domingo, 7 de marzo de 2021

Capítulo 2 || Condena

 Kwan estaba machacándose en el gimnasio para conseguir el físico que deseaba. El ejército era muy estricto, por lo que él quería adelantarse para ser el mejor de todos.


 No sólo le daba caña al cardio para obtener más resistencia, sino que se tiraba un par de horas diarias entrenando su fuerza, y tanto esfuerzo se estaba viendo recompensado con un físico cada vez más agradecido.


 La fecha de las pruebas de acceso estaba cada vez más cerca y no había tiempo que perder… Pero todo no era estudiar y hacer ejercicio sino que, sorprendentemente, Kwan llevaba ya cinco meses con Miranda y la relación parecía ir en serio.


 En casa de Miranda todo seguía como siempre salvo por el mínimo detalle de que ésta no había dicho que llevaba varios meses viéndose con Kwan. Sin embargo, todos en la casa notaban a Miranda distinta, con mejor humor que de costumbre y a Violeta no había nada que se le escapase…

- Ey Miranda,-saludó Violeta-.


 Acercándose a su amiga y compañera de piso, Miranda saludó de vuelta a Violeta.

- ¡Buenas! Perdona que no me pueda parar mucho, pero es que he quedado.

- Vaya, vienes, te arreglas y te vas de nuevo. ¿Te has echado novio o algo parecido?

- Algo así. No hemos hablado de tener nada serio pero los dos nos gustamos, o eso creo yo.

- ¿Y quién es? ¿Lo conozco?

- Bueno… Podría decirse que sí.


 Abriendo la boca sorprendida, Violeta increpó a Miranda.

- Y sabiendo que lo conozco vas y no me dices nada. Qué mala amiga eres…

- No es eso, es que no sabía cómo ibas a reaccionar.

- ¿Te daba miedo mi reacción? Ni que fuera mi ex…

- Esto…

- ¿Es mi ex? ¿Pero cual de ellos?

- Pues… Kwan.

- Bah, ese mentecato me da igual. Ten cuidado, eso sí. Que ese tiene las zarpas muy largas.


 Agradeciéndole el consejo, Miranda se fue al dormitorio mientras le decía una última cosa a su compañera de piso.

- Me alegro de que no te importe porque va a venir a recogerme dentro de unos minutos.

- Vale, no hay problema, guarra…-susurró Violeta esta última palabra-.


 Al cabo de unos diez minutos, Kwan llamó a la puerta y quien la abrió fue Violeta.

- Vaya, dichosos los ojos que te ven,-saludó ella-.

- Hola Violeta. Me alegro de verte.

- Igualmente. Pasa dentro, que Miranda está todavía arreglándose.


 Cerrando la puerta, Violeta le dio la enhorabuena por la relación.

- Veo que lo tuyo con Miranda va viento en popa, ¿no?

- Sí, la verdad es que no me lo esperaba y surgió así, de un momento a otro y fíjate ahora, llevamos ya casi cinco meses saliendo.

- Pero… ¿lo vuestro va en serio?

- A ver, no somos novios oficiales pero nos comportamos como ello.

- Bueno, mientras seáis sinceros el uno con el otro…

- Por mi parte sí lo soy. Y… oye, gracias por tomarlo con tanta naturalidad. Miranda temía que te lo tomases a mal y te vengases de ella por estar saliendo conmigo.

- Mira, de eso quería hablar contigo, pero en privado. ¿Nos podemos ir a mi cuarto un momento? No quiero que los demás se enteren de todo, que ya sabes que estas paredes tienen oídos.


 Mientras tanto, Miranda se tomaba un baño relajante mientras contemplaba las vistas y pensaba en la cena de esa noche con Kwan. Deseaba que le pidiese ser su novio oficialmente durante la comida, ya que ella llevaba tiempo dándose cuenta de que se había enamorado de él.


 Entrando en la habitación de Violeta, ambos se sentaron sobre la cama.

- Bueno, ¿qué querías decirme?-preguntó Kwan-.

- Ante todo, tengo que decirte que estás mucho mejor físicamente que antes. Menudo cambio has dado.

- Ah gracias. Estoy dándome caña en el gimnasio porque las pruebas para el ejército son dentro de poco.

- Genial, pero bueno, a lo que íbamos. Quiero pedirte perdón por cómo me comporté contigo la última vez que estuviste aquí en casa. Fui una idiota tratándote de esa forma delante de todos y he conseguido justo lo contrario a lo que quería.

- ¿Y qué era lo que buscabas?

- Mantener una amistad contigo y ahora… por mi forma de ser… la he perdido para siempre,-dijo Violeta echándose a llorar-.

- Eh, no me llores Violeta,-dijo Kwan quitándole las lágrimas de la cara-. No has perdido mi amistad y nunca lo harás.


 Tras el baño, Miranda se colocó uno de sus mejores vestidos justo antes de perfumarse, terminar de arreglarse el pelo y contemplarse en el espejo.

- Hoy estoy que lo rompo. Si Kwan no me pide hoy que sea su novia es que es tonto.


 Y Kwan estaba… demostrándole su profunda amistad a Violeta, quien se estaba encargando de vengarse de su “amiga” Miranda por estar saliendo con su ex. ¿Por qué actuaba así? Básicamente porque Violeta odiaba a Kwan y se había propuesto amargarle la existencia siempre y cuando estuviese de su mano y ahora se lo habían puesto en bandeja de plata.

- Sigue follándome así. Fuerte, más fuerte joder. ¡MÁS FUERTE!


 Saliendo de su dormitorio, Miranda se cruzó con Pedro y éste la piropeó.

- Vaya, ¿se puede saber a dónde vas tan preciosa?

- He quedado para cenar con… Kwan.

- ¿Kwan? ¿Pero Kwan y tú estáis saliendo?

- Algo así. Hoy espero que me lo pida oficialmente.

- Pues si yo hubiera sido él te lo habría pedido desde el primer día.


 Observándola de arriba abajo, Pedro se dirigió a ella.

- Si realmente no se da cuenta de todo lo que vales, es que ese tío es idiota, pero ya se sabe cómo es el refrán: Dios le da legañas a quien no tiene pestañas. En fin… Disfruta de la cena con él.


 Escuchando gemir a Violeta con fuerza, Miranda se sintió en la obligación de entrar cuando creyó oír a su compañera gritar el nombre de Kwan. Abriendo la puerta, Miranda se encontró a Violeta cabalgando con violencia a Kwan.

- ¡Joder Miranda!-dijo Violeta-. Te lo puedo explicar…

- Mierda, ¡Miranda espera!-dijo Kwan quitándose de encima a Violeta-.


 Vistiéndose con rapidez, Kwan pudo darse cuenta de la amplia sonrisa de Violeta.

- ¿Y tú de qué coño te ríes?

- Estoy feliz. Muy pero que muy feliz. He conseguido correrme, joderte a ti por haberme puesto los cuernos y joder a la golfa de Miranda por irse contigo.

- Mira Violeta, muérete y hazle un favor a la humanidad.


 Saliendo de la habitación de Violeta mientras la escuchaba carcajearse, Kwan iba con paso rápido hacia la habitación de Miranda para hablar con ella.


 Pero cual fue su sorpresa cuando se encontró a Miranda en brazos de Pedro… Kwan sintió que su corazón se rompía a pedazos. Había actuado mal acostándose con Violeta, pero cuando ésta se echó a llorar, de repente se le lanzó a la boca, lo besó y cuando se fue a dar cuenta se la estaba metiendo. Realmente no había sido consciente de lo que estaba haciendo pero, en ese preciso instante, era muy consciente de lo que estaba ocurriendo.


 Saliendo de la habitación en completo silencio, Kwan cerró la puerta mientras escuchaba los gemidos de Miranda y, alzando la vista, pudo ver a Violeta.

- ¿Y ahora qué se siente cuando te ponen los cuernos a ti? Qué sensación tan novedosa esta que estás experimentando ahora, ¿cierto?

- Pagarás por esto que has hecho.

- ¿Me estás amenazando Kwan?

- Sí, pero no te preocupes, que cuando menos te lo esperes te vendrá tu castigo.


 Y sin decir nada más, Kwan salió de la casa con dirección a la suya mientras que sentía que en su interior ya había algo diferente. Sólo pensaba en una forma de vengarse de Violeta, de hacérselo pagar y de acabar con ella de alguna forma. Pero ese no era el momento…  


 Volviendo a casa, en cuanto Kwan abrió la puerta, todos los sentimientos se le vinieron encima y comenzó a sentir cómo su casa se le derrumbaba encima.

- No puedo estar aquí ahora.


 Como tenía una reserva hecha, Kwan pensó en aprovecharla e ir a cenar él solo a aquel prestigioso restaurante. Sin embargo, de su cabeza no se iba Miranda. Sin saber cómo ni por qué, aquella chica se le había metido en el corazón y por culpa de sus malas decisiones y de la venganza de Violeta, seguramente la había perdido para siempre.


 Intentando desconectar un poco, Kwan fue hasta el restaurante y dijo que tenía una mesa reservada.

- Era una reserva para dos personas, pero mi acompañante no podrá venir finalmente.

- No hay problema caballero. Acompáñeme hasta su mesa.


 Sentándolo en una de las mesas de la terraza, Kwan se puso a mirar la carta mientras escuchaba las olas del mar y disfrutaba de la brisa marina.


 Unos minutos más tarde, una amable camarera se le acercó y Kwan le pidió el plato de la casa, ya que nunca lo había probado y parecía tener muy buena pinta.


 Efectivamente, el plato estaba tan bueno que si Kwan llega a estar en casa hubiera rebañado el plato con la lengua, pero debía comportarse civilizadamente.


 Pese a que no tenía muchas ganas, Kwan se obligó a sí mismo a marcharse a una discoteca de la zona para beber y bailar un poco, desconectar e intentar olvidarse de todo lo ocurrido aquel día. Una de las primeras cosas que pudo notar fue que había bastante gente y lo segundo fue que el ambiente era muy agradable. Presentía que allí iba a sentirse bien.


 Yendo hasta la barra, Kwan se pidió una copa mientras escuchaba la conversación de dos clientes.

- Ya nada es lo que era,-decía uno de los chicos-.

- Y que lo digas. Cada día se hace más complicado ser bueno con los demás porque, si no eres un cabrón como la mayoría, al final quien recibe los palos eres tú,-dijo el otro muchacho-.

- Qué me vais a contar…-dijo Kwan interviniendo-.


 Dándole un sorbo a la bebida, Kwan continuó hablando con esos muchachos mientras se formaba una conversación bastante amena y agradable compartiendo vivencias y opiniones…  


CONTINUARÁ…


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