martes, 7 de diciembre de 2021

Capítulo 15 || Nada Es Lo Que Parece

 Santi estaba de lo más intrigado leyendo el informe, pero aparte de lo ya relatado, no había mucho más. El tal Teo fue liberado tras descubrirse en la nota de suicidio que había sido obligado bajo amenaza de muerte a vender la mercancía. Santi necesitaba más y sólo había una solución a ese problema.


 Tras cambiarse de ropa, Santi salió dispuesto hacia su objetivo.

- Ey, ¿a dónde vas tan arreglado?

- He encontrado algo raro en uno de los informes y voy a hablar con un tipo sobre el tema.

- ¿Sabes dónde vive?

- Sí, me ha costado encontrarlo, pero lo he conseguido. Recuerda que soy informático…

- Ya, ya. Bueno, pues mucha suerte campeón.

- ¡Gracias!


 Tras desplazarse hasta la vivienda de Teo y llamar varias veces a su casa, Santi no logró dar con él, por lo que preguntó a alguien que pasaba por allí.

- Hola, buenas tardes caballero, ¿podría hacerle una pregunta?

- Sí, dígame.

- ¿Aquí vive Teo Cruces? Tengo entendido que sí.


 Aquel hombre puso una mueca en la cara antes de contestar.

- Se supone que sí, pero nunca está en casa.

- Oh, ¿y dónde podría encontrarlo?

- Donde está siempre: en el bar de la esquina. Sigue dos calles más hacia delante y la siguiente a la izquierda.

- Muchas gracias por su tiempo. Es usted muy amable.

- No hay de qué y… suerte con Teo.


 Santi siguió las indicaciones de ese tipo y llegó hasta el bar. Ahora era el momento de buscar a Teo, aunque la foto que tuviese de él era la del informe de hace muchos años atrás.


 Entrando en aquel sitio, Santi echó un vistazo a la gente que había dentro y, para su suerte, sólo había dos personas y una de ellas era una chica así que… Era el momento de la verdad.


 Acercándose a Teo, Santi puso su mejor sonrisa.

- Hola, ¿eres Teo?

- ¿Quién lo pregunta?

- Me llamo Santi y soy… investigador privado.

- Pues muy privado no serás cuando lo vas diciendo por ahí.

- Bueno, esto es nuevo para mí y…

- No eres investigador privado, ¿verdad?


 Sentándose frente a Teo, Santi se puso serio.

- No. Sólo soy otra víctima del Estado Judicial como lo fuiste tú en su momento…

- Espera, ¿cómo sabes que yo…?

- Eso no importa. Lo que me gustaría saber es qué pasó tras tu detención al suicidarse ese camello.

- Ojalá pudiera, pero… No me acuerdo de nada.

- Venga hombre, échame una mano, por favor… Si estoy aquí es porque Ferrán Hierro me metió en la cárcel por un delito que yo no cometí.


 En cuanto Santi pronunció el nombre del policía, Teo se quedó mortalmente serio.

- ¿Has dicho Ferrán Hierro? ¿Ese cabrón no se ha jubilado todavía?

- No… Y por tus palabras no le tienes mucho cariño.

- Para nada y… qué coño. Te contaré la verdad, al fin y al cabo, no tengo nada que perder…

- Genial, muchas gracias.

- Para empezar, ese malnacido de Ferrán es mi primo-hermano.

- ¡¿Cómo dices?!


 Santi se había quedado estupefacto y permaneció atento mientras escuchaba el relato de Teo.

- Cuando me detuvieron yo iba de camino a casa del propio Ferrán, pero hubo un chivatazo de no sé quien y, para que no destaparan su chiringuito, me detuvo y se hizo el nuevo. Como tenemos apellidos diferentes, no dijo que yo era su primo, sólo a su compañero.

- ¿Y por qué ibas a casa de Ferrán?

- Él decía que con su trabajo no ganaba lo suficiente y que necesitaba un plus y como él trabajaba en la sección de incautación de droga… vio el cielo abierto.


 Santi estaba comenzando a descubrir el verdadero rostro de Ferrán y su cara real no era para nada la que mostraba al mundo. Qué equivocados estaban sus padres…

- Total,-continuó relatando Teo-, que cuando me detuvieron tuvo que idear un plan para poder sacarme de allí sin que yo quedase con antecedentes, por lo que me pidió que le diese el nombre de mi contacto que, a su vez, era el intermediario entre uno de los mayores capos de la droga y yo.

- ¿Y para qué quería el nombre?


 Teo sonrió y continuó relatando.

- En cuanto les di el nombre, rápidamente buscaron su dirección en la base de datos y Ferrán y Tomás, su compañero, se fueron hacia la casa y allí pensaron su plan antes de llevarlo a cabo.

- ¿Y qué plan era ese?-preguntó Santi-.

- ¿De verdad que no te lo esperas?


 Teo se reía porque veía a Santi demasiado ingenuo como para estar investigando a nada más y nada menos que a Ferrán.

- Lo que tenían pensado era hacer creer a la policía que mi contacto había escrito una nota explicando el por qué me había usado a mí, echándose todas las culpas a él y que, ante la inminente detención, se había suicidado.

- Sí, eso lo he leído en el informe, pero… ¿qué pasó en realidad?


 Suspirando, Teo continuó relatando.

- Ferrán entró en la casa sin hacer ruido y sorprendió a mi contacto. Según me contó, estuvo varias horas torturándolo y cuando consiguió que escribiese la nota, que estaba manchada con sus propias lágrimas, luego cogió una cuerda y lo ahorcó en la habitación y se quedó viéndolo morir hasta que dejó de moverse y luchar por su vida.


 Santi no podía creerse lo que estaba escuchando. ¿De verdad Ferrán era un asesino?

- Gracias por contarme todo esto…

- Por nada. Lo dicho, no tengo nada que perder ya… Todo lo que era mío o podría haberlo sido, me fue arrebatado así que…

- ¿Y qué pasó cuando te exculparon?-quiso saber Santi-.

- Ferrán me dio un dinero y me obligó a mantener la boca cerrada. Yo comencé a hacer mi vida de cero, incluso tenía planes de boda con una chica pero… Ferrán se encaprichó de ella y al final se acabaron casando.

- Espera, ¿me estás diciendo que Claudia estuvo prometida contigo?

- Así es… Después de eso, cogí depresión, me echaron del trabajo y ahora lo único que tengo es la bebida y lamentarme de mí mismo.


 De repente, Teo sonrió.

- Pero ahora que te he contado todo, con un poquito de suerte mi primo se enterará de esto y acabará con mi sufrimiento.

- No digas eso hombre… Nunca se sabe cuándo la vida puede cambiar a tu favor.

- Venga ya, ¿con la edad que tengo? No me hagas reír…


 Y levantándose, se despidió de Santi.

- Gracias por la charla chaval y… mucha suerte. La vas a necesitar.


 Cuando Teo se fue, Santi sacó su móvil y guardó la grabación… Toda prueba que pudiese conseguir y presentar contra Ferrán sería genial y muy útil llegado el momento.


 Durante todo el camino hasta llegar a su casa, Santi fue pensando en Ferrán y en lo bien montada que tenía su imagen de policía con familia y vida perfecta… Y ahora estaba descubriendo que era un policía corrupto y que su matrimonio se forjó a base de engañar y destrozar a terceras personas.


 Justo cuando Santi entró a seguir investigando, se encontró frente al ordenador a Natalia.

- Ah hola, creía que no estabas en casa.

- No, pues ya ves… Trabajando estoy un poco. No quiero que mi padre me eche la bronca más de lo que ya hace.

- ¿Y por qué te regaña?

- No ve bien que nos hayamos ido a vivir juntos pero eso en él es normal. Nunca ve con buenos ojos a ningún novio o rollete que he tenido. Es un pesado… ¿Y a ti qué tal te fue?


 Santi comenzó a contarle lo que Teo le había dicho.

- Pero pensándolo bien, esta prueba y si encuentro alguna más no servirán para meterlo en la cárcel.

- Eso es cierto, tú no eres policía y el anciano que te ayuda es un antiguo juez retirado, así que él no puede hacer nada.


 Pero en un momento dado, Natalia cambió su expresión.

- Tal vez no sirva de nada pero… Todas esas pruebas bien utilizadas puedes provocar la curiosidad en más de una persona y hacer que las organizaciones se pongan a investigar legalmente y consigas tu objetivo.

- ¿Y cómo podría hacer yo eso?

- De eso ya me encargaría yo… A la prensa rosa le encanta un buen chisme.


 Yéndose al gimnasio, Santi no paraba de darle vueltas a la cabeza. No lograba desconectar y se sentía engañado. Consideraba a Ferrán como un buen amigo de su familia y estaba seguro de que, si sus padres hubieran estado vivos en ese momento, se habrían muerto del disgusto.


 Durante bastantes días, Santi siguió investigando los viejos informes de Ferrán sin encontrar nada más extraño. ¿Y si ese hecho había sido algo puntual y luego corregió su conducta?


 Pero aquel día encontraría otro informe que le iba a quitar de un plumazo cualquier atisbo de duda que existiese todavía.


 Dicho informe rezaba que habían conseguido incautar un gran alijo de droga escondido en un camión de transporte dispuesto a la distribución y venta por miles y miles de dólares. El conductor había sido detenido y estaba acusado de pertenencia y distribución de drogas. En aquella ocasión, fue Tomás quien le hizo el interrogatorio mientras que Ferrán se mantenía al margen.


 En el informe pudo leer Santi que, tras mucho esfuerzo y negaciones del detenido, Tomás consiguió el nombre de su jefe, que era uno de los dos grandes capos de la droga por ese entonces. Dicho jefe estaría, por primera vez en mucho tiempo, sin escolta alrededor porque quería asegurarse él mismo de que la mercancía estaba en condiciones y que nadie le robaba el cargamento.


 Justo antes de irse hasta el lugar indicado por el detenido, Ferrán le prometió que su ayuda quedaría reflejada en el juicio que se le haría como colaboración con la policía para que se le rebajase la condena.


 Tal y como había dicho el conductor, Ferrán y Tomás llegaron al lugar y vieron a un tipo negro muy solitario y con gestos claros de estar cansado de esperar.


 Tras llamarlo por su nombre e indicar quiénes eran, ambos policías detuvieron a uno de los cabecillas de la droga más grandes del momento.


 Muchos años después, Santi se encontraba frente a ese mismo hombre con la intención de hablar con él y que le contase su versión de los hechos.

- No-contestó ese hombre-.

- Pero Earl…

- NO. Y no pienso repetirlo.


CONTINUARÁ…


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