martes, 14 de diciembre de 2021

Capítulo 18 || Nada Es Lo Que Parece

 Volviendo a casa, Santi se sentía extremadamente raro. Por un lado, su corazón le decía que sus padres no podían estar involucrados en temas de drogas; por el otro, su cabeza le decía que nunca llegó a conocer a sus padres del todo porque se murieron cuando él era un niño y que, tal vez, los tenía idealizados.


 Saliendo del dormitorio, David se encontró a Natalia justo cuando venía de la cocina.

- Buenos días guapa. Qué bien huele… ¿Qué has cocinado?

- Tortitas y no es por nada pero me sale de rechupete.

- ¿Y Santi?

- No sé, he ido a ver cómo se encuentra y al abrir su cuarto me he encontrado que no estaba. Me da que ni ha dormido hoy.

- No creerás que nosotros…

- No, no creo. No hicimos apenas ruido coño.

- Espera, ¿no es ese de fuera?


 Yendo a por su amigo, David le saludó afablemente.

- ¡Buenos días madrugador! ¿Qué haces aquí sólo?

- Pensar.

- Ah bien, ¿y qué se te pasa por la cabeza ahora?

- Nada. Déjame en paz, ¿vale? Necesito estar solo.


 Y seguidamente Santi dio media vuelta y se dirigió hacia la casa pasando junto a David sin siquiera mirarlo.

- Pero bueno, ¿qué mosca te ha picado Santi? ¡Santi joder! ¡¡Santi!!


 Entrando en casa, Natalia lo miró con una sonrisa pero al ver la cara que traía Santi se quedó seria.

- ¿Qué te ha pasado?

- Nada que deba preocuparte ni a ti ni a David. Necesito estar sólo, ¿vale? ¿Es tan difícil de entender?


 Entrando en su cuarto dando un portazo, Santi se encerró allí para poder aclararse, si es que podía. Se sentía culpable de haber hablado de aquellas formas a Natalia y a David, ya que ninguno de los dos se lo merecía pero… no quería a nadie a su lado en esos momentos. Necesitaba estar solo, pensar y reflexionar sobre todo.


 Tras mucho intentarlo, ni David ni Natalia consiguieron hablar con Santi durante los cuatro días posteriores a su encierro, así que decidieron hacer vida normal y actuar como si él no estuviera en la casa.


 Ambos se daban todo el amor que necesitaban sin temor a ser pillados, ya que sabían que Santi sólo salía de su cuarto de noche para hacer acopio de comida y volverse a encerrar.


 Lo cierto era que, a cada día que pasaba, David y Natalia se iban enamorando más y más del otro.

- No sé cómo he podido vivir sin ti durante estos años,-confesó él-.

- Y yo creyendo que el hombre de mi vida no existía…


 Habiendo pasado ya una semana, Santi seguía igual de liado si es que no estaba más. Necesitaba respuestas y aquel tipo de la tienda le había dejado bastante claro que no hablaría y si él era el único testigo… Se había topado con un callejón sin salida. Menuda mierda…  


 Pero esa mañana, una extraña visita llegó a la casa.

- Sí, por supuesto. Pase por aquí…-dijo Natalia-.


 Entrando en el dormitorio de Santi, Natalia suspiró al verlo tan descuidado.

- Ay Santi…

- Si vas a volver a darme otro de tus sermones te lo puedes ahorrar. Luego te quejas de tu padre pero tú…

- Voy a hacer como que no he oído nada de eso… Vengo a decirte que tienes visita.

- ¿De quién?

- Ahora por estúpido no te lo voy a decir. Si quieres averiguarlo, te vas a tener que mover y despegar el culo de tu cama.


 Mirando a Natalia, quien estaba tremendamente seria, Santi se incorporó y se levantó de la cama, provocando una gran sonrisa en la muchacha.

- ¿Contenta?

- Ahora sal, que te está esperando.

- ¿Quién?

- ¡Tu destino!

