿qué te contó?

- Muchas cosas.

- Santi… ¿estás bien?


 Preocupada, la muchacha se levantó y zarandeó levemente a Santi.

- Eh, ¿te pasa algo?

- No nada… Luego te cuento.

- Me estás preocupando mucho.


 Y sin decir nada más, Santi salió del dormitorio.

- ¿A dónde vas ahora?

- A ducharme. Necesito pensar y aclararme…

- Pero…-empezó a decir Natalia cuando sonó el timbre de la puerta-.

- ¿Puedes abrir tú? Yo no estoy en condiciones ahora mismo.


 Refunfuñando, Natalia fue hasta la puerta para abrirla sin tener ni repajolera idea de quién podía ser, ya que no esperaba visita.


 Al abrir la puerta, Natalia se encontró con un hombre al que no había visto nunca…

- Hola, ¿qué desea?

- ¿Vive aquí Santiago del Valle? Tengo entendido que reside aquí…

- ¿Quién lo pregunta?


CONTINUARÁ…


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