jueves, 23 de diciembre de 2021

Capítulo 22 || Nada Es Lo Que Parece

 Un par de días después de la enorme sorpresa del embarazo de Natalia, Santi dejó la casa para poder irse a la suya propia, relativamente hablando, ya que estaba de alquiler pero bueno, sería la primera vez que viviría sólo desde que salió de la cárcel y estuviera en la casucha de David.


 Abriendo la puerta con la llave que le había dado el casero, Santi estaba dispuesto a comenzar de cero desde ese momento y desde luego que era una buena forma de empezar.


 La casa donde viviría a partir de ese momento era más bien un antiguo local reconvertido en apartamento donde tendría el espacio justo para vivir él solo, ya que tenía un dormitorio, un cuarto de baño y un salón-cocina.

- Oye, pues no está mal. Se nota que está nuevo…


 Como tenía un poco de hambre, Santi fue al supermercado y, al volver, comenzó a prepararse su desayuno rico en proteínas para alimentarse en condiciones, ya que se estaba cuidando mucho más por un motivo…


 Y ese motivo no era otro que las pruebas para la policía. Desde que saliera de la cárcel, tuvo claro a lo que se quería dedicar el resto de su vida, pero por sus antecedentes no podía. Sin embargo, eso ya quedó en el pasado y ahora era completamente libre para hacer y deshacer a su antojo y, sinceramente, iba a por todas porque no quería perder ni un minuto más de su vida.


 Tras volver de hacer ejercicio, Santi se preparó un baño y pensó en lo que haría si entrase en la policía, los planes, los cambios que provocaría en su vida y en su rutina… La verdad era que estaba emocionado y tenía ganas de que llegase el momento de los exámenes.


 Tras cambiarse de ropa y ponerse algo más cómodo, Santi escuchó el timbre de la puerta y, extrañado, la abrió llevándose una sorpresa.

- Pero… ¿qué haces aquí?-preguntó Santi-.

- Ver el piso de un buen amigo, ¿no puedo?

- Claro pero, acabo de instalarme y apenas tengo cosas aquí.


 La chica no era otra que Tamara, quien se había convertido en una de sus más íntimas amigas, ya que compartían muchas cosas en común, aparte de tener la misma edad.

- ¿No se supone que tendrías que estar en el trabajo?

- No porque tengo el día libre. Mis jefes van a estar de reunión todo el día y han decidido cerrar hoy y darnos un pequeño descanso.

- Oh, pues gracias por venir aquí, con las de cosas que tendrás que hacer en tu casa, mujer.

- Bah, que esperen. Las cosas van a seguir estando sí o sí…


 Haciéndola pasar, Santi le mostró la casa a Tamara y ésta quedó muy satisfecha.

- Para ti solo no está nada mal.

- No, para nada. Eso mismo te iba a decir… No necesito más que una cama grande para mí y tranquilidad.

- Echas de menos dormir en una cama de matrimonio, ¿no?

- Pues sí, no te lo voy a negar, pero en casa de Natalia no iba a dormir con ella y su novio en la cama individual jajaja.


 La charla era bastante amena y fluida entre ambos.

- ¿Y no te sentiste celoso cuando David comenzó a salir con Natalia?

- Para nada. Nunca fuimos nada… Follamos en varias ocasiones, pero ninguno sentía nada por el otro a nivel romántico, así que… Vía libre.

- Eso también te puedo decir a ti, ahora tienes vía libre para traerte a tus rolletes sin que nadie se entere.

- Si los tuviera… me los traía jajajaja.


 Poco después, Tamara se levantó mirando su móvil.

- Me llaman, ¿puedo ir a tu cuarto un momento?

- Sí mujer, ya sabes dónde está. ¿Va todo bien?

- Espero que sí…


 Un par de minutos más tarde, Tamara llamó a Santi, quien estaba preparando un picoteo para servirlo después.

- ¡Santi! ¿Puedes venir un momento?

- ¡Voy! ¿Qué pasa?

- Necesito ayuda con una cosa.


 Santi fue hasta el dormitorio y abrió la puerta de par en par.

- ¿Con qué quieres que te ayude?

- Con esto,-dijo Tamara señalándose su vagina-.

- Pero… ¿a qué viene esto?

- Necesito averiguar una cosa y sólo hay una forma para hacerlo…


 En cuanto Santi se dejó llevar y comenzó a contemplar el cuerpo desnudo de Tamara, ésta comenzó a notar un prominente bulto en los pantalones. Una vez desnudos, ambos se abrazaron sobre la cama y comenzaron con unos juegos preliminares.


 Santi llevaba mucho tiempo sin sentir el calor de una mujer y, no sabía si era por eso o porque Tamara jugueteaba muy bien, pero él lo estaba gozando al máximo.


 Tamara, por su parte, gemía ahogadamente sobre Santi, quien estaba a punto de culminar el momento que se había presentado.

- ¿Te está gustando Tamara?

- Sí, mucho, sigue… Ahí, justo ahí…


 Después de que los dos quedasen bien satisfechos, ambos se sentaron al borde de la cama con claros signos de agitación sobre su cuerpo.

- No ha estado nada mal para llevar tanto tiempo sin hacer nada, Santi.

- Vaya, muchas gracias. ¿Has disfrutado?

- Muchísimo.


 Pero Santi todavía tenía una pregunta en mente y no se iba a quedar con la duda…

- ¿Y ha quedado resuelta tu duda?