- Venga ya mujer, no me seas mística y dilo ya.


 Pero Natalia enmudeció y le señaló con la mano el pasillo. Pasando por él, Santi llegó hasta el salón y allí se encontró con el dueño de la tienda para su completa sorpresa.

- Usted… ¿qué hace aquí?

- Hola… Llevo una semana con tremendos remordimientos y sin pegar ojo, así que he decidido venir y hablar contigo.


 Sentándose junto a aquel hombre, Santi le hizo una pregunta.

- ¿Remordimientos? ¿Qué quiere decir con eso?

- Lo que precisamente estás pensando.

- ¡Lo sabía! Estaba seguro que mis padres eran inocentes.

- Y yo me he creído que lo era durante todo este tiempo pero tu visita…


 Ese anciano se quedó en silencio unos breves segundos.

- Esa visita que me hiciste me removió absolutamente todo. No tenía la constancia de tu existencia y al decirme que eras su hijo… fui realmente consciente de que había participado en arruinar la vida de un ser inocente. Tú.

- ¿Participado? Perdóneme pero estoy confuso…

- Será mejor que te cuente la verdad.


 Haciendo un momento de silencio, aquel hombre comenzó a relatar.

- Unos días antes del asesinato de tus padres, vino a mi tienda un hombre moreno de buena presencia, barba y unos ojos azules que te dejaban como hipnotizado.

- Ferrán… Tiene que ser él.

- Ese hombre me dijo que me pagaría una millonada siempre que le dejase la tienda para hacer algo. Yo al principio me negué pero cuando me puso medio millón en metálico frente a mí… La tienda no estaba pasando por su mejor momento y me cegué. Me cegué y acepté.


 Ese tipo estaba relatando la historia como si la estuviera viviendo de nuevo.

- Aquel hombre me dijo que un par de días después vendrían dos policías a preguntarme algo sobre un tema de drogas y que yo le tenía que decir que no sabía nada, que tenía que ser una equivocación y que me mantuviese en mi puesto, que de todo lo demás se encargaría él y un amigo.


 Tragando saliva, continuó contando lo que ocurrió.

- Tal y como aquel hombre dijo, vinieron esos dos policías… tus padres… y me comenzaron a hacer preguntas sobre ese tal Ferrán que has mencionado antes y un tal Tomás, si mal no recuerdo.

- Álvarez, Tomás Álvarez, su compañero. Sé quién es, pero bueno, siga contando.

- El que vino a hablar conmigo y otro rubio habían llegado unos minutos antes de que tus padres entrasen en mi tienda y se escondieron en la parte de atrás mientras yo negaba y negaba a tus padres que yo conociese o estuviera en el ajo de un tema de drogas.


 De repente, la voz del anciano comenzó a quebrarse.

- Cuando menos me lo esperaba, los dos que estaban escondidos salieron y apuntaron a tus padres con un par de pistolas mientras le decían algo de que se habían entrometido demasiado en asuntos que no tenían que meterse. Yo no entendía nada y estaba horrorizado al ver todo aquello, por lo que pedí un poco de calma y cuando el tipo rubio se giró a mí para callarme, tu padre aprovechó para intentar quitarle el arma pero el otro moreno disparó. Tu padre cayó al suelo fulminado y a tu madre le alcanzaron varias balas de las que atravesaron a tu padre y… la dejaron muy malherida en el suelo. Estaba viva, pero perdía mucha sangre.


 Santi ya sabía la verdad y quién había planeado todo. Ahora tenía las ideas muy claras y la mente perfectamente despejada. Sus padres habían sido unas víctimas de Ferrán y Tomás y todo porque, seguramente, sus padres habían descubierto a lo que se dedicaban y antes de que hablasen, se los cargó y los quitó de en medio. No había sido la primera y seguro que no fue tampoco la última vez que actuaron de esa forma… Pero ahora le surgía una duda en su cabeza: ¿y si Ferrán estaba detrás de todo el complot de la muerte de Daniel y Keira para meterlo en la cárcel?


