domingo, 12 de diciembre de 2021

Capítulo 17 || Nada Es Lo Que Parece

 El mismísimo David en persona, el buen amigo de Santi, estaba en la calle y preguntando por su compañero de batallas en la prisión.

- Soy David. Un antiguo amigo suyo…

- Vale, iré a avisarle y… perdona las pintas. No esperaba visita.

- No se preocupe.

- Por favor, tutéame y pasa al salón. Santi saldrá en un momento.


 Justo antes de entrar en el dormitorio, Natalia avisó a Santi.

- Tienes visita. Un tal David pregunta por ti.

- ¡¿David?!

- Sí, eso me ha dicho. Yo voy a cambiarme que estoy en bragas…


 Sin acordarse de que Santi se encontraba en calzoncillos, corrió hacia el salón para ver si era el David que creía y, en cuanto lo vio, sus ojos se abrieron como brótolas.

- ¡Te has cortado el pelo cabrón!-gritó Santi-.


 Riéndose por la ocurrencia, David abrió los brazos y recibió un fuerte achuchón de parte de su buen y fiel amigo.

- ¿Eso es lo primero que me dices después de tanto tiempo?

- ¿Pero qué cojones haces aquí? ¿Cómo me has encontrado?

- ¿Qué quieres que responda primero?

- A lo primero. ¿Cómo has salido de la cárcel? ¿Te has escapado?

- No. Me han dado la condicional. Tras mi buen comportamiento y que ayudé a solucionar el motín que se había formado en la cárcel, el juez ha visto bien rebajarme la pena y sacarme de la cárcel antes de lo previsto.


 David estaba muy contento de estar en la calle y de, por supuesto, estar abrazando a Santi. ¡Cuánto lo había echado de menos!

- ¿Y cómo me has encontrado?

- ¿Te tengo que recordar quién es mi hermano?

- Coño, no había caído en Lucas. Claro, claro, él está al tanto de todo.

- Sí y ya me ha estado comentando por encima a lo que te estás dedicando ahora…


 Separándose de David, Santi le restó importancia a eso.

- Bah, no te preocupes por eso ahora. ¡Estás libre! Somos libres ahora, tal y como dijimos tantas y tantas veces en la cárcel.

- Y que lo digas. Cuando me contaron la noticia no me la podía creer… Iba a ser libre por fin…

- ¡Esto hay que celebrarlo!


 Riéndose, David frunció el ceño.

- ¿Y a dónde voy yo con estas pintas?

- Pues te vas a tu casa y te cambias. Tu hermano debe tener tus cosas guardadas todavía, ¿no?

- Sí, supongo…

- Entonces ve y busca algo coño. Y le dices que se venga. Tú y yo nos vamos a cenar por ahí.

- ¿Y tu amiga?

- Que se venga también si quiere.


 Sin dejarle tiempo a responder, Santi se dio la vuelta y comenzó a pegar gritos llamando a Natalia. Mirándolo fijamente, David sonreía porque se notaba que su amigo estaba tremendamente emocionado de tener a su buen amigo fuera, de poder volver a verlo y realizar todos los planes que habían hablado durante su etapa en la prisión.


 Al cabo de una hora y media, Natalia, Santi y David iban a un buenísimo restaurante local con una estrella Michelín.

- Pasen por aquí,-decía la metre-. Esa mesa de delante es la vuestra.


 Sentándose alrededor de la mesa, Natalia comenzó a mirar la carta mientras que David y Santi charlaban.

- Qué pena que Lucas no haya podido venir,-decía Santi-.

- Ya, pero había quedado con la novia y si preferían estar los dos solos… es comprensible.

- Claro, ya habrá otros momentos en los que se venga con nosotros.


 Mirando a Natalia, David no pudo evitar fijarse en su esbelta figura y entabló una agradable conversación con ella.

- ¿Y cómo os conocísteis Santi y tú?

- Él vino a mi casa preguntando por un antiguo ligue mío, Daniel. Y a raíz de ahí entablamos una amistad y… hasta el día de hoy.

- Ah, ¿y desde cuándo estáis juntos?

- ¿Juntos? No, no. Somos amigos, pero nada más.

- ¿En serio?

- Sí vale, hemos follado en alguna que otra ocasión, pero ninguno de los dos siente nada por el otro, así que nuestra relación es puramente carnal y, sentimentalmente hablando, ambos estamos libres.


 El saber que Natalia tenía el corazón libre, le dio a David alas para seguir charlando con ella de una manera más… especial.

- ¿Y todavía no has conocido a esa persona que te haga tilín?-preguntó él-.

- No… Aunque tampoco me he parado a buscarlo, también te digo. Siempre he sido una chica de ir a muchas fiestas, de no comprometerme con nada ni con nadie y… eso ha provocado alguna que otra bronca por parte de mi padre, principalmente por el trabajo.

- ¿En qué trabaja tu padre?

- Es dueño de una empresa y quiere que yo sea su sucesora pero a mí… no sé. La forma en la que él trabaja no me gusta y él quiere que todo esté a su gusto y me aburro.

- ¿Y se lo has dicho?

- ¿Decirle qué? ¿Que yo haría las cosas de otra forma? Qué va, me mataría vaya. Se cree que soy una inútil y todo porque paso de él y de sus intentos de instruirme. Tengo mi carrera y mis propios conocimientos, sé como hacer y deshacer. Pero eso él no es capaz de verlo.


 Tiempo después, una camarera vino con la comida de los tres y comenzó a servirla mientras que todos charlaban, aunque Santi era más espectador que otra cosa.

- Ay, ¿lo ves?-le decía Natalia a David-. Me acaba de mandar mi padre un mensaje diciéndome que las acciones de la empresa han bajado un 1.3% y que debería pasarme más por la empresa, que él cada día puede menos y que sin mí se va a ir todo al traste. Ya empieza con el chantaje de siempre.

- ¿No es la primera vez que lo hace?

- Qué va. Siempre se hace la víctima y cuando voy allí, me pone a hacer las cosas que él no quiere hacer, vaya, que hago el trabajo sucio para él poder lavarse las manos.


 En cuanto sirvieron, Santi no se lo pensó y comenzó a comer.

- Chicos, esto está buenísimo. Si no os dais prisa se os va a enfriar-dijo el muchacho-.

- Pero es que tu padre debería darse cuenta de que ya no eres una niña y actuando como lo haces, le das la razón y perdona que te diga esto. Deberías enfrentarte a tu padre, dejarle las cosas claras y, si él quiere retirarse, que te dé el mando total de la empresa.


 Antes de comer, Natalia sacó su móvil e hizo una foto al plato y luego miró a David de una manera… especial.

- Estás muy guapo esta noche, David.

- Gracias Natalia. No sabía cómo me iba a quedar la ropa después de tanto tiempo con el mono de la cárcel.


 Tras la cena, Santi parecía estar viendo un partido de tenis, ya que sólo observaba la conversación de sus amigos sin llegar a entrometerse. Ahí se estaba cociendo algo y él era de lo más consciente.


 David quiso acompañar a Santi y a Natalia hasta la casa y ya allí, despedirse.

- Ha sido una velada estupenda. Gracias a los dos,-dijo David-.

- No hay de qué tío,-contestó Santi guiñando un ojo a su amigo-.

- ¿Te tienes que ir ya?-preguntó Natalia-.

- Claro, tengo que volver a casa y tal.

- Pero ya que estás… ¿Por qué no pasas aquí la noche?


 Mirando a Natalia de reojo, Santi sonrió y animó a su amigo a quedarse.

- Claro tío. Es tarde y a la hora que es te va a costar la vida volver a casa. Quédate en mi habitación y yo dormiré en el sofá.

- Qué va, no quiero molestar.

- No es molestia,-se atrevió a decir Natalia rápidamente-. Sería un gran honor que te quedases en mi casa a dormir.

- Vale, está bien. Vosotros ganáis.


 Abriendo la puerta, Santi fue el primero en retirarse de la escena.

- Voy a cambiarme, que estos pantalones me están matando.

- ¡Vale!-contestaron ambos amigos al unísono-.


 Un breve silencio se creó en el salón y, mirándose a los ojos, David sintió cómo su corazón latía desbocado y, tragando el nudo que tenía en la garganta, pasó su brazo sobre los hombros femeninos y atrajo a Natalia hacia él.

- Me ha encantado la noche, pero más me has encantando tú.

- Eres un hombre genial, amable, simpático, cabal, con las ideas claras… Me alegra mucho haber ido hoy a la cena y conocerte más.

- Pues sí, porque cuando te vi por primera vez andabas en ropa interior.

- Ay, no me lo recuerdes, qué vergüenza…

- De vergüenza nada, Natalia. Si te soy sincero… Me he quedado con ganas de ver más.


 Minutos después, saliendo Santi del cuarto con ropa más cómoda, fue hacia el salón y justo cuando iba a hablar descubrió el pastel. David y Natalia se estaban besando apasionadamente mientras que sus manos acariciaban sus espaldas, cinturas, brazos y piernas…  


 Sonriendo, Santi sabía que entre esos dos se estaba formando algo y, dejándoles más intimidad, se marchó hacia su cuarto tranquilamente.


 Mirando al ordenador, Santi pensó que sería un buen momento para retomar la investigación sobre Ferrán y sus casos. Ya le quedaban pocos, pero todavía había bastante trabajo por hacer y, para su sorpresa, el siguiente caso por revisar era el asesinato de sus padres. ¿Qué hacían sus padres involucrados en temas de drogas? ¿Sería ese el motivo de la muerte y a lo que se refirió Ferrán en el parque tiempo atrás?


 Santi comenzó a leer el informe y ahí decía que Edu y Sonia se personaron delante de una tienda de segunda mano en una de las zonas comerciales de la ciudad con la sospecha de que no era trigo limpio.


 Entrando en la tienda, se pusieron a hablar con el dependiente, al que se le notaba un poco tenso y con una sonrisa un tanto forzada, pero no había nada fuera de lo normal y que pudiera levantar sospechas.


 Los padres de Santi comenzaron a hacer las preguntas pertinentes respecto al caso que estaban llevando y el dueño y dependiente del lugar las contestaba amablemente y sin ningún tipo de problema, salvo por un leve carraspeo constante que hacía desde el principio.


 En el informe decía que, llegado cierto momento, varios asaltantes que estaban escondidos en la trastienda, salieron con armas y abrieron fuego abatiendo a los padres de Santi, que no pudieron hacer nada para salvar sus vidas. Eduardo intentó cubrir a su esposa y murió en el acto. En cambio, Sonia murió un par de días después en el hospital a causa de las graves heridas provocadas.


 Intentando aguantar las lágrimas, Santi se decía a sí mismo de mantener la cabeza fría, pero el informe terminaba diciendo que en casa de sus padres se habían encontrado grandes cantidades de dinero y drogas que estaban relacionadas con un gran cártel colombiano y que, pese a que no se habían encontrado a los autores del asesinato, no descartaban que fuera un ajuste de cuentas.


 Sin poder pegar ojo en toda la noche, Santi negaba rotundamente que sus padres estuvieran involucrados en temas de drogas. Él los recordaba de otra forma, siendo unos padres amorosos con él, amigos de sus amigos, afables… A Santi no le cabía en la cabeza que sus padres fueran unos corruptos y menos después de haber descubierto todo lo anterior de Ferrán. No. Ahí había algo que no cuadraba e iba a descubrirlo, por lo que a la mañana siguiente se presentó en la misma tienda a la que fueron sus padres.


 Entrando, Santi reconoció al dueño de la tienda pero considerablemente más mayor.

- ¡Buenos días caballero! ¿Qué desea?

- Buenos días. Mire, estoy aquí porque hace muchos años, en este mismo lugar, murieron asesinados unos policías y aún, a día de hoy, no se han encontrado a los responsables.

- Disculpe caballero, pero yo ya dije todo lo que tenía que decir a la policía. Han pasado más de 20 años desde entonces y si en ese momento no supe acusar a los autores del asesinato, ahora mucho menos y principalmente porque estaban con la cara tapada. No pienso hablar más del tema.

- Pero esos policías eran mis padres y… ¡quiero saber la verdad!

- Lo siento chico pero he dicho que no.


 Girando la cabeza hacia donde se suponía que estaban escondidos los asesinos, Santi no paraba de recrear en su mente lo sucedido y cada vez estaba más y más convencido de que ahí había algo que no terminaba de cuadrar. ¿El qué? No lo sabía, pero no pararía hasta averiguarlo.


CONTINUARÁ…


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