miércoles, 23 de febrero de 2022

Capítulo 5 || Mi Otro Yo

 Disculpándose un momento, Marge fue hacia uno de los ventanales y llamó a su suegra.

- Hola Laura, ¿qué tal te encuentras? Yo bien, como siempre; aunque, a decir verdad, te llamaba porque estoy un tanto extrañada con Robb. Sí, se comporta de forma rara… Bueno, más raro que de costumbre. ¿Que por qué? Me ha llamado cariño, no ha querido su copa de todos los días, me ha pedido que no sentáramos juntos en el sofá…


 Al otro lado del teléfono, Laura escuchaba atentamente.

- Pues chiquilla no sé qué le puede estar pasando. ¿Yo? Ni idea. Ya sabes que no habla con nosotros y que llevamos meses sin verlo. A ver… ¿No has pensado que puede ser que tenga algún problema o que la haya dejado alguna de sus amantes? Claro, ese puede ser uno de los motivos. Eso o una enfermedad terminal, vete a saber.


 Por su parte, Marge seguía muy perdida.

- No lo sé Laura, ya te iré informando. Ya, ya sé que debería dejarlo pero pese a todo lo sigo queriendo. Eh, no le digas esas cosas, que es tu hijo, Laura, por favor. Vale… Nos vemos pronto. Un beso, adiós…


 Girándose, Marge se encontró con la tierna mirada de Robb que impresionó a su mujer.

- ¿Con quién hablabas?

- Con tu madre, quería saber cómo iban las cosas. A ver si me paso un día de estos con la nena y voy a ver a tus padres, que me da pena que esten solitos.


 Sus padres… Robb había crecido sabiendo que le habían abandonado y, en este mundo, era el otro Robb quien los había abandonado a su suerte.

- Voy con vosotras. Quiero ver a mis padres.


 Dejando a Marge sin palabras y completamente inmóvil en el sitio, Robb sonrió y la abrazó con fuerza.

- ¿Qué te ocurre cariño? Ni que hubieras visto a un fantasma.

- Es que… estás muy raro. ¿Qué te pasa?

- Nada, de verdad. Bueno, me siento mejor que nunca, eso es todo.

- No te reconozco. Pareces otra persona…


 Mientras Robb y Marge charlaban, Pricia subió las escaleras y se sorprendió al ver a sus padres charlando tan animadamente.

- Mamá, tengo hambre. ¿Me preparas la merienda?


 Yendo a por la pequeña, Robb la abrazó sorprendiendo también a la niña.

- Mañana tú, mamá y yo iremos a ver a los abuelos, ¿te parece bien?

- ¿Tú? Papá… ¿qué te pasa?

- Otra igual que tu madre. Estoy bien… No me pasa nada.


 Mirando a su hija de cerca, Robb se volvió a acercar y le dio un beso en la mejilla.

- Venga, que te preparo yo la merienda.

- Definitivamente mamá, nos han cambiado a papá.

- Jajajajaja, no digas bobadas Pricia. ¿Qué te apetece para merendar?


 Tras merendar, Robb propuso darse un pequeño chapuzón en la piscina y, tras cambiarse, hicieron una especie de carrera para ver quién era el más rápido de los tres.

- ¡Cuidado que me pillas!-le decía Robb a Pricia-. ¿Vamos los dos a por mamá?


 Robb se hizo el lento y dejó pasar a la pequeña, que alcanzó a su madre rápidamente.

- ¡Te pillé!-dijo la niña-.

- ¡Pero qué rápido nadas Pricia!,-exclamó orgullosa Marge-.


 Tras una copiosa cena preparada por Marge, Robb se ofreció voluntario en acostar a la niña mientras que la madre recogía la cocina.

- Que descanses cielo. Dulces sueños Pricia.

- Buenas noches papá. Ha sido un día fantástico.


 Sintiendo que comenzaba a emocionarse, Robb besó a la niña mientras intentaba tragar el nudo de su garganta.

- Buenas noches preciosa.


 En cuanto terminó de recoger la cocina, Marge se marchó al dormitorio y allí se puso a leer antes de irse a dormir. Como buena romántica empedernida, le encantaba acostarse después de haber leído un par de capítulos de novelas de caballeros, romanticismo, complicidad… Todo lo que ella echaba en falta en su vida.


 Entrando en el dormitorio, Robb saludó a Marge.

- Hola cariño. La nena se ha quedado dormida. ¿Tú qué tal?

- Bien, estaba leyendo una novela.

- ¿Ah sí? ¿Cual?