 El silencio en el salón era sepulcral y ese hombre quiso saber qué opinaba Santi al conocer la verdad.

- ¿Y bien?

- Gracias por decir la verdad.

- No hay de qué pero… ¿qué va a hacer ahora?

- Justicia.


 Entrando en su dormitorio, Santi se cambió de ropa y se dirigió hacia la puerta con una intención muy clara en su cabeza y era hacerle una visita a Ferrán. ¿Para qué? No lo tenía claro, pero él llevaría un buen cuchillo de la cocina por lo que pudiera pasar.


 Escuchando a aquel hombre mayor gritar, David salió del dormitorio para averiguar qué pasaba.

- ¿Qué está ocurriendo aquí?-preguntó David-.

- ¡Un cuchillo! Acaba de coger un cuchillo,-dijo el anciano-.

- Pero ¿por qué?

- Le acabo de contar lo que sucedió con la muerte de sus padres y ha murmurado varias veces el nombre de Ferrán y ahora ha cogido un cuchillo y se ha largado.

- Mierda…


 Santi no se paraba por nada ni por nadie. Parecía un robot salvo porque su corazón le latía a mil pulsaciones por minuto. Tenía el cuchillo guardado en su pantalón y a cada paso que daba, más seguro estaba de usarlo con Ferrán y vengar a sus padres.


 Pero un rápido David se interpuso en el camino de Santi y lo frenó en seco.

- Quítate de en medio, David.

- No. ¿Qué se supone que vas a hacer? ¿Matar a un policía?

- Si ya me acusaron de asesino, por lo menos ahora lo harán con razones de peso.

- ¿Tú estás mal de la cabeza? ¡Eres inocente y se demostrará! Pero si lo matas, por muy inocente que seas de la muerte de esos dos, no te librarás de la cárcel por matar a Ferrán, imbécil.

- ¡Mató a mis padres!

- ¡Y lo pagará! Pero no de la forma en que tú quieres que pague.


 David se mantenía firme en su posición y no dejaría que su amigo la cagase llegado a ese punto.

- Pero… es que…

- Santi, conozco ese sentimiento de rabia que tienes en tu interior ahora mismo. Créeme… Pero matarlo no te va a devolver a tus padres, todo lo contrario, te quitará la vida que tienes y que ese malnacido ha intentado robarte ya metiéndote injustamente en la cárcel durante todos esos años.

- Ya pero…

- Hazme caso, joder. Que te lo digo por tu bien…

- ¡Cuidado! Está saliendo de su casa.

- ¡Escondámonos!


 Ocultándose junto a la casa que está frente a la de Ferrán, lo vieron salir y encaminarse tranquilamente hacia las afueras de la ciudad.

- ¿A dónde irá ese hijo de la gran puta?-preguntó Santi-.

- Ni idea…

- Vamos a seguirlo.

- ¡Santi espera!


 David, por mucho que lo intentó, no consiguió parar a Santi hasta que vieron a Ferrán entrando en una casa de la zona residencial de las afueras.

- ¿Qué hace Ferrán entrando en esa casa?

- Será otra casa que tiene.

- No lo creo… No sé, pero aquí hay algo que me huele a chamusquina.

- Santi, por favor, hazme caso y vayámonos antes de que nos metamos en un buen lío.

- Tú vete si quieres, pero yo me quedo.


 Negando con su cabeza, David siguió a Santi hasta la puerta principal justo cuando éste frenó y sacó su móvil.

- ¿Qué estás haciendo?-preguntó David-. ¿Qué te hace tanta gracia?

- Que Ferrán está besándose con una mujer.

- ¿Y qué hay de especial en eso? Tú mismo me dijiste que estaba casado y tiene dos hijos.

- Sí, pero la mujer a la que está besando ¡no es su mujer!


CONTINUARÁ…


No hay comentarios:

Publicar un comentario