jueves, 2 de diciembre de 2021

Capítulo 13 || Nada Es Lo Que Parece

 Santi contempló cómo Natalia se desnudaba frente a él. Menudo cuerpazo tenía aquella muchacha y, muy sensualmente, la chica se metió en el baño y comenzó a frotarse mientras que Santi seguía allí como una estatua.

- Bueno… ¿Me va a contar algo más señorita?

- Por favor, deja de llamarme señorita y ven aquí, que no muerdo… Aún…


 Acercándose a la bañera, Natalia se levantó y le quitó la ropa a Santi rápidamente, lo introdujo en la bañera y comenzó a besarlo con una pasión tan grande que Santi se sentía desbordado.


 El muchacho tampoco perdía el tiempo y comenzó a acariciar la entrepierna femenina haciendo que Natalia le comenzase a morder levemente el labio mientras ahogaba sus gemidos en la boca de Santi.


 Ese baño al aire libre era espectacular y el mantener relaciones sexuales sabiendo que nadie de la calle te podía ver era sencillamente maravilloso.


 Llegado el momento, Natalia le dijo que tenía ganas de que Santi se la metiera y éste dudó por no llevar preservativo.

- No te preocupes, tomo la pastilla.

- ¿Segura?

- Sí y ahora fóllame como nunca. Quiero que me quites este calentón… Tú me has cortado el rollo, tú serás quien lo termine.


 Terminado todo el acto sexual y habíendose quedado ambas partes satisfechas, Santi le hizo una pregunta a Natalia.

- ¿Me vas a contar ahora más sobre Daniel?

- Claro corazón. Y más después de lo mucho que me has hecho disfrutar… Tú y yo vamos a vernos más, ¿eh? Pero primero lo primero, la información…


 Tras contarle todo, Santi se fue a casa, se pegó una ducha y se quedó listo para irse a la cama a descansar. Había sido un día muy largo y con muchas emociones…  


 Ya en la cama, Santi pensaba en la información que le había proporcionado Natalia sobre Dani y ésta era más suculenta. Desde luego que ese chico escondía algo, incluso después de muerto.


 Al día siguiente, al caer la tarde, Santi se fue hasta la zona donde Natalia le dijo que Dani había intentado hacer dichos negocios fraudulentos y, escondiéndose tras un contenedor gigantesco, se puso a esperar.


 Realmente, no sabía qué había allí, qué podría encontrarse o en qué podría meterse… La idea de que lo metieran de nuevo en la cárcel estaba en su cabeza y, bajo ningún concepto, deseaba que eso sucediera así.


 De repente, Santi comenzó a escuchar voces a lo lejos y vio cómo una mujer se acercaba a unos policías que se acababan de bajar de un coche patrulla y les entregaba un paquete de dimensiones intermedias. Ellos, a su vez, le dieron una especie de sobre con dinero, ya que ella lo abrió y sonrió después.


 ¿Estaba Santi presenciando a policías corruptos o todo era una treta de la policía para pillar a los grandes camellos de la droga? Necesitaba salir de dudas y sólo había una manera de averiguarlo.


 A la mañana siguiente, cerca del mediodía, Santi quedó con el viejo amigo de sus padres en un parque para hablar del tema y consultarle lo que había visto. Él seguía siendo policía y tendría más información que aportar.


 Acercándose hasta él, Santi lo saludó.

- Buenos días Ferrán. Gracias por aceptar la cita con tan poca antelación.

- Buenos días hijo, qué elegante. Me quedé preocupado cuando me llamaste anoche, ¿va todo bien?


 Tras comentarle que estaba llevando a cabo su propia investigación sobre lo sucedido y que había visto a varios policías recibiendo un paquete sospechoso en una zona muy apartada de la ciudad, Ferrán frunció el ceño antes de comenzar a hablar.

- Santi, cuidado.

- ¿Cuidado? ¿Por qué?

- No sabes dónde te estás metiendo y, antes de que sea demasiado tarde, te pido que no continúes por esa línea.

- Pero no entiendo… Te estoy diciendo que seguramente he descubierto a un grupo de policías corruptos y me sueltas que no siga por ahí. ¿Pero por qué motivo?

- ¡Porque no quiero que acabes muerto como tus padres!


 Esa frase fue demoledora a la vez que desconcertante para Santi. ¿Qué tenían que ver sus padres en todo aquello?

- ¿Mis padres? ¿Qué pintan ellos en todo esto?

- Tu padre comenzó a investigar a unos policías porque sospechaba que eran corruptos y me lo comentó. Se lo contaría a tu madre y, una tarde, justo cuando entraron en una tienda para vete a saber qué, se estaba produciendo un robo a mano armada y mataron a tus padres en acto de servicio. No puedo asegurar que la policía estuviera metida, pero tampoco me extrañaría. Por eso te digo que no te metas. Yo no lo hice y por eso he sobrevivido.

- ¿Y no te importa no saber la verdad sobre quiénes fueron los que realmente mataron a mis padres? ¿A tus mejores amigos?


