domingo, 19 de diciembre de 2021

Capítulo 20 || Nada Es Lo Que Parece

 Tras la detención y puesta en prisión provisional de Ferrán, una ambulancia llevó a Santi al hospital más cercano, donde lo pusieron en observación y comenzaron a hacerle pruebas para asegurarse de que todo estaba correctamente.


 Después de una semana, cuando las heridas de la cara ya estaban prácticamente curadas, le dieron el alta y Santi pudo volver a casa, donde allí se encontraba más tranquilo al no tener tanto trasiego de personas de un lado a otro.


 De su cuidado se estaban encargando David y Natalia, quienes hacían prácticamente todas las tareas de la casa. Santi se sentía ya con las suficientes fuerzas, pero ambos preferían que estuviese más descansado.

- ¿Cómo te encuentras?-preguntó Natalia-.

- Bien, estoy perfectamente chicos, de verdad,-decía Santi-. Me siento inútil.

- Déjanos ayudarte, que suficiente has hecho ya por todos.

- ¿Y tú, David y Lucas por mí? Si no fuera por vosotros, no estaría aquí hablando con ninguno de los dos,-dijo Santi justo cuando sonó el timbre de la casa-.

- Voy yo,-contestó Natalia-.


 Dirigiéndose hacia la puerta, Natalia la abrió y, al ver a las dos personas que allí había, sonrió por cortesía, porque no tenía ni idea de quiénes eran.

- Buenas tardes, ¿qué desean?

- Hola, venimos a ver a Santiago del Valle. ¿Vive aquí o nos hemos equivocado de casa?-preguntó una de las personas-.

- Sí, es aquí. Pasad, por favor.


 Dejando a la visita en el salón, Natalia fue al dormitorio de Santi y le susurró a David quiénes eran y, al enterarse, su sorpresa fue mayúscula.

- ¿Me lo dices en serio?-preguntó David-.

- Eh, ¿qué pasa aquí?-quiso saber Santi-.

- Tienes visita,-contestó Natalia-. ¿Te encuentras bien para recibirla?

- Sí, claro.

- Vale, les digo que pasen.


 Un minuto después, dicha visita entró en el cuarto de Santi mientras él estaba en su mundo.

- Hola Santi…-saludó la mujer de más edad-. ¿Te acuerdas de mí?

- ¿Claudia? ¿Qué haces tú aquí? ¿Y esa es Clara?

- La misma, jeje-contestó la muchacha-.

- Pero… No entiendo nada.


 Santi estaba muy confuso porque dichas mujeres eran la mujer e hija de Ferrán. De hecho, la tal Claudia era la hija del difunto juez y… era de lo más extraño para Santi, sobre todo porque, aunque ahora no tenían relación, cuando él era pequeño sí había jugado mucho tanto con Clara como con su hermano Pedro.

- Verás,-dijo Claudia tomando la palabra-, queríamos hablar contigo para…

- ¿Me dejáis cambiarme y seguimos hablando en el salón?-preguntó Santi cortando a la mujer-. No me encuentro presentable para hablar en condiciones con vosotras.

- Sí, por supuesto,-contestó Clara-. Te esperamos en el salón.


 Momentos más tarde, Santi salía algo más arreglado y acicalado.

- Ya estoy, disculpad la espera.

- No ha sido nada,-contestó Claudia-.


 En cuanto Santi se sentó, ambas mujeres comenzaron a preguntarle por su salud, por cómo se encontraba tras lo sucedido y… obviamente salió el tema de Ferrán y, respecto a eso, ambas se sentían bastante avergonzadas.

- Siento todo el dolor que te ha podido ocasionar mi padre. Yo… no sé qué le ha podido pasar para hacerte esto.

- Clara, si fuera sólo esta ocasión puntual pero… por desgracia no.