- Sí. Mucho además.

- ¿Se puede saber cuál era? Me tienes en ascuas.

- Pues que no sabía si lo que sentía cuando te veía era tensión sexual no resuelta o que me estaba empezando a colar por ti.

- ¿Y bien?

- Tensión sexual. Me lo he pasado de puta madre pero… no he sentido más allá como en otras ocasiones cuando estaba enamorada de… bueno, de quien tú ya sabes.


 Y en la casa del inombrable estaba entrando Pedro después de haber salido sin decirle nada a nadie, cosa normal en él de un tiempo a esta parte.


 En cuanto cruzó la puerta, vio a su hermana sentada frente al ordenador y la saludó.

- Buenos días Clara.

- Hola. Un momento que estoy ocupada con una cosa del trabajo. Termino y hablamos.

- ¿Para qué? No hace falta. De donde vengo no te interesa nada.


 Levantándose en ese mismo instante, Clara le hizo una pregunta a Pedro.

- ¿Vienes de ver a papá?

- ¿Papá? Pero… ¿tú tienes padre? Creo recordar que mamá y tú dijísteis que para vosotras “esa persona ya no existía” y cito textualmente.

- Pedro, no empieces otra vez con lo mismo. Sabes perfectamente lo que papá ha hecho y todas las vidas que ha jodido a lo largo de su vida, así que ahora no te pongas de digno porque no le haces ningún favor a papá.


 Tras sentarse ambos, la conversación siguió su curso.

- ¡Y tú ni siquiera le has dado el voto de confianza ni has dudado por un instante que él sea inocente!

- Puedo aceptar que sea inocente en uno de los cargos porque no se haya analizado bien esto o aquello, yo de eso no entiendo, pero cuando te acusan de cinco cosas diferentes y dos de ellas son de asesinato… Muy inocente no creo que sea papá.

- ¿Te has dignado siquiera a preguntarle si él lo hizo? Porque yo sí y me ha dado razones de tanto peso que me indigna pensar que bebes los vientos por ese mentiroso de Santiago.

- Eso sí que no, conozco a Santi y sé que él no pudo hacer eso de lo que se le acusaba.

- ¿Acaso estabas allí para verlo? ¿A que no? Pues no pongas la mano en el fuego por un desconocido, que lo prefieres a él antes que a papá.

- Porque él no ha matado a nadie, papá sí. Estoy segura.

- ¡Pues ojalá sea cierto para que te mate a ti también y así dejes de defender lo indefendible!


 Esa última frase dejó a Clara boquiabierta. Pedro estaba completamente cegado por su padre y no veía otra cosa que no fuera lo que Ferrán decía. Le tenía comido el coco de una forma que, aunque estuviera viendo blanco, si su padre le decía que eso era negro, Pedro decía que era negro y no había más que discutir.


 Pero, lejos de acabar esa discusión, Pedro seguía en sus trece.

- Y te digo más, que no se le ocurra pisar esta casa o si no tendrá que vérselas conmigo,-dijo Pedro-.

- ¿Le estás amenazando?

- ¡De eso nada! Te estoy advirtiendo a ti y a ese soplagaitas que esta también en mi casa y que no voy a permitir que un mentiroso y un asesino esté bajo el mismo techo mío.

- Te recuerdo que esta también es mi casa y si me apetece traérmelo aquí lo haré. Al igual que haré si me apetece que Eva y Ferrán vengan a pasar la noche.

- Esos niñatos… ¡Impostores!


 Clara estaba ya desesperada, y en parte agotada, de discutir con su hermano porque era como hablarle a una pared.

- ¿Impostores? ¿Tú acaso te has dignado a mirar a nuestro hermano Ferrán a los ojos?

- No, ni tampoco quiero porque ese niñato ¡no es mi hermano!

- ¡Si es igual que papá! Los mismos ojos, la misma forma de andar que tú… ¡Si tiene hasta la misma manía para dormir que tú cuando eras pequeño!


 Haciendo un gesto de sueño, Pedro se burlaba de su hermana.

- ¡Me aburro! Si no paras de decir sandeces me voy a quedar dormido…

- Pues será mejor, que calladito estás más guapo.

- Sí, será mejor. Porque está visto y comprobado que la verdad bien contada escuece a más de una aquí…

- Eres imposible. Pena me da la chica que acabe contigo…


 Levantándose de su asiento, Clara puso dirección hacia la escalera para encerrarse en su cuarto y ponerse a trabajar en el pequeño portátil que tenía allí.

- ¿No estabas trabajando?

- Prefiero quedarme ciega mirando la pantalla de mi portátil antes que aguantarte un segundo más. Menos mal que mamá está de viaje porque…

- Porque ¿qué?

- Porque ¡nada! ¡Estúpido!


 Escuchando el portazo desde el salón, Pedro no paraba de agitar su cabeza mientras pensaba en las palabras de su padre.

- Papá tenía razón,-decía Pedro para sí-. Se está cumpliendo todas y cada una de las cosas que me ha dicho… Desde el acercamiento de Santi a nuestra familia hasta ahora, cuando me dijo que seguramente pondría a nuestra familia en contra mía y de él mismo. Eso sí, no pienso permitir que Santi se siga saliendo con la suya y voy a demostrarles a todos que están equivocados. ¡Santi pagará por lo que ha hecho!


CONTINUARÁ…


No hay comentarios:

Publicar un comentario