 Esa pregunta de Santi hizo cambiar radicalmente la expresión a Ferrán.

- Mira hijo, hay veces que es mejor dejar pasar ciertas cosas para salvar tu vida. Yo también tengo una familia, una mujer y dos hijos que alimentar. Quiero ser abuelo y ver a mis nietos corretear por mi casa, así que perdóname por querer salvar a mi familia de todo esto. Siento por lo que has pasado, pero respecto a este tema estás sólo.


 Y seguidamente, Ferrán se largó dejando a Santi allí con la palabra en la boca y sin poder replicarle a aquel viejo policía.


 De todas formas, algo en su interior le decía que ahí había algo que no le terminaba de cuadrar y que necesitaba seguir investigando. Tal vez se estaría jugando la vida o volver a la cárcel pero, al fin y al cabo, no tenía nada que perder, por lo que iba a ir a por todas.


 Y en ese momento sólo había una persona que podía echarle una mano y ese alguien estaba en la cárcel, por muy contradictorio que pareciera.

- Se te ve bien,-dijo Sadam-.

- ¡Gracias!-contestó Santi-.


 Abriendo la puerta, Vicente saludó a Santi y dejó entrar a David, quien sonrió instantáneamente al ver a su buen amigo.


 Sentándose frente a Santi, David no paraba de sonreír.

- ¿Tú te has visto Santi? Pareces otro. ¡Qué traje más chulo y bonito! Si te vieran los demás ahora… No te reconocerían.

- Gracias David. ¿Tú qué tal por aquí?

- Bien, sin muchos cambios la verdad. Han traído a un par nuevos y en algún momento se ha puesto tenso el ambiente, pero nada preocupante. Son los típicos gallos de corral que luego se acojonan como les eches cara. Pero bueno, ¿qué te trae por aquí?


 Santi se puso más serio y comenzó a contarle lo que había estado haciendo.

- He estado investigando sobre Keira y Daniel.

- Los que tú supuestamente mataste, ¿no?

- Efectivamente. La línea de Keira llegó a un callejón sin salida, pero la de Daniel parece tener más chicha, pero yo sólo lo voy a tener muy jodido para lograr sacar toda la verdad.

- ¿Y eso? Cuéntame.

- Vi anoche a unos polis recibiendo un paquete un tanto sospechoso… Y he ido a preguntarle a un viejo amigo de mis padres y me ha dicho que no siga por ahí porque ese es el motivo real por el que mis padres murieron y que no piensa ayudarme.

- Uh, qué raro.

- Eso mismo he pensado yo, por eso necesito tu ayuda.


 Tras decirle a David lo que había pensado, éste accedió.

- Tranquilo tío, déjame que haga una llamada y veré lo que puedo hacer.

- El tiempo se acaba,-dijo uno de los oficiales-.

- Bueno David, cuídate mucho ahí dentro, ¿vale?

- Descuida. Tú también, que ahí fuera es más peligroso que aquí dentro, aunque parezca lo contrario.

- Lo sé tío. Nos vemos pronto.


 Regresando a casa, Santi abrió la nevera para comenzar a cocinarse algo y poder comer, ya que tenía bastante hambre.  


 Mientras lo hacía, Santi no paraba de pensar en la conversación con David y en que éste, pese a estar en la cárcel, estaba haciendo todo lo posible para ayudarlo y cuidarlo. Ya no sólo prestándole la casa, sino ahora con el favor que le había pedido.


 Estaba en esas cuando alguien llamó a la puerta y sobresaltó a Santi. Él no esperaba visita y tampoco le había dicho a nadie que estaba viviendo ahí por lo que… ¿Quién podría ser?


 Abriendo la puerta, Santi no sabía quién era aquel tipo.

- Buenas, ¿eres Santi?

- Depende de quién lo pregunte.

- Tranquilo, vengo de parte de David. Según me ha contado eres su mejor amigo…

- Ah vale, sí. Perdona por haber reaccionado así pero de primeras no tenía ni idea de quién podría ser.

- Pues no te preocupes que conmigo estás a salvo. Soy su hermano, Lucas.


 El parecido era innegable, salvo por ciertas diferencias, pero tú los mirabas y se notaba que eran hermanos.

- ¿Pasamos dentro y hablamos más cómodamente?-sugirió Lucas-.


 Ya en el interior, ambos comenzaron a hablar sobre el caso.

- Vale, entonces después de todo lo que me has contado,-decía Lucas-, ¿qué es lo que necesitas de mí?

- Según me dijo tu hermano, eres abogado y necesito a alguien con contactos en la policía para investigar a otro.

- Uf, eso que me pides es muy complicado…

- Necesito averiguar la verdad sobre el motivo por el que me metieron en la cárcel sin yo haber hecho nada. Y para eso necesito investigar todo.

- Está bien… Hay un poli amigo mío que me debe un par de favores… Veré lo que puedo hacer. ¿Cómo se llama el policía que quieres investigar?

- Ferrán Hierro.


CONTINUARÁ…


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