- ¿Qué es lo que sabes?-preguntó Claudia-. La policía no ha querido decirnos nada durante todo este tiempo y no tenemos ni idea de lo que está pasando salvo lo de tu secuestro e intento de asesinato.

- Es bastante largo de contar…

- No nos importa,-se apresuró en contestar Clara-.


 Accediendo a sus peticiones, Santi comenzó a contarles toda la investigación que había estado llevando a cabo y las averiguaciones que hizo, tanto los temas de drogas como los asesinatos de sus padres y otras personas más.

- ¿Tus padres?-preguntó Claudia-. Pero… Si Edu era uno de sus mejores amigos…

- Sí, pero durante el secuestro me confesó que ambos se sintieron atraídos por mi madre y como ella eligió a mi padre y no a Ferrán pues… eso fue la espinita que usó cuando mi padre estuvo a punto de destapar todo lo que os he contado yo ahora.

- Pues tanto no querría a tu madre cuando la mató también,-dijo Clara-.

- Clara, por favor,-protestó su madre-.

- No pasa nada, de verdad-restó importancia Santi-.


 Luego, tras un breve silencio, Santi pensó que la verdadera razón de la muerte del juez debía saberla su familia.

- Me hubiera gustado que Pedro estuviese aquí pero…

- No vendrá-se atrevió a decir Clara-. Mi hermano está muy afectado por lo ocurrido y se niega a creer lo que está pasando.

- Nena,-comenzó a decir Claudia-, tu hermano siempre ha estado muy apegado a vuestro padre y ahora se le ha venido el mundo a los pies… Es normal que actúe así.

- Yo lo decía porque quería contaros algo sobre tu abuelo, Clara y… tu padre,-dijo Santi mirando a Claudia-.

- ¿Mi padre? ¿Qué pinta él en todo esto?


 Entristeciendo su mirada, Santi comenzó a contarle que fue el juez quien le dio carta blanca para investigar sobre Ferrán y quien ayudó proporcionándole los casos antiguos.

- ¿No fue a vuestra casa el día antes de morir?-preguntó Santi-.

- Cierto,-contestó Clara-. Me acuerdo que me estuvo preguntando sobre mi trabajo y cómo me iba y luego me preguntó por mi padre porque quería hablar con él. Eso sí que me extrañó mucho porque ellos dos no se podían ni ver.

- Pues lo que tu abuelo fue a hablar con tu padre era sobre mi investigación, para decirle que lo iban a encerrar y esa misma noche… Tu padre me confesó que fue a su casa y…

- Qué hijo de puta,-se atrevió a decir Clara-. Se merece todo lo malo que le pase. Te prometo que siento asco de ser su hija ahora mismo.

- Pues, respecto a eso…


 Por la cara que tenía Claudia, Santi se pensó en si contar lo de la otra familia de Ferrán, pero ambas mujeres insistieron mucho.

- Siento deciros que… Ferrán no sólo os tenía engañados a vosotros, a mis padres o a mí sino… a otra familia que… él tenía a parte de la vuestra.

- ¿Cómo dices?-preguntó Claudia-.

- Mirad,-dijo Santi enseñando las fotos y el vídeo que tenía guardado en su móvil-. Estos son otros dos hijos y… otra mujer que él tiene.


 Levantándose en ese mismo instante, Claudia dijo algo que dejó estupefactos a todos.

- Quiero conocerlos.

- ¿Estás segura mamá?

- Indudablemente. Esa mujer merece saber la verdad de todo lo sucedido. Si estaba igual de engañada que nosotros, ahora mismo debe estar subiéndose por las paredes sin saber qué es lo que está pasando ahora. ¿Tú sabes dónde viven, Santi?

- Claro.

- Llévanos, por favor… ¿Te vienes Clara?

- No me lo perdería por nada del mundo.


 Ya era casi la hora de cenar y a todos les daba cosa ir de visitas a esas horas pero Claudia tenía claro que quería hablar con aquella familia.

- Pues aquí es.