- El destino es nuestro, de A.J. Chapman. Una romanticona de las que no te gustan.


 Robb sonrió mientras se tumbaba sobre la cama.

- ¿Y quién te ha dicho que no me gustan?

- Tú mismo, cada noche antes de irte a dormir.

- Ah… bueno.

- ¿Lo ves como estás muy raro? Voy a dejar el libro anda…


 Cuando Marge soltó el libro y se fue a meter en la cama, Robb la retuvo y la atrajo hacia él abrazándola con fuerza.

- No sabes las ganas que me apetecía quedarnos a solas,-confesó él-.

- ¿En serio?

- Sí, muchas.


 Durante unos segundos, ambos se quedaron mirándose el uno al otro a los ojos en completo silencio hasta que Marge lanzó una pregunta al aire.

- ¿Quién eres tú y qué has hecho con mi marido?

- Eso lo tendrás que averiguar tú…

- ¿Ah sí? ¿Cómo?

- Eso ya es cosa tuya…-dijo Robb comenzando a besar el cuello femenino-.


 Notando cómo un fuerte escalofrío recorría todo el cuerpo de Marge, ésta se lanzó sobre Robb y comenzó a besarlo con una pasión desbordante que le sorprendió, ya que la Marge de su mundo no se había entregado nunca a él de esa forma.


 La complicidad de ambos era tan alta, que pronto llegaron los dos al clímax y, sin pensárselo, volvieron a comenzar desde el principio.


 A la mañana siguiente, tras el desayuno los tres pusieron rumbo hacia la casa de los padres de Robb, quienes vivían en la playa.

- ¡Buenos días a todos!-saludó Marge-.


 Dejando las cosas que estaban haciendo, tanto Laura como Robert se acercaron a la entrada de la casa y saludaron a los recién llegados.

- ¡Hola Pricia! Pero qué guapa estás…-dijo su abuela-.


 Cuando alzaron la mirada y vieron que Robb estaba con las chicas, sus padres se sorprendieron bastante por varios motivos. El primero era porque estaba allí y el segundo porque no había abierto el pico para quejarse en todo el tiempo que llevaba en la casa.

- ¿Pero qué te pasa Robb? No has abierto la boca durante todo el camino-preguntó Marge-.

- Hola hijo,-saludaron ambos padres-.

- Yo… esto… hola…


 Y sintiendo un impulso, Robb se abrazó a su padre.

- Te he echado muchísimo de menos papá. No sabes cuanto.

- Pero hijo, ¿estás bien?

- Sí papá, perfectamente.

- Yo también te he echado mucho de menos Robb. Llevábamos meses sin verte el pelo ni hablar contigo.

- Lo siento mucho… Os prometo que no volverá a pasar.


 Y luego Robb se abrazó a su madre.

- Ay mamá, te quiero mucho.

- Vaya… y yo también te quiero hijo. Y yo también…


 Tras el reencuentro, la pequeña propuso salir y jugar con la arena, por lo que Robb y su padre salieron con Pricia mientras que Laura y Marge se quedaban charlando en el interior. Por su parte, Robert miraba a su hijo jugar con su nieta y le conmovió profundamente esa escena.

- Vamos a hacer un castillo gigante, ¿vale papá?

- ¡Sí! Y que tenga una muralla grande grande para proteger a todos sus aldeanos.

- Oh sí, ¡me encanta!


 En el interior, las mujeres hablaban de Robb.

- Pues sí que está raro, tenías razón,-confesó Laura-.

- ¿Lo ves? Menos mal, ya no soy la única que lo nota.

- Es que… está irreconocible. Marge, ¿cuántos años llevaba sin visitarnos? ¿Y sin abrazarnos o decirnos que nos quería? Yo no me acuerdo, sinceramente.

- Bueno, y con Pricia está… Ayer le hizo la merienda, se puso a jugar con nosotras en la piscina, la acostó…


 Laura sonreía al escuchar las palabras de su nuera.

- Vaya, haciendo todo lo que nunca ha hecho.

- Sí, básicamente. Y conmigo ya… ni te cuento.

- ¿También?

- Uf Laura, creo que ha sido uno de los mejores polvos que he echado en mi vida jajajaja.

- ¿Qué le pasará que no nos quiere contar y que le ha hecho cambiar tanto?


 Ajeno a todo esto, Robb jugaba con Pricia mientras que daba gracias por haberse cambiado con el otro Robb, ya que había conseguido de golpe y plumazo la vida que siempre había querido.


CONTINUARÁ…


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