- Menuda casa… Es incluso más grande que la nuestra,-comentó Clara-. Ahora me cuadra que mi padre fuera corrupto, porque para mantener estas dos casas con su sueldo… ni de coña.


 Llamando al timbre, la madre de familia abrió la puerta y al ver a Santi, creyó reconocerlo.

- Tú… tú eres el chico que salió en el periódico la semana pasada. ¿Qué… qué haces en mi casa? ¿Es sobre Ferrán? ¿Y quiénes son estas mujeres? Disculpad, pero estoy muy nerviosa y confusa. Por todos lados van diciendo que mi marido es policía cuando es corredor de bolsa.


 Santi se quedó mirando seriamente a la mujer y pudo notar la desesperación en su mirada, en su comportamiento y en la forma de hablar.

- Sé que ahora es todo muy confuso pero… intentaremos solucionarle todas las dudas que tenga. Estas mujeres que me acompañan son la esposa y una de las hijas de Ferrán.

- ¿Esposa? ¿Hija? No entiendo… ¿Esto es una especie de broma o algo así?

- Desde luego que no,-contestó Claudia-. Llevo casada con Ferrán más de 30 años de mi vida y… todo esto para mí es nuevo.


 La mujer aguantó las lágrimas, pero se la podía ver bastante afectada.

- Dejadme que le diga a mi hijo que se vaya a su cuarto, que está viendo la televisión en el salón, ¿vale? Después podremos hablar libremente de lo que sea.

- Claro, no se preocupe,-dijo Santi-.


 Entrando en la casa, aquella mujer despachó a su hijo.

- Cariño, necesito que te vayas a tu cuarto. Mamá tiene que hablar con unos señores sobre un tema importante.

- Pero mamá, está mi serie favorita ahora…

- Ferrán, por favor. Luego lo ves en el ordenador, pero ahora necesito que te vayas al cuarto.

- Jope vale…


 Entrando en ese momento en la casa, todos pudieron ver cómo el pequeño se marchaba escaleras arriba.

- Joder, es igual que papá,-comentó Clara casi en susurro-.


 Una vez solos, todos tomaron asiento y comenzaron a hablar de lo sucedido.

- Antes de nada, soy Tamara, que no me he presentado.

- Yo soy Santi, esta mujer de aquí es Claudia y la otra chica es Clara.

- Clara… tienes los mismos ojos que tu padre.

- Sí… me lo dicen siempre.


 Tamara tenía muchas preguntas, algunas de ellas se remontaban a varios años atrás y cuando las tuvo todas contestadas, ahora le tocaba el turno a ella de contestar otras tantas.

- ¿Cómo conociste a Ferrán?-quiso saber Claudia-.

- Nos conocimos de casualidad en una discoteca. Yo tenía 18 por aquella época y no debía estar allí pero… me dejé llevar por unas amigas. Ferrán no paraba de mirarme y yo me sentía un poco incómoda porque podía ser mi padre pero después se me acercó y comenzamos a charlar y es tan bueno tratando con la gente que al final consiguió llevarme a un hotel y pasamos toda la noche juntos. Intercambiamos números y estuvimos viéndonos asiduamente. Él me repetía una y otra vez que estaba divorciado y que no había tenido hijos y que era libre, de hecho, en ninguna ocasión lo vi con anillo en sus manos. Y tanto fue el cántaro a la fuente que al final… me quedé embarazada. Cuando se lo dije, me compró esta casa y me dijo que todo lo que necesitase, se lo pidiera porque no me faltaría de nada.


 En el piso de arriba, el pequeño Ferrán acababa de llamar a la puerta del cuarto de su hermana.

- ¿Qué pasa Ferrán?

- Mamá me ha mandado a mi cuarto.

- ¿Qué has hecho ya?

- Nada Eva, te lo prometo; estaba viendo la tele cuando me ha mandado a mi cuarto porque tenía que hablar con unas personas y he estado escuchando un poco y creo que están hablando de papá.


 Al oír la palabra “papá”, Eva se levantó como un resorte de su silla.

- Quédate aquí. Yo voy a bajar.

- ¡No! Mamá se enfadará conmigo si se entera que te lo he dicho.

- No pasará nada, pero tú por si acaso te quedas aquí arriba.


 Sintiendo la necesidad de ir al baño, Clara le preguntó a Tamara dónde estaba el servicio.

- En la puerta que hay junto a las escaleras, no tiene pérdida.

- Gracias Tamara.

- Vale, ¿por dónde iba? Ah sí, ahora mi hija tiene 15 años, el pequeño tiene 8 que los cumplió la semana pasada. Que su padre vino por sorpresa después de su viaje de negocios… O eso nos dijo.

- ¿Y qué edad tienes tú? Si no es mucho preguntar,-quiso saber Claudia-.

- Tengo 35.

- Coño, tenemos la misma edad,-dijo Santi-.


 Justo cuando Clara iba a entrar en el baño, vio de frente a Eva, quien se la quedó mirando fijamente a los ojos al bajar las escaleras.

- Ho… hola,-saludó tímidamente Clara-.

- Hola… ¿Te conozco de algo? Me suena muchísimo tu cara.


 Clara estaba tremendamente nerviosa y apenas se atrevía a hablar.

- Pues verás, yo… No nos hemos visto nunca pero tú y yo…

- ¿Qué pasa con nosotras?

- Pues que…

- ¡¿Qué?!

- Que somos hermanas.


 La sorpresa de Eva fue tan mayúscula que dio un paso atrás del susto.

- ¿Cómo es posible?

- Mi padre… bueno, nuestro padre, se casó con mi madre, nos tuvo a mi hermano y a mí y años después le puso los cuernos a mi madre con la tuya y se inventó una vida ficticia.

- Entonces… eso significa que… ¿tengo dos hermanos más aparte de mi hermano pequeño?

- Efectivamente.


 Sin pensárselo, Eva se abrazó a su recién descubierta hermana.

- Ya decía yo que me sonabas de algo. Esos ojos son los mismos que los de mi hermano.

- Nuestro hermano.

- Eso jajaja. Voy a tardar en acostumbrarme en decir nuestro, porque se me hace raro tener dos hermanos mayores de golpe y porrazo a mis 15 años.


 Eva tenía varias preguntas también respecto a Ferrán.

- Yo llevaba tiempo algo mosqueada con papá porque siempre estaba fuera, se iba de viaje constantemente… Y cuando era pequeña sí, me tragaba todas y cada una de sus mentiras pero… a mi edad me costaba cada día más.

- Es normal…

- ¿Pues sabes qué te digo? Que se pudra en la cárcel. No pienso ir a verlo nunca. A partir de ahora, no tengo padre.

- Te secundo. Nuestro padre ha muerto.


 Y por otro lado, Tamara y Claudia llegaban a una misma conclusión.

- Yo no se tú Claudia, pero después de todos estos años de mentiras y engaños, lo que menos tengo ganas es de ir a la cárcel a visitarlo. Te ha estado engañando y mintiendo día tras día igual que a mí y… yo no se lo pienso perdonar. Por mi parte, quiero pedirte perdón porque todo lo que estás viviendo no debe ser nada fácil.

- Tamara, tú no tienes la culpa de nada. Aquí el verdadero culpable es Ferrán y ya está en la cárcel, así que no te culpes. Tú eres tan víctima como yo, al igual que nuestros hijos. Ellos son lo más maravilloso que ha podido salir de un hombre como ese.

- Claudia, te prometo que a partir de ahora tú y yo seremos muy buenas amigas, nuestros hijos se verán todas las semanas y que le den a Ferrán y a su puta madre.

- Eso, ¡que le den!


CONTINUARÁ